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SERMÓN - BOSQUEJO: ¿Sabes el Poder de tus Palabras? La lengua: un arma peligrosa, un mundo de maldad

Tema: Compañerismo. Titulo: ¿Sabes el poder de tus palabras? La lengua: un arma peligrosa, un mundo de maldad Texto: Santiago 3:  1 – 12. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz

Introducción:

A. Santiago ha venido hablándonos acerca de la fe y la obras. Ha dejado claro que una fe que no esta demostrada por la obras es muerta, en este punto pasa de las generalidades a las particularidades, entonces el primer tema que trata es la lengua, retoma algo de lo que ya ha dicho en Santiago 1: 26 y lo profundiza. En otras palabras, la fe sin obras es muerta y una de las primeras obras que va a evidenciar la fe verdadera es el USO DE LA LENGUA.

Es mas nos dice que solo la gente perfecta (madura en la fe) logra dominar su lengua, en el sentido de no ofender con ella (Ver 2).

B. Hablando aun mas específicamente lo que tenemos en este texto es una radiografía de la lengua, tal parece que nuestro autor sabe que conociendo un mal, un pecado, que exponiendo su estado se puede llegar al punto donde pensemos prestarle mas atención para asi comenzar nuestra lucha por dominarle y esto reconociendo que uno de nuestros mas recios campos de batalla es la lengua.

C. Entonces el autor nos dice que la lengua:

I. POSEE GRAN PODER (Ver 3 – 5).


A. Para hablarnos del poder que tiene la lengua a pesar de su pequeñez va a usar varias ilustraciones:

1. El freno que se le coloca a los caballos en la boca es muy pequeño y aun así puede dominar a un gran animal (Ver 3).

2. El timón de un gran barco que a pesar de ser tan pequeño puede controlar una maquina de tal envergadura (Ver 4).

Santiago entonces en el versículo 5 nos dice literalmente acerca de la lengua: “Es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, pero es capaz de hacer grandes cosas”. (TLA).

B. Pensemos por un momento en esta declaración y preguntémonos: “¿Cuántas veces una palabra o unas cuantas palabras nos han metido en problemas terribles? ¿cuantas veces una palabra o unas cuantas palabras han causado un gran daño a alguien cercano o lejano a nosotros?



II. POSEE GRAN MALDAD (Ver 5 – 6).


A. Después de hablarnos del poder que tiene la lengua, el autor pasa hablarnos de la maldad que en ella hay, la razón de tal maldad y una consecuencia de esa maldad, para ello va a usar también algunas ilustraciones:

1. Para ilustrar las palabras “un mundo de maldad” (con la cual describe la gran iniquidad de la lengua en términos generales) usa la figura de un:

a. Fósforo o un pequeño carbón que puede llegar a destruir un bosque completo y causar un incendio de proporciones gigantescas (Ver 5). Pensemos en esta ilustración y digamos que un incendio forestal tiene varias características:

• Es sumamente destructor al igual que una lengua mal usada.

• Puede extenderse y llegar muy lejos al igual que la lengua que no solo puede afectar nuestra vida sino llegar hasta personas que jamas imaginaríamos.

b. Usa también otra figura para hablar de este mismo tema que encontramos en el versículo 8, este es: “veneno mortal”, no es un tipo de veneno que se puede contrarrestar sino un veneno que lleva a la muerte, un veneno letal.

2. Para hablar sobre las consecuencias del mal uso de la lengua nos habla de:

a. “La rueda de la creación” (Ver 6): esta figura quiere decir la totalidad de la vida y del vivir. Es decir, el autor nos dice que el mal uso de la lengua puede destruir nuestra vida por completo.

3. Para hablar sobre la razón de la maldad de la lengua nos habla del:

a. Infierno (Ver 6): es decir, si hay tanta maldad en la lengua la razón debemos buscarla en el mundo espiritual, en Satanás y sus demonios. La lengua es una de las mas grandes debilidades de todos, el Diablo sabe esto y por ello nos tienta mucho en esta área.

B. Pensemos en cuantos problemas nos han metido los chismes, la critica, la mentira, la falsa adulación etc y caigamos cuenta del gran poder que tiene la lengua.



