¡Bienvenido! Accede a mas de 1000 bosquejos bíblicos escritos y en video diseñados para inspirar tus sermones y estudios. Encuentra el recurso perfecto para fortalecer tu mensaje y ministerio hoy. ¡ESPERAMOS QUE TE SEAN ÚTILES, DIOS TE BENDIGA!

BUSCA EN ESTE BLOG

SERMÓN - BOSQUEJO: ¿Sabes cómo habla el impío? La lengua que Dios advierte en Proverbios 10:32 (y cómo evitarla)

VÍDEO 

BOSQUEJO

Tema: Proverbios. Titulo: ¿Sabes cómo habla el impío? La lengua que Dios advierte en Proverbios 10:32 (y cómo evitarla) Texto: Proverbios 10:32. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz.

Introducción:

A. Después de ver las consecuencias que atraerá una vida de impiedad o de piedad, pasaremos a especificar cuales son los comportamientos mas comunes y básicos tanto del uno como del otro.

B. Lo primero que pasa a mostrarnos el proverbista sobre este asunto tiene que ver con la boca, el uso que el impío y el justo dan a su lengua.

C. PROVERBIOS 10:32: En términos generales la lengua del impío es perversa, Se nos dice aquí que el impío habla perversidades, la palabra hebrea describe a las personas que son activamente malas (STRONG), es mas, el diccionario VINE nos dice: "Rasha' también denota la categoría de personas que habiendo cometido males, aún viven en pecado y están resueltos a seguir pecando". (conf. 15: 28). 

D. La lengua perversa:

(Dos minutos de lectura)


I. ES MALINTENCIONADA (10:6).


A. La segunda parte de este versículo nos muestra que la boca de un impío es malintencionada, cuando habla sus intenciones no son limpias y rectas. El texto se lee igual en el versículo 11. 


II. HABLA SANDECES (15:2). 


A. Es decir: Porquerías, hediondeces, cosas desagradables.

B. Por ejemplo: Chistes y hablar de doble sentido, vulgaridades directas.


III. ES TRAMPOSA (12:6).

A. Planea maldades contra los demás, esta buscando como engañar.

B. Por ejemplo, la lengua del que estafa, la lengua de los adúlteros, la lengua de los mentirosos.


IV. HIRIENTE (12:18; 16:27). 


A. Cuando la lengua del impío se mueve hace daño.

B. Por ejemplo: echa en cara, recuerda el pasado, resalta los defectos, insulta

Según 25:18 una manera en que el impío usa la lengua como espada es inventando calumnias.


V. ES CHISMOSA


A. Note algunas cosas que proverbios nos dice sobre el chisme:

1. 16:28: el chisme acaba amistades.

2. 18:8: el chismes es un "mal delicioso".

3. 26:20: hay que alejarse del chismoso (20:19; 22:10)


Conclusiones

A. No es de extrañar entonces que el impío se meta en muchos líos por el mal uso que le da a su lengua (18:6 - 7). (13:3; 29:20). 

VERSIÓN LARGA

Las palabras importan. Son más que sonidos. Son semillas. Algunas caen como bálsamo en el corazón herido. Otras, como fuego, consumen relaciones, reputaciones y almas. La boca es el umbral del corazón. Lo que sale de ella no es un accidente: es un reflejo.

Proverbios 10:32 lo dice con una claridad que incomoda: “Los labios del justo saben hablar lo que agrada; mas la boca de los impíos habla perversidades.” No se trata solo de cómo habla alguien en público. Es lo que murmura en la oscuridad. Es lo que comenta entre dientes. Es lo que suelta cuando piensa que nadie escucha. Y Dios sí escucha.

El impío no solo dice malas palabras. Su problema no es el vocabulario: es el veneno. Su lengua está comprometida con el mal. Cada palabra suya tiene un propósito oculto. Aunque suene amable, su meta es herir, dividir, manipular. Hay intenciones torcidas que se esconden detrás de una sonrisa. Una lengua malintencionada no necesita gritar para ser mortal. A veces, susurros matan más que gritos.

Esa lengua habla tonterías. No solo por falta de inteligencia, sino por desprecio a la verdad. Se burla de lo sagrado. Convierten la vulgaridad en comedia. Han hecho del doble sentido una costumbre, como si el alma no se manchara por dentro con cada broma sucia. No es inocente quien trivializa lo que Dios ha llamado santo. El impío se complace en hablar basura, y quienes lo escuchan —y celebran— se intoxican con esa contaminación verbal que va corrompiendo la pureza del alma.

