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BOSQUEJO-SERMÓN: ELIAS Y LOS 50 SOLDADOS - 2 REYES 1: 7 - 18 (VIDEO)

VIDEO

BOSQUEJO

Tema: 2 Reyes. Titulo: Elías y los 50 soldados. Texto: 2 Reyes 1: 7 - 18. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz.

Introducción:

A. En la historia que estudiamos la semana pasada sobre el rey Ocozias, aparece el profeta Elías, esta será su ultima aparición antes de ser arrebatado al cielo.

B. Estudiaremos hoy:

(Dos minutos de lectura)

I. LA SINGULARIDAD DEL PROFETA (ver. 7 - 8).


A. Cuando los criados de Ocozias llegaron con la noticia sobre la muerte de su rey, este les pregunta sobre el personaje que les había dado la profecía, sus criados lo describen como "Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero". Es llamativa la respuesta del rey, sin dudarlo el afirmo: "Es Elías tisbita". En otras palabras, el profeta era un personaje tan particular, tan diferente al resto que de inmediato el rey supo quien era.

B. Esto me llama la atención porque me hace pensar en lo singular, lo distinto que debe ser el creyente. Ojala cuando alguien que no nos conozca le pida a otro que nos describa, solo con esta descripción esta persona pueda llegar a la conclusión de que somos cristianos.


II. EL RESPETO POR EL PROFETA (ver. 9 - 14).


A. El rey Ocozias entonces envía por él. Cuando los soldados llegan una y dos veces por el profeta, ambos grupos de 50 son consumidos al momento de pedir el profeta fuego del cielo sobre ellos.  Un tercer grupo de soldados es enviado, sin embargo, el capitán tiene una actitud muy distinta: "se puso de rodillas delante de Elías y le rogó, diciendo: Varón de Dios, te ruego que sea de valor delante de tus ojos mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos. He aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; sea estimada ahora mi vida delante de tus ojos".

Dado esto la vida de el y sus 50 soldados es perdonada.

B. Algunos estudiosos opinan que este texto esta allí para mostrar que el profeta de Dios debe ser respetado. Considere los siguientes textos que sugieren lo mismo pero con los Pastores (1 Tes. 5: 12 - 13; Hebreos 13:17; Fil 2:12)


III. LA VALENTIA DEL PROFETA (ver. 15 - 18).


A. Por ultimo, vemos como el Ángel del Señor le da una palabra al profeta Elías, basado en esa Palabra el profeta actúa con valentía, se planta frente al rey y le da la profecía acerca de su muerte. De nuevo, Elías nos muestra que no tiene miedo a decir lo que Dios le da, el es valiente porque tiene el respaldo de Dios.

B. Algo debe caracterizar a los que Dios llama para que transmitan su mensaje, ellos deben ser valientes y no temerle a los hombres y a no parecer populares. Tenemos la palabra de Dios que debe ser predicada con autoridad y tenemos el respaldo de Señor de la Palabra.


Conclusiones:

La historia revela que Dios llama a sus siervos a ser valientes, respetuosos y diferentes. La valentía proviene de la confianza en Dios, quien respalda su mensaje. La actitud del profeta Elías nos desafía a ser firmes en la fe, a respetar la autoridad divina y a transmitir el mensaje con valor, sin temor a las consecuencias humanas. La historia también nos invita a reflexionar sobre la importancia de ser reconocibles como cristianos en nuestro carácter y conducta, y a mantener la valentía en medio de las adversidades, sabiendo que Dios está con nosotros. La verdadera autoridad y respeto provienen de la fidelidad a Dios y del respaldo que Él ofrece a quienes cumplen su voluntad. 


VERSIÓN LARGA 
La historia de Elías y los 50 soldados es un relato fascinante que nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del profeta, la valentía y el respeto en el servicio a Dios. En el contexto del libro de 2 Reyes, encontramos a un Elías que, en su última aparición antes de ser llevado al cielo, se enfrenta a las circunstancias más desafiantes con una fe inquebrantable y un carácter que resuena a lo largo de los siglos. 

La narrativa comienza con el rey Ocozias, quien, tras recibir una profecía sobre su muerte, se interesa por el mensajero que ha traído tal noticia. Cuando envía a sus soldados a buscar a Elías, el rey se encuentra con un profeta cuya singularidad es inconfundible. En el versículo 7, Ocozias pregunta: “¿Qué hombre fue el que dijo estas palabras?” Los criados describen a Elías como “un varón que tenía vestido de pelo y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero”. Esta descripción es tan distintiva que el rey no duda en identificarlo. Este detalle es poderoso: Elías no es solo un profeta entre muchos; su apariencia y la forma en que vive son un testimonio de su llamado divino.

La singularidad del profeta es un recordatorio de cómo los creyentes deben ser reconocibles en el mundo. Ojalá, cuando alguien que no nos conoce pregunte por nosotros, la respuesta sea tan clara que solo con nuestra descripción se llegue a la conclusión de que somos cristianos. La vida de Elías nos desafía a vivir de tal manera que nuestra fe se manifieste en cada aspecto de nuestra existencia, haciendo que los demás puedan ver a Cristo a través de nosotros.

