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SERMÓN: DESTRUYE ÍDOLOS (BOSQUEJO Y AUDIO)

VÍDEO

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Tema: Números.
Título: Destruye ídolos. 
Texto: Números 33: 50 – 55.
Autor: Pastor Edwin Guillermo Nuñez Ruiz.

Bosquejo - Sermón: El Trato Radical de Dios con el Pecado en Números 31

BOSQUEJO (VERSIÓN CORTA)

Tema: Números. Título: El Trato Radical de Dios con el Pecado en Números 31. Texto: Num 31: 1 – 18. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz


Introducción:

A. El pecado es algo realmente peligroso y grave, las acciones de Dios y Moisés en este pasaje así lo demuestran. Miremos cual es el trato con el pecado en este pasaje Bíblico.

I. DIOS TRATA CON JUSTICIA (Ver 1 – 3).


A. Dios ordena a Moisés cumplir con lo que ya se había dispuesto en Números 25: 16 – 18. La razón de tal guerra es retribuir a los Madianitas por lo que habían hecho a los Israelitas en el mismo capítulo. Junto con Baalam los habían instigado a la fornicación y muy seguramente a la idolatría como consecuencia de ello miles de israelitas habían muerto (24.000).

B. En estos versos también se anuncia otro acto de justicia y es el tocante a Moisés. Dios le dice: “después serás recogido a tu pueblo”, después de esta guerra Moisés morirá y no entrara a la tierra prometida como consecuencia también de no haber honrado a Dios en el episodio de la roca (Números 20).

C. El pecado así no nos parezca es algo muy serio. Dios tratara con el pecado sea este en personas que:

1. Lo conozcan (Moisés – Heb. 12: 5 - 11). En el texto de Hebreos se nos habla de la disciplina que Dios ejerce sobre sus hijos cuando estos andan en pecado. Se nos dice allí entre otras cosas que:

a. La disciplina corresponde a los hijos no a los bastardos.
b. La disciplina es una muestra del amor de Dios para nosotros.
c. La disciplina es ejercicio que produce santidad.
d. En la disciplina debemos ser obedientes y no desmayar.

2. No lo conozcan (Madianitas). Quienes no conocen al Señor son objeto tanto de su amor como de su ira. Dios juzga, castiga a quienes no le conocen, su ira final será derramada en ellos en el infierno.


II. OTROS TRATAN DE JUGAR (Ver 4 – 9). 


A. Fueron enviados a la guerra mil combatientes de cada tribu, en total doce mil israelitas. Finees el hijo del Sumo sacerdote Eleazar llevaba los ornamentos sagrados y las trompetas. Los israelitas pelearon contra Madian y los vencieron matando a todos los varones adultos – incluido Baalam -  y quemando sus ciudades.

Dejaron con vida a las mujeres y a los niños, junto con el botín de guerra, este es un detalle llamativo no tanto por los niños, sino por las mujeres, el pecado del capítulo 25 había sido al fornicación, la fornicación con estas mismas mujeres que ahora dejaban con vida. Parece que muy rápido se les olvido lo que había ocurrido ese día.

Que las mujeres Madianitas participaron del complot es claro, en el inicio del capítulo 25 se nos dice que ellos fornicaron con las Moabitas, pero evidentemente los Madianitas participaron de la situación, no olvidemos que la mujer que asesino Fineeas era de la realeza Madianita y que al final del capítulo Dios responsabiliza a los Madianitas de haber instigado a los israelitas a pecar.

B. Muchos creyentes tiene esta misma actitud de volver a los mismos pecados que han causado la disciplina de Dios sobre ellos, ellos juegan con el pecado son como los israelitas. 

Ellos vuelven a visitar a las mismas personas, ellos vuelven a frecuentar los mismos lugares, ellos regresan a las mismas prácticas etc. Se pasan la vida en un mismo círculo vicioso de caída y levantada, dada su poca disposición a abandonar radicalmente el pecado.


III. OTROS TRATAN CON RADICALIDAD (Ver 10 – 18).


A. Al regreso Moisés, Eleazar y los príncipes de las tribus salen a recibirlos fuera del campamento para evitar la contaminación ritual del campamento, ellos venían de tocar muertos, recuerde que cuando un israelita tocaba un muerto quedaba contraminado y debía seguir  proceso de purificación.

Cuando Moisés vio que no habían matado a las mujeres se enojó, cuando vio a las mujeres vio un peligro latente de recaída, de pecado; les recordó que aconsejadas por Balaam estas mujeres habían hecho caer en pecado al pueblo, entonces las mando matar a todas, mando matar también a los niños varones y ordeno que a las mujeres vírgenes las dejaran con vida.

B. ¿Por qué se da una orden de estas? 

1. La orden no proviene de Dios. Dios mando la guerra pero no a matar niños. Los guerreros lo entendieron así pues no los asesinaron.

2. La orden la da Moisés. Motivado por salvaguardar al pueblo y evitar en el futuro una guerra o una recaída del pueblo de Dios que traiga contra ellos una mortandad como la que ya habían tenido que vivir. Por ello manda a matar a las mujeres (las que instigaron el pecado la vez anterior) y a los niños hombres (quienes podían conformar en un futuro un ejército). 

Notemos también que dejo con vida a quienes no habían participado del pecado y podían ser discipulados en la fe a Yahve y no representaban peligro de guerra (las mujeres vírgenes, seguramente la mayoría de ellas niñas muy pequeñas).

C. ¿Por qué Dios permite esto? Creería yo que por ejecutar su justicia y mantener a su pueblo santo.

Nota: La acción no significo el exterminio de Madian pues en Jueces estos personajes vuelven a aparecer, tal parece que la guerra fue con una facción de Madian y no con todo Madian, estas naciones se dividían en varios grupos y algunos eran nomadas.

D. Tenemos aquí para nosotros una indicación de que hacer con la tentación y el pecado en nuestras vidas, debemos ser radicales, obvio, no hay que matar a nadie, pero si hay que ser radicales con el pecado en nuestras vidas. Jesús lo dijo en Marcos 9: 42 – 48 ¿Cuan radicales?


Conclusión: 

El pasaje de Números 31 ilustra la seriedad con la que Dios aborda el pecado, tanto en sus hijos como en aquellos que no le conocen. La guerra contra los Madianitas es una representación de la justicia divina y el llamado a la santidad. Moisés, al ordenar la eliminación de quienes instigaron la fornicación, nos advierte sobre la importancia de ser radicales ante el pecado en nuestras vidas. Aunque no debemos aplicar estas acciones en sentido literal, sí debemos tomar decisiones firmes para evitar la tentación y vivir en obediencia a Dios. La lucha contra el pecado requiere un compromiso real y una vigilancia constante.

