Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz
EL LLAMAMIENTO DE MATEO: ¡Jesús elige al "pecador" que nadie quería!
Mateo 9:9–13
INTRODUCCIÓN:
A. Hemos visto que Jesús TOCO al leproso, luego PERDONO los pecados a un paralítico, hoy de nuevo lo veremos en un gesto bellísimo ACEPTANDO y compartiendo con los que aunque tenían mucho dinero eran despreciados
I. LA PERSONA DE MATEO (9:9).
“Saliendo Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en el banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Él se levantó y lo siguió.”
A. Su nombre (mateo) significa recompensa o don de Dios aunque antes de ser discípulo de Jesús pareciese que se llamara Levi que quiere decir entrelazado o unir, su padre se llamaba Alfeo (Marcos 2:14): “Al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo sentado al banco de los tributos públicos,”
B. Su ocupación era recaudador de impuestos o publicano, estos personajes trabajaban para el imperio romano recogiendo los impuestos entre sus hermanos judíos, eran traidores por esto eran odiados. También cobraban mas de lo establecido haciéndose de esta manera ricos por esto eran considerados avaros, estafadores, ladrones.
C. Tal vez para el asombro de muchos, Jesús lo llamó a “seguirle”. Contrario a lo que hubiera sido la expectativa de muchos, Jesús vio algo en Mateo que lo hizo un prospecto adecuado. El aceptó el llamado de Jesús: “Y se levantó y le siguió”
D. Aprendamos que:
- No piense que nadie es tan malvado para llegar a ser discípulo de Jesús. Ya sea usted mismo o algún otro. El ha escogido hasta ahora para ser sus seguidores y luego sus apóstoles a pescadores y un “pecador”. No busco en universidades o en monasterios de santos
- Jesús ve a las personas, no lo que son, porque ellos pueden llegar a ser. Como en el caso de Simón, al cual llamó Cefas (Pedro). Pedro no vivió de acuerdo a su nombre (una roca), hasta varios años después de crecimiento como un discípulo.
II. LA CENA DE MATEO (9:10)
“Aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa muchos publícanos y pecadores, que habían llegado, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.”
A. Mateo organizó una fiesta en honor a su nuevo maestro (LUCAS 5:29) “Leví le hizo un gran banquete en su casa;” nos aclara que fue un gran banquete. Donde los invitados eran en su mayoría gente igual a el adinerados pero despreciados y Jesús estuvo con ellos
B. Aprendemos que:
- Es verdad que debemos estar separados. No podemos tener comunión con el pecado, No podemos comprometernos en los actos malvados de otros, no podemos andar con hermanos que están errados
- Pero no podemos retirarnos de los del mundo: ¡debemos estar dispuestos a ayudar a aquellos que están perdidos!
- Aunque no somos del mundo, hemos sido enviados al mundo: Para ser la sal de la tierra, debemos mezclarnos con la carne, Para ser la luz del mundo, debemos alumbrar en las tinieblas.
III. LA LECCIÓN DE MATEO (9:11–13)
“Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios", porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”
A. La secta religiosa de los judíos fueron confrontados. Los fariseos eran separatistas (el nombre significa “alguien apartado”). Eran observadores estrictos de las tradiciones de los ancianos, especialmente cuando venían a las limpiezas ceremoniales. Estaban maravillados de que Jesús comiera con recaudadores de impuestos y con pecadores. Ellos pedían informes de los discípulos de Jesús.
B. Una explicación del por que es apropiado para Él mezclarse con los pecadores. Es el enfermo, no aquellos que están sanos, los que necesitan del cuidado del médico. Así los pecadores, no lo justos, son los que necesitan que Alguien los llame al arrepentimiento
C. Una reprensión para aquellos que tenían deficiencias en sus propias vidas. El sacrificio sin misericordia no significa nada.
D. Aprendemos que:
- ¡La religión (el sacrificio) sin misericordia no es agradable a Dios!
Conclusión:
La historia de Mateo nos muestra que Jesús ve más allá de las apariencias y prejuicios sociales. Él busca corazones dispuestos a cambiar, sin importar su pasado o su posición social. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a imitar su ejemplo, mezclándonos con quienes necesitan esperanza y misericordia. La verdadera religión no consiste en rituales vacíos, sino en mostrar amor y misericordia genuinos a todos, especialmente a los más necesitados de perdón y ayuda. Este ejemplo nos desafía a dejar a un lado prejuicios y a abrir nuestro corazón para servir y aceptar a todos, reflejando el amor incondicional de Jesús.
