DESAFÍOS CALVINISTAS.
Juan 6:37, 44 y 65.
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y el que a mí viene de ningún modo le echare fuera.
Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae. Y yo lo resucitaré en el último día.
Y él dijo: "Esto es por lo que te dije que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre."
El desafío calvinista:
Estos versículos son algunos de los versos más claros que enseñan la doctrina de la Gracia Irresistible. En Juan 6:44 Jesús deja claro que ningún hombre en toda la historia puede venir a Jesús si el Padre no lo atrae personalmente. Y en el versículo 37, Jesús dice claramente que aquellos que han pertenecido a Dios desde toda la eternidad con toda seguridad vendrá. La conclusión es ineludible; sólo los elegidos por Dios vendrán, y los elegidos sin duda vendrán. Esta es la gracia irresistible así de simple!
¿Quiénes eran esos dados a Cristo?
Para contestar
esta cuestión tenemos que hacer una pregunta más específica sobre Juan 6:37, a
saber, "¿Quiénes son aquellos que el Padre le da a Cristo?"
En
Juan 6:37 Jesús dijo: “Todo lo que el
Padre me da, vendrá a mí”. Los calvinistas interpretan que ya que Dios
desde la eternidad eligió incondicionalmente ciertos individuos que le pertenecen,
estos deben ser los que él da a Cristo. El
los escogió cuando no eran creyentes y a su debido tiempo las convirtió en
creyentes. Se imaginan que Dios
está llevando a pecadores rebeldes que no tienen fe, a la fe en Cristo. Para ellos este versículo enseña
que Dios, por medio de la gracia irresistible, da pecadores rebeldes a
Jesucristo. Con el fin de
comprender el error de esta interpretación tenemos que centrarnos en
exactamente quiénes eran estos que Dios "da" a Cristo.
¿Quiénes
son aquellos que el Padre le da a Cristo? Jesús
nos da una respuesta clara a esta pregunta cuando habla con su Padre en Juan
17: 6: “He manifestado tu nombre a los
hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste" Dios le
dio a Jesús quienes ya le pertenecía; esto está claro. Pero lo que no está claro para
todo el mundo es en qué sentido Jesús dice que estos individuos pertenecían a Dios.
Por suerte no tenemos que adivinar quién
es de Dios y quién no. Jesús nos
dice claramente en Juan 8:47, "El
que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque
no sois de Dios”.
Todavía
no he dado una interpretación detallada de Juan 6:37, pero por lo que hemos
visto hasta ahora, podemos ver que la interpretación Reformada (es decir, Dios
le dio a Cristo los predestinados a salvación) es ajena al contexto.
Continuaremos diciendo que:
Aquellos
que pertenecían al Padre en ese especifico momento histórico en el que se desenvuelve el pasaje en mención ya eran creyentes en
el Padre, pero aún no habían sido llevados a confiar en el Hijo. Ellos habían estado caminando en pacto
con el Padre a través de la Ley de Moisés. Sin embargo, esta era una nueva
era en la historia de la relación de Dios con el hombre. Esta fue la transición del Antiguo
Pacto al Nuevo Pacto en el Hijo de Dios. Ellos
ya honraban al Padre, pero ahora honrarían al hijo a través del testimonio del
Padre. El Padre estaba dando
"todas las cosas" al Hijo (Juan 3:35, 1 Cor. 15: 24-28). Todos aquellos que ya confiaba en
el Padre estaban siendo guiados por Dios en manos de su Hijo. Y, por supuesto, sólo los que valoraran
el testimonio de Dios estarían influenciados para abrazar a su Hijo (Juan 6:45).
Es
aquí donde podemos empezar a entender que esos individuos son los que
"pertenecen a Dios." Ellos
son los que han sido fieles al pacto de Moisés. Hombres como Natanael de los cuales
Jesús declaró: "He aquí un
verdadero israelita, en quien no hay engaño " (Juan 1:47), gente como
Zacarías y su esposa Isabel, que "eran ambos justos delante de Dios, y
andaban irreprensibles en todos los mandamientos y estatutos del Señor" (Lucas
1: 5-6). Hombres como Simón el
que siendo "justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel"
(Lucas 2:25). Y las mujeres como
Ana la profetisa que "no se apartaba del templo", y hablaba con
"todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (Lucas 2: 36-38).
Otro texto que sirve para comprender quienes eran estos que pertenecían a Dios y que luego le fueron dados a Cristo es Juan 3: 19-21: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”.
Otro texto que sirve para comprender quienes eran estos que pertenecían a Dios y que luego le fueron dados a Cristo es Juan 3: 19-21: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”.