III. POSEE GRAN INDOMABILIDAD (Ver 7- 8)


A. Continua el autor hablándonos de la lengua, ahora nos va a hablar de lo incontrolable que ella es para ello usa la figura de la doma de animales:

1. Nos dice específicamente que entre los animales se han podido domar todo tipo de animales entre las aves, bestias, serpientes y seres del mar. Los mas inimaginables, los mas grandes y poderosos. Sin embargo, cuando se trata de domar la lengua el hombre creyente y no creyente ha caído una y otra vez. Santiago nos informa que no existe ni ha existido hombre alguno que halla podido dominar por completo su lengua.

B. ¿A que se debe esto?

1. La naturaleza humana. Cuando el apóstol Pablo nos da en Romanos 3:  13 – 14 la radiografía del hombre sin Dios nos dice que su lengua es un sepulcro abierto, que hay veneno en ella y que su boca esta llena de maldición y amargura.

2. El ataque Satánico. Como ya vimos la razón principal según Santiago de la maldad e indomabilidad de la lengua es que Satanás sabiendo que esta es una debilidad del hombre caído y aun del regenerado ataca mucho esta área trayendo una tentación constante sobre ella.

3. La accesibilidad de la lengua. La lengua es algo que esta allí, nos pertenece, algo que usamos mucho, que depende de nuestro estado de animo y por ello se hace muy difícil su total control.



IV.  POSEE GRAN HIPOCRESÍA (Ver 9 – 12).


A. Por ultimo, se nos habla de la hipocresía de la lengua usando también una figura comparativa para ello:

1. La fuente (Ver 11 – 12): o el pozo, el cual no da al mismo tiempo agua dulce y salada.

2. El árbol (Ver 12): el cual no produce dos tipos de frutas al mismo tiempo.

B. La exhortación definitiva esta al final del texto, consiste en una afirmación dos preguntas y dos exhortaciones:

1. Una afirmación (Ver 9 – 10). “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios … De una misma boca proceden bendición y maldición”.

2. Dos preguntas (Ver 11 – 12). “¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? …  ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos?” (RV 60)

3. Dos exhortaciones (Ver 10, 12). “Hermanos míos, esto no debe ser asi …  Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce”. (RV60).




Conclusiones:

La lengua, aunque pequeña, puede causar estragos enormes en nuestras vidas y relaciones. Santiago nos llama a reflexionar sobre su uso, pues puede ser un instrumento de bien o de mal. Al reconocer su poder y peligros, debemos esforzarnos por dominar nuestras palabras para construir un mundo de amor y compañerismo. Solo así podremos vivir en armonía y ser verdaderos reflejos de nuestra fe.

AUDIO

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VERSIÓN LARGA
¿Sabes el poder de tus palabras? La lengua: un arma peligrosa, un mundo de maldad

Introducción

La carta de Santiago es un texto profundamente relevante que aborda la relación entre la fe y las obras. Santiago ha dejado claro que una fe que no se manifiesta a través de las obras es muerta. En este sentido, se centra en un tema fundamental que es la lengua. En Santiago 1:26, se menciona que el control de la lengua es un indicador de madurez espiritual. Ahora, en Santiago 3:1-12, se profundiza en este tema crucial, advirtiendo sobre el uso de la lengua y su impacto en nuestras vidas y relaciones.

La lengua, aunque pequeña, tiene un poder inmenso. Santiago utiliza varias ilustraciones para describir cómo algo tan diminuto puede tener un impacto significativo en nuestras vidas. Este pasaje no solo nos advierte sobre el poder destructivo de la lengua, sino que también nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras palabras pueden ser un instrumento de vida o de muerte. A través de este texto, exploraremos el poder, la maldad, la indomabilidad y la hipocresía de la lengua.

I. La lengua posee gran poder (Versículos 3-5)

Santiago comienza su reflexión sobre la lengua subrayando su poder. Utiliza comparaciones para ilustrar cómo, a pesar de su pequeño tamaño, la lengua puede influir en grandes cosas. Primero, menciona el freno que se coloca en la boca de los caballos. Este pequeño dispositivo puede dominar a un animal tan grande y poderoso como un caballo. A través de esta imagen, Santiago destaca que, aunque la lengua es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, su influencia es desproporcionada en comparación con su tamaño.

