VÍDEO
BOSQUEJO
Tema: Jueces. Título: Características de un falso ministro de Dios. Texto: Jueces 18. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. Ya hemos estado hablando
un poco sobre el levita, el personaje del capítulo 17, este capítulo nos amplia
un poco más la vida de este personaje, incluso nos revela su probable nombre:
Jonatán (Ver 29), encontraremos en el las características de un falso ministro
de Dios.
B. El falso ministro:
I. SE ALQUILA (Ver 4).
A. El versículo 4 según la
RV nos dice que el Levita dijo: “me ha tomado” la palabra hebrea allí para
TOMADO más exactamente quiere decir “alquilar a sueldo” o “contratar”, se puede
traducir como “jornalero”
B. Una vez más confirmamos lo que ya
habíamos dicho en el capítulo 17 y es que el Levita se queda en la casa de
Micaia a servirle de sacerdote por dinero, él era un asalariado.
C. La principal motivación de un ministro
de Dios no debe ser el dinero esto debe ser claro en cada aspecto de su vida,
en su predicación, en su ministerio, en su vida personal etc. Esto no quiere
decir que no tenga derecho a recibir una remuneración económica por lo que
hace, ya que, debe subsistir de alguna manera. Por ejemplo:
“y para servirlos y ayudarlos, recibí dinero de otras iglesias. Cuando
estuve entre ustedes y necesité algo, nunca les pedí que me ayudaran. Los
miembros de la iglesia en la región de Macedonia llegaron y me dieron lo que
necesitaba. Traté de que ustedes no tuvieran que molestarse por mí, y así lo
seguiré haciendo”.
2 Cor 11: 8
– 9 (TLA).
Los falsos
ministros están motivados por el dinero (2 pedro 2: 3 – 5).
II.
PROFETIZA MENTIRAS (Ver 5 – 6).
A. El levita
tenía entre sus fetiches un Efod y los terafines estos implementos se usaban
para según ellos “consultar la voluntad de Dios”, los Danitas le piden que
consulte sobre el éxito de su viaje, el levita les responde que al consultar
Dios le ha dicho que les ira bien. Veamos si esta profecía podía ser cierta:
1. El Efod,
el único, era usado por el Sumo sacerdote consultar la voluntad de Dios. Note,
el Sumo sacerdote, el levita solo estaba destinado a ser el ayudante de los
sacerdotes, por tanto ni tenía la posición, ni tenía el artefacto real.
Los serafines
eran usados por los paganos para la adivinación. Entonces o el levita engañaba
con habilidad a todos o el levita recibía revelaciones demoniacas.
2. Este
viaje a conquistar nuevas tierras no podía ser la voluntad de Dios, ya que, a
los Danitas ya se les había asignado tierra en Israel, por tanto, lo que hacían
no era la voluntad de Dios. Veamos Josué 18:6; 19:40 – 48, allí nos damos
cuenta que delante de Dios se repartió el territorio a siete tribus faltantes
con la bendición de Dios, esta era la voluntad de Dios, entre ellas Dan, también
se nos dice que después de esta repartición los de Dan no repartieron bien o no
estaban felices, no sabemos que ocurrió, fueron al norte, lejos de la ubicación
que Dios les había dado a buscar más territorio, eso que describe el versículo
47 – 48 es lo que se nos relata el texto que estudiamos (¿prueba de que la
historia sucede al comienzo y no al final de los jueces?). En conclusión, este
viaje no era la voluntad de Dios pero el Levita les dijo que sí.
B. El falso ministro profetiza mentiras,
tuerce la verdad de Dios por ignorancia o por conveniencia, le toca porque esta
es la manera de mantener su alquiler, diciendo cosas que agraden a la gente
(Ver 2 Cor 11: 3 – 4; 13 – 15).
III. TIENE AMBICIONES (Ver 19 - 20).
A. En este a parte de la historia los
Danitas han robado el Efod y las imágenes de Micaia, cuando el levita los confronta
por el hecho, ellos le hacen una propuesta “muy buena”, le dicen: - “Se nuestro
sacerdote”, argumentan que es mucho mejor ser sacerdote de un tribu (aunque en
realidad no era toda la tribu) que de un solo hombre, el levita sin pensarlo
mucho tomo los fetiches y se fue con ellos.
B. ¿Dónde queda en esta
historia los valores de la fidelidad, la lealtad y el amor? Recordemos que
Micaias había hospedado a los Danitas, pero sobre todo recordemos que el levita
y Micaia tenía una relación como Padre e hijo la cual fue desechada por un
“ministerio mejor y más amplio”.
C. El falso ministro tiene
ambiciones, las ambiciones son buenas, el punto son las motivaciones de las
ambiciones. El falso ministro ambiciona un ministerio amplio no para la gloria
de Dios sino para orgullo y seguridad. Para un falso ministro esto es vital y
para conseguirlo estará dispuesto a deponer los valores cristianos.