AUDIO


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VERSION LARGA
El Trato Radical de Dios con el Pecado en Números 31 - Números 31: 1 – 18  


Introducción

El pecado es un concepto que a menudo se presenta de manera trivial en la cultura contemporánea, pero en la Biblia es tratado con la máxima seriedad. En Números 31, encontramos un ejemplo impactante que ilustra cómo Dios y Moisés manejan el pecado en el pueblo de Israel. Este pasaje revela la gravedad del pecado y las consecuencias que este puede acarrear. A través del análisis de este texto, exploraremos el trato radical que Dios tiene con el pecado y cómo esto se aplica a nuestra vida hoy.

La narrativa comienza en un contexto de juicio divino, donde el pueblo de Israel ha enfrentado las repercusiones de su desobediencia. Las acciones de Dios y de Moisés en este pasaje nos muestran que el pecado no es un asunto liviano. Es un tema que merece nuestra atención y reflexión. Así que, al adentrarnos en este estudio, buscaremos entender el carácter de Dios en su trato con el pecado y cómo nosotros, como creyentes, debemos responder a esta realidad.

I. Dios Trata con Justicia (Versículos 1-3)

El primer aspecto que debemos considerar es cómo Dios actúa con justicia. En los primeros versículos de Números 31, Dios ordena a Moisés que lleve a cabo una guerra contra los madianitas. Esta orden no es arbitraria; tiene un propósito claro: retribuir a los madianitas por el daño que causaron a los israelitas.

La razón de esta guerra se encuentra en lo que ocurrió en Números 25, donde se menciona que los madianitas, junto con Balaam, instigaron a los israelitas a la fornicación y a la idolatría. Como resultado de estas acciones, miles de israelitas murieron, un total de 24,000, lo que refleja la gravedad del pecado que se había infiltrado en la comunidad. La justicia de Dios demanda que se tomen medidas enérgicas contra el pecado.

En este contexto de justicia, también se anuncia otro acto de justicia: la muerte de Moisés. Dios le dice a Moisés: “después serás recogido a tu pueblo”. Esto significa que Moisés no entrará en la Tierra Prometida debido a su falta de obediencia al honrar a Dios en el episodio de la roca, como se narra en Números 20. Este hecho es un poderoso recordatorio de que el pecado tiene consecuencias, incluso para aquellos que son líderes y siervos de Dios.

El pecado no debe ser tomado a la ligera. En el contexto de Números 31, Dios demuestra que su trato con el pecado es serio y que las consecuencias son inevitables. Dios tratará con el pecado, ya sea en aquellos que lo conocen como en aquellos que no lo conocen. Esto se puede desglosar en dos grupos:

1. Los que conocen a Dios (Moisés): En el libro de Hebreos 12:5-11, la disciplina de Dios se presenta como un acto de amor hacia sus hijos. La disciplina es una forma en que Dios corrige y guía a sus hijos, asegurándose de que se mantengan en el camino de la santidad. Es importante recordar que la disciplina es un signo de que pertenecemos a Dios, no un signo de rechazo.

2. Los que no conocen a Dios (Madianitas): Aquellos que no tienen una relación con Dios están sujetos a su ira y juicio. La justicia de Dios también se manifiesta en la condenación de aquellos que viven en desobediencia y rechazo a su voluntad. Esto nos recuerda que el amor de Dios no excluye su justicia.

II. Algunos Tratan de Jugar (Versículos 4-9)

A medida que avanzamos en el pasaje, encontramos que algunos israelitas se involucran en una guerra contra los madianitas, pero su actitud refleja una falta de seriedad respecto al pecado.

Moisés envía a la guerra a mil hombres de cada tribu, sumando un total de doce mil soldados. Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, lleva los ornamentos sagrados, simbolizando la importancia de la presencia de Dios en la batalla. Los israelitas vencen a los madianitas, matando a todos los varones adultos, incluido Balaam, y quemando sus ciudades. Sin embargo, hay un detalle inquietante: dejan con vida a las mujeres y a los niños.

La decisión de dejar con vida a las mujeres es problemática, especialmente considerando que el pecado que había llevado a la disciplina en primer lugar estaba relacionado con la fornicación con estas mismas mujeres. Este acto revela una desconexión entre la historia del pecado y la respuesta de los israelitas. Parece que rápidamente han olvidado la gravedad de lo que ocurrió.

La participación de las mujeres madianitas en el complot es clara. En el inicio del capítulo 25, se menciona que los israelitas fornicaron con las moabitas, y es evidente que las madianitas jugaron un rol en este pecado. La mujer que Fineas mató era de la realeza madianita, lo que indica que el pecado estaba arraigado en la cultura de los madianitas.

Este episodio nos lleva a reflexionar sobre nuestra propia vida espiritual. Muchos creyentes hoy en día muestran una actitud similar al regresar a los mismos pecados que les han causado problemas en el pasado. Jugamos con el pecado, regresamos a las mismas relaciones, frecuentamos los mismos lugares y perpetuamos las mismas prácticas destructivas. Este comportamiento refleja una falta de disposición para abandonar radicalmente el pecado y nos mantiene atrapados en un ciclo vicioso de caída y levantada.

III. Otros Tratan con Radicalidad (Versículos 10-18)

En la siguiente sección del pasaje, vemos un enfoque diferente hacia el pecado. Al regresar de la guerra, Moisés, Eleazar y los príncipes de las tribus salen a recibir a los guerreros. Sin embargo, Moisés se da cuenta de que no han matado a las mujeres, lo que provoca su enojo.

Los guerreros vienen de haber tocado muertos, lo que los haría ritualmente impuros. Recuerde que en la cultura israelita, tocar un cadáver implicaba un proceso de purificación. Moisés, al ver que no han eliminado a las mujeres, ve un peligro latente de recaída en el pecado. Les recuerda que estas mujeres, aconsejadas por Balaam, habían hecho caer al pueblo en pecado anteriormente.

Debido a la gravedad de la situación, Moisés ordena que se maten a todas las mujeres que instigaron la fornicación y a los niños varones. Las mujeres vírgenes son dejadas con vida. Este acto puede parecer drástico, pero es importante entender el contexto en el que se da esta decisión.

La orden no proviene de Dios. Dios mandó la guerra, pero no ordenó matar a los niños. Los guerreros entendieron esto y, por lo tanto, no asesinaron a los niños. La motivación de Moisés es proteger al pueblo de Dios y evitar futuras recaídas que podrían resultar en más muertes. Al eliminar a quienes instigaron el pecado, Moisés busca salvaguardar la pureza del pueblo.

La decisión de Moisés de dejar con vida a las mujeres vírgenes tiene un propósito. Estas mujeres no habían participado en el pecado y podrían ser discipuladas en la fe en Yahvé. Esto resalta la importancia de discernir entre aquellos que son responsables del pecado y aquellos que pueden ser restaurados y guiados en la verdad.

