Tema: Santificación interior. Título: Jesús NO solo sufrió físicamente: El dolor emocional que nadie te contó. Texto: Hebreos 4:15. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. Algunas personas creen que los dolores de cristo en el Calvario solo fueron físicos. Sin embargo, al estudiar la historia nos damos cuenta que tales dolores también fueron emocionales.
B. Veamos algunos de ellos hoy:
I. TRAICIÓN (Mateo 26: 47 – 50).
A. En esta escena se acerca Judas quien con un beso ha vendido a Jesús por 30 piezas de plata. Judas a quien Jesús le había dado su confianza, le había ofrecido su amistad, le había alimentado, amado, aconsejado ahora lo traiciona, todos los que hemos sido traicionados sabemos lo que esto duele.
B. Alguien que usted amo mucho, alguien en quien usted confió le traiciono, abuso de su confianza, quebranto la confianza ¿le ha pasado? ¿Quién lo hizo? ¿Qué paso? ¿Aún le duele? ¿Dice usted que no volverá a confiar en nadie?
II. SOLEDAD (Mateo 26: 37 – 40).
A. Vemos a Jesús contándole a sus amigos de su tristeza y angustia, les pide que oren por él, esperaba apoyo en un momento tan difícil, Jesús se aparta solo a orar, cuando regresa los encuentra durmiendo, en ese momento seguro se sintió el peso del abandono y la soledad.
Aún más, el versículo 56 nos dice que allí en el Getsemaní cuando vinieron a prenderlo todos los discípulos huyeron y lo dejaron solo.
La gente por la que haría este sacrificio, lo abandonaba, así pagaban su amor.
B. ¿Se ha sentido solo, abandonado? ¿Quién lo abandono? ¿Cómo fue ese momento? ¿Aún le duele recordarlo? ¿Por qué cree que aun duele? ¿Marco su vida?
III. BURLA E INJURIA (Mateo 26: 59 – 68).
A. Veamos estos sucesos:
1. Injuria (Ver 59 – 61): Buscaban la manera de acusarlo y como no podían buscaron falsos testigos que inventaron cosas de Jesús.
2. Burla (Ver 67 – 68): Al final del interrogatorio estos hombres golpearon a Jesús quien permanecía con los ojos vendados y en son de burla le instaban a que les profetizara quien le había golpeado.
B. ¿Le ha ocurrido a usted esto? ¿Han inventado chismes de usted denigrando su persona? Aun más ¿se han burlado de usted de algún defecto en su persona? ¿le duele, se siente despreciado, se siente menos? ¿quién se ha burlado?
IV. PROFUNDA TRISTEZA Y ANGUSTIA (Mateo 26: 37 – 38).
A. En términos prácticos, en este momento inicia el suplicio de Jesús, fíjese las expresiones que se usan:
1. Angustia en gran manera.
2. Tristeza hasta la muerte.
B. Jesús sabe lo que es la tristeza y la angustia, no solo porque es Dios sino también porque Jesucristo hombre la experimento en su propio ser.
C. ¿Se ha sentido así alguna vez? ¿Cuál ha sido la razón?
Conclusiones:
A. Jesús sabe lo que es todo esto no solo porque es Dios sino también porque los experimento en su ser y por ello nos comprende, se compadece de nosotros y quiere consolarnos.
B. la pregunta es: ¿dónde has estado buscado consuelo para todo este dolor? ¿Por qué no le permites a Jesús ser tu consuelo
VERSIÓN LARGA
Algunas personas creen que los dolores de Cristo en el Calvario solo fueron físicos. Sin embargo, al estudiar la historia, nos damos cuenta de que tales dolores también fueron emocionales. A través de las Escrituras, se revela que Jesús experimentó una profunda gama de sufrimientos que abarcan más allá de lo meramente físico, tocando los aspectos más íntimos de la experiencia humana. Hoy, exploraremos algunos de los dolores que Jesús vivió, con la esperanza de que al identificarnos con Su sufrimiento, podamos encontrar consuelo y sanación en nuestras propias luchas.
La traición es uno de los dolores más agudos que Jesús enfrentó. En Mateo 26:47-50, se narra la escena en la que Judas Iscariote se acerca a Jesús para entregarlo a las autoridades, sellando su traición con un beso. Judas, quien había sido uno de los discípulos más cercanos a Jesús, había recibido su confianza y amistad. Jesús le había alimentado, amado y aconsejado durante años. La traición de Judas es un recordatorio doloroso de la traición que muchos de nosotros hemos experimentado en nuestras propias vidas. La traición de alguien que amamos y en quien confiamos puede dejar cicatrices profundas.
¿Alguna vez ha experimentado la traición de alguien en quien confiaba? Quizás un amigo cercano, un familiar o incluso una pareja te ha decepcionado. Esa sensación de que alguien ha abusado de tu confianza puede ser devastadora. A menudo, la traición puede hacer que nos cerremos a nuevas relaciones, pensando que nunca más volveremos a confiar en nadie. Este tipo de dolor es real y puede seguir afectándonos durante años. Jesús, en Su humanidad, enfrentó la traición, y sabe lo que es sufrir por ello. Él comprende el dolor y la confusión que vienen con la traición porque lo vivió en carne propia.