La historia avanza cuando Ocozias, decidido a traer a Elías ante su presencia, envía a un primer grupo de 50 soldados. Sin embargo, su intento es interrumpido de manera dramática: Elías hace descender fuego del cielo, consumiendo a los soldados. Este patrón se repite con un segundo grupo, y el resultado es el mismo. La escena es escalofriante y revela la autoridad que Elías tiene como mensajero de Dios. La decisión de actuar de esta manera no es arbitraria; es una respuesta a la desobediencia y la arrogancia del rey.

Sin embargo, el tercer grupo de soldados tiene un enfoque diferente. El capitán de este grupo, al ver lo que le ha ocurrido a sus compañeros, se presenta ante Elías con una actitud de respeto y humildad. "Varón de Dios, te ruego que sea de valor delante de tus ojos mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos". Esta súplica es conmovedora y marca una diferencia notable en el relato. Aquí, la vida de este capitán y sus hombres es perdonada, lo que sugiere que el respeto hacia el profeta de Dios es fundamental. La actitud del capitán se convierte en un ejemplo de cómo debemos acercarnos a aquellos que son llamados por Dios.

Este relato nos invita a considerar nuestra propia actitud hacia la autoridad espiritual. En un mundo donde a menudo se cuestiona el respeto hacia líderes y pastores, es esencial recordar que la Escritura nos llama a honrar a aquellos que han sido puestos en posiciones de liderazgo espiritual. Textos como 1 Tesalonicenses 5:12-13 y Hebreos 13:17 nos recuerdan la importancia de reconocer y respetar a quienes nos guían en la fe. Si el capitán de los soldados pudo reconocer la autoridad de Elías y actuar con respeto, nosotros también debemos ser capaces de hacer lo mismo en nuestras comunidades de fe.

La historia no termina aquí, ya que el ángel del Señor se presenta a Elías y le da una palabra que lo impulsa a actuar con valentía. En el versículo 15, se nos dice que Elías se planta frente al rey Ocozias y le transmite la profecía de su muerte. Esta acción es un testimonio de valentía y fidelidad a la misión que Dios le ha encomendado. Elías no se deja llevar por el temor a la represalia, sino que confía en la palabra que ha recibido de Dios. Su valentía no proviene de su propia fuerza, sino del respaldo divino.

La valentía del profeta es un rasgo esencial que todos los que Dios llama deben poseer. En un mundo que a menudo se opone a la verdad, es fundamental que aquellos que llevan el mensaje de Dios lo hagan con audacia y sin temor. La valentía no significa no tener miedo, sino tener el coraje de actuar a pesar del miedo. En nuestra vida diaria, esto puede traducirse en la decisión de hablar la verdad, de defender la justicia y de ser testigos de la fe en medio de la adversidad.

Elías es un modelo a seguir en este aspecto. Su vida nos enseña que la verdadera valentía se basa en la confianza en Dios y en su mensaje. Aquellos que son llamados a transmitir la palabra de Dios deben hacerlo con autoridad y sin temor a las consecuencias que puedan enfrentar. En un momento en que la cultura puede ser hostil hacia la fe, es esencial que mantengamos nuestra integridad y nuestra valentía, sabiendo que Dios está con nosotros.

La historia de Elías y los 50 soldados también nos invita a reflexionar sobre el respeto, la valentía y la singularidad en nuestra propia vida cristiana. ¿Estamos viviendo de una manera que muestre al mundo quiénes somos realmente? Cuando alguien nos describe, ¿puede la gente ver a Cristo en nosotros? La vida de Elías nos desafía a ser diferentes, a ser reconocidos no solo por nuestras palabras, sino también por nuestras acciones y nuestro carácter.

La historia también nos recuerda que, aunque podemos enfrentar oposición y desafíos, Dios nos respalda. Así como el ángel del Señor le habló a Elías, Dios también habla a nuestros corazones y nos da la fuerza que necesitamos para enfrentar cualquier situación. No estamos solos en nuestra misión; Dios está con nosotros, guiándonos y fortaleciéndonos en cada paso del camino.

La valentía, el respeto y la singularidad son características que deben definir a cada creyente. La historia de Elías es un poderoso recordatorio de que Dios llama a sus siervos a ser valientes en la proclamación de su mensaje, a mostrar respeto hacia la autoridad divina y a vivir de manera que otros puedan reconocer nuestra fe.

En conclusión, la historia de Elías y los 50 soldados nos desafía a ser firmes en nuestra fe, a vivir de manera que refleje la singularidad de nuestro llamado y a actuar con valentía en la proclamación del mensaje de Dios. La actitud del profeta nos motiva a ser respetuosos en nuestras relaciones con aquellos que nos guían y a tener la certeza de que, aunque enfrentemos adversidades, Dios está con nosotros, respaldando nuestra misión. La verdadera autoridad y respeto provienen de nuestra fidelidad a Dios y del compromiso de vivir de acuerdo con su palabra. En un mundo que a menudo se siente caótico y confuso, que seamos luces brillantes que reflejan la verdad de Dios, mostrando al mundo que hay esperanza, valentía y un propósito divino en cada uno de nosotros.

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