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SERMON - BOSQUEJO: David y el Arte de la Consulta Divina: Tu Guía Definitiva para Escuchar a Dios Hoy

VÍDEO 

BOSQUEJO

Tema: 1 Samuel. Titulo: David y el Arte de la Consulta Divina: Tu Guía Definitiva para Escuchar a Dios Hoy Texto: 1 Samuel 23: 1 – 14. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.



Introducción:

A. Al leer el capítulo es muy claro que existe una acción que se repite varias veces en el texto y esta es la acción de consultar a Dios, por ello basaremos nuestro bosquejo hoy en esta acción.

B. El hecho aparece en:

I. 1 SAMUEL 23:2.

A. Nos dice allí que “David consultó a Jehová”. David ante un desafío (atacar o no a los filisteos) y antes de emprenderlo consulto a Dios.

Consultar es preguntar, pedir opinión y es lo que hace en este texto David, note que lo hace ante un problema, lo hace antes de tomar cualquier decisión y lo hace ante Dios.

B. En cualquier situación de nuestra vida debemos tomar el habito de consultar así:

1. Primero a Dios, a través de su palabra.

2. Antes de cualquier decisión.


II. 1 SAMUEL 23:4.

A. Dios le responde a David: “Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila”. Luego, Sucedió algo muy común y es que cuando David le comparte a su ejército la voluntad de Dios, ellos se rehúsan a obedecer por miedo; ante esto, David consulta de nuevo a Dios, tal vez contagiado del temor del ejército, al hacerlo solo recibe la orden que ya se le había dado. 

B. Notemos: 

1. Siempre existirán personas que no deseen obedecer lo que Dios les manda.

2. Una razón para desobedecer al Señor en su voluntad es el miedo, tememos que él no tenga razón y por ello fracasemos.

3. Dios no cambiara sus decisiones solo porque existan personas que no desean obedecer sus mandatos.


III. 1 SAMUEL 23:9.

A. David y el ejército obedecen la dirección divina y en efecto tal cual había sido dicho por Dios David vence a los filisteos. Ahora, entra en escena Saul, el cual se entera del paradero de David y decide ir a atacarlo, a su vez, David también se entera de los planes de Saúl, no entra en pánico, no se apresura, de nuevo, solo consulta a Dios, sus preguntas son especificas: “¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo?” “¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl?” Además, es llamativa la actitud humilde de David (“te ruego que lo declares a tu siervo”) y su estricta obediencia al mandato divino “ver 13: “David entonces se levantó con sus hombres”.

B. Al consultar a Dios.

1. Sepa específicamente que quiere saber y búsquelo dedicadamente en la Biblia. 

2. Venga con la actitud del esclavo no con la arrogancia del sábelo-todo.

3. Haga lo que Dios le dirige, sin reclamos, sin reserva, sin excusas.


Conclusión. 
    
La historia de David es un llamado a la acción: consulta a Dios siempre, antes de cada paso. No permitas que el miedo o la desobediencia de otros desvíen tu rumbo. Acércate a Él con humildad, con preguntas claras, y luego obedece Sus mandatos sin excusas. Tu fe se fortalece en la dependencia total de Su guía. 

VERSIÓN LARGA

Prepárate para sumergirte en el corazón de una verdad que puede transformar cada paso de tu vida, un principio atemporal que guio al rey David y que está disponible para cada uno de nosotros hoy. Deja que esta reflexión encienda en ti el deseo de una dependencia más profunda del Todopoderoso.

Hay momentos en la vida donde las encrucijadas parecen multiplicarse, y el camino a seguir se nubla con la incertidumbre. Nos encontramos, al igual que los personajes bíblicos, en situaciones que demandan decisiones, no solo con sabiduría humana, sino con una guía que trascienda nuestra propia comprensión. Al sumergirnos en el capítulo 23 de 1 Samuel, un eco se repite, una acción se manifiesta una y otra vez con una claridad sorprendente: la acción de consultar a Dios. Este es el pulso de nuestra reflexión de hoy, el centro neurálgico de un principio vital para cada creyente.

Es notable cómo la narrativa de este pasaje bíblico subraya la importancia de esta práctica. No es un evento aislado, una casualidad, sino un patrón deliberado en la vida de un hombre cuyo corazón buscaba a Dios. El hecho de consultar a Dios no es una opción, sino una necesidad para quienes anhelan caminar en la voluntad divina. Es una disciplina, un hábito que debe permear cada fibra de nuestra existencia si aspiramos a una vida de propósito y bendición.