En segundo lugar, Santiago compara la lengua con el timón de un gran barco. El timón, aunque pequeño en relación con el barco, tiene el poder de dirigirlo en la dirección que desee el capitán. Esta analogía resalta cómo nuestras palabras pueden guiar nuestras acciones y las acciones de quienes nos rodean. En Santiago 3:5, se nos dice que la lengua "es capaz de hacer grandes cosas". Esta declaración nos lleva a reflexionar sobre cómo nuestras palabras pueden construir o destruir, alentar o desanimar, unir o dividir.

Es importante preguntarnos: ¿Cuántas veces una palabra o unas pocas palabras nos han metido en problemas terribles? ¿Cuántas veces hemos causado un gran daño a alguien cercano o lejano a nosotros con nuestras palabras? Las palabras tienen el poder de crear realidades, de afectar emociones y de moldear la percepción que tenemos de nosotros mismos y de los demás. Este poder, si no se maneja adecuadamente, puede resultar devastador.

Las palabras también pueden ser una fuente de ánimo y esperanza. Cuando utilizamos nuestra lengua para alentar a otros, podemos cambiar el rumbo de su día, su semana e incluso su vida. Cada vez que decimos "te creo", "estoy contigo", o "puedes lograrlo", estamos utilizando el poder de nuestra lengua para construir. Este contraste entre el uso destructivo y constructivo de la lengua es fundamental para entender su verdadero poder.

El poder de las palabras también se manifiesta en el contexto de la comunidad. En una iglesia, por ejemplo, las palabras pueden unir a las personas en un propósito común, inspirar a otros a servir y fomentar un ambiente de amor y aceptación. Sin embargo, cuando se utilizan de manera incorrecta, pueden causar divisiones y conflictos. Santiago nos llama a ser conscientes de cómo nuestras palabras afectan a los demás y a esforzarnos por utilizar este poder de manera positiva.

II. La lengua posee gran maldad (Versículos 5-6)


Después de hablar sobre el poder de la lengua, Santiago se adentra en la cuestión de la maldad que puede residir en ella. Utiliza varias ilustraciones para transmitir esta idea. Primero, describe la lengua como "un mundo de maldad", utilizando la figura de un fósforo o un pequeño carbón que puede llegar a destruir un bosque entero. Esta imagen es poderosa y nos recuerda que, al igual que un incendio forestal puede comenzar con una chispa, nuestras palabras pueden desencadenar conflictos y causar estragos.

Un incendio forestal tiene características específicas: es sumamente destructivo y puede extenderse rápidamente, afectando a muchos. De la misma manera, una lengua mal usada puede provocar un daño irreversible, no solo en nuestras vidas, sino también en las vidas de aquellos que nos rodean. Santiago también menciona el concepto de "veneno mortal" en el versículo 8. Este veneno no es un tipo de sustancia que se puede contrarrestar fácilmente; es un veneno letal que puede llevar a la muerte. Las palabras pueden ser como veneno, destruyendo relaciones y causando un daño emocional profundo.

La "rueda de la creación" mencionada en el versículo 6 implica que el mal uso de la lengua puede destruir nuestra vida en su totalidad. La lengua tiene el potencial de afectar cada aspecto de nuestra existencia, ya que nuestras palabras influyen en nuestras relaciones, nuestras decisiones y nuestro estado emocional. Cuando hablamos, tenemos la capacidad de influir en las decisiones de los demás y en cómo se perciben a sí mismos. Una crítica destructiva puede hacer que alguien se sienta menospreciado, mientras que una palabra de aliento puede ayudar a construir su confianza.

Santiago también se refiere a la razón de la maldad en la lengua, apuntando al infierno como su origen. Si hay tanta maldad en la lengua, debemos buscar su origen en las influencias malignas de Satanás y sus demonios. La lengua es una de las debilidades más grandes del ser humano, y el enemigo lo sabe. Por ello, nos tienta constantemente en esta área, buscando que caigamos en la tentación de hablar mal y difundir el odio.