La acción de Moisés no significó el exterminio total de los madianitas. En el libro de Jueces, estos personajes vuelven a aparecer, lo que sugiere que la guerra fue contra una facción de Madian y no contra toda la nación. Las naciones en ese tiempo estaban divididas en varios grupos, y algunos eran nómadas.

Este pasaje nos ofrece una clara indicación de cómo debemos tratar con el pecado en nuestras propias vidas. Aunque no estamos llamados a matar a nadie, sí debemos ser radicales al enfrentar el pecado. Jesús nos desafía en Marcos 9:42-48 a ser radicales en nuestra lucha contra el pecado. La radicalidad en este contexto implica tomar decisiones firmes y drásticas para evitar que el pecado se infiltre en nuestras vidas.

La lucha contra el pecado requiere un compromiso real y una vigilancia constante. No podemos permitir que el pecado se convierta en algo trivial en nuestras vidas. Debemos estar dispuestos a reconocer las áreas donde el pecado está presente y tomar medidas decisivas para erradicarlo.

Conclusiones

El pasaje de Números 31 ilustra la seriedad con la que Dios aborda el pecado, tanto en sus hijos como en aquellos que no le conocen. La guerra contra los madianitas es una representación de la justicia divina y el llamado a la santidad. Moisés, al ordenar la eliminación de quienes instigaron la fornicación, nos advierte sobre la importancia de ser radicales ante el pecado en nuestras vidas.

Aunque no debemos aplicar estas acciones de manera literal, sí debemos tomar decisiones firmes para evitar la tentación y vivir en obediencia a Dios. La lucha contra el pecado es una parte integral de nuestra vida cristiana. Nos llama a un nivel más alto de vida, donde la santidad y la obediencia son características distintivas de nuestra relación con Dios.

La historia de Números 31 nos recuerda que el pecado tiene consecuencias. Debemos ser conscientes de que nuestras acciones no solo afectan nuestra vida, sino que también impactan a aquellos que nos rodean. La disciplina de Dios no es un signo de rechazo, sino una manifestación de su amor y cuidado hacia nosotros.

Al enfrentar la tentación, debemos recordar que somos llamados a vivir vidas santas y agradables a Dios. El compromiso con la santidad es esencial y requerirá que tomemos decisiones difíciles, pero siempre debemos hacerlo con la confianza de que Dios está con nosotros en nuestra lucha.

En última instancia, debemos recordar que la radicalidad en la lucha contra el pecado no se trata de ser severos con los demás, sino de ser severos con nosotros mismos. La verdadera transformación comienza en nuestro interior, y es allí donde Dios quiere trabajar. Así que, al reflexionar sobre este pasaje, que cada uno de nosotros se comprometa a buscar la santidad y a vivir en una relación más profunda con Dios, reconociendo que el pecado es algo serio que debe ser tratado con la máxima urgencia y compromiso.

SERMÓN - BOSQUEJO: El Llamado de Josué: ¿Estás Listo Para Tomar lo Que Dios Te Prometió?


Tema: Números. Título: El Llamado de Josué: ¿Estás Listo Para Tomar lo Que Dios Te Prometió? Texto: Números 27: 12 – 23. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz. 


Introducción:

A. Hoy hablaremos de liderazgo. Hasta este momento el pueblo de Dios había sido dirigido por Moisés. Ahora, aportas de entrar en la tierra prometida y dado que el no entrara allí habrá una sucesión de liderazgo. Moisés ha dirigido al pueblo por 40 años y le guió en el desierto, a partir de ahora el líder será Josué, él se encargara de introducir al pueblo en la tierra prometida.

B. Veamos pues los acontecimientos de su llamado y lo que podemos aprender sobre el liderazgo allí.

I. EL LÍDER DEBE TENER ESPÍRITU (Ver 18).

A. Dios dice a Moisés que dará por jefe del pueblo a Josué, dice también que en él hay espíritu. 

B. ¿Qué quiere decir? La mayoría cree que se refiere al espíritu valiente, arrojado, emprendedor, fuerte de Josué del cual sabemos por el episodio de los 12 espías.

C. Un líder debe ser así, debe ser una persona de espíritu.


II. EL LÍDER DEBE SER ENVIADO (Ver 18)

A. Dios dice a Moisés que es necesario “poner su mano sobre él”, con esto se significaría la transferencia del cargo y autoridad.

B. Esto nos recuerda la ordenación del N.T. (Hechos 13:3; 1 Tim 4:14; 1 Tim 5:22; 2 Tim 1:6). Estos textos nos muestran algo muy similar a lo que ocurrió aquel día con Josué.

C. Es importante que las personas sean ordenadas. Sean enviados por alguien. Esto nos da orden, esto previene problemas.


III. EL LÍDER DEBE CONSULTAR (Ver 21).

A. Josué debía consultar el Urim (un artefacto a través del cual se consultaba a Dios). Esta era una de las maneras de conocer la voluntad de Dios, era así porque no tenían la Biblia, hoy día no tiene que ser así pues tenemos la Escritura.

B. El líder debe consultar a Dios a través de su Palabra, esta es una prioridad del líder cristiano (Hec 6:1 – 4; 1 Tim 5:17).


IV. EL LÍDER DEBE SER OBEDECIDO (Ver 20).

A. Josué fue puesto para guiar al Pueblo (Ver 17), para que esto se diera Josué debía ser obedecido.

B. El N.T. nos insta a obedecer a nuestros líderes (Heb 13:17; Fil 2:12).



Conclusiones: 

El liderazgo bíblico de Josué nos enseña que un líder debe ser guiado por el Espíritu, enviado por la iglesia con autoridad y siempre consultar la Palabra de Dios. La obediencia del pueblo es clave para el éxito. Hoy, el llamado al liderazgo exige estas cualidades para cumplir la voluntad divina.

VERSION LARGA

Ahí estaban. Cuarenta años en el desierto. ¿Te imaginas? Cuatro décadas de sol abrasador, arena en los zapatos, y la misma vista cada mañana, excepto por la nube que los guiaba. Cuarenta años bajo el liderazgo de Moisés, el hombre que habló cara a cara con Dios, que partió el mar y que sacó agua de una roca. Un líder irremplazable, ¿verdad? Pero la vida, y especialmente la vida con Dios, está llena de transiciones. Y ahora, a las puertas de la Tierra Prometida, ese lugar que habían soñado, cantado y anhelado por generaciones, el increíble viaje de Moisés estaba llegando a su fin. Él no entraría. La batuta, la antorcha, el bastón de mando, tenía que pasar a otras manos.