Conclusiones:
Este análisis nos alerta sobre las características de un falso ministro: la búsqueda de lucro, la manipulación de la verdad y la ambición desmedida. Es fundamental que los creyentes disciernan y no se dejen engañar por aquellos que priorizan sus intereses sobre la verdadera voluntad de Dios, manteniéndose firmes en la fe y los principios cristianos.
VERSIÓN LARGA
La historia del levita en el libro de Jueces, especialmente en el capítulo 18, es un relato que nos ofrece una visión profunda sobre la naturaleza de los falsos ministros de Dios. Este capítulo no solo amplía nuestra comprensión sobre el personaje del levita, que se revela como Jonatán, sino que también nos permite identificar características distintivas que pueden servir como advertencias para los creyentes en su búsqueda de líderes auténticos y comprometidos con la voluntad divina. Al estudiar este pasaje, podemos extraer lecciones valiosas sobre cómo discernir la verdadera vocación de aquellos que se presentan como ministros de Dios.
Desde el inicio del capítulo, se establece el contexto de un Israel en crisis, donde la falta de liderazgo y la confusión moral reinaban en la sociedad. En este entorno, Jonatán, el levita, se convierte en un personaje emblemático que ilustra las consecuencias de un ministerio desviado de su propósito original. La primera característica que se destaca en Jonatán es su disposición a “alquilarse” a sí mismo. En Jueces 18:4, el levita menciona que "me ha tomado", y el significado hebreo de esta expresión sugiere que se refiere a ser "alquilado" o "contratado". Este detalle no es trivial, ya que revela la motivación detrás de su servicio en la casa de Micaía: una búsqueda de remuneración económica, en lugar de un llamado divino genuino.
Aquí es donde surge una pregunta crítica: ¿Qué motiva a un ministro de Dios? La respuesta debe estar arraigada en el deseo de servir, no en la búsqueda de lucro. Aunque es válido que un ministro reciba apoyo económico por su labor, como se menciona en 2 Corintios 11:8-9, la motivación detrás de su ministerio debe ser siempre la gloria de Dios y el bienestar de la congregación, no el interés personal. La historia de Jonatán nos recuerda que cuando un líder pone el dinero por encima de su llamado, corre el riesgo de convertirse en un falso ministro. Este tipo de ministerio, motivado por la búsqueda de ganancias materiales, es una de las señales más evidentes de falsedad.
A lo largo de la historia de la iglesia, hemos visto ejemplos de líderes que han caído en esta trampa, utilizando su posición para enriquecerse y descuidando su responsabilidad espiritual. Esto no solo es un pecado contra Dios, sino que también causa un daño irreparable a la fe de aquellos que los siguen. Por lo tanto, es crucial que los creyentes permanezcan vigilantes y discernan si sus líderes están comprometidos con la verdad o simplemente buscan su propio beneficio.
La segunda característica que se manifiesta en la vida de Jonatán es su tendencia a profetizar mentiras. En los versículos 5 y 6, los danitas le piden que consulte a Dios sobre su viaje, y Jonatán, con la ayuda del efod y los terafines, les responde que les irá bien. Aquí se presenta un escenario inquietante. Primero, el efod era un instrumento que pertenecía al sumo sacerdote, y Jonatán, al ser un levita, no tenía la autoridad para utilizarlo de esta manera. Esto sugiere que su acto de "consultar a Dios" era no solo inapropiado, sino que también implicaba una clara falta de respeto hacia la verdadera adoración.
Además, la respuesta que da Jonatán no podía ser considerada la voluntad de Dios, porque los danitas estaban desobedeciendo al mandato divino al buscar tierras que ya les habían sido asignadas. En Josué 18:6 y 19:40-48, se nos recuerda que a los danitas se les había dado una porción de tierra, y su viaje para conquistar nuevas tierras no era sino una manifestación de descontento y desobediencia hacia Dios. Jonatán, al proclamar que les iría bien, no solo estaba engañando a los danitas, sino que también estaba distorsionando la verdad de Dios para mantener su “empleo” y satisfacer sus propias ambiciones.
Este tipo de manipulación de la verdad es una característica común entre los falsos ministros. En lugar de hablar la verdad de Dios, que a menudo puede ser desafiante y confrontativa, ellos optan por decir lo que la gente quiere oír. Tal comportamiento puede ser motivado por el deseo de mantener su posición, atraer seguidores o simplemente evitar conflictos. Sin embargo, al hacerlo, comprometen la integridad de la Palabra de Dios y llevan a otros a la confusión espiritual. La Biblia advierte sobre este comportamiento en 2 Corintios 11:3-4, donde se menciona que algunos predicadores distorsionan el mensaje de Cristo para atraer a sus seguidores.
La capacidad de un líder espiritual para hablar la verdad, incluso cuando es difícil, es un indicador clave de su autenticidad. Los líderes verdaderos no tienen miedo de confrontar el pecado y de guiar a su congregación hacia la reconciliación con Dios. En contraste, los falsos ministros que profetizan mentiras a menudo se centran en agradar a la multitud, lo que puede llevar a la iglesia a una situación de estancamiento espiritual y desobediencia.
