🦻Tema: La adoración. 🦻Titulo: Que pide Jehova tu Dios de ti. 🦻Texto: Deuteronomio 10: 12 🦻Autor: Pastor Edwin Guillermo Nuñez Ruiz.
INTRODUCCIÓN:
A. Hace ocho días comenzamos con este tema de la adoración y comenzamos viendo cual es el tipo de amor que debemos tener a Dios, este es el AGAPE, también hablamos acerca de quien debe ser el único objeto de este tipo de amor, este es Dios. Hoy veremos cual debe ser la intensidad de este amor.
I. DIOS PIDE QUE LE TEMAMOS.
A. Temer a Dios tiene varios significados:
1. Para el no no-cristiano es temer el juicio de Dios y la muerte eterna
2. Para el cristiano es un sentimiento de profunda reverencia hacia el Creador, y es un temor sano de desagradarle. Tal respeto debe tener un gran impacto en la manera en que vivimos nuestras vidas.
B. Llegamos a tener temor de Dios cuando comprendemos varias cosas:
1. Comprender su inmensidad, su santidad, su justicia, su ira (Det 4:24) , pero también su gracia, amor y misericordia.
2. Dios esta mirándonos en todo momento y sabe lo que hacemos. Esta verdad debe crear en el no-cristiano la convicción de que Dios lo condenara al infierno para siempre y en el cristiano la convicción de que el pecado trae la disciplina de Dios sobre nosotros. No se admire de esto, la biblia esta repleta de ejemplos de esto conocerlos debería hacernos pensar que Dios y sus cosas no son juego.
Nunca un creyente debe tener miedo de Dios; SOLO RESPETO Y REVERENCIA ya que tenemos sus promesas de que nada nos separara de su amor, de que nunca nos dejara, nunca nos desamparara, de que no hay condenación.
II. DIOS PIDE QUE ANDEMOS EN TODOS SUS CAMINOS.
A. La palabra camino nos habla de conducta. Manera de obrar. De manera que cuando el Señor nos pide que andemos en su camino no esta diciendo que sigamos las conductas, las maneras de obrar que el nos ha dejado escritas.
B. El cristiano no debe andar por otros “caminos” distintos al que ya se nos ha trazado. No debe andar según sus pensamientos, criterios, maneras de razonar, impulsos, ideas, mundo etc. Debe recordar que “hay caminos que al hombre le PARECEN rectos pero su fin es camino de muerte”
C. ¿Cuál es el camino? (Mateo 7: 13 – 14) aquí nos describen que el camino del cristiano comienza con:
1. Una puerta estrecha: es el arrepentimiento inicial, la fe en Jesús quien es “el camino, la verdad y la vida” esta puerta es tan estrecha tan poco atractiva que es necesario buscarla, hallarla.
2. Un camino angosto: no es que comience angosto y luego se va volviendo ancho ya que a partir de este arrepentimiento inicial su vida es una vida de negación, renuncia, sacrificios, disciplina, persecución, morir a si mismo, santidad.
3. Su fin: es la vida eterna (Lucas 13: 23 – 24). Por esto aunque la puerta y el camino son angostos por ellos transitan las personas mas felices del mundo
La mayoría de personas que viene a las iglesias siguen el camino ancho de la complacencia a si mismos, el mínimo esfuerzo, la mundanalidad, la carnalidad.
Conclusiones:
La adoración verdadera implica un profundo respeto y reverencia hacia Dios, reconociendo Su grandeza y justicia. Al seguir Su camino, el cristiano se compromete a vivir de acuerdo con los principios bíblicos, rechazando la complacencia y el pecado. Este camino, aunque angosto y desafiante, conduce a una vida plena y eterna en Su presencia. Es esencial reflexionar sobre nuestra vida y oración, buscando siempre alinearnos con lo que Dios espera de nosotros.