Imagínate el peso de ese momento. ¿Quién podría tomar el lugar de Moisés? ¿Quién podría guiar a un pueblo tan volátil, tan propenso a quejarse, a poseer una tierra llena de gigantes y enemigos formidables? Era una pregunta que seguramente resonaba en el corazón de cada israelita. Pero Dios ya tenía un plan, como siempre lo tiene. Y ese plan involucraba a un hombre llamado Josué. Él sería el encargado de llevar al pueblo al hogar que Dios les había prometido. Hoy vamos a abrir la Palabra de Dios en Números 27, del versículo 12 al 23, y vamos a desentrañar los secretos de ese llamado de Josué. No solo es una historia antigua; es un manual de liderazgo para ti y para mí, para cualquiera que Dios quiera usar. Porque si Dios te ha puesto en algún lugar donde hay personas que necesitan guía, déjame decirte, amigo, ¡tú eres un líder! Y lo que vamos a aprender de Josué te va a equipar para el camino que tienes por delante.

El primer gran principio que vemos en este cambio de guardia es que el líder debe tener espíritu. Dios le dice a Moisés, de forma tan directa como solo Él puede hacerlo: "Toma a Josué hijo de Nun, varón en quien hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él". "Hay espíritu". Esa frase es como un destello que ilumina el corazón del liderazgo. ¿Qué significa eso? No es solo tener buen ánimo, o ser una persona "positiva". Va mucho más allá. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que se refiere a la vitalidad, el vigor, la determinación, el coraje. Es ese tipo de espíritu valiente, arrojado, emprendedor, una fuerza interior que no se rinde fácilmente. Y conocemos bien ese espíritu en Josué, ¿verdad? Recuerda el famoso episodio de los doce espías. Diez de ellos volvieron con un informe lleno de miedo, hablando de gigantes y ciudades fortificadas. Pero Josué, junto con Caleb, trajo una perspectiva diferente, una visión de fe, un espíritu de "¡Podemos hacerlo!". Él dijo: "Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos" (Números 13:30). Eso es tener espíritu.

Un líder, cualquiera que sea su esfera de influencia –en la iglesia, en su familia, en su trabajo, en su comunidad– debe ser una persona de espíritu. Debe tener una chispa divina que lo impulse, una energía que inspire, una convicción que no se doblega ante la adversidad. No significa ser imprudente o impulsivo, sino tener ese dinamismo, esa fuerza de carácter que le permite enfrentar los desafíos, superar los obstáculos y, lo más importante, seguir adelante cuando otros se rinden. Piensa en tu propio camino: ¿Qué espíritu te mueve? ¿Es un espíritu de fe, de coraje, de iniciativa? O, por el contrario, ¿es un espíritu de temor, de pasividad, de conformismo? Porque si vas a guiar a alguien a la "tierra prometida" de su potencial, de su propósito, necesitas ese fuego encendido dentro de ti. Necesitas el Espíritu de Dios obrando en ti, dándote esa fuerza que solo Él puede dar. Es esa vitalidad la que te permitirá no solo soñar, sino también actuar; no solo ver el problema, sino también la solución en Dios.

Luego, el segundo principio poderoso: el líder debe ser enviado. Dios le dice a Moisés que, además de tener espíritu, es necesario "poner su mano sobre él". Este acto es mucho más que una formalidad; es una profunda transferencia de cargo, de autoridad, de bendición. En la Biblia, la imposición de manos es un acto cargado de significado: significa apartar para un propósito específico, conferir autoridad, transmitir un don espiritual o una bendición, y a menudo, identificar a alguien como un representante autorizado. No se trata de un simple reconocimiento público; es un acto espiritual de delegación.

Esto nos lleva directamente a lo que vemos en el Nuevo Testamento con la ordenación. Piensa en la iglesia primitiva: Hechos 13:3 nos muestra a los líderes de Antioquía, después de orar y ayunar, imponiendo manos sobre Bernabé y Saulo (Pablo) antes de enviarlos en su primer viaje misionero. Era un acto público de comisionamiento, una señal de que el llamado venía de Dios y era reconocido por la comunidad. O en las cartas de Pablo a Timoteo, donde le recuerda: "No descuides el don espiritual que hay en ti, que te fue conferido por medio de profecía con la imposición de manos del presbiterio" (1 Timoteo 4:14). Y también: "Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos" (2 Timoteo 1:6). Estos textos nos muestran algo muy similar a lo que ocurrió aquel día histórico con Josué. La unción divina se canaliza a través de la confirmación humana.

¿Por qué es esto tan importante? Porque nos da orden. Previene el caos, las divisiones, los problemas que surgen cuando la gente se auto-proclama líder sin un respaldo, sin un envío claro. Un líder enviado tiene un respaldo, no solo de Dios, que es lo principal, sino también de la comunidad de fe. Es un reconocimiento mutuo. Nos recuerda que el liderazgo en la iglesia no es un puesto que se toma, sino un servicio al que se es llamado y para el cual se es comisionado. Si Dios te ha llamado a liderar, busca esa confirmación, ese envío de aquellos a quienes Dios ha puesto en autoridad. Es un acto de humildad y de sabiduría que valida tu ministerio y te posiciona para recibir la bendición de Dios y el apoyo de tu comunidad.

En tercer lugar, y esto es crucial para el éxito y la sabiduría en el liderazgo: el líder debe consultar. Números 27:21 nos dice que Josué "se presentará delante del sacerdote Eleazar, quien le consultará por el juicio del Urim delante de Jehová". El Urim era un artefacto sagrado que el sumo sacerdote usaba para consultar la voluntad de Dios en asuntos importantes. Era una de las maneras en que el pueblo de Israel conocía la dirección divina, en una época donde no tenían la Biblia completa como la tenemos hoy. Ellos no tenían los 66 libros, el Antiguo y Nuevo Testamento, para abrirlo y encontrar la respuesta. Tenían que ir al sacerdote, al Urim, a la voz directa de Dios.

Hoy, la situación es radicalmente diferente, y a la vez, el principio sigue siendo el mismo. Hoy no necesitamos el Urim, porque tenemos algo mucho más grande, más claro, más accesible: tenemos la Escritura. Tenemos la Palabra viva de Dios en nuestras manos, disponible en cualquier momento, en cualquier lugar. El líder cristiano, si realmente quiere ser efectivo, sabio y alineado con la voluntad de Dios, debe hacer de la consulta a la Biblia su prioridad número uno. No es una opción, es una necesidad vital.