Pero la lengua del impío no solo es sucia. Es peligrosa. Trampas salen de sus labios. Es como un cazador que prepara el anzuelo verbal perfecto para su víctima. Sabe cuándo mentir, cómo torcer una verdad, cómo exagerar para manipular. Hay bocas que estafan, que seducen, que engañan sin piedad. No siempre con palabras feas, pero sí con intenciones mortales. La estafa empieza con una promesa dulce. El adulterio empieza con una frase aparentemente inofensiva. La traición comienza con una conversación “inocente”.

Y cuando se mueve con ira, esa lengua hiere. Golpea. Echa en cara. Insulta. Saca a relucir errores pasados. Resalta defectos. Lanza palabras como flechas que perforan la dignidad de quien las escucha. No hay cariño. No hay compasión. Solo un placer oscuro por destruir al otro desde la comodidad de un comentario cruel. ¿Cuántos matrimonios se han enfriado por palabras repetidas en momentos de rabia? ¿Cuántos hijos llevan años arrastrando heridas causadas por frases que salieron de los labios de sus padres? Las palabras no se las lleva el viento. Se las guarda el corazón.

La lengua del impío también es adicta al chisme. Habla de otros como si fueran personajes en un teatro ajeno. Proverbios nos dice que el chisme es “un bocado sabroso que se entra hasta lo íntimo del vientre”. Pero el hecho de que sea “sabroso” no significa que sea bueno. También lo es el veneno que mata lentamente. El chisme destruye amistades, quiebra la unidad, corrompe la confianza. ¿Y sabes cuál es el mayor problema? Que el chismoso siempre tiene audiencia. Porque a todos nos encanta escuchar lo que no deberíamos saber. El impío lo sabe, y lo aprovecha.

No debería sorprendernos, entonces, que la vida del impío esté llena de conflictos. Proverbios 18:6–7 dice que “los labios del necio traen contienda; su boca llama a los golpes”. Quien usa mal su lengua cava su propia ruina. Habla sin pensar, sin freno, sin temor. Por eso termina atrapado por sus propias palabras. Es como el que enciende fuego en el campo seco: al principio parece un juego, pero pronto se vuelve incontrolable.

Quizá tú no te consideres una persona impía. Tal vez vas a la iglesia, cantas con entusiasmo y hasta enseñas. Pero hoy Dios te está invitando a revisar tu boca. A evaluar tus palabras. A preguntarte: ¿cuál es la verdadera intención detrás de lo que digo? ¿Cómo hablo de los demás cuando no están presentes? ¿Qué clase de contenido disfruto repetir? ¿De qué está llena mi boca… y por tanto, mi corazón?

Jesús dijo que “de la abundancia del corazón habla la boca”. Si nuestras palabras están llenas de veneno, no basta con pedir perdón por lo dicho. Necesitamos que Dios sane el corazón del cual salieron. Si tus palabras destruyen, no es suficiente prometer que mañana hablarás mejor. Necesitas un nuevo corazón.

Hay esperanza. Cristo puede cambiar la raíz, no solo el fruto. Él puede poner un carbón encendido sobre nuestros labios, como lo hizo con Isaías. Puede transformar una lengua sucia en una lengua que alabe, consuele, edifique. Puede hacer que la boca del pecador se convierta en fuente de bendición. El mismo que dijo “hágase la luz” puede decir hoy: “haz que esta boca hable vida”.

No importa cuánto hayas fallado con tus palabras. No importa cuántas veces tus labios han herido. Si te arrepientes, si vienes con humildad, Él puede restaurarte. Y no solo eso: puede usarte. Porque cuando Él transforma una lengua, transforma una vida. Y cuando transforma una vida, transforma a quienes están alrededor.

Hoy es día de guardar silencio. No para ocultar, sino para examinar. Haz una pausa. Pídele al Espíritu Santo que te muestre si tu lengua ha estado sirviendo al impío que aún lucha dentro de ti. Y luego, deja que el justo hable. Que el Espíritu tome el control. Que las palabras que salgan de tu boca empiecen a sanar, a construir, a levantar.

La boca del impío habla perversidades… pero la boca del redimido habla gracia. ¿Qué sale de la tuya?

No hay comentarios: