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SERMÓN - BOSQUEJO :La Rebelión que Dios Castigó con Lepra: Lo que Aarón y María nos Enseñan sobre la rebeldía en la Iglesia

Tema: Números. Título: La Rebelión que Dios Castigó con Lepra: Lo que Aarón y María nos Enseñan sobre la rebeldía en la Iglesia Texto: Números 12. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz


Introducción: 

A. Esta es la historia de una rebelión, una rebelión de los hermanos de Moisés contra él. Lo que se conoce como rebelión dentro de la iglesia es muy común hoy en día. Que alguien se levante en contra del Pastor o los líderes de la iglesia sucede y hoy vamos a estudiar la gravedad, las causas y las consecuencias de este mal

I. LA GRAVEDAD DE LA REBELIÓN 


A. La gravedad de la rebelión de Aarón y María estuvo en que ellos hablaron mal de:

1. Un servidor de Dios (Ver 8).
2. El más fiel de quienes le servían (Ver 7).
3. Con quien Dios hablaba cara a cara (Ver 8).

Moisés no era cualquier persona, era una persona especial y sobretodo puesta por Dios.

B. La gravedad de una rebelión contra la autoridad espiritual establecida hoy estriba en que se le hace a alguien que de una manera u otra es especial para Dios. No olvide que según la visión de Apocalipsis uno, Jesús esta en medio de los 7 candelabros (la iglesia) pero los Ángeles (encargados de las iglesias – pastores) están en su mano derecha. El liderazgo espiritual es especial para Dios.

Nótese que es a los pastores y líderes  a quienes las ovejas les deben sujeción, estima y obediencia como enseñan las Epístolas y esto de por sí, señala una posición especial (obvio, posición de servicio de la cual el líder espiritual no debe aprovecharse).

La rebelión contra el liderazgo espiritual es grave no tanto porque se socave la dignidad de una persona en particular o algo por el estilo, sino más bien porque trae mal testimonio a la iglesia para con los de afuera, porque divide, porque trae anarquía y desorden, en pocas palabras porque destruye el templo del Espíritu santo que es la iglesia.


II. LAS CAUSAS DE LA REBELIÓN


A. El instrumento usado en esta rebelión fue la murmuración, ellos murmuraron de Moisés por:

1. La esposa de Moisés (Ver 1). Existe controversia sobre si esta mujer es Sefora (pues los Cusitas – Etiopes - también eran llamados Madianitas, como sabemos Sefora era de Madian), o si era una segunda esposa de Moisés. La murmuración pudo haberse dado por que la mujer era extranjera, por algún defecto de ella, o porque era un segundo matrimonio en caso que lo fuera. 

2. La posición de Moisés (Ver 2). Ellos deseaban la posición de Moisés, ellos querían su mismo poder sobre el pueblo, su misma autoridad, su mismo mando, no estaban contentos con ser María profetiza y Aarón sumo sacerdote.

B. Cuando alguien desea rebelarse contra la autoridad establecida una de los principales instrumentos para hacerlo es la lengua: Murmuración, chisme, mentiras, “corrillos”, críticas destructivas etc son algunas de las bajezas que se usan en una causa como esta. Sin embargo, estas solo son manifestaciones externas de una motivación interna, la causa real de una rebelión casi siempre es: la envidia, la venganza o el deseo de poder.

En una rebelión se aprovechan las debilidades en la vida y carácter de la autoridad espiritual para levantarse contra él. La historia nos va a sugerir que sin importar las debilidades de este esto no le da derecho a nadie para rebelarse.

C. Una aclaración cabe aquí, no es que los líderes espirituales puedan hacer lo que quieran y los demás deben quedarse callados porque “no hay que tocar al ungido de Jehová”, no es que usted deba limitar su capacidad de discernimiento tan importante hoy en día. Lo que se trata de recalcar es la prudencia, es decir, nos referimos a verdaderos líderes espirituales, todos ellos se equivocan, todos ellos tienen fama y en ese caso lo que debe hacerse es seguir el curso bíblico de las cosas, aconsejarlos, orar por ellos, si la conducta persiste llamar a los testigos, aun  la disciplina cabe cuando la conducta es extrema. En ningún caso nos estamos refiriendo a falsos líderes cristianos y a falsas iglesias contra ellos cabe la rebeldía y la denuncia.