La ambición desmedida es la tercera característica que se destaca en la figura de Jonatán. En los versículos 19-20, los danitas le ofrecen ser su sacerdote, argumentando que sería mejor servir a una tribu en lugar de a un solo hombre. Jonatán, en lugar de considerar su lealtad hacia Micaía, acepta la propuesta sin dudar. Este cambio de lealtad plantea una pregunta fundamental: ¿dónde quedan los valores de fidelidad y lealtad en este contexto?
La relación entre Jonatán y Micaía había sido significativa; Micaía le había proporcionado un lugar para vivir y un ministerio. Sin embargo, Jonatán demuestra que está dispuesto a sacrificar esta relación por una oportunidad que percibe como más prestigiosa. Este tipo de comportamiento es característico de un falso ministro, que prioriza su propio interés sobre el bienestar de los demás. La ambición en sí misma no es un pecado; sin embargo, las motivaciones detrás de ella son lo que la convierte en una trampa peligrosa. La búsqueda de un ministerio más amplio o más reconocido por motivos de orgullo o seguridad puede llevar a un líder a comprometer sus valores y su integridad.
Este tipo de ambición puede ser especialmente dañina en el contexto de la iglesia, donde los líderes son llamados a ser ejemplos de humildad y servicio. Cuando un ministro busca avanzar en su carrera a expensas de las relaciones y los principios cristianos, está traicionando su llamado. La verdadera grandeza en el ministerio se encuentra en la disposición a servir a los demás, no en la búsqueda de poder o reconocimiento.
En resumen, el relato de Jonatán en Jueces 18 nos proporciona una serie de advertencias sobre las características de un falso ministro. La búsqueda de lucro, la manipulación de la verdad y la ambición desmedida son señales de que un líder puede estar desviado de su propósito divino. Los creyentes deben estar alerta y discernir estas características en sus líderes espirituales, asegurándose de que están siguiendo a aquellos que realmente reflejan la voluntad de Dios.
Para aquellos que están en el ministerio, esta historia también sirve como un llamado a la autoevaluación. Es fundamental que cada líder examine sus propias motivaciones y se pregunte si está sirviendo a Dios con sinceridad o si ha caído en la trampa de buscar su propio interés. La autenticidad en el ministerio no solo es crucial para el bienestar de la iglesia, sino que también es fundamental para el crecimiento espiritual del líder mismo.
La historia de Jonatán es un recordatorio de que el ministerio no debe ser visto como un medio para obtener riqueza o reconocimiento. En su lugar, los ministros deben entender que han sido llamados a servir y a guiar a otros hacia la verdad de Dios. Este llamado implica sacrificio, dedicación y un compromiso inquebrantable con los principios de la fe.
En el contexto actual de la iglesia, es más importante que nunca que los creyentes sean críticos y discernientes respecto a quienes eligen como líderes espirituales. En un mundo donde las voces de los falsos profetas pueden ser ruidosas y persuasivas, es fundamental que se mantengan firmes en la verdad de la Palabra de Dios. La oración y el estudio de la Biblia son herramientas esenciales para fortalecer la fe individual y colectiva, y para protegerse de aquellos que podrían desviarnos del camino correcto.
La comunidad de fe debe elevar a aquellos líderes que demuestran un compromiso genuino con el servicio y la verdad, y debe estar dispuesta a confrontar a aquellos que se desvían de este camino. Al hacerlo, no solo se protege la integridad de la iglesia, sino que también se promueve un ambiente de crecimiento espiritual y unidad.
En conclusión, el relato del levita Jonatán en Jueces 18 nos brinda una profunda reflexión sobre las características de un falso ministro. Su disposición a alquilarse, su tendencia a profetizar mentiras y su ambición desmedida son signos de advertencia que los creyentes deben considerar con seriedad. Al permanecer vigilantes y discernir las verdaderas motivaciones de sus líderes, los cristianos pueden protegerse a sí mismos y a su comunidad de la manipulación y el engaño.
Es fundamental que todos los creyentes, ya sea dentro del ministerio o como miembros de la congregación, busquen la autenticidad y la verdad en su relación con Dios. Al hacer esto, no solo se protegen de los falsos ministros, sino que también fortalecen su propia fe y el testimonio de Cristo en el mundo. La iglesia necesita líderes que sean verdaderos siervos de Dios, comprometidos con la verdad y con el bienestar espiritual de aquellos a quienes sirven. Al evaluar nuestras propias vidas y ministerios, podemos asegurarnos de que estamos actuando con integridad y fidelidad a la misión que Dios nos ha encomendado.
Así, podremos enfrentar los desafíos que se nos presenten y seguir adelante en la obra del Señor, con la certeza de que estamos en el camino correcto. La historia de Jonatán es una advertencia, pero también es una oportunidad para que todos reflexionemos sobre nuestra lealtad a Dios y nuestra disposición a vivir de acuerdo con los principios que Él nos ha dado. Al final del día, el verdadero éxito en el ministerio no se mide por el número de seguidores o por el reconocimiento, sino por la fidelidad a la verdad, el amor al prójimo y el deseo de glorificar a Dios en todas nuestras acciones.
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