VERSIÓN LARGA
Que pide Jehová tu Dios de ti
Deuteronomio 10: 12
INTRODUCCIÓN:
La adoración es un tema central en la vida de cualquier creyente y, a lo largo de nuestras reuniones, hemos comenzado a explorar este tema tan significativo. En la semana pasada, abordamos el tipo de amor que debemos tener hacia Dios, centrándonos en el amor ágape, ese amor incondicional y verdadero que debe ser el único objeto de nuestra devoción. Este amor no es solo un sentimiento; es una elección deliberada de poner a Dios en el centro de nuestras vidas y prioridades. Hoy, profundizaremos en la intensidad de este amor y en lo que Dios realmente espera de nosotros, basándonos en Deuteronomio 10:12, donde se nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con Él y lo que significa adorarlo de manera auténtica.
Es fundamental entender que la adoración no se limita a las canciones que cantamos en la iglesia o a los rituales que seguimos. Es un acto de entrega total y sincera hacia Dios, que se manifiesta en nuestra forma de vivir. En este contexto, es vital considerar las expectativas que Dios tiene de nosotros como sus hijos e hijas. La Escritura nos brinda una guía clara sobre lo que significa adorarlo en espíritu y en verdad. A medida que avanzamos en este estudio, nos enfocaremos en tres aspectos principales que Dios pide de nosotros: temerle, andar en sus caminos y amarlo con todo nuestro ser.
I. DIOS PIDE QUE LE TEMAMOS.
El temor de Dios es un concepto que puede ser malinterpretado en la sociedad actual. Para aquellos que no tienen una relación con Él, puede ser visto como un miedo al juicio final y a las consecuencias de una vida alejada de Su voluntad. Sin embargo, para el creyente, el temor de Dios se transforma en un sentimiento de profunda reverencia y respeto hacia el Creador. Este respeto no solo nos hace conscientes de Su grandeza, sino que también nos impulsa a vivir de una manera que lo honre.
Cuando llegamos a comprender la inmensidad y santidad de Dios, comenzamos a ver el mundo desde una perspectiva diferente. La justicia de Dios, Su ira, y también Su gracia y misericordia, deben influir en nuestras decisiones diarias. En Deuteronomio 4:24 se menciona que Dios es un fuego consumidor, lo que resalta la seriedad de Su carácter. Esta comprensión nos lleva a temerle de una manera que es saludable y constructiva, no paralizante.
Es importante recordar que Dios está siempre con nosotros, observando nuestras acciones y pensamientos. Esta realidad debería provocar en el no-cristiano una conciencia de su necesidad de redención, mientras que en el cristiano debería generar una convicción de que el pecado trae disciplina. La Biblia está llena de ejemplos que ilustran esta verdad, y conocerlos nos ayuda a entender que nuestra relación con Dios es seria y no debe tomarse a la ligera.
Un creyente no debe temer a Dios en un sentido negativo; más bien, debe acercarse a Él con respeto. Las promesas de Dios nos aseguran que nada nos separará de Su amor. Conocer que nunca nos dejará ni desamparará, y que no hay condenación para los que están en Cristo, nos permite acercarnos a Él con confianza y humildad.
II. DIOS PIDE QUE ANDEMOS EN TODOS SUS CAMINOS.
Cuando hablamos de "camino", nos referimos a la conducta y forma de vivir. Dios nos llama a seguir Su camino, lo que implica adherirse a las enseñanzas y principios que ha dejado en Su Palabra. Esto significa que nuestros pensamientos, decisiones y acciones deben alinearse con lo que Él nos ha revelado.
El cristiano está llamado a rechazar los caminos que el mundo ofrece, que muchas veces son engañosos. Hay caminos que parecen rectos a los ojos del hombre, pero su fin es camino de muerte. Esto es una advertencia clara de que no podemos confiar en nuestra propia sabiduría o en los estándares de la sociedad. En Mateo 7:13-14, se nos instruye que la puerta es estrecha y el camino angosto que lleva a la vida, lo que indica que la senda que elegimos es crucial.
El camino del cristiano comienza con un arrepentimiento genuino y una fe firme en Jesucristo, quien se declara a sí mismo como "el camino, la verdad y la vida". La puerta estrecha que nos lleva a este camino es un llamado a dejar atrás nuestras viejas maneras, nuestros deseos egoístas y la vida centrada en nosotros mismos. Una vez que cruzamos esta puerta, el camino sigue siendo angosto, lo que significa que implica sacrificios, negación y disciplina.