III. LA CONSECUENCIA  DE LA REBELIÓN


A. Consistió en:

1. A María le dio lepra. ¿Por qué  Aarón no? Parece ser que quien instigo la rebelión fue ella, Si Aarón quedaba leproso esto le inhabilitaría para prestar su servicio en el tabernáculo.

B. Aarón: pide a Moisés que interceda por María para que quede sanada y dice algo muy significativo: LOCAMENTE HEMOS ACTUADO.

Revelarse contra el liderazgo espiritual es actuar locamente, por las razones ya expuestas.

C. Moisés:

1. Ante la rebelión actúa con mansedumbre (Ver 3). Los líderes espirituales hacen bien en no actuar agresiva o violentamente cuando estas cosas pasan, deben esperar la vindicación de Dios.

2. Ante la rebelión ora por su ofensor (Ver 13). Los líderes espirituales deben orar por quienes se levantan contra ellos

D. María es sanada pero en señal de vergüenza (escupir la cara de un hijo era señal de desprecio quien lo recibía debía retirarse del campamento por 7 días) y para cumplir el tiempo de purificación por la lepra es expulsada del campamento por 7 días.

La lepra y la expulsión nos hace ver la gravedad del acto y las consecuencias que la rebelión pueden traer.


Conclusiones:

La rebelión contra la autoridad espiritual trae división y mal testimonio. Usualmente motivada por envidia o deseo de poder, se manifiesta en murmuraciones y críticas. Su consecuencia puede ser severa, como el castigo de María. Los líderes deben responder con mansedumbre y oración, confiando en la vindicación de Dios. 

VERSIÓN LARGA

Esta es la historia de una rebelión, una rebelión de los hermanos de Moisés contra él. La rebelión de Aarón y María contra Moisés es un relato que refleja no solo la dinámica de la autoridad espiritual, sino también la fragilidad de la naturaleza humana. Lo que se conoce como rebelión dentro de la iglesia es muy común hoy en día. Que alguien se levante en contra del pastor o los líderes de la iglesia sucede en diversas congregaciones alrededor del mundo. Hoy vamos a estudiar la gravedad, las causas y las consecuencias de este mal que puede afectar a las comunidades de fe y que tiene sus raíces en la misma historia de la humanidad.

La gravedad de la rebelión de Aarón y María estuvo en que ellos hablaron mal de un servidor de Dios, del más fiel de quienes le servían y con quien Dios hablaba cara a cara. Moisés no era cualquier persona; era una persona especial y, sobre todo, puesta por Dios. La gravedad de una rebelión contra la autoridad espiritual establecida hoy radica en que se le hace a alguien que, de una manera u otra, es especial para Dios. Es importante recordar que, según la visión de Apocalipsis 1, Jesús está en medio de los siete candelabros (la iglesia), pero los ángeles (encargados de las iglesias – pastores) están en Su mano derecha. Esto nos muestra que el liderazgo espiritual es especial para Dios.

Es vital entender que es a los pastores y líderes a quienes las ovejas deben sujeción, estima y obediencia, como enseñan las epístolas. Esto señala una posición especial, que, aunque es de servicio, no debe ser aprovechada por el líder espiritual para su beneficio personal. La rebelión contra el liderazgo espiritual es grave no tanto porque se socave la dignidad de una persona en particular, sino porque trae mal testimonio a la iglesia ante los de afuera. La rebelión divide, trae anarquía y desorden, y en pocas palabras, destruye el templo del Espíritu Santo que es la iglesia. La unidad en el cuerpo de Cristo es fundamental para cumplir la misión que Él nos ha encomendado, y la rebelión es un obstáculo que impide que la iglesia sea un testimonio poderoso en el mundo.

