TRES PREGUNTAS DE ELIÚ QUE TODOD NOS HEMOS HECHO - JOB 35
Introducción: Cuando el Cielo Se Siente Distante y el Alma Clama
Hermanos, ¿quién no ha sentido la punzada de la pregunta: "¿Por qué yo? ¿De qué sirve todo esto?" Esa misma angustia llevó a Job, un hombre de integridad intachable, a clamar en su dolor más profundo. En Job capítulo 35, su amigo Eliú, lanza una serie de preguntas afiladas que parecen desafiar la misma lógica del cielo y la tierra. Sus palabras, crudas y directas, nos obligan a mirar de cerca nuestra propia concepción de Dios. Prepárate hoy para desmantelar viejas ideas y construir una fe más robusta, anclada no en lo que entendemos, sino en Aquel que trasciende toda comprensión.
I. La Pregunta que Nos Persigue: "¿Para Qué Sirve Mi Rectitud?" (Job 35:3)
Este es el grito del corazón de Job, una pregunta que resuena en cada uno de nosotros cuando la vida justa no trae la recompensa esperada.
La Angustia de Job: En su desolación, Job inquiere: "Porque dijiste: '¿Qué provecho tendrás tú? ¿Qué ganaré yo más que por mi pecado?'" Él no busca un mero beneficio; está implorando por el sentido de su sufrimiento. Su "ḥaṭṭā’tī" (pecado) con doble sentido—evitar el pecado o purificarse de él—refleja la paradoja que ve: ¿acaso la piedad tiene el mismo resultado que la impiedad, si el justo sufre igual que el malvado prospera (Job 9:22; 21:7-13)? Job anhela un mishpat (מִשְׁפָּט), un juicio donde Dios explique la aparente injusticia.
La Respuesta Implícita de Eliú (y la Sapiencia Tradicional): Eliú, a través de sus preguntas subsiguientes, no responde directamente al "provecho" de Job. Para la tradición sapiencial hebrea (Proverbios, Salmos), Dios premia al justo y castiga al malvado. Job rompe este esquema, y Eliú lo interpreta como una herejía práctica, una insinuación de que la tzedeq (צֶדֶק - justicia) de Job es "mayor que la de Dios" (Job 35:2b). La angustia existencial de Job es reducida a una queja irreverente.
Confrontación con la Fe:
¿Es tu fe una transacción, esperando una recompensa inmediata por tu buen comportamiento?
¿Mides la validez de tu obediencia por los beneficios visibles en tu vida?
Textos de Apoyo: Job 9:22; Job 21:7-13; Salmo 73.
Aplicaciones Prácticas:
Nuestra obediencia a Dios es un acto de adoración y fe, no un cheque que le pasamos para que nos pague con bendiciones terrenales.
El valor de nuestra rectitud no se mide por la ausencia de dolor, sino por la profundidad de nuestra relación con el Hacedor.
En medio de la prueba, el mayor "provecho" es aferrarnos a la soberanía de Dios y Su sabiduría, aun cuando no la entendamos.
II. Las Preguntas de la Distancia Divina: "¿Qué le haces a Dios si pecas? ¿Qué le das si eres justo?" (Job 35:6-8)
Eliú nos lleva a mirar al cielo para recalcar la inmensa brecha entre Dios y el hombre.
Las Interrogantes de Eliú (y su lógica): Elifaz invita a Job a mirar los shahaq (שָׁחַק - alturas etéreas), simbolizando la inaccesibilidad de Dios. Él argumenta que Dios es tan gavah (גָּבַהּ - por encima) de nosotros que nuestras acciones son insignificantes para Él:
Sobre el Pecado (v. 6): "¿Qué le haces tú a Él (תִּפְעָל - tif’al, qué le efectúas) si pecas? Y si tus rebeliones se multiplican, ¿qué le das?" La respuesta de Elifaz es clara: Nada. Nuestro pecado no daña Su esencia (Jeremías 7:19), ni disminuye Su poder.
Sobre la Rectitud (v. 7): "Si fueres justo, ¿qué le darás (תִּתֶּן - titten) a Él? ¿O qué recibirá (יִקָּח - yiqqach) de tu mano?" De igual manera, nuestra justicia (צְדָקָה - tzedaqah) no "enriquece" a Dios; Él es El Shaddai (אֵל שַׁדַּי - Dios autosuficiente), no necesita nada de nosotros (Salmo 50:9-12; 1 Crónicas 29:14).
El Impacto Horizontal (v. 8): Elifaz concluye que el impacto de nuestras acciones es solo entre humanos: "Tu maldad afectará al hombre como tú, y tu justicia al hijo del hombre."
Confrontación con la Fe:
¿Consideras que tu pecado puede debilitar a Dios o tu justicia puede "obligarle" a bendecirte?
¿Crees que Dios es indiferente a tus decisiones porque Él es demasiado grande para ser afectado?
Frases celebres:
"Tu pecado no mella Su trono, pero sí tu alma."
Textos de Apoyo: Salmo 50:12-13; 1 Crónicas 29:14; Efesios 4:30; Salmo 51:4.