VERSIÓN LARGA
La historia de Mateo es una de esas narrativas que nos invita a reflexionar profundamente sobre la naturaleza del llamado de Dios y la capacidad de transformación que tiene el amor divino. En Mateo 9:9–13, encontramos un relato que no solo revela la vida de un hombre, sino que también ilumina el corazón de Jesús y su misión en la tierra. Mateo, un recaudador de impuestos, despreciado por su propia gente, es un claro ejemplo de cómo la gracia de Dios puede cambiar vidas y desafiar las normas sociales.
Mateo, cuyo nombre significa "recompensa" o "don de Dios", era un hombre que, antes de seguir a Jesús, vivía en un mundo de contradicciones. Su ocupación como publicano lo colocaba en una posición de desprecio entre los judíos. Trabajaba para el imperio romano, recolectando impuestos de sus propios compatriotas, y a menudo se enriquecía a expensas de ellos. Este contexto lo convertía en un traidor a los ojos de su pueblo, y su vida estaba marcada por el rechazo y la aversión. Sin embargo, a pesar de su reputación, Jesús lo vio. No lo miró a través del lente del juicio, sino que vislumbró el potencial que existía en él.
Cuando Jesús se acercó a Mateo y le dijo: "Sígueme", Mateo no dudó. Se levantó y lo siguió. Este acto de obediencia y fe fue un punto de inflexión en su vida. La decisión de Mateo de dejar todo atrás y seguir a Jesús es un poderoso recordatorio de que nunca estamos tan lejos de Dios que no podamos ser alcanzados por su amor. No importa cuán manchada esté nuestra historia, siempre hay un camino hacia la redención. Jesús no busca en los perfectos; Él llama a los imperfectos, a los necesitados, a aquellos dispuestos a aceptar su gracia.
La historia de Mateo no solo se detiene en su llamado. Después de decidir seguir a Jesús, Mateo organiza una gran cena en su casa, donde invita a otros publicanos y pecadores. En esta cena, se visualiza una escena conmovedora: Jesús, el maestro, compartiendo una mesa con aquellos a quienes la sociedad había marginado. Aquí radica una de las lecciones más poderosas de este relato: Jesús no vino solo para salvar a los justos, sino para buscar y salvar a los perdidos.
La celebración en casa de Mateo no solo era una fiesta; era un acto de inclusión y aceptación. Mateo, al reunir a sus amigos, no se avergonzó de su pasado. En cambio, con valentía, usó su nueva vida como un testimonio de la transformación que había experimentado. Al invitar a otros que, como él, eran despreciados, Mateo estaba creando un espacio donde el amor y la misericordia podían fluir.
Sin embargo, no todo el mundo estaba contento con esta reunión. Los fariseos, quienes se consideraban los guardianes de la ley y de la pureza religiosa, vieron con desdén que Jesús se sentara a la mesa con publicanos y pecadores. Ellos no entendían la misión de Jesús. Su pregunta a los discípulos fue clara: "¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?" Para ellos, el maestro debía mantenerse alejado de la impureza. Los fariseos eran separatistas, obsesionados con la observancia de las leyes, y veían a Jesús como una amenaza a su autoridad y a su sistema de creencias.
La reacción de Jesús ante esta crítica es notable. Él les responde con una afirmación que resuena a través de los siglos: "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos". Esta afirmación no solo explica su presencia entre los pecadores, sino que también desafía a aquellos que se creían justos a examinar sus propios corazones. La verdadera sanidad no proviene de la observancia externa, sino de la comprensión de nuestra propia necesidad de gracia. Los fariseos estaban tan ocupados con sus rituales que no se dieron cuenta de su propia enfermedad espiritual.
Jesús continúa citando a los profetas, recordando a los fariseos que lo que Dios realmente desea es misericordia, no sacrificios. Este es un punto crucial. La religión, cuando se convierte en un conjunto de rituales vacíos, pierde su propósito. Dios no se complace en nuestras obras si estas no están acompañadas de un corazón lleno de amor y compasión. La verdadera fe se manifiesta en la forma en que tratamos a los demás, especialmente a aquellos que son considerados menos que nosotros.