La Consulta Premeditada: Un Hábito Imprescindible

El primer destello de este principio lo encontramos en 1 Samuel 23:2. El texto nos dice con una sencillez profunda: “David consultó a Jehová”. Imagínense la escena. David, un hombre forjado en la adversidad, un guerrero valiente, se encuentra ante un desafío inminente. Los filisteos están atacando Keila, y él debe decidir: ¿Ataca o no? ¿Se arriesga o se mantiene al margen? Pero antes de emprender cualquier acción, antes de que el primer movimiento estratégico fuera concebido en su mente, David hizo lo que muchos de nosotros, en nuestra prisa o autosuficiencia, a menudo olvidamos: consultó a Dios.

Consultar no es un acto superficial. Es preguntar, es pedir opinión. Es reconocer que hay una sabiduría superior a la nuestra, una perspectiva divina que ve el panorama completo, más allá de nuestras limitaciones humanas. David no consultó a sus generales, ni a sus consejeros más cercanos primero; él fue directamente a la fuente de toda sabiduría. Noten la profundidad de este acto: lo hace ante un problema urgente, lo hace antes de tomar cualquier decisión precipitada, y lo hace, crucialmente, ante Dios. Es un modelo que grita a nuestras almas: ¡No te muevas sin Su dirección!

En cualquier situación de nuestra vida, grande o pequeña, trascendente o aparentemente trivial, debemos cultivar el hábito inquebrantable de consultar a Dios. ¿Cómo lo hacemos en esta era?

Primero, consultamos a Dios a través de Su Palabra. La Biblia no es un mero libro de historias antiguas; es la voz viva de Dios para nosotros hoy. Es la fuente inagotable de sabiduría, el mapa que nos guía en los terrenos más escabrosos. Antes de tomar una decisión financiera, antes de elegir un camino profesional, antes de confrontar un conflicto familiar, sumérgete en las Escrituras. Permite que el Espíritu Santo ilumine tu entendimiento a través de Sus revelaciones. Su Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino (Salmo 119:105).

Segundo, la consulta debe ser antes de cualquier decisión. La sabiduría divina no es una "rueda de auxilio" a la que recurrimos solo cuando estamos en apuros. Es el motor principal que debe impulsar cada elección, cada plan, cada paso que damos. La anticipación en la consulta es una señal de fe, un reconocimiento de que Su dirección es indispensable desde el inicio. ¿Cuántos errores podríamos evitar, cuántas frustraciones nos ahorraríamos si tan solo hiciéramos de la consulta a Dios el primer reflejo, y no el último recurso?


La Resistencia Humana y la Firmeza Divina

El drama continúa en 1 Samuel 23:4. Dios, en Su infinita fidelidad, responde a David con una claridad inconfundible: "Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila." ¡Qué bendición es escuchar la voz de Dios! Sin embargo, lo que sucede a continuación es tristemente común y profundamente revelador de la naturaleza humana. Cuando David comparte la voluntad de Dios con su ejército, ellos se rehúsan a obedecer por miedo. Imaginen la escena: la orden divina es clara, la victoria está prometida, pero el temor humano se interpone, la incredulidad se filtra en los corazones.

Ante esta inesperada resistencia, ¿qué hace David? Tal vez contagiado por el temor de sus hombres, o simplemente buscando una confirmación inquebrantable ante la objeción, David consulta de nuevo a Dios. Y la respuesta divina es poderosa en su simplicidad: solo recibe la orden que ya se le había dado. Dios no cambia de opinión, no suaviza Su mandato ante la vacilación o el miedo humano. Su voluntad es firme y Su palabra inmutable.

Aquí, mis hermanos, hay lecciones vitales que debemos grabar en lo más profundo de nuestro ser:

Primero, siempre existirán personas que no deseen obedecer lo que Dios les manda. No importa cuán clara sea la dirección divina, cuán evidente sea la voluntad de Dios, siempre habrá corazones que, por diversas razones, se resistan. No permitas que la desobediencia de otros te desvíe de tu propio camino de fe. Tu llamado es personal, tu obediencia es individual.

Segundo, una de las razones más potentes para desobedecer al Señor en Su voluntad es el miedo. Tememos que Él no tenga razón, que Su camino sea demasiado difícil, que por seguirlo fracasemos o suframos pérdidas. El miedo es un enemigo implacable de la fe, una voz susurrante que busca paralizarnos y desviarnos de la senda divina. Pero la Palabra de Dios nos recuerda una y otra vez que no debemos temer, porque Él está con nosotros.