En la historia de Aarón y María, encontramos un claro ejemplo de cómo la murmuración puede dar pie a la rebelión. El instrumento usado en esta rebelión fue la murmuración. Aarón y María murmuraron de Moisés por su esposa. Existe controversia sobre si esta mujer era Séfora —pues los cusitas (etíopes) también eran llamados madianitas, y sabemos que Séfora era de Madián— o si era una segunda esposa de Moisés. La murmuración pudo haberse dado porque la mujer era extranjera, por algún defecto de ella o porque era un segundo matrimonio en caso de que lo fuera. Sin embargo, lo que es claro es que la murmuración fue el medio a través del cual se expresó la insatisfacción y el descontento hacia la autoridad de Moisés.

Además, la murmuración también se centró en la posición de Moisés. Aarón y María deseaban la misma autoridad y poder que él tenía sobre el pueblo. No estaban contentos con ser María profetiza y Aarón sumo sacerdote. Este deseo de poder es una constante en la historia de la humanidad y se manifiesta de diversas formas en la iglesia. La ambición por el poder y la notoriedad puede llevar a las personas a actuar de maneras que socavan la unidad y el propósito de la comunidad de fe.

Cuando alguien desea rebelarse contra la autoridad establecida, uno de los principales instrumentos para hacerlo es la lengua. La murmuración, el chisme, las mentiras, los “corrillos” y las críticas destructivas son algunas de las bajezas que se utilizan en una causa como esta. Sin embargo, estas son solo manifestaciones externas de una motivación interna. La causa real de una rebelión casi siempre es la envidia, la venganza o el deseo de poder. En una rebelión, se aprovechan las debilidades en la vida y carácter de la autoridad espiritual para levantarse contra él. La historia nos sugiere que, sin importar las debilidades de este, eso no le da derecho a nadie para rebelarse. 

Es importante hacer una aclaración aquí: no estamos diciendo que los líderes espirituales pueden hacer lo que quieran y que los demás deben quedarse callados porque "no hay que tocar al ungido de Jehová". No estamos sugiriendo que se deba limitar la capacidad de discernimiento, que es tan importante hoy en día. Lo que se trata de recalcar es la prudencia. Nos referimos a verdaderos líderes espirituales, ya que todos ellos se equivocan y pueden fallar. Si la conducta de un líder espiritual es inapropiada, lo que se debe hacer es seguir el curso bíblico: aconsejarlos, orar por ellos y, si la conducta persiste, llamar a testigos. La disciplina puede ser necesaria cuando la conducta es extrema. En ningún caso nos estamos refiriendo a falsos líderes cristianos y a falsas iglesias; contra ellos, sí cabe la rebeldía y la denuncia, pero esto debe hacerse con sabiduría y discernimiento.

Las consecuencias de la rebelión son severas. En la historia de Aarón y María, encontramos que la consecuencia inmediata fue que a María le dio lepra. Esto plantea la pregunta: ¿por qué Aarón no fue afectado? Parece ser que quien instigó la rebelión fue ella. Si Aarón quedaba leproso, esto le inhabilitaría para prestar su servicio en el tabernáculo. Esto nos muestra que a menudo las consecuencias de la rebelión pueden ser desproporcionadas y afectar a aquellos que pueden no ser los instigadores directos de la rebelión, pero que, de alguna manera, están involucrados en ella.

Aarón, al ver la condición de su hermana, pide a Moisés que interceda por ella para que quede sanada. En esta súplica, Aarón dice algo muy significativo: "Locamente hemos actuado". Esto resalta la locura de revelarse contra el liderazgo espiritual. Actuar en rebeldía no solo es imprudente, sino que también puede tener consecuencias devastadoras para la comunidad de fe.

Moisés, ante la rebelión, actúa con mansedumbre. En Números 12:3 se menciona que Moisés era un hombre muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. Los líderes espirituales hacen bien en no actuar agresiva o violentamente cuando estas cosas ocurren, deben esperar la vindicación de Dios. La mansedumbre no es debilidad, sino una fortaleza que proviene de la confianza en que Dios es el que justifica.