La soledad es otro de los dolores que Jesús experimentó en el jardín de Getsemaní, como se relata en Mateo 26:37-40. Allí, vemos a Jesús compartiendo su tristeza y angustia con sus amigos más cercanos. Les pide que oren con Él en un momento de gran necesidad, pero cuando regresa, los encuentra durmiendo. Esta falta de apoyo y conexión en un momento crítico seguramente pesó mucho en Su corazón. En el versículo 56, se añade que todos los discípulos huyeron y lo abandonaron cuando vinieron a arrestarlo. La soledad de Jesús en ese momento es abrumadora; aquellos a quienes había amado y por quienes estaba dispuesto a sacrificarse lo dejaron solo.
¿Te has sentido alguna vez solo o abandonado? Tal vez has pasado por un momento en tu vida en el que esperabas apoyo, pero quienes creías que estarían allí no aparecieron. Esa sensación de abandono puede dejar una herida profunda. Recuerda que Jesús también experimentó esta soledad, y Él comprende tu dolor. La angustia de sentirse solo puede ser abrumadora, pero podemos encontrar consuelo en el hecho de que Jesús está con nosotros en esos momentos oscuros.
La burla y la injuria son otros aspectos del sufrimiento de Cristo que se destacan en Mateo 26:59-68. En este pasaje, los líderes religiosos buscan testimonios falsos para acusar a Jesús. La injusticia de la situación es palpable, y no solo se enfrenta a la acusación, sino también a la burla. Los hombres que lo interrogaban lo golpeaban y le decían que profetizara quién lo había golpeado, burlándose de Él. Esta humillación y desprecio son dolorosos y, sin duda, Jesús sintió el peso de estas injurias.
¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que alguien ha hablado mal de ti o ha inventado rumores sobre tu vida? La burla puede ser devastadora, especialmente cuando proviene de personas que deberían ser de confianza. La sensación de desprecio y ser menospreciado puede dejar una marca duradera. Jesús entiende este dolor; Él ha estado en tu lugar y sabe lo que es ser objeto de burlas e injusticias.
La profunda tristeza y angustia que experimentó Jesús se describe en Mateo 26:37-38, donde se menciona que estaba "angustiado en gran manera" y "triste hasta la muerte". Este momento marca el inicio del suplicio de Jesús, un tiempo en el que se enfrenta a la realidad de Su sacrificio. No solo es Dios, sino que también es plenamente humano, y conoce la tristeza y la angustia en su forma más cruda.
¿Te has sentido alguna vez así? Tal vez has enfrentado una pérdida devastadora o un momento de desesperación que te ha llevado a experimentar una tristeza profunda. Puede ser abrumador, pero en medio de esa tristeza, hay esperanza. Jesús ha estado allí; Él entiende lo que es sentir que el peso del mundo está sobre tus hombros. Él conoce la angustia de la vida y puede ofrecerte consuelo en tus momentos de mayor dolor.
En conclusión, es fundamental recordar que Jesús no solo sufrió en la cruz de forma física, sino que también llevó sobre Él nuestros dolores emocionales. Él experimentó la traición, la soledad, la burla y la profunda tristeza, y lo hizo para poder identificarse plenamente con nuestra humanidad. Hebreos 4:15 nos recuerda que tenemos un Sumo Sacerdote que puede compadecerse de nuestras debilidades porque fue tentado en todo, pero sin pecado.
Esta comprensión nos ofrece un consuelo inmenso. Jesús sabe lo que es el dolor y la angustia, no solo porque es Dios, sino porque los experimentó en Su propia vida. Por lo tanto, podemos acercarnos a Él con confianza, sabiendo que Él nos comprende y se compadece de nosotros en nuestros momentos de necesidad.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿dónde hemos estado buscando consuelo para nuestro dolor? A menudo, intentamos llenar nuestros vacíos con cosas temporales o buscamos la aprobación de los demás. Sin embargo, Jesús está disponible para ser nuestro consuelo. Te animo a que le permitas a Jesús entrar en tu dolor, a que compartas con Él tus traumas y tristezas. Él quiere que encuentres en Él la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Tus dolores son también Sus dolores. Él no se aleja de tu sufrimiento, sino que se acerca, dispuesto a consolarte y a ofrecerte la sanidad que necesitas. Al momento de enfrentarte a tus propios dolores, recuerda que no estás solo. Jesús está contigo, dispuesto a llevar tu carga y a ofrecerte su amor y compasión. Permítele ser tu refugio y tu fortaleza, y encontrarás la paz que tanto anhelas. En medio de cualquier dificultad, Jesús sigue siendo la respuesta, el consuelo y la esperanza en la que podemos apoyarnos.
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