El camino de la vida cristiana no es uno de complacencia. A menudo, encontramos que muchas personas que asisten a las iglesias optan por seguir el camino ancho de la mundanalidad y la carnalidad. Sin embargo, aquellos que eligen el camino angosto son, en última instancia, los más felices, porque experimentan la verdadera plenitud que solo se encuentra en una relación íntima con Dios.
Este camino, aunque desafiante, promete un futuro glorioso. Lucas 13:23-24 nos recuerda que la vida eterna es el fin de esta jornada, y eso debe ser un aliciente para perseverar a pesar de las dificultades. La vida plena en la presencia de Dios es el objetivo final al que todos aspiramos.
III. DIOS PIDE QUE LE AMEMOS CON TODO NUESTRO SER.
Amar a Dios con todo nuestro ser es fundamental en nuestra relación con Él. Este amor no es un mero sentimiento; se traduce en acciones concretas y decisiones diarias que reflejan nuestra devoción. Jesús, en el Nuevo Testamento, reafirma este mandamiento como el más importante: amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente. Este amor debe ser la fuerza motriz detrás de cada acción que realizamos y cada decisión que tomamos.
Cuando amamos a Dios de esta manera, nuestra vida se transforma. Comenzamos a ver las cosas desde Su perspectiva, y eso afecta cómo tratamos a los demás, cómo manejamos nuestras finanzas, cómo enfrentamos los desafíos y cómo respondemos a las pruebas. Amar a Dios con todo nuestro ser significa ponerlo por encima de todo lo demás, priorizando Su voluntad sobre nuestras propias ambiciones y deseos.
Este amor también nos lleva a servir a nuestro prójimo. La Biblia nos enseña que no podemos decir que amamos a Dios si no amamos a nuestros hermanos. El amor a Dios se manifiesta en el amor hacia los demás. Nos lleva a ser compasivos, generosos y dispuestos a ayudar a aquellos que están en necesidad. La adoración auténtica se traduce en acciones que reflejan el carácter de Cristo en nosotros.
VIVIENDO UNA VIDA DE ADORACIÓN.
La adoración, por tanto, es un estilo de vida. No se limita a un momento específico en la semana, como puede ser un servicio dominical. Es un compromiso diario de vivir en una relación íntima con Dios, temiéndole, caminando en Sus caminos y amándole con todo nuestro ser. Esto implica que cada aspecto de nuestra vida debe ser considerado en el contexto de nuestra adoración a Dios.
La adoración verdadera, entonces, se convierte en un testimonio ante el mundo. Cuando vivimos de esta manera, mostramos a otros lo que significa seguir a Cristo. Nuestras vidas deben reflejar la luz de Dios en medio de la oscuridad, y nuestra adoración debe ser un faro que atraiga a otros hacia la verdad del Evangelio.
CONCLUSIONES:
En resumen, la adoración verdadera implica un profundo respeto y reverencia hacia Dios. Reconocer Su grandeza y justicia nos lleva a vivir de acuerdo con los principios que Él ha establecido. Al seguir Su camino, el cristiano se compromete a rechazar la complacencia y el pecado, eligiendo en su lugar un camino que puede ser angosto y desafiante, pero que sin duda conduce a una vida plena y eterna.
Es esencial que cada uno de nosotros reflexione sobre nuestra vida y nuestras oraciones, buscando siempre alinearnos con lo que Dios espera de nosotros. La adoración no es un acto aislado, sino una forma de vida que se manifiesta en cada decisión que tomamos. La invitación de Dios es clara: temerle, andar en Sus caminos y amarlo con todo nuestro ser. Al hacerlo, descubriremos la verdadera esencia de lo que significa adorar a nuestro Creador. En este viaje de adoración, recordemos que cada paso que damos debe ser un reflejo de nuestra devoción hacia Él, y que, al final, nuestra vida debe ser una ofrenda de alabanza a Su nombre. Que nuestra adoración sea un testimonio vivo de Su amor y gracia en este mundo.
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