Además, ante la rebelión, Moisés no solo se queda callado, sino que ora por su ofensora. En Números 12:13, Moisés clama a Dios: "Oh Dios, te ruego que la sanes". Los líderes espirituales deben orar por aquellos que se levantan contra ellos. Esta respuesta de Moisés es un modelo de cómo debemos actuar ante la traición y la rebelión. En lugar de buscar venganza o resentimiento, debemos buscar el bienestar de aquellos que nos atacan, confiando en que Dios actuará en favor de su pueblo.

María es sanada, pero en señal de vergüenza. La lepra y la expulsión nos hacen ver la gravedad del acto y las consecuencias que la rebelión puede traer. En la cultura de la época, el escupir la cara de un hijo era señal de desprecio, y quien lo recibía debía retirarse del campamento por siete días. Esta expulsión fue una forma de mostrar la seriedad de la rebelión y la necesidad de purificación.

La historia de la rebelión de Aarón y María es un recordatorio poderoso de que la rebelión contra la autoridad espiritual trae división y mal testimonio. Las motivaciones que impulsan dicha rebelión suelen ser la envidia o el deseo de poder, y se manifiestan en murmuraciones y críticas destructivas. Las consecuencias de esta rebelión pueden ser severas, como lo demuestra el castigo de María. Como líderes, debemos ser conscientes de que la respuesta a la rebelión debe ser con mansedumbre y oración, confiando en la vindicación de Dios.

La historia de María y Aarón también nos enseña sobre la importancia de la unidad en el cuerpo de Cristo. La iglesia es el cuerpo de Cristo, y cada miembro tiene un papel importante que desempeñar. La rebelión no solo afecta a los líderes, sino que también afecta a toda la congregación. Una iglesia dividida es una iglesia débil, incapaz de cumplir con su misión en el mundo. Por lo tanto, cada miembro de la iglesia debe estar comprometido con la unidad y la paz, recordando que el enemigo busca dividir y conquistar.

El llamado a la unidad es un mensaje claro en las Escrituras. La epístola a los Efesios nos exhorta a "guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4:3). La unidad en la iglesia es esencial para que el cuerpo de Cristo funcione correctamente. Cada uno de nosotros debe esforzarse por mantener la paz y la unidad, incluso en medio de diferencias o desacuerdos. La comunicación abierta y el respeto mutuo son fundamentales para cultivar un ambiente saludable en la iglesia.

Además, la rebelión no solo afecta la relación entre los líderes y los miembros de la iglesia, sino que también puede tener un impacto en la relación con Dios. Cuando hay división y rebelión, la presencia de Dios puede ser eclipsada, y la comunidad de fe puede perder su enfoque en la misión que se les ha encomendado. La falta de unidad puede llevar a una disminución en la efectividad del testimonio cristiano en el mundo. La iglesia está llamada a ser un faro de luz y esperanza, y cualquier división puede oscurecer ese testimonio.

En este sentido, es fundamental que los líderes espirituales se mantengan firmes en su compromiso con Dios y con la verdad, incluso cuando enfrenten oposición. La oración y la búsqueda de la dirección del Espíritu Santo son esenciales para navegar por las aguas turbulentas de la rebelión. Los líderes deben estar dispuestos a escuchar a Dios y a buscar Su guía en cada decisión que tomen. Esto no solo fortalecerá su liderazgo, sino que también servirá como un ejemplo para la congregación.

A medida que reflexionamos sobre la historia de la rebelión de Aarón y María, debemos reconocer la importancia de la humildad y la sumisión en nuestras propias vidas. Todos somos llamados a someternos a la autoridad de Dios y a las autoridades que Él ha establecido. La humildad es una virtud que debe caracterizar a todos los creyentes, y es esencial para vivir en armonía con los demás. En un mundo donde el individualismo y la autoexaltación son la norma, la humildad se convierte en un testimonio poderoso de la obra de Dios en nuestras vidas.

