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SERMÓN - BOSQUEJO: VUESTRO PECADO OS ALCANZARA - EXPLICACIÓN NUMEROS 32

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Tema: Números. Título: Vuestro pecado os alcanzara. Texto: Números 32. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz


Introducción:

A. Muchas veces necesitamos pedir un favor y no lo hacemos correctamente. Hoy vamos a aprender de las tribus de Ruben, Gad y Manases como se pide un favor:

I. HÁGALO CON AMABILIDAD (1 – 5)


A. Las tribus de Rubén y Gad piden a Moisés, Eleazar y los líderes que se les permita quedarse a vivir al oriente del río Jordán. Esto porque ellos poseían mucho ganado y esa tierra era apropiada para el pastoreo.

En su petición se nota amabilidad, respeto y sumisión, las palabras: “si hemos hallado gracia en tus ojos”, también se traducen: “si contamos con tu favor”, “si te parece bien”, “si tienes una buena opinión de nosotros”.

B. Cuando hagamos una petición a alguien no olvidemos la amabilidad, pedir el favor, no enojarnos sino lo pueden hacer, así se comienza.



II. OFREZCA UN INTERCAMBIO (6 – 19)


A. La petición no fue bien recibida por Moisés ya que el asume que si ellos se establecen y no van a la guerra los demás israelitas se desanimaran, tal vez asuman el hecho como indolencia, egoísmo, miedo y/o muy seguramente incredulidad, dado que Moisés va a comparar el hecho con lo ocurrido con los 12 espías muy probablemente el percibió o asumió que la incredulidad los motivaba a tal petición.

Moisés les recuerda que tal actitud causo la ira de Dios y su Justo castigo. No deberían ellos provocarlo.

B. A partir del verso 16 ellos pasan a aclarar que su intención no era desanimar y su motivo no era la incredulidad, solo lo apropiado del terreno para sus animales y ofrecen entonces un intercambio. Moisés y los demás pueden estar seguros que ellos irán a la batalla con los demás israelitas.

C. Un favor se hace mejor si se ofrece algo a cambio. Si usted va  a hacer un favor hágalo desinteresadamente, ofrezca ayuda. Mas entienda que muchas personas no comprenden lo que es el servicio desinteresado, en esos casos ofrezca una contraprestación, mientras puede enseñarle la bendición de servir en amor.



III. COMPROMÉTASE CON LOS HOMBRES (20 – 27).


A. Moisés entonces les advierte que debe ser así, pues sino “su pecado los alcanzara”. Ellos por su parte afirman que lo harán tal cual como dice Moisés afirma.

B. Ahora, esto es muy importante para dejarlas puertas abiertas, si usted se pasa la vida diciendo que hará cosas que al fin no hace, después no espere que las personas le hagan favores.


IV. COMPROMÉTASE CON DIOS (28 – 33)


A. Al oír esto Moisés deja un encargo a Eleazar, Josué y a los líderes: les dice que si las tribus cumplen su palabra les permita establecerse al oriente del Jordán y sino que les den herencia con ellos al occidente.

Ante esto ellos responden asumiendo que la orden viene de Dios y se comprometen con Dios a cumplir.

Aquí al final, en el versículo 33 se nos aclara que también la media tribu de Manases tomaría posesión de este lado del Jordan.

B. Tome sus compromisos como promesas a Dios, no como promesas a los hombres. Así hallara un compromiso mas fuerte y tendrá puertas abiertas. Nuestro actuar debe estar enmarcado por textos como (1 Cor 10:31; Col 3: 17 – 23).


Conclusiones:

Al pedir un favor, las tribus de Rubén, Gad y Manasés mostraron el camino: amabilidad y respeto, ofreciendo un intercambio genuino (ir a la batalla), y cumpliendo con sus compromisos. La clave para la confianza y para tener puertas abiertas es tratar los compromisos con hombres como promesas hechas directamente a Dios.

VERSIÓN LARGA

El libro de Números, a menudo percibido como un simple registro de censos y leyes, alberga en sus capítulos profundas lecciones sobre la naturaleza humana, el liderazgo y, sorprendentemente, sobre la ética de la interacción social y la manera correcta de solicitar un favor. En el capítulo 32, se nos presenta una de estas joyas narrativas, centrada en la petición de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, una lección magistral sobre cómo pedir un favor sin caer en la indolencia, la manipulación o el egoísmo. Muchas veces en la vida, necesitamos extender una solicitud, y el fracaso en la manera de pedir puede condenar una petición justa. Hoy vamos a aprender de estas tribus de Israel cómo abordar nuestras necesidades, demostrando que la fe bíblica no se desliga de la cortesía y el compromiso.

