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BOSQUEJO - SERMÓN: LA MALA COSTUMBRE DE NO CONGREGARSE

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BOSQUEJO (VERSIÓN CORTA)

Título: La mala costumbre de no congregarse. Texto: Hebreos 10: 25. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz

Introducción:

A. Lemas. El años pasado teníamos en los grupos de adultos una asistencia total promedio de 116 adultos, este año esta asistencia bajo a 88, casi 30 personas que dejaron de asistir a los grupos, casi 30 personas que dejaron de congregarse. Lo que hablaremos hoy es dedicado a ellos especialmente, aunque sin lugar a dudas para todos en general.

B. Explicaremos el versículo:

I. NO DEJANDO DE CONGREGARNOS.


A. La palabra griega es episungoge esta palabra es una variante de otra que es episunago que quiere decir: recoger en un mismo lugar, juntar, agolpar (Strong) de allí se deduce que se refiere a las reuniones de la congregación cristiana.

B. Se insta en este texto a no abandonar el juntarse, el recogerse en un mismo lugar. En otras palabras, el no abandonar las reuniones cristianas.

C. Desde el mismo comienzo del cristianismo un rasgo característico de los creyentes fue el reunirse (Hechos 1: 12 – 14; 2: 42; 2:46; 4: 23, 31; 5:42; 20:7)


II. COMO ALGUNOS TIENEN POR COSTUMBRE.


A. Algunos cristianos tenían la mala costumbre de no reunirse. La palabra costumbre denota algo que se hace constantemente, algo que es la regla y no la excepción. Algunos hermanos (gracias a Dios, no todos) habían tomado la mala costumbre de no recogerse en un solo lugar, de no juntarse.

B. Esta es una costumbre de algunos creyentes también hoy en día. Algunos por fuerza mayor no se congregan, otros por fuerza menor: Tienen pereza, tienen otras cosas que hacer, no es importante en realidad, no quiere esforzarse, en el acto desprecian la comunión y la comunidad cristiana.

No hablo de quienes a veces no vienen por que algo les surge pero hablo de quienes a veces vienen.

C. Tenemos ejemplos Bíblicos de personas que tuvieron la buena costumbre de congregarse: (Lucas 4:16; Hechos 17:2). Lo que deseo resaltar aquí es la palabra costumbre. Jesús y Pablo tenían la costumbre de congregarse en la sinagoga.  

III. SINO EXHORTANDOOS.


A. Por último, se motiva a los cristianos a exhortarse entre sí con motivo de no dejar de congregarse. Exhortarse es animar, los creyentes deben animarse unos a otros en cuanto no dejar de congregarse.

B. ¿Cómo?

1. Siendo un ejemplo.
2. Hablando con los que no se congregan.

C. ¿Por qué?

1. Note como en el versículo siguiente se comienza a hablar de la apostasía, de alejarse de Dios, esto no es una casualidad, la verdad es que si dejamos de congregarnos estamos en peligro de alejarnos de Dios.


Conclusiones: 

La falta de congregación puede conducir a la apatía espiritual y al distanciamiento de Dios. Es crucial que los creyentes se animen mutuamente a mantener la práctica de reunirse, tal como lo hacían Jesús y Pablo. Al hacerlo, fortalecen no solo su fe, sino también la comunidad cristiana, evitando así el riesgo de la apostasía y el aislamiento espiritual.

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VERSIÓN LARGA
 La Importancia de la Congregación: Un Llamado a la Comunidad Cristiana

Introducción:

A. Contexto Actual: En el año pasado, los grupos de adultos de nuestra iglesia experimentaron una asistencia promedio de 116 personas. Sin embargo, este año hemos visto una disminución significativa, con solo 88 asistentes. Esto significa que casi 30 personas han dejado de congregarse. Hoy, quiero dedicar este mensaje especialmente a aquellos que han disminuido su asistencia, aunque mis palabras sean relevantes para todos.

B. Análisis del Versículo: Vamos a profundizar en el versículo de Hebreos 10:25, que nos insta a no dejar de congregarnos, y a entender su verdadero significado y aplicación en nuestras vidas hoy.

I. No Dejando de Congregarnos

La palabra griega utilizada en este contexto es "episungoge", que proviene de "episunago". Esta última significa recoger en un mismo lugar, juntar o agolpar. Esto nos lleva a comprender que se refiere a las reuniones de la congregación cristiana. El texto nos insta a no abandonar el acto de reunirnos. En otras palabras, se nos recuerda la importancia de no descuidar nuestras reuniones cristianas, que son vitales para nuestra vida espiritual.

Desde los inicios del cristianismo, un rasgo distintivo de los creyentes ha sido el congregarse. En Hechos 1:12-14, se nos muestra cómo los discípulos se reunían constantemente en oración. En Hechos 2:42 y 2:46, la iglesia primitiva también se reunía para compartir la enseñanza, la comunión y la oración. La comunidad de creyentes se fortalecía a través de la congregación, y esto debe ser un modelo para nosotros hoy. La historia de la iglesia nos muestra que siempre ha habido un fuerte énfasis en la importancia de la comunidad y de reunirse para adorar a Dios juntos.