La historia de la rebelión de Aarón y María también nos recuerda que el juicio de Dios puede ser severo, pero también es un acto de amor. La lección que se deriva de la experiencia de María no es solo un castigo, sino una oportunidad para restauración y reflexión. La expulsión del campamento y el sufrimiento que experimentó fueron momentos de purificación, no solo para ella, sino también para la comunidad. A veces, Dios permite que enfrentemos consecuencias difíciles para enseñarnos lecciones valiosas sobre la humildad, la obediencia y el respeto.

Como comunidad de fe, es esencial que aprendamos de las experiencias pasadas y busquemos vivir en unidad y amor. La rebelión no debe ser un patrón que se repita en nuestras vidas. Debemos esforzarnos por cultivar un ambiente donde la comunicación sea abierta y honesta, donde las preocupaciones se aborden de manera constructiva y donde la crítica destructiva no tenga cabida. La madurez espiritual implica también aprender a manejar los desacuerdos con amor y respeto, buscando siempre el bienestar de la comunidad.

La historia de la rebelión de Aarón y María es un llamado a la introspección y a la reflexión sobre nuestras propias actitudes. ¿Estamos siendo un instrumento de unidad en la iglesia o estamos contribuyendo a la división? Debemos examinar nuestros corazones y nuestras motivaciones, asegurándonos de que estamos promoviendo la paz y el amor en lugar de la discordia. La rebelión comienza con una actitud de descontento y críticas, y es responsabilidad de cada miembro de la iglesia cultivar un espíritu de unidad.

En última instancia, el relato de Aarón y María nos invita a confiar en la soberanía de Dios. A pesar de las rebeliones y las dificultades, Dios tiene un plan y un propósito para Su pueblo. La historia de la redención a través de Jesucristo es un recordatorio de que, a pesar de nuestras imperfecciones y fracasos, Dios sigue trabajando en nuestras vidas. La gracia de Dios es suficiente para restaurarnos y guiarnos hacia un futuro lleno de esperanza.

La rebelión puede ser un desafío, pero también es una oportunidad para crecer en nuestra fe y en nuestra relación con Dios. En lugar de permitir que la rebelión nos desanime, podemos usarla como una oportunidad para fortalecer nuestra unidad y compromiso con el Cuerpo de Cristo. La humildad, la oración y la comunión son herramientas poderosas que Dios nos ha dado para enfrentar la rebelión y la división.

En conclusión, la rebelión contra la autoridad espiritual trae división y mal testimonio. Usualmente motivada por envidia o deseo de poder, se manifiesta en murmuraciones y críticas destructivas. Sus consecuencias pueden ser severas, como el castigo de María. Los líderes deben responder con mansedumbre y oración, confiando en la vindicación de Dios. Al mismo tiempo, cada miembro de la iglesia debe esforzarse por mantener la unidad y la paz, recordando que todos somos parte del cuerpo de Cristo. En un mundo lleno de divisiones y conflictos, la iglesia debe ser un faro de unidad y amor, reflejando la gloria de Dios y su propósito en la tierra.

Debemos recordar que cada vez que se levanta una murmuración o un espíritu de división, tenemos la oportunidad de elegir el camino de la paz y la reconciliación. La historia de Aarón y María nos muestra que rebelarse contra la autoridad no solo afecta a los líderes, sino también a toda la comunidad. Por lo tanto, cada uno de nosotros debe comprometerse a ser un agente de unidad, buscando siempre la gloria de Dios y el bienestar de Su pueblo.

La rebelión es una realidad en la vida de cualquier comunidad, pero la forma en que respondemos a ella puede marcar la diferencia entre la destrucción y la edificación. Al final, como creyentes, estamos llamados a vivir en amor, a servir a los demás y a ser un reflejo de la gracia de Dios en el mundo. En cada acción, en cada palabra, y en cada actitud, debemos esforzarnos por ser portadores de paz y unidad, llevando el mensaje del Evangelio y mostrando el amor de Cristo a aquellos que nos rodean.

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