Aplicaciones Prácticas:
Reconozcamos que nuestro pecado, aunque no diminuye la gloria de Dios, sí ofende Su santidad y rompe nuestra comunión con Él, trayendo destrucción a nosotros y a otros.
Comprendamos que nuestra justicia, aunque no le "añade" a la perfección de Dios, le agrada inmensamente y le glorifica, alineándonos con Su voluntad.
Abrazemos una relación con Dios basada en la gracia y la dependencia, no en una transacción de méritos o culpas.
III. La Pregunta del Clamor Incomprendido: "¿Dónde está Dios mi Hacedor...?" (Job 35:10-11)
Eliú, observando la aparente falta de respuesta divina, cuestiona la forma en que los afligidos, incluido Job, buscan a Dios.
Las Interrogantes de Eliú (y su dura respuesta): Eliú nota que los oprimidos claman (v. 9), pero no encuentran respuesta. Su pregunta retórica es: "¿Dónde está Dios, mi Hacedor (אֱלֹהֵי עֹשָׂי - Elohei osai), que da cánticos (זְמִרוֹת - zemirot) en la noche (בַּלָּיְלָה - balaylah)?" (v. 10). También: "Él nos enseña (מַלְּפֵנוּ - mall’fenu) por las bestias (בַּהֲמוֹת - behemot) de la tierra y nos hace sabios (יְחַכְּמֵנוּ - y’chakm’nu) por las aves (עוֹף - ‘of) del cielo" (v. 11).
Su Lógica: Eliú argumenta que el problema no es Dios, sino la calidad del clamor. La gente solo se queja, sin buscar a Dios genuinamente como su Creador y Maestro, el que puede traer gozo incluso en la oscuridad. Él acusa a Job y a otros de actuar como animales, clamando instintivamente sin reflexión. Por eso, "Dios no escuchará la vanidad, ni la mirará el Omnipotente" (v. 12-13).
Confrontación con la Fe:
Cuando el dolor te embarga, ¿buscas genuinamente a Dios en Su carácter de Hacedor y Maestro, o solo el fin de tu sufrimiento?
Textos de Apoyo: Salmo 34:18; Salmo 51:17; Salmo 42:8; Romanos 8:26; Santiago 4:3.
Aplicaciones Prácticas:
En medio de la aflicción, busquemos a Dios genuinamente como nuestro Hacedor y fuente de gozo, no solo como un aliviador de problemas.
Aprendamos a escuchar los "cánticos en la noche" que Dios nos da, revelando Su sabiduría y consuelo aun en la oscuridad.
Conclusión: Del Misterio a la Confianza Profunda
Job 35 nos sumerge en la tensión entre la experiencia humana del dolor y la fe en la justicia divina. Las preguntas de Eliú, aunque duras y a veces equivocadas en su juicio sobre Job, nos confrontan con verdades eternas: la צֶדֶק (justicia) de Dios trasciende nuestra comprensión humana, y Su מִשְׁפָּט (juicio) es perfecto, aunque a menudo misterioso.
El sufrimiento del justo no anula la soberanía de Dios (Romanos 8:28; 1 Pedro 5:10). La verdadera sabiduría (חָכְמָה - ḥokhmah) no está en exigirle cuentas a Dios o en medir Su justicia con nuestra lógica, sino en confiar más en el carácter de Dios que en nuestras circunstancias visibles. La utilidad de nuestra justicia no se mide por recompensas terrenales, sino por nuestra relación con Él (Salmo 73:25-26; Filipenses 3:8). La cruz de Cristo, el Justo que sufrió no por pecado sino para nuestra redención (1 Pedro 3:18), es la respuesta definitiva al misterio de Job.
Hoy, somos llamados a una fe que no negocia con Dios, sino que le adora en Su majestad. En la noche de nuestra aflicción, busquemos a nuestro Hacedor que da cánticos. En nuestra obediencia, no busquemos "ganarle" a Dios, sino glorificarle. Decide hoy confiar en el Dios que te enseña a través de la creación y te sostiene con Su gracia. Ríndele tu clamor más sincero, y permite que Su sabiduría te dé cánticos, incluso en la oscuridad más profunda.
VERSION LARGA
En el sofocante círculo de cenizas donde Job se aferraba a su carne lacerada, una quietud opresiva había descendido. Los tres viejos amigos, con sus rostros surcados por la consternación y sus almas agotadas de argumentos manidos, habían callado. Su sabiduría, forjada en los yunques de la tradición y el dogma, había demostrado ser insuficiente para penetrar el muro de sufrimiento de Job. El aire mismo parecía vibrar con un silencio que clamaba, un vacío que la teología convencional no lograba llenar. Fue en ese intersticio de desolación, cuando la esperanza se había encogido hasta ser un punto casi invisible, que irrumpió la voz de Eliú. No era un consuelo lo que traía, sino una nueva y más incisiva forma de interrogatorio, nacida de una convicción febril y de la intransigencia de la juventud que cree haber hallado la clave del universo.
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