Consideremos, entonces, cuántos problemas han surgido a raíz de los chismes, la crítica, la mentira y la falsa adulación. La lengua puede convertirse en un instrumento de destrucción si no la controlamos adecuadamente. La maldad que puede surgir de nuestras palabras es un recordatorio de la importancia de estar alertas y de cuidar lo que decimos. La falta de control sobre la lengua puede llevar a situaciones que se tornan difíciles de manejar, generando conflictos que podrían haberse evitado con un uso más cuidadoso de las palabras.

La historia de muchas comunidades y familias está marcada por el daño causado por palabras mal utilizadas. Los rumores, las habladurías y las críticas pueden crear un ambiente tóxico que afecta a las relaciones. En vez de ser un lugar de amor y apoyo, la comunidad puede convertirse en un campo de batalla donde las palabras se utilizan como armas. Este es un llamado a la reflexión: ¿Estamos construyendo o destruyendo con nuestras palabras?

III. La lengua posee gran indomabilidad (Versículos 7-8)

Santiago continúa su reflexión sobre la lengua, ahora enfocándose en su indomabilidad. Para ilustrar este punto, utiliza la comparación con la doma de animales. Nos dice que, entre los animales, se han podido domar todo tipo de criaturas: aves, bestias, serpientes y seres del mar. Sin embargo, cuando se trata de domar la lengua, tanto creyentes como no creyentes han caído una y otra vez. Santiago señala que no existe ni ha existido hombre alguno que haya podido dominar por completo su lengua.

La pregunta que surge es: ¿A qué se debe esta indomabilidad? En primer lugar, la respuesta radica en la naturaleza humana. El apóstol Pablo, en Romanos 3:13-14, nos ofrece una radiografía del hombre sin Dios. Nos dice que su lengua es un sepulcro abierto, que hay veneno en ella y que su boca está llena de maldición y amargura. Esta descripción resalta la corrupción que existe en el corazón humano y, por ende, en el uso de la lengua.

En segundo lugar, el ataque satánico juega un papel crucial. Como se mencionó anteriormente, Santiago identifica la maldad de la lengua con influencias demoníacas. Satanás ataca esta área, sabiendo que es una debilidad en el ser humano, tanto en el regenerado como en el no regenerado. Por lo tanto, es fundamental ser conscientes de las tentaciones que enfrentamos y de cómo podemos ser llevados a hablar de manera destructiva.

Por último, la accesibilidad de la lengua también contribuye a su indomabilidad. La lengua es algo que está siempre presente, es parte de nosotros. La utilizamos constantemente, y su control depende en gran medida de nuestro estado de ánimo. Esta facilidad de uso la convierte en algo difícil de dominar. La lengua puede hablar descontroladamente en momentos de ira o frustración, lo que puede llevar a consecuencias graves.

Para poder dominar la lengua, es importante desarrollar estrategias específicas. Una de las estrategias más efectivas es el autocontrol. Esto implica ser conscientes de nuestras emociones y cómo estas pueden influir en nuestra comunicación. Cuando nos sentimos enojados o frustrados, es vital tomar un momento para respirar antes de hablar. Este breve lapso puede marcar la diferencia entre una respuesta constructiva y una reacción destructiva.

Otra estrategia es la práctica de la escucha activa. Escuchar a los demás demuestra respeto y nos permite comprender mejor sus perspectivas. Cuando practicamos la escucha activa, nuestras respuestas tienden a ser más consideradas y compasivas. Esto puede ayudar a prevenir malentendidos y conflictos innecesarios.

La meditación en la Palabra de Dios y la oración también son herramientas poderosas para cultivar un habla que refleje el amor y la verdad de Dios. Al sumergirnos en la Escritura, encontramos principios y valores que guían nuestro comportamiento. La oración nos ayuda a buscar la guía del Espíritu Santo, quien puede darnos la sabiduría y el control que necesitamos para hablar con gracia y verdad.

IV. La lengua posee gran hipocresía (Versículos 9-12)

Por último, Santiago aborda la hipocresía de la lengua. Utiliza figuras comparativas para ilustrar este punto. En los versículos 11 y 12, compara la lengua con una fuente o un pozo, que no puede dar al mismo tiempo agua dulce y salada. También hace la comparación con un árbol que no produce dos tipos de frutas al mismo tiempo. Estas imágenes enfatizan la inconsistencia que puede haber en nuestras palabras.