Piensa en los apóstoles, en la iglesia primitiva. Cuando surgía un problema, ¿a dónde iban? A la Palabra. Cuando los doce apóstoles se dieron cuenta de que el ministerio de la Palabra y la oración estaba siendo descuidado por la administración de los alimentos, ¿qué hicieron? Dijeron: "No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra" (Hechos 6:1-4). Su prioridad era la Palabra. Y Pablo le insiste a Timoteo, un joven líder: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyen" (1 Timoteo 4:16). Y a los ancianos: "Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar" (1 Timoteo 5:17). La Palabra era su brújula, su fuente de sabiduría, su guía infalible. Un líder que no consulta la Palabra de Dios es como un capitán que navega sin brújula, a merced de las tormentas y de sus propias conjeturas.

Finalmente, el cuarto principio que este pasaje nos revela sobre el llamado de Josué: el líder debe ser obedecido. Números 27:20 nos dice: "Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca." Josué fue puesto por Dios para guiar al Pueblo (versículo 17), y para que esa guía fuera efectiva, para que el pueblo pudiera cumplir su destino, era imperativo que Josué fuera obedecido. Un líder sin seguidores obedientes es un líder solo. Es como un general sin ejército. La autoridad que Dios le confiere a Su líder está ligada a la obediencia de aquellos que son guiados.

Esta verdad no ha cambiado. El Nuevo Testamento, de hecho, nos insta repetidamente a obedecer a nuestros líderes espirituales. Hebreos 13:17 dice: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso." Y Filipenses 2:12 nos llama a "ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor", que implica, entre otras cosas, seguir la dirección establecida. La obediencia no es a la persona del líder, sino a la autoridad que Dios le ha delegado para el bien de la congregación. Es una cuestión de orden divino y de edificación mutua. Una iglesia, una familia, una organización donde no hay obediencia a la autoridad designada por Dios, es un lugar propenso a la confusión y a la ineficacia.

Así que, el liderazgo bíblico, tal como lo vemos en el poderoso llamado de Josué, nos enseña verdades que trascienden el tiempo y las culturas. Un líder debe ser guiado por el Espíritu, no por las tendencias o las opiniones humanas. Debe ser enviado por la iglesia con autoridad, para evitar el desorden y asegurar la bendición divina. Debe consultar siempre la Palabra de Dios, haciendo de ella su mapa y su brújula en cada decisión, grande o pequeña. Y sí, la obediencia del pueblo es clave para el éxito de la misión que Dios les ha encomendado.

Hoy, el llamado al liderazgo, sea cual sea la esfera donde te encuentres, exige estas cualidades fundamentales para cumplir la voluntad divina. No se trata de ser perfecto, sino de ser un siervo dispuesto y equipado por Dios. La historia de Josué no es solo un recuerdo de un gran líder del pasado; es una inspiración y un desafío para ti y para mí hoy. Si Dios te ha puesto en una posición de influencia, Él ya te ha ungido para ese propósito. Ahora te corresponde a ti abrazar ese llamado con un espíritu inquebrantable, con la confirmación de quienes te rodean, con una dependencia total de Su Palabra, y con la confianza de que Él te dará la sabiduría para guiar. Y a quienes son guiados, la responsabilidad de honrar esa autoridad divina. Porque al final del día, todos somos parte del gran plan de Dios para llevar a Su pueblo a la "Tierra Prometida" de Su propósito.


AUDIO



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SERMÓN: MAALA, NOA, HOGLA, MILCA y TTIRSA HIJAS DE ZELOFEAH (BOSQUEJO Y AUDIO)

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Tema: Números.
Título: Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa)  hijas de Zelofehad
Texto: Números 27: 1 – 11.
Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.

BOSQUEJO - SERMÓN: EL REY BALAC (BOSQUEJO Y AUDIO)


Tema: Números. Título: El rey Balac. Texto: Números 23 – 24. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.


Introducción:

A. Repaso. La semana pasada nos centramos en Balaam uno de los protagonistas de la historia, hoy nos centraremos en otro de los protagonistas: El rey Balac. Vamos a aprender de Balac que:

(Dos minutos de lectura)

I. NO DESEABA A DIOS (22: 5 – 8).


A. Cuando Balac se encuentra encerrado busca una solución, esta es llamar a un brujo para que haga maleficios al pueblo de Dios. Balac al enviar los mensajeros al brujo Balaam ni siquiera nombra a Dios, este hombre no está recurriendo a Dios, no se está humillando a Él.

Si notamos es el brujo quien introduce la idea de Dios en la historia. Por tanto, Balac no quiere a Dios quiere algo de Dios, Balac es solo un oportunista que en esta ocasión ve en Dios un escape a su situación.

B. Situación no muy distinta a la de muchas personas hoy en día. Ellos no quieren a Dios, ellos quieren la ayuda de Dios, los dones de Dios. Una pregunta importante que cada persona debe hacerse es: "Si Dios no me da lo que le pido ¿Qué pienso hacer?"

II. PRETENDIÓ COMPRAR A DIOS (23: 1 – 2; 14 – 15; 29 – 30).


A. Llegado Balaam instruye a Balac sobre lo que deben hacer, le dice que debe ofrecer sacrificios, es como si le dijera: “si deseas ver a Dios obrando debes ofrecer algo, debes darle sacrificios, ofrendas”, en este caso, la ofrenda consistía en siete becerro y siete carneros ofrecidos sobre siete altares y así las tres veces. 

Entonces tenemos aquí a un hombre que no conoce a Dios pero que ve en Él una oportunidad para solucionar sus problemas, tenemos aquí un hombre que para lograr ese fin (solucionar sus problemas) da ofrendas, él instruido por Balaam piensa que con ofrendas puede comprar a Dios.

B. Tenemos aquí el retrato de muchas personas hoy en día. Ellos necesitan milagros y la manera de obtenerlos es dando ofrendas a cambio de ellos. Lo que ignoran es que Dios no se deja sobornar (Deut. 10: 17).

III. EXPERIMENTO LA FRUSTRACIÓN DE LA TERQUEDAD (24: 10 – 15).


A. Tercamente Balac tratado de ir contra la voluntad de Dios y en este hecho tenemos dos enseñanzas:

1. Dios no cambia: (23:19) En estas palabras dirigidas por Balaam a Balac se les está diciendo en forma poética algo así como: ¡Balac no insistas, Dios decidió no maldecir a Israel sino bendecirlo, Él no va a cambiar esa decisión!

Implica esta la pregunta: En varias ocasiones vemos a Dios cambiando sus decisiones entonces ¿porque aquí dice que Dios no cambia? Esta pregunta tiene dos posibles respuestas:

a. Usa un antropomorfismo. El antropomorfismo es una figura literaria en la cual se le dan a las cosas cualidades de hombres para transmitir algún mensaje que de otra manera no se podría dar.