Mateo, en su cena, estaba demostrando lo que significaba vivir en la gracia de Dios. En lugar de aislarse de los demás, estaba extendiendo una mano de amistad y esperanza. La inclusión de Jesús en la vida de Mateo y su disposición para estar entre los despreciados es un reflejo del corazón del evangelio: todos son bienvenidos a la mesa, independientemente de su pasado. Este acto de amor radical desafía nuestras propias prácticas religiosas y nos invita a reconsiderar a quién estamos dispuestos a aceptar y a amar.
A menudo, en nuestras propias comunidades de fe, podemos caer en la trampa de los fariseos. Nos convertimos en jueces de quienes son dignos o no de nuestra compañía. Esta actitud puede llevarnos a construir muros en lugar de puentes, a cerrarnos a la oportunidad de ser instrumentos de gracia en la vida de otros. La historia de Mateo nos desafía a mirar más allá de las apariencias y a abrir nuestros corazones a aquellos que necesitan experimentar el amor de Dios.
El llamado de Mateo no fue solo un cambio de ocupación; fue una transformación total de vida. Al seguir a Jesús, Mateo se convirtió en un testigo de la gracia y la misericordia de Dios. La vida de Mateo nos enseña que no hay un pasado tan oscuro que no pueda ser redimido, y que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la obra de Dios. Su historia es un recordatorio de que el camino de la fe es uno de transformación continua, donde cada encuentro con Jesús tiene el potencial de cambiar no solo nuestra vida, sino también la vida de aquellos que nos rodean.
La narrativa de Mateo se convierte en un espejo en el que podemos ver nuestras propias luchas y desafíos. A veces, puede que nos sintamos como Mateo, atrapados en decisiones que nos han llevado por caminos oscuros. Pero el llamado de Jesús resuena en cada uno de nosotros: "Sígueme". Este llamado es una invitación a dejar atrás lo que nos ha mantenido cautivos y a abrazar una nueva vida llena de propósito y significado.
Al final del relato, vemos que Jesús no solo llama a Mateo, sino que también llama a todos los que están dispuestos a escuchar y a responder. Su mensaje es inclusivo, su amor es incondicional. En un mundo que a menudo divide y discrimina, la vida y ministerio de Jesús nos invitan a ser agentes de cambio, a derribar barreras y a construir una comunidad donde todos son bienvenidos.
Así que, al reflexionar sobre el llamado de Mateo, consideremos cómo podemos aplicar estas lecciones en nuestras propias vidas. ¿Estamos dispuestos a abrir nuestras puertas y corazones a aquellos que son diferentes a nosotros? ¿Estamos listos para dejar de lado nuestros prejuicios y abrazar a quienes necesitan desesperadamente el amor y la aceptación de Dios?
La historia de Mateo es una poderosa ilustración de que el amor de Dios no conoce límites. Al seguir a Jesús, Mateo encontró su verdadero propósito y vocación. En lugar de ser un recaudador de impuestos despreciado, se convirtió en un apóstol, un mensajero del evangelio. Esto nos recuerda que cada uno de nosotros, sin importar nuestros antecedentes o nuestras luchas, puede ser usado por Dios para su gloria.
La vida de Mateo se convierte en un testimonio vivo de que la gracia de Dios puede transformar incluso los corazones más endurecidos. Él nos llama a ser parte de su historia, a ser luz en las tinieblas y a llevar el mensaje de esperanza a quienes más lo necesitan. La invitación de Jesús es clara: "Sígueme". Y al responder a este llamado, podemos experimentar la transformación que nos hará nuevos en Él.
La historia de Mateo nos desafía a ser misericordiosos, a no juzgar por las apariencias y a buscar oportunidades para compartir el amor de Cristo. En un mundo que a menudo se siente dividido y lleno de odio, somos llamados a ser agentes de reconciliación. Cada uno de nosotros tiene el poder de impactar vidas, de ser un faro de esperanza y de demostrar que, en el amor de Dios, todos encontramos un lugar.
Así que, al igual que Mateo, respondamos al llamado de Jesús. Sigamos su ejemplo de inclusión y amor, y no tengamos miedo de acercarnos a aquellos que son considerados "fuera" de la comunidad. La verdadera esencia del cristianismo radica en vivir de tal manera que reflejemos la misericordia y el amor de nuestro Salvador. Que podamos ser, como Mateo, instrumentos de cambio y esperanza en un mundo que tanto lo necesita.
1 comentario:
Para mi este sermón es claro muy entendible gracias que Dios les bendiga
Publicar un comentario