Título: Sanador del alma.
Texto: Isaías 61: 1 ss.
Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. LEMA. La sanidad interior tiene que ver con la sanidad de las enfermedades del alma.
B. En la sinagoga (Lucas 4: 1ss) Jesús leyó este texto aplicándolo a él. Jesús tiene la sanidad para nosotros y su misión con nosotros incluye sanarnos.
C. Veamos en este texto algunos tipos de personas que son objeto específico del ministerio de Jesús
I. LOS QUEBRANTADOS (Ver 1).
A. Estos son todos aquellos que por diversas circunstancias (traición, abandono) les han roto, destrozado, aplastado, despedazado o triturado el corazón ¿te han roto el corazón alguna vez?
B. El texto dice que Jesús fue enviado a VENDAR a estas personas.
C. Jesús sintió algo así, sabe que se siente, se puede identificar, comprenderte, no solo porque es Dios sino también porque lo experimento en su propia vida
“Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte…” (Mateo 26: 37 – 38)
II. LOS ENLUTADOS (Ver 2).
A. La condición de luto se refiere a una profunda aflicción generalmente producida por la muerte de alguna persona o una pérdida significativa ¿se encuentra en este momento así?
B. El texto dice que Jesús vino a CONSOLAR a las personas en esta condición.
C. De nuevo Jesús se identifica contigo porque el vivió la misma experiencia en carne propia.
“Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba…” (Juan 11: 35 – 36).
III. LOS ABATIDOS (Ver 1).
A. Los abatidos son aquello que “no pueden más”, las personas que han llegado a su límite, que han perdido el ánimo, las ganas, el deseo dada la cantidad de tribulaciones que les ha tocado enfrentar ¿se siente así el día de hoy?
B. El texto dice que Jesús vino a dar BUENAS NOTICIAS a estas personas, la buena noticia es: si vienes a mí, yo te sanare, te daré nuevo ánimo y vivirás confiado en mí.
Conclusiones:
Hebreos 4:15-16: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
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