VÍDEO
BOSQUEJO
Tema: Josué. Título: Cuando toda una coalición se une contra ti: 4 claves para vencer Texto: Josué 11. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. Una coalición de reyes aún más grande que la del capítulo anterior se une contra Israel. Encabezados por el rey Jabin de Hazor, Jobab rey de Madón, el rey de Simrón, el rey de Acsaf, los reyes de la región montañosa del norte, los del valle del Jordán que está al sur del Lago de Galilea, a los de la llanura, los de la zona de Dor, los cananeos de ambos lados del Jordán, a los amorreos, a los hititas, a los ferezeos, a los jebuseos de las montañas, y a los heveos.
Dice la Biblia que un ejército “como la arena del mar”, armados de Caballos y carros de combate.
B. Sucede en nuestra vida algo similar a veces, pareciera que todo se nos junta, un gran ejército se une para derrotarnos ¿Qué hacer en esos casos? En el texto encontramos pistas de ello.
I. OLVÍDESE DEL MIEDO (Ver 6).
A. Para mi es indudable que Josué y el Pueblo sintió miedo al ver este gran ejército, ello justificaría estas palabras de Dios, si no hubieran temido, no hubieran sido necesarias.
B. Es que el miedo es un sentimiento muy humano, un sentimiento normal y por ello un sentimiento a combatir y la verdad es que para hacerlo lo único que tenemos es la confianza que puede infundirnos la Palabra de Dios sus promesas.
C. Mas abajo en el texto hallamos una ilustración de esto (Ver 21), este texto nos habla de los Anaceos, es decir de los gigantes, mencionados estos en Num 13: 32 – 33, vemos allí como ellos en el nombre del Señor fueron y enfrentaron a lo que temían.
II. SEA PRO-ACTIVO (Ver 7).
A. La prueba de que vencieron su miedo y confiaron en la palabra de Dios está en este versículo, ellos tomaron acción, no esperaron que el enemigo viniera contra ellos, fueron ellos contra él, de repente.
B. Cuando “todo se nos junta” tendemos a la inactividad, al desánimo, a “dejarnos estar”. La fe debe hacer que nos movamos, debe hacer que avancemos, que sigamos adelante, si creemos en Dios y le creemos esa debe ser nuestra actitud.
III. NO CONFIÉ EN NADA MAS (Ver 9).
A. Dios ordena a Josué desjarretar los caballos y quemar los carros. ¿Por qué? Antes de responder es mejor definir que es desjarretar, desjarretar es cortar las piernas de los animales por la parte de atrás de la rodilla, esto parece cruel para nosotros pero tenía un propósito superior y es que existía la tentación de que los israelitas tomaran estos caballos y estos carros para su ejército y terminaran confiando más en esto que en Dios.
B. De la misma manera, a veces Dios nos deja sin lo que más confiamos para enseñarnos a confiar en Dios, de