II. La Mala Costumbre de No Congresarse

A. Identificación del Problema: Algunos cristianos han desarrollado la mala costumbre de no reunirse. La palabra "costumbre" implica algo habitual, una regla establecida. Es preocupante que algunos hermanos, gracias a Dios no todos, han asumido esta práctica de no congregarse. Esta falta de compromiso no solo afecta la relación de la persona con Dios, sino que también impacta a toda la comunidad.

B. Causas de la Falta de Asistencia: Esta es una realidad que se refleja en algunos creyentes hoy en día. Mientras que algunos pueden tener razones válidas para no congregarse, otros simplemente eligen no hacerlo por pereza, distracciones o una falta de prioridad en su vida espiritual. En muchos casos, las excusas son más bien reflejos de una falta de interés genuino por la comunidad cristiana y por el crecimiento espiritual. Algunas personas pueden sentir que no necesitan la congregación para ser creyentes, pero esto es un engaño que puede llevar a la soledad y a la apatía.

C. Ejemplos de Buenas Costumbres: La Biblia nos proporciona ejemplos de aquellos que tenían la buena costumbre de congregarse. En Lucas 4:16, vemos a Jesús asistiendo a la sinagoga como parte de su rutina. Asimismo, en Hechos 17:2, el apóstol Pablo también acudía regularmente a la sinagoga para compartir la Palabra. Estos ejemplos son importantes porque nos muestran que la reunión no solo es recomendable, sino que debe ser una práctica constante en la vida del creyente. Si Jesús y Pablo, quienes tenían misiones tan importantes, consideraban esencial congregarse, ¿cuánto más debemos hacerlo nosotros?

III. Exhortándonos Mutuamente

A. El Llamado a la Exhortación: El versículo nos motiva a exhortarnos unos a otros en el contexto de la congregación. La exhortación implica animar y fortalecer a nuestros hermanos en la fe. Es fundamental que como creyentes nos apoyemos mutuamente y nos recordemos la importancia de no dejar de congregarnos. La comunidad no solo es un lugar para recibir, sino también para dar. Cada uno de nosotros tiene algo que aportar a la vida de otros.

B. Formas de Exhortación: 

1. Siendo un Ejemplo a Seguir: Nuestra propia asistencia y compromiso con la congregación pueden ser una fuente de inspiración para otros. Al ser un modelo a seguir, animamos a aquellos que quizás dudan en asistir. La forma en que vivimos nuestra fe puede motivar a otros a buscar el mismo compromiso.

2. Comunicación Activa: Hablar con aquellos que han cesado de congregarse es crucial. A veces, una simple conversación puede abrir la puerta para que regresen y se reconecten con la comunidad. Un mensaje de aliento o una invitación personal pueden hacer una gran diferencia en la vida de alguien que se siente distante.

C. La Peligrosidad de la Apostasía: En el versículo siguiente, se menciona el peligro de la apostasía, el alejamiento de Dios. Esto no es una casualidad. Si dejamos de congregarnos, podemos encontrarnos en una ruta peligrosa que puede llevarnos a alejarnos de nuestra fe. La comunidad es un pilar que nos sostiene y nos recuerda nuestro compromiso con Dios. La ausencia de la congregación puede resultar en la pérdida de la fe y la conexión con los principios cristianos.

Conclusiones:

La falta de congregación no solo puede llevar a la apatía espiritual, sino que también puede resultar en un distanciamiento de Dios. Es crucial que los creyentes se animen mutuamente a mantener la práctica de reunirse, tal como lo hicieron Jesucristo y el apóstol Pablo. Al hacerlo, no solo fortalecemos nuestra fe individual, sino que también edificamos la comunidad cristiana. Esto es fundamental para evitar el riesgo de la apostasía y el aislamiento espiritual.

La congregación no es solo un evento semanal, sino una necesidad espiritual que nos conecta con Dios y entre nosotros. Es un espacio donde podemos crecer, aprender y apoyarnos mutuamente en nuestro caminar de fe. Recordemos que somos parte de un cuerpo, y cada uno tiene un papel vital que desempeñar. No dejemos que la rutina o las distracciones nos alejen de este llamado. Volvamos a la esencia de lo que significa ser parte de la comunidad cristiana: un lugar de amor, apoyo y crecimiento.

Así que hoy, les animo a reflexionar sobre su compromiso con la congregación. Pregúntense: ¿Estoy siendo un ejemplo de fe y dedicación a los demás? ¿Estoy haciendo un esfuerzo consciente para animar a mis hermanos a reunirse? Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de contribuir a la salud y vitalidad de nuestra iglesia. Juntos, podemos ser un faro de luz en un mundo que tanto lo necesita. La comunidad de fe es un regalo que debemos valorar y cuidar, y cada reunión es una oportunidad para experimentar el amor y la gracia de Dios en nuestras vidas. Si todos nos comprometemos a ser parte activa de nuestra congregación, podremos enfrentar cualquier desafío y crecer juntos en la fe.

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