Tema: Levítico
Título: Principios de administración en Levítico
Texto: Levítico 25
Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz
Introducción:
A. Repaso:
1. Dios es el dueño de todo.
2. El perdón en la economía.
3. Hacer tesoros con honestidad.
I. LA PRÁCTICA DE LA COMPASION.
A. En el texto hay tres pasajes que nos hablan de la práctica de la compasión en la economía de Dios.
1. Sobre el rescatador (Ver 25 – 28): Si un israelita no podía recuperar su heredad por haber quedado en la miseria, un pariente suyo podía comprarla (el rescatador) por el para luego entregársela. Si podía recuperarla por sí mismo el precio de compra seria el número de cosechas que faltara hasta el año del jubileo.
2. Sobre el israelita que empobrece (Ver 35 – 37): Cuando un Israelita empobrecía los demás deberían ayudarlo no cobrando intereses por los préstamos que se le hiciera y no aprovechándose de él.
3. Sobre la esclavitud (Ver 39 – 41): cuando un israelita debido a la pobreza se vendiera como esclavo, su compatriota no debería tratarlo mal sino más bien como un jornalero y trabajador (exclusivo de Israel), solo podría ser esclavo hasta el año del jubileo donde debía ser liberado y podría volver a cultivar su propia tierra junto con su familia.
B. ¿Aprueba Dios la esclavitud?
Leemos en el versículo 44 – 45 que los israelitas si podían comprar como esclavos a extranjeros y esto nos hace pensar que Dios aprueba la esclavitud. Es necesario entender que este tipo de esclavitud no es la misma esclavitud que conocemos hoy en día (esclavitud racial). Recuerde que los esclavos en Israel no eran tratados como animales sino como seres humanos, diferente por ejemplo de la esclavitud que vivieron los israelitas en Egipto. Ellos descansaba el sábado al igual que todos, ellos eran considerados parte de la familia, entre otras cosas.
C. En este texto encontramos varios principios para ser practicados por nosotros en nuestra economía, cosas como:
1. Ayudar a quienes están en necesidad.
2. Evitar los préstamos con intereses.
3. No aprovecharnos de quien está en necesidad.
Estas son cosas que hacen parte de la buena mayordomía de nuestros bienes (Gal 6.10).
II. LA GENEROSIDAD CON LOS QUE SIRVEN (Ver 32 – 34)
A. Como sabemos los levitas eran ministros en el tabernáculo y después en el templo, ellos tenían dentro de la economía de Dios un régimen especial:
1. Cuando un israelita vendía una casa (no un terreno de tierra) dentro de la muralla de la ciudad solo tenía un año para rescatarla, después de ese tiempo perdía su propiedad, distinto de quienes vendían casas o terreno fuera de la muralla estos si podían ser recatados en el año del Jubileo.
Con los levitas sería distinto ellos si podían rescatar o comprar de nuevo las casas construidas dentro de las ciudades amuralladas en cualquier momento o rescatarlas en el año del Jubileo.
En cuanto a los terrenos fuera de la ciudad jamás podían ser vendidos.
B. Dentro de la economía de Dios se contempla también su obra: los creyentes deben ayudar a la obra de Dios, los creyentes deben pensar en los ministros de la obra de Dios (Gálatas 6:6; 1 Corintios 9: 9 – 14; 1 Tim 5: 17 – 18)
III. CONFIANZA EN DIOS (Ver 20 -21)
A. Obedecer el año sabático y el año jubilar planteaba un problema para el israelita, en el caso del año sabático estaría sin cultivar la tierra ese año y aun debería esperar que al próximo año la tierra le diera de nuevo cosecha. Para el año del jubileo la cuestión era aún más estricta ya que el año anterior al año del jubileo había sido sabático, entonces no cultivaría el año sabático, el año del jubileo y esperar a que el año siguiente a estos la tierra le diera sus frutos.
Esto planteaba un reto de fe para el pueblo de Israel, ellos debían confiar en que Dios les sostendría durante todo ese tiempo. Guardar el mandato era señal de fe, no guardar el mandato seria señal de desconfianza en Dios.
Tal vez por esta desconfianza y la misma avaricia es que encontramos en la historia de Israel muy pocas ocasiones donde el año sabático se cumplió, aun peor no encontramos en la historia de Israel ni una sola vez el cumplimiento del año del jubileo.
B. Muchas veces para nosotros obedecer las normas de Dios para la economía representan un reto de fe: cuando vamos a diezmar, cuando nos ofrecen un trabajo deshonesto o que implica dejar nuestra fidelidad a Dios, cuando nos sentimos impulsados a perdonar una deuda. Aun así el camino es confiar y obedecer.
IV. LA PROMESA DE DIOS (Ver 18 -19).
A. Por último, tenemos una hermosa promesa para el israelita que obedeciera los mandatos de Dios acerca de su economía, esta decía que:
1. Tranquilidad.
2. Fructificación
3. Satisfacción.
B. Quienes obedecen los mandatos divinos sobre la economía de Dios tiene promesas de Dios en las cuales confiar (2 cor 9:6)
Conclusiones:
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