Tema: Navidad. Título: La anunciación de Jesús. Texto: Lucas 1: 31 -35. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz
Introducción:
A. Aunque yo personalmente no celebro la Navidad a la manera del mundo, sí la celebro: me reúno con mi familia, doy regalos, participo del banquete, etc. Lo que no hago es participar del espíritu consumista de la época, ni de la mundanalidad y carnalidad que caracterizan este tiempo. Tampoco participo de los adornos navideños, y mucho menos me dejo llevar por la nostalgia de la época.
B. Creo que la mejor manera de celebrar esta fiesta es exaltando a Cristo. Por ello, medito en Su persona, en Su obra y trato de llevar a la congregación a que haga lo mismo. Por esta razón, trataremos este tema, comenzando con la anunciación de Su nacimiento y, específicamente, fijándonos en lo que el ángel Gabriel le dijo a María sobre el niño. Él le dijo:
I. Y llamarás Su nombre Jesús (v. 31).
A. Se le dijo a María cómo debía llamar al niño: Jesús. "Jesús" es una palabra griega; su equivalente en hebreo es Josué y significa "Jehová salva". De esta manera, se nos da a conocer cuál era la misión fundamental de Jesús al encarnarse: traer salvación de la condenación eterna a todos los hombres.
B. Lo que Gabriel le dice a María es el cumplimiento de la predicción hecha en Isaías 7:14.
II. Este será grande (v. 32).
A. La palabra griega es "megas"; esta expresión también puede traducirse como *importante, notable y sorprendente. Aquí se le dice a María que su hijo, por Su persona, Su carácter y Su misión, sería todas estas cosas juntas.
B. Este debe ser un pensamiento importante y sobresaliente para nosotros en esta época, algo que no debemos perder de vista: la grandeza, la importancia y lo sorprendente que es Jesús por lo que Él era, hizo y dijo. Un buen pensamiento para este tiempo es meditar en que Jesús, con Su encarnación, hizo la real diferencia en la historia de este mundo. Solo piense en un mundo donde Dios no hubiera intervenido a través de Jesús.
III. Y será llamado Hijo del Altísimo (vv. 32 y 35).
A. Al leer el versículo 35, nos damos cuenta de que Él sería llamado Hijo de Dios o del Altísimo por el mismo milagro de la concepción virginal. Recordemos que en la concepción virginal de Jesús no intervino varón alguno, sino que las cosas sucedieron tal como lo dice este versículo: la sombra proyectada por la manifestación del Espíritu Santo en una nube (una de las maneras en que vemos a Dios manifestarse en la Biblia; Mateo 17:5 y Éxodo 40:34, 38 son ejemplos de ello) le cubriría, y en ese momento ella quedaría encinta.
La intervención tanto divina como humana en la concepción de Jesús es lo que produce que Él sea un Dios-Hombre, uno que es completamente Dios y completamente hombre a la vez.
B. Otro importante pensamiento en el cual meditar en este tiempo es en el milagro de la concepción virginal y en el misterio de Dios haciéndose hombre, coexistiendo en Él tanto la naturaleza humana como la divina.
IV. Le dará el trono de David, Su padre (vv. 32 y 33).
A. En esta expresión, se anuncia en Jesús el cumplimiento de las profecías davídicas. Para comprender estas palabras, nos remitimos a 2 Samuel 7:12-14, y de allí entendemos que el Mesías debía ser de la descendencia del rey David, pues a este se le prometía un reinado eterno a través de sus hijos. En Jesús se cumple esa profecía, siendo Él el descendiente de David ("Hijo de David" es el título más usado para Jesús en los evangelios) y con la capacidad de reinar por la eternidad, dada Su condición divina.
B. Dios cumple Sus promesas. Así lo hizo con David, dándole un descendiente en quien se cumplían las profecías, y así lo hace con cada coma y tilde de Su Palabra.
V. El Santo Ser (v. 35).
A. Jesús sería Santo. La santidad de Jesús apunta a dos direcciones:
1. Jesús era impecable. Esto quiere decir que Él nunca conoció el pecado por experiencia (2 Corintios 5:21; Hebreos 7:26; 1 Pedro 2:22-24; 1 Juan 3:5).
2. Jesús era "de otra clase". Infinitamente distinto de cualquier otra cosa.
Conclusiones:
La anunciación de Jesús es un recordatorio profundo de su rol como Salvador y la importancia de su encarnación. En un mundo que tiende a enfocarse en el consumismo, es esencial que los creyentes mediten en la grandeza de Cristo, su naturaleza divina y humana, y el cumplimiento de las promesas de Dios. Celebrar Navidad debe ser una oportunidad para reflexionar sobre la obra de Jesús y su impacto en la historia, recordando que su llegada trajo esperanza y redención a la humanidad.
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