En realidad Dios no se arrepiente solo que no es posible en realidad describir lo que pasa en Dios y arrepentimiento es la palabra que más se acerca a lo que ocurre en el ser de Dios.

b. El ser de Dios no cambia pero si sus decisiones. Para explicar esto usare la ilustración del sol y su sombra: El sol es el mismo, siempre está en el mismo lugar, la que cambia es la tierra y con ella su sombra.


Entonces Dios en su ser y propósito es inmutable pero en sus relaciones con los hombres el cambia dependiendo de la disposición y humildad de este.

2. La frustración de la terquedad (Ver 24: 10 – 13): En este pasaje Balac se nota frustrado, enojado por cuanto no logro lo que buscaba.

No podemos esperar menos cuando tratamos de manipular a Dios o ir contra su voluntad seguramente tendremos el mismo fin que Balac.

Conclusiones:

A. ¿Cuales son tus reales intensiones al buscar a Dios?

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BOSQUEJO - SERMÓN: BALAAM Y LA BURRA - NÚMEROS 22

(BOSQUEJO VERSION RESUMIDA)

Tema: Libro de Números. Título: Balaam y la burra. Texto: Números 22. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.


A. Como ya hemos dicho los Israelitas están en la frontera de la tierra prometida más exactamente en los campos de Moab. El rey de Moab llamado Balac y la nación de Madian se une temerosos ante las noticias de lo que Israel ha hecho a otras pueblos. Como saben que no hay ejército que pueda enfrentarse y vencerlos, urden una estrategia espiritual para lograr la victoria, esta consiste en contratar un brujo para que maldiga al pueblo de Dios, el brujo por cierto muy conocido y acertado se llamaba Baalam.

B. De esta historia aprenderemos varias cosas:


I. EXISTEN HÍBRIDOS.


A. Balaam no es un Judio, es de Mesopotamia (Ver 5), dice el texto que vivía en Peor junto al rio Eufrates. Balaam no era un profeta de Dios en ninguna parte del relato se le nombra como tal. 

Parece ser que era muy famoso por la efectividad de sus maldiciones y bendiciones (Ver 6) y cuando los emisarios de Moab y Madian van a él, la Escritura dice que llevaban consigo: “DADIVAS DE ADIVINACIÓN” (Ver 7), lo que lo ubica como un adivino, un brujo.

Sin embargo, este hombre no duda en llamar a Yahve, mi Dios (Ver 18) y en tener expresiones muy piadosas de aparente obediencia (Ver 13, 18) aunque su corazón como veremos más adelante no correspondía a esa realidad.

B. De la misma manera existe en la iglesia muchas personas iguales, hibridas, ellos dicen: MI DIOS, pero sus hechos lo niegan, este estado solo trae al fin y al cabo problemas sobre quienes así viven.

II. HAY QUE CERRARSE A LA TENTACIÓN.


A. Ser hibridos como ya dijimos trae problemas, uno de ellos es el problema de no poder soportar la tentación, no que un verdadero creyente no caiga en tentación sino que este tiene muchas más herramientas para vencerla.

Balaam es tentado en cuanto a aceptar los donativos que se le hacen y  hacer algo en contra de lo que Dios quiere, en este caso maldecir a Israel. Como vemos en el texto es muy débil ante tal ofrecimiento. Él:

1. Escucho lo que decían (Ver 5 – 7).

2. Durmió con ellos (Ver 8).

3. Obviando las Palabras de Dios repitió el proceso (Ver  8 – 13; 14 – 19), aquí se le ofreció mucho más que la primera vez.

4. Hasta que por fin cayo (Ver 20 – 22).

Balaam debió haber cerrado la puerta la segunda vez con mucha decisión pero como no lo hizo cedió a la tentación dejándose llevar por la avaricia y cayó en pecado.

A. Un detalle nos llama la atención y es que Dios primero le dice que vaya con ellos (Ver 20) y después se enoja con él por haber ido (Ver 22).

B. ¿Qué ocurrió? 

1. Parece ser que la primera vez que pide permiso Dios no le permite ir porque no es posible maldecir a un pueblo bendito y porque su intención era ir a hacer lo que fuera por dinero, entonces, así supiera que no podía maldecir lo haría por lucrarse (esto se infiere por lo que viene).

Parece ser que en el momento que se le concede ir,  la verdadera intención de Balaam era buena. Es decir, en realidad el iría allí a hacer la voluntad de Dios, no importa lo que le ofrecieran el no maldeciría a Israel. Sin embargo, mientras el viaje transcurría este cambio de parecer, se dejó llevar por los regalos,  su camino se volvió perverso (Ver 32 – 35) y entonces la ira de Dios se encendió sobre él. Este parece ser el caso y la manera de explicar este cambio en Dios.

C. Balaam es conocido en el N.T. se nos habla de su avaricia. (2 Pedro 2: 15 – 16; Judas 11), se nos habla de el en el contexto de quienes hacen la obra de Dios por dinero, de quienes comercializan la fe.

D. Este es un mal actual y del que debemos cuidarnos. La teología de la prosperidad y el seguir y servir a Dios por dinero debe ser evitarlo como algo que Dios detesta.

III. DIOS USA VARIADOS INSTRUMENTOS.


A. Llama también la atención del texto que Dios usaría para cumplir su propósito a alguien ajeno a su pueblo y que era adivino. Más aun llama la atención que usara a un burro para corregir a este:

1. El ángel aparece tres veces a la asna. (Ver 22, 25, 27).

2. El asna intenta apartarse tres veces del Ángel y las mismas tres es azotada (Ver 23, 25, 27)

B. Luego el asna habla (Ver 28 – 35), Balaam se salva de morir por ella.

C. Dios usa a quien él quiere y como quiere para cumplir sus propósitos, Dios usa aun el pecado y a los pecadores para llevar a cabo su plan. 

Pero piense si Dios uso un burro ¿Cómo podrá usarnos a nosotros si nos disponemos en sus manos?

Conclusión:

La historia de Balaam y su burra nos enseña sobre la dualidad en nuestra fe y los peligros de la avaricia y la tentación. Nos invita a reflexionar si estamos firmes en nuestra convicción de seguir a Dios o si cedemos a las influencias del mundo. Al igual que el burro, podemos ser instrumentos de Su voluntad, por lo que es crucial examinar nuestro corazón y alinear nuestra vida con Sus propósitos para experimentar Su plenitud.

VERSION LARGA


Balaam y la burra

Mi querido lector, aquí estamos, en Soacha, Cundinamarca, bajo este cielo que a veces parece tan vasto y otras tan íntimo, en un viernes 28 de junio de 2025. El tiempo, esa corriente invisible que nos arrastra, nos detiene hoy en un punto crucial de una narrativa antigua, una que resuena con la fragilidad y la grandeza del espíritu humano. El Libro de Números, ese vasto lienzo de peregrinaciones y dilemas, nos invita a posar nuestra mirada en su capítulo 22, en la historia de Balaam y la burra. Es una historia que, al principio, parece sencilla, casi anecdótica, pero que, al rascar su superficie, revela capas de verdad que se anidan en los pliegues más profundos de nuestra propia existencia. Develare para ustedes, esta historia, con la esperanza de que cada palabra sea como una pincelada de luz sobre el complejo entramado de la fe y la tentación.