Esto
puede ser desconcertante si lo sacamos de su contexto histórico. Podemos
entender los versículos 19-20, que establecen que la gente mala no quieren
venir a Cristo (es decir, la luz) porque prefieren pecar en la oscuridad. Pero el versículo 21 dice que ya había
gente caminando en pacto con Dios (mas el que practica la verdad) en el momento
de la primera venida de Cristo. Si
aplicamos esto a cada lugar en el mundo a lo largo de toda la historia nos
quedaremos con la extraña idea de que la gente de todo el mundo, que no conocen
a Cristo, ya están sirviendo a Dios. Pero cuando ponemos este pasaje en su
contexto histórico correcto, entonces las cosas empiezan a aclararse. Muchos eran ya verdaderos seguidores
de Dios a través de la alianza que Dios había hecho con Israel (practicaban la verdad). Estos verdaderos seguidores ya pertenecían a Dios el Padre, y fueron dados al
Hijo durante el ministerio terrenal de Jesús.
Este
pasaje está describiendo específicamente la época del ministerio terrenal de Jesús.
Es cierto que hay muchas verdades en estos versos que podemos aplicar a nuestro
contexto histórico actual, pero no hasta que sea interpretado en su contexto
original.
Lo que
debemos entender es que Juan 3:21 no es un verso aislado en el Evangelio de
Juan. Esta idea de la transición
del Padre al Hijo está claramente referenciada en casi todos los capítulos. Para quienes vivimos hoy en día, este
período de transición parece tener poco que ver con nosotros o nuestra
situación. Pero si nuestra
teología es exacta y bíblica, debemos empezar con el contexto histórico en el
que interpretamos estos pasajes. Vivimos
después de la resurrección de Cristo en un momento en que el Hijo, a través del
ministerio de la Iglesia y el Espíritu Santo, está llevando a la gente a sí
mismo y a su Padre (Juan 12:32, 14: 6, 15: 26-27). Cuando llegamos a versículos como Juan
6:37 y 44 imaginando que están hablando de algo que todavía está sucediendo en
la misma manera hoy en día, y que ha estado ocurriendo durante 2.000 años, sin
duda se descuartiza el texto y se hacen interpretaciones erróneas. El deseo de aplicar estos versículos a
nuestros días es admirable; pero
hasta que no interpretamos la Biblia en su contexto nativo no podemos aplicarla
con precisión. Este es el error
que ha llevado a muchos a aceptar la vision totalmente infundada de la Teología
Reformada en los versículos que estamos discutiendo de Juan capítulo 6.
Los
que pertenecían al Padre en el Evangelio de Juan eran aquellos
que eran fieles a Dios en el momento de la primera venida de Jesús. No hay la más mínima referencia a una
elección incondicional eterna. De
hecho, es todo lo contrario. Ellos pertenecían a Dios en ese momento, no en la
eternidad pasada. Y ellos pertenecían a Dios precisamente por su carácter y fe, no a causa de alguna elección arbitraria y
misteriosa de Dios (Juan 7:17, 8: 34-47). El
contexto de la transición del Antiguo al Nuevo Pacto debe informar a nuestra
comprensión del Evangelio de Juan y las palabras de Jesús. No debemos permitir que nuestro compromiso
con ciertas tradiciones teológicas este sobre lo que revela la Biblia. Hacer caso omiso de que los que pertenecían a Dios eran los que estaban caminando
con rectitud con Dios bajo el Antiguo Pacto, y que éstos fueron dados al Hijo durante su ministerio terrenal
con el testimonio del Padre, sería ignorar completamente el contexto histórico
de Juan de Evangelio.
Juan 12: 44-50
Jesús dijo con voz fuerte: «Si alguien
cree en mí, también cree en Dios, que me envió. Y si alguien me ve a mí, también ha visto al
que me envió. Yo soy la luz que ha venido para alumbrar este mundo. El que cree
en mí no vivirá en la oscuridad. »Yo no vine para juzgar a los que oyen mis
enseñanzas y no las obedecen. No vine para condenar a la gente de este mundo,
sino para salvarla. El que me rechaza y no obedece mis enseñanzas, será
condenado por esas mismas enseñanzas cuando llegue el fin. Porque yo no hablo
por mi propia cuenta, sino que mi Padre me envió y me dijo todo lo que debo
enseñar. Y sé que los que obedecen los
mandamientos de mi Padre tendrán vida eterna. Por eso les he dicho todo lo que
mi Padre me ordenó enseñarles.»
Jesús
vino a Israel como representante del Padre; él
no vino en su propio nombre. Él
vino hablando las palabras del Dios de Israel. Los que estaban siguiendo al Dios
de Israel reconocería la voz de su Dios, pero los que sólo fingían devoción a
Dios rechazaría al Hijo como siempre habían rechazado el Padre. Los que se presentaron al Padre
con mucho gusto se presentarían al Hijo. La
venida de Jesucristo a Israel distingue "el remanente" de los
verdaderos hijos de Israel de los falsos (Jn
1:47, Romanos 11:.. 2-6, Apocalipsis 2: 9, 3: 9).
La
comprensión de este paradigma básico en el Evangelio de Juan nos ayuda a
entender otros pasajes que a menudo son mal interpretados por el calvinismo. Vamos
a echar un vistazo a algunos de esos pasajes en el próximo post.
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