Tercero, y esto es crucial, Dios no cambiará Sus decisiones solo porque existan personas que no desean obedecer Sus mandatos. Él es inmutable, Su plan es perfecto y Su voluntad soberana. No podemos manipular a Dios con nuestra resistencia o nuestra incredulidad. Él es Dios, y Su propósito se cumplirá, con o sin nuestra cooperación. Nuestra tarea no es negociar con Dios, sino obedecer.


Humildad, Especificidad y Obra: La Actitud de un Siervo

La culminación de esta poderosa narrativa se encuentra en 1 Samuel 23:9. David y el ejército, al final, obedecen la dirección divina. Y en efecto, tal cual había sido dicho por Dios, David vence a los filisteos. ¡Qué gozo y qué confirmación es ver la fidelidad de Dios en acción! Cuando obedecemos, Él cumple Sus promesas.

Pero la prueba no termina allí. Ahora entra en escena Saúl, el rey celoso y perseguidor, quien se entera del paradero de David y decide ir a atacarlo. En este nuevo peligro, con su vida y la de sus hombres en juego, David no entra en pánico, no se apresura a tomar decisiones impulsivas. De nuevo, su primer y más sabio movimiento es consultar a Dios. Sus preguntas son específicas, revelando la agudeza de su mente y la profundidad de su dependencia: "¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo?" Luego, una vez más, "¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl?"

Esta especificidad en la oración es una lección invaluable. David no lanza una oración vaga al cielo; él articula sus temores, sus dudas, sus necesidades con una claridad cristalina. Además, es llamativa la actitud humilde de David. Él no exige respuestas; él se acerca como un siervo, diciendo: "te ruego que lo declares a tu siervo." Esta humildad no es debilidad; es la fuerza de quien reconoce su lugar ante el Todopoderoso. Y el resultado de esta consulta, como siempre, es la dirección divina, seguida por su estricta obediencia al mandato divino: “ver 13: David entonces se levantó con sus hombres”. Él no cuestiona, no se queja; simplemente obedece.

Al consultar a Dios en nuestras propias vidas, adoptemos estas actitudes de David:

Primero, sepa específicamente qué quiere saber y búsquelo dedicadamente en la Biblia. No basta con leer la Biblia al azar. Cuando enfrentamos una decisión o un problema, busquemos pasajes relevantes, oremos por discernimiento y permitamos que el Espíritu Santo nos hable a través de las Escrituras. La especificidad en la pregunta a menudo conduce a la claridad en la respuesta.

Segundo, venga con la actitud del esclavo, no con la arrogancia del sabelotodo. La humildad es la llave que abre las puertas de la sabiduría divina. Reconozcamos que no lo sabemos todo, que necesitamos la guía de nuestro Padre celestial. Un corazón contrito y humillado, Dios no lo despreciará (Salmo 51:17). La arrogancia, por el contrario, cierra el canal de la comunicación divina.

Tercero, y crucialmente, haga lo que Dios le dirige, sin reclamos, sin reserva, sin excusas. La obediencia completa y sin reservas es la máxima expresión de nuestra fe y confianza en Él. No hay medias tintas en la voluntad de Dios. Cuando Él habla, nuestra única respuesta aceptable es la obediencia pronta y gozosa. Es en la obediencia donde encontramos la verdadera paz y la plenitud de Su propósito para nuestras vidas.


La historia de David en 1 Samuel 23 es un llamado a la acción resonante para cada uno de nosotros. Nos implora: consulta a Dios siempre, antes de cada paso, antes de cada decisión, antes de cada desafío. No permitas que el miedo, ese ladrón de la fe, o la desobediencia de otros, te desvíen de tu rumbo. No te dejes contagiar por la incredulidad o la comodidad de quienes prefieren su propia voluntad a la de Dios.

Acércate a Él con humildad, con preguntas claras, con un corazón dispuesto a escuchar. Y luego, cuando Él hable, obedece Sus mandatos sin excusas, sin reservas, sin dilaciones. Es en esta dependencia total de Su guía, en esta obediencia radical, donde tu fe se fortalece. Es en este acto de rendición diaria donde descubres que Él es fiel, que Sus caminos son perfectos y que Su voluntad es siempre buena, agradable y perfecta. ¿Estás listo para hacer de la consulta a Dios el hábito más importante de tu vida?



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