Los hijos de Israel, esa multitud que se ha forjado en el crisol del desierto, ahora se erigen, como una fuerza indomable, en la frontera de la tierra prometida. Sus campamentos se extienden por los campos de Moab, y la noticia de sus victorias resuena como un trueno distante, un eco inquietante que se propaga por las tierras vecinas. El rey Balac de Moab, un hombre cuya astucia se mezcla con un pavor gélido, y la nación de Madián, se unen en una alianza forzada por el miedo. Han visto lo que Israel ha hecho a otros pueblos, la facilidad con la que sus ejércitos se disuelven ante esta marea de determinación divina. Comprenden, con una certeza que hiela los huesos, que no hay fuerza militar capaz de enfrentarlos y vencerlos en campo abierto. Entonces, en la penumbra de su desesperación, urden una estrategia que va más allá de las espadas y los escudos; una intriga que busca torcer la voluntad del cielo, una maniobra que se adentra en el territorio inasible de lo espiritual. Su plan es contratar a un brujo, un adivino, un hombre cuya fama de maldiciones efectivas y bendiciones certeras es tan conocida como el sol que quema la arena. Su nombre es Balaam, y es hacia él que se vuelven todas sus esperanzas y sus miedos.

Esta historia, con su intrincado ballet de personajes y propósitos, es un espejo en el que podemos ver reflejadas muchas de las sombras y luces de nuestra propia travesía espiritual. Nos habla de la naturaleza de la fe, de la insidiosa seducción de la tentación, y de la sorprendente manera en que lo divino se entrelaza con lo más mundano.

Imaginen a Balaam. No es un judío, nos dice el texto, sino un hombre de Mesopotamia, de la lejana Peor, junto a las aguas milenarias del río Éufrates. La Escritura, en su precisión sutil, nunca lo nombra como profeta de Dios. Más bien, cuando los emisarios de Moab y Madián acuden a él, el relato es claro: traen consigo "DADIVAS DE ADIVINACIÓN". Esto lo sitúa inequívocamente en el reino de lo oculto, un brujo, un adivino de renombre. Sin embargo, y aquí reside una de las primeras grandes paradojas que nos sacuden, este hombre, tan enraizado en lo pagano, no duda en invocar a Yahvé, el Dios de Israel, llamándolo con una familiaridad asombrosa: "mi Dios". Pronuncia expresiones que suenan piadosas, frases que denotan una aparente obediencia: "No puedo traspasar el dicho de Yahvé mi Dios para hacer cosa chica ni grande". Hay en él una dualidad que nos perturba, un eco de lo sagrado que se mezcla con el hedor de lo profano. Es un ser híbrido, un alma que pronuncia palabras de luz mientras sus pies, sin embargo, caminan por senderos oscuros.

¿Acaso no vemos, en los pasillos de nuestras iglesias, en los rincones más íntimos de nuestros corazones, reflejos inquietantes de esta dualidad? Personas que dicen "mi Dios" con una devoción superficial, con labios que recitan oraciones y versículos, pero cuyas acciones, cuando se examinan bajo la luz cruda de la verdad, revelan una realidad dolorosamente diferente. Este estado híbrido, esta falta de cohesión entre lo que se profesa y lo que se vive, esta constante oscilación entre dos mundos, solo puede conducir, al final, a una vida de problemas, a un espíritu que se convierte en un nido de contradicciones y angustias. Es como intentar servir a dos señores, una tarea imposible que desgarra el alma y nos deja en un estado perpetuo de desequilibrio.

La naturaleza híbrida, esta mezcla de lo que debería ser y lo que en verdad es, nos arrastra inexorablemente hacia un abismo de problemas. Uno de los más insidiosos y devastadores es la incapacidad de resistir la tentación. No es que un verdadero creyente, uno con un corazón totalmente entregado a Cristo, no caiga en tentación. La diferencia fundamental reside en las herramientas que posee, en la fortaleza interior que le ha sido dada para vencerla, para levantarse después de la caída. La historia de Balaam es un manual de advertencia, una parábola viva sobre la fragilidad de la voluntad humana frente al brillo seductor de la avaricia.

Balaam fue tentado, no con la fuerza de un ejército, sino con el tintineo de monedas y la promesa de reputación, a actuar en contra de la voluntad expresa de Dios: a maldecir a Israel. Su debilidad ante esta oferta fue, como veremos, su propia perdición. Él, en su vulnerabilidad, cedió lentamente, pero con una determinación fatal, a la seducción del pecado.

Primero, con una curiosidad que abrió la puerta a su caída, escuchó lo que decían los emisarios de Balac. Las palabras de promesa, de riqueza, de fama se filtraron en su mente como gotas de veneno dulce, una melodía que resonaba con sus deseos más ocultos. Luego, en un acto que sella su destino, durmió con ellos. Compartió su espacio, su intimidad, permitiendo que la atmósfera de la tentación lo envolviera, que el olor de la ambición se impregnara en su ser. Y a pesar de las claras y directas palabras de Dios, que le prohibían ir, Balaam, obnubilado por el deseo, repitió el proceso, como si creyera que una segunda súplica forzaría a Dios a ceder a sus propios anhelos. La segunda oferta fue mucho mayor, más tentadora, más irresistible, una red dorada tejida para atrapar su alma. Y así, paso a paso, en una danza lenta y seductora con el pecado, finalmente cayó.

Balaam debió haber cerrado la puerta a la tentación con una decisión férrea en el segundo intento. Dios había sido claro. Pero al no hacerlo, al dejar una rendija abierta para la avaricia, al permitir que la semilla de la codicia germinara en su corazón, cedió. Su camino se desvió irreversiblemente hacia la desobediencia, hacia un abismo que lo consumiría.

Hay un detalle en este relato que a menudo confunde a quienes lo leen y nos obliga a escudriñar más profundamente la mente divina, que es tan superior a la nuestra. Dios, en un primer momento, parece decirle a Balaam que vaya con los emisarios, y luego, en una aparente contradicción que desafía nuestra lógica limitada, se enoja con él por haber ido. ¿Qué ocurrió en ese intersticio, en ese breve lapso entre el permiso divino y la ira ardiente de Dios?