El primer principio que emerge de su interacción con Moisés, Eleazar y los líderes de la congregación es la necesidad imperiosa de Hacerlo con Amabilidad, como se narra en los versículos 1 al 5. El contexto es crucial: después de años de peregrinación y batallas, los israelitas se encuentran al oriente del río Jordán, en las fértiles tierras de Galaad y de Jazer, territorios conquistados y particularmente apropiados para el pastoreo. Las tribus de Rubén y Gad poseían un inmenso y numeroso ganado, y al observar la calidad de la tierra, ven una oportunidad logística inmejorable para su sustento. Es aquí donde formulan su petición a Moisés, Eleazar (el sumo sacerdote) y a los príncipes de la congregación, solicitando que se les permita establecerse y vivir en aquella tierra, al oriente del Jordán, en lugar de cruzar y tomar herencia con el resto de Israel. Lo que destaca inmediatamente en su solicitud no es el contenido, sino la forma. En su petición, se puede notar una profunda amabilidad, un respeto inusual y una sumisión al liderazgo espiritual y político. Las palabras clave de su diálogo, traducidas comúnmente como "si hemos hallado gracia en tus ojos", son un testimonio de su reverencia. Estas frases también pueden interpretarse como "si contamos con tu favor", "si te parece bien" o "si tienes una buena opinión de nosotros". El lenguaje que utilizan es cauteloso, humilde y reconoce la autoridad del interlocutor. No exigen su derecho ni asumen la concesión; solicitan un permiso, sujetándose al juicio y la gracia de los líderes. Esta es la primera y fundamental lección: cuando hagamos una petición a alguien, sea un superior, un igual o incluso un subordinado, no debemos olvidar nunca la amabilidad. La cortesía no es una debilidad, sino una demostración de respeto que honra al otro y que, paradójicamente, abre más puertas que la exigencia. El cristiano, en particular, está llamado a la gracia en el hablar, a pedir el favor sin darlo por sentado, y a aceptar con paciencia el posible rechazo, comenzando así el proceso con la actitud correcta, una actitud de servicio y sujeción mutua.

El segundo principio es la necesidad de Ofrecer un Intercambio o una contraprestación, que se desarrolla dramáticamente entre los versículos 6 y 19. La petición de las tribus no fue recibida inicialmente con la amabilidad con la que fue presentada, sino con una profunda sospecha y hostilidad por parte de Moisés. El anciano líder, con la historia de cuarenta años de incredulidad a cuestas, asume inmediatamente lo peor. En su mente, si las tribus de Rubén y Gad se establecían allí, se negarían a cruzar el Jordán y participar en la conquista, desanimando al resto de los israelitas, quienes podrían percibir este acto como indolencia, egoísmo, miedo o, peor aún, incredulidad. Moisés, de hecho, va a comparar la petición con el fatídico incidente de los doce espías (Números 13-14), donde la incredulidad de diez de ellos causó la ira de Dios, el vagar de cuarenta años y el castigo justo que consumió a toda esa generación en el desierto. Moisés les recuerda con vehemencia que no deben provocar la ira divina con una actitud que percibe como un abandono de la misión. Es en este punto de la confrontación que las tribus de Rubén y Gad tienen la oportunidad de pasar de la simple cortesía a la demostración práctica de su compromiso. A partir del verso 16, ellos pasan a aclarar que su intención no era desanimar a nadie y que su motivo no era la incredulidad o el miedo a la guerra, sino solamente la conveniencia logística del terreno para su numeroso ganado. Es entonces cuando ofrecen un intercambio tangible y un compromiso de sacrificio: Moisés y los demás pueden estar seguros de que ellos, antes de establecerse por completo, construirán rediles para sus animales y ciudades fortificadas para sus familias, pero ellos mismos irán armados y en la vanguardia a la batalla con los demás israelitas, no volviendo a su herencia hasta que cada tribu al occidente del Jordán haya tomado posesión de la suya. La lección práctica es poderosa: un favor se recibe mejor si se ofrece algo a cambio, o si al menos se aclara que la petición no representa una carga injusta o un acto de evasión. Si bien el espíritu cristiano y ético nos llama a hacer un favor desinteresadamente, entendiendo la bendición de servir en amor, debemos también ser conscientes de que muchas personas no comprenden el servicio desinteresado. En esos casos, es prudente y justo ofrecer una contraprestación, una garantía de que el beneficio recibido no será a expensas del sacrificio de otros. El intercambio ofrecido por estas tribus transformó una solicitud egoísta (en apariencia) en una alianza estratégica y una demostración de solidaridad.