La exhortación definitiva de Santiago se encuentra al final del texto, y consiste en una afirmación, dos preguntas y dos exhortaciones. La afirmación es clara: "Con ella bendecimos a Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios" (Santiago 3:9). Esta dualidad en el uso de la lengua revela una profunda hipocresía. Es incompatible adorar a Dios y al mismo tiempo hablar mal de sus criaturas.

Las preguntas que Santiago plantea son retóricas, pero nos llevan a reflexionar sobre nuestra propia conducta: "¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? … ¿Puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos?" (Santiago 3:11-12). La respuesta es evidente: no puede. La naturaleza de una fuente o un árbol determina el tipo de fruto que produce. Si nuestra lengua produce tanto bendición como maldición, es un indicativo de un problema más profundo en nuestro corazón.

La hipocresía de la lengua se manifiesta cuando decimos una cosa y hacemos otra. Podemos asistir a un culto, levantar nuestras manos en adoración y luego salir y hablar mal de nuestros hermanos en la fe. Esta inconsistencia no solo afecta nuestra relación con Dios, sino que también impacta nuestras relaciones con los demás. El compañerismo en la comunidad cristiana debe estar fundamentado en la verdad y en el amor. Cuando nuestras palabras no coinciden con nuestras acciones, socavamos la confianza y la unidad en el cuerpo de Cristo.

Las dos exhortaciones finales de Santiago son claras: "Hermanos míos, esto no debe ser así … Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce" (Santiago 3:10, 12). Santiago nos llama a la coherencia en nuestra vida cristiana. No podemos ser bendecidos por Dios y al mismo tiempo ser instrumentos de maldición a través de nuestras palabras. Es un llamado a vivir de manera auténtica y congruente con nuestra fe.

Conclusiones

La lengua, aunque pequeña, tiene un poder inmenso y puede causar estragos enormes en nuestras vidas y relaciones. Santiago nos llama a reflexionar sobre su uso, pues puede ser un instrumento de bien o de mal. Al reconocer su poder y peligros, debemos esforzarnos por dominar nuestras palabras para construir un mundo de amor y compañerismo. Solo así podremos vivir en armonía y ser verdaderos reflejos de nuestra fe.

Es fundamental que, como creyentes, seamos conscientes de cómo nuestras palabras pueden afectar a los demás. El compañerismo que buscamos en la comunidad de fe debe estar fundamentado en un uso responsable y amoroso de nuestras palabras. La comunicación en el cuerpo de Cristo debe ser un vehículo de edificación y no de destrucción. 

Debemos recordar que nuestras palabras tienen el potencial de ser un reflejo de la gracia y el amor de Dios. Cuando hablamos, debemos esforzarnos por construir, afirmar y alentar a quienes nos rodean. Esto no significa que debamos ignorar la verdad, pero debemos abordarla con amor y humildad. La verdad sin amor puede ser destructiva, mientras que el amor sin verdad puede ser engañoso. 

La lengua, por tanto, puede ser un arma peligrosa, pero también puede ser un instrumento de paz y reconciliación. Cada vez que hablamos, tenemos la oportunidad de elegir. Elegimos construir o destruir, alentar o desanimar, unir o dividir. La decisión está en nuestras manos. 

Así que, al salir de este estudio, llevemos con nosotros la advertencia de Santiago. Seamos conscientes del poder de nuestras palabras, esforcémonos por dominar nuestra lengua y utilicemos este don para glorificar a Dios y edificar a los demás. En nuestras interacciones diarias, que nuestras palabras sean un reflejo de la fe que profesamos, y que el compañerismo que cultivamos sea un testimonio del amor de Cristo en nuestras vidas. 

Al final, recordemos que la lengua es un poderoso recurso que, si se usa correctamente, puede transformar vidas y comunidades. Seamos fieles en el uso de nuestra lengua, porque, como dice Santiago, de nuestra boca proceden bendiciones y maldiciones. Que elijamos siempre el camino de la bendición, honrando a nuestro Dios y a los demás con nuestras palabras. En este acto de amor y responsabilidad, encontraremos el verdadero poder de nuestras palabras.

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