Aquí reside una verdad sutil pero poderosa sobre la naturaleza de Dios y la complejidad insondable del corazón humano. La primera vez que Balaam pide permiso para ir, la respuesta inicial de Dios es una prohibición rotunda y sin ambages: "No irás con ellos, ni maldecirás al pueblo, porque bendito es". Pero la intención de Balaam, incluso entonces, no era simplemente obedecer. Él quería ir, su corazón ya estaba inclinado a la avaricia, dispuesto a hacer lo que fuera por dinero, a lucrarse a pesar de saber que no podía maldecir a un pueblo bendito. Era una avaricia encubierta, un deseo de explotar la situación para su propio beneficio. Sin embargo, cuando los príncipes de Moab regresan con una oferta aún mayor y Balaam vuelve a consultar a Dios, el Señor le permite ir, pero con una condición crucial: "Ve con ellos, pero la palabra que yo te diga, esa harás." Parece ser que en ese momento, Balaam profesó una intención de obediencia, de que iría allí a hacer la voluntad de Dios, que no importaría lo que le ofrecieran, él no maldeciría a Israel. Pero el viaje es una metáfora de la vida, un camino lleno de pruebas y tentaciones. A medida que el camino transcurría, el paisaje de su corazón cambió drásticamente. El brillo de los regalos, el poder de la influencia, la seducción de la avaricia, todo conspiró para torcer su rumbo. Su "camino se volvió perverso", nos dice la Escritura, su intención se corrompió, y fue entonces, y solo entonces, que la ira de Dios se encendió sobre él. No fue el acto de ir en sí mismo, sino la corrupción de la intención, la perversión del propósito durante el viaje, lo que provocó la divina indignación. Balaam se dejó arrastrar por la "senda de la avaricia", un camino del que el Nuevo Testamento nos advierte con vehemencia (2 Pedro 2:15-16; Judas 11), ligándolo a aquellos que hacen la obra de Dios por dinero, a quienes comercializan la fe y la usan para su propio beneficio. Este es un mal perenne en la historia de la humanidad y en la iglesia, una trampa sutil y peligrosa en la que debemos cuidarnos de no caer. La teología de la prosperidad mal entendida, el seguir y servir a Dios con un corazón dividido, motivado por el lucro, es algo que Su corazón detesta, algo que corrompe la pureza de la fe.

Y aquí viene el asombro, la maravilla que nos deja sin aliento y nos humilla hasta el polvo. En medio de esta trama de ambición humana, desobediencia y divina indignación, Dios, en Su soberanía inescrutable, utiliza los instrumentos más inesperados para cumplir Sus propósitos. Llama la atención que Dios elija usar a alguien ajeno a Su pueblo, un adivino, un brujo, para una tarea tan trascendental como la de bendecir a Su pueblo elegido. Pero aún más sorprendente, más allá de nuestra comprensión limitada, es el instrumento que elige para corregir a este hombre obstinado y cegado por la codicia: un burro.

El relato nos dice que el ángel del Señor se aparece tres veces a la asna de Balaam. Y en cada una de esas ocasiones, el animal, con una sabiduría que trasciende su naturaleza, intenta apartarse del camino, en una obediencia instintiva a una realidad invisible para los ojos de su amo. Y en cada una de esas ocasiones, la asna es azotada, maltratada, por la mano de Balaam, quien, en su ceguera espiritual y su frustración, no comprende la visión celestial que su humilde montura sí percibe. La burra ve el peligro, la espada desenvainada, la ira divina; Balaam solo ve un animal obstinado.

Hasta que, en un momento que desafía toda lógica y que irrumpe en la narrativa con la fuerza arrolladora de lo milagroso, el asna habla. Sí, una criatura muda, sin razón, sin la capacidad de articular pensamientos, se convierte en la voz de la verdad, en el instrumento de Dios para reprender a su amo y, asombrosamente, para salvar su vida de la muerte inminente que acechaba en el camino.

¿Qué nos enseña esto, amados hermanos y hermanas? Una verdad profunda y liberadora, una que debería humillarnos y al mismo tiempo inspirarnos: Dios usa a quien Él quiere y como Él quiere para cumplir Sus propósitos. Dios puede usar incluso el pecado y a los pecadores, en Su soberanía inescrutable, para llevar a cabo Su plan eterno. Su plan no está limitado por nuestras imperfecciones o por la maldad humana. Pero si Dios, en Su infinita sabiduría, en Su poder ilimitado, puede usar a un burro, una criatura considerada por muchos como tonta y obstinada, para corregir a un hombre cegado por la avaricia y para salvar una vida, ¿cuánto más podrá usarnos a nosotros? A nosotros, que somos creados a Su imagen y semejanza, dotados de razón, de voluntad, de un espíritu capaz de comulgar con Él, de discernir Su voz y Su propósito. Piense en la vastedad de Su poder, en la creatividad inagotable de Su plan. Si nos disponemos en Sus manos, si entregamos nuestras vidas, nuestras habilidades, nuestras imperfecciones, nuestras luchas, nuestras debilidades a Su servicio, si nos rendimos completamente a Su voluntad, ¿qué milagros no podrá realizar a través de nosotros? Si un animal fue un instrumento de salvación, ¡imaginen el potencial que reside en un corazón humano rendido a Él, un corazón dispuesto a ser moldeado y usado para Su gloria!

La historia de Balaam y su burra es mucho más que un relato curioso. Es una enseñanza perenne sobre la dualidad que a menudo reside en nuestra propia fe, sobre los peligros insidiosos de la avaricia y la seducción constante de la tentación. Nos invita, nos implora a una introspección profunda y honesta, a preguntarnos con una sinceridad brutal: ¿estamos firmes en nuestra convicción de seguir a Dios con un corazón indiviso, con una entrega total, o cedemos a las influencias sutiles y a veces descaradas del mundo que buscan desviarnos del camino, torcer nuestro propósito, corromper nuestra alma? Al igual que el burro, en nuestra humildad y en nuestra aparente insignificancia, podemos ser, y estamos llamados a ser, instrumentos poderosos de Su voluntad soberana, si tan solo nos abrimos a Su dirección. Por ello, es crucial, es vital, que examinemos nuestro corazón, que purifiquemos nuestras intenciones, que renunciemos a cualquier rastro de avaricia o doblez, y que alineemos cada faceta de nuestra vida con Sus propósitos divinos. Solo entonces, en esa rendición total y en esa obediencia de fe, podremos experimentar la plenitud de Su presencia, Su poder transformador, y ser verdaderamente útiles en Sus manos, glorificando Su nombre con cada paso. Es hora de dejar de ser híbridos, de cerrar la puerta a la tentación, y de escuchar, con oídos espirituales abiertos y un corazón dispuesto, la voz del cielo que nos llama a un propósito más elevado, a una vida de integridad y poder divino. Que así sea en cada uno de nosotros.


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