El tercer principio se centra en la firmeza del carácter y la necesidad de Comprometerse con los Hombres, como se detalla en los versículos 20 al 27. Moisés, habiendo escuchado la oferta de compromiso y la declaración de intenciones, acepta la promesa, pero lo hace con una advertencia solemne y condicional: "Si hacéis esto, si tomáis las armas delante de Jehová para ir a la guerra... y tomáis posesión de la tierra delante de Jehová, y luego volvéis, seréis libres de culpa para con Jehová y para con Israel". Pero si no lo hacen, "su pecado los alcanzará". La advertencia de Moisés es un recordatorio de que el pecado no se esconde ni se anula por la intención piadosa. El incumplimiento de una promesa, especialmente una que afecta la moral y el destino de toda una comunidad, se convierte en un pecado que inevitablemente alcanzará al transgresor, generando consecuencias visibles y espirituales. Las tribus de Rubén y Gad, lejos de sentirse ofendidas por la desconfianza del líder, afirman que lo harán tal cual Moisés ha dispuesto. Este compromiso verbal y público es esencial para dejarlas puertas abiertas en el futuro. Si una persona se pasa la vida diciendo que hará cosas que al final no cumple, su palabra se devalúa y el favor solicitado se hace imposible de obtener. El carácter de un creyente debe ser sinónimo de confiabilidad, de modo que la gente pueda esperar que su "sí" sea "sí" y su "no" sea "no". La falta de compromiso con los hombres, y la consecuente erosión de la confianza, anulan cualquier gracia que se desee solicitar más adelante. La promesa pública no es solo una estrategia social; es una disciplina de integridad que nos prepara para mayores responsabilidades. La forma en que nos comprometemos con las tareas pequeñas y las promesas cotidianas es un espejo de la forma en que nos comportaremos en los desafíos grandes, y las tribus entendieron que su credibilidad dependía ahora de la ejecución de su promesa ante toda la nación.

El cuarto y más elevado principio, que eleva la ética de la petición a la esfera espiritual, es Comprometerse con Dios, como se manifiesta en los versículos 28 al 33. Al oír la firmeza del compromiso, Moisés procede a delegar el cumplimiento de los términos del acuerdo, dejando un encargo formal a Eleazar, a Josué (su sucesor) y a los líderes de las tribus. Les da una instrucción clara y condicional: si las tribus de Rubén, Gad y Manasés cumplen su palabra e invaden la tierra con sus hermanos, les permitirán establecerse al oriente del Jordán; pero si no lo hacen, deberán darles herencia con el resto de Israel al occidente, forzándolos a unirse a la conquista. El acto de Moisés es sabio: él externaliza el control y la rendición de cuentas, transformando la promesa privada en un mandato institucional. Ante esto, las tribus responden asumiendo que la orden final ya no viene de Moisés, sino de la autoridad suprema que lo respalda, y se comprometen directamente con Dios a cumplir. El versículo 31 dice: "Responderemos, pues, nosotros, tus siervos, a nuestro Señor lo que tú has dicho". La palabra final de su promesa se eleva por encima del pacto social. No es solo un acuerdo entre líderes y tribus; es una promesa ante el Señor. Aquí es donde el creyente debe encontrar la base de su ética. Debemos tomar nuestros compromisos, especialmente aquellos que son cruciales para el bienestar de otros y para nuestra propia reputación, como promesas hechas directamente a Dios, y no simplemente como promesas a los hombres. Esta perspectiva infunde al compromiso una fuerza inquebrantable, una santidad que trasciende las excusas de la debilidad humana. El actuar del creyente debe estar enmarcado por textos como 1 Corintios 10:31, que nos llama a hacer todo para la gloria de Dios, y Colosenses 3:17-23, que nos instruye a trabajar con excelencia "como para el Señor y no para los hombres". Al considerar un compromiso como una extensión del servicio a Dios, se halla una motivación más fuerte para cumplir, y esto, ineludiblemente, generará un historial de integridad que mantendrá las puertas abiertas. Al final, en el versículo 33, se nos aclara que la media tribu de Manasés también se unió a esta herencia y al compromiso, solidificando un bloque de tribus que demostró que el pragmatismo (la necesidad de tierra para el ganado) puede coexistir con el compromiso espiritual y la solidaridad comunitaria.

La lección de Números 32 es tan relevante para el líder corporativo como para el discípulo: la forma en que gestionamos nuestras necesidades y nuestras peticiones define nuestro carácter ante Dios y ante los hombres. La amabilidad en la petición desarma la hostilidad; el ofrecimiento de un intercambio genuino demuestra solidaridad y no egoísmo; y el cumplimiento de los compromisos, especialmente cuando se eleva a la categoría de una promesa a Dios, construye una reputación de integridad que es invaluable. La clave para la confianza y para tener puertas abiertas en el futuro no reside en la elocuencia de nuestras palabras o en la manipulación de las circunstancias, sino en tratar los compromisos con hombres como promesas hechas directamente a Dios. Este es el camino de la verdadera fe y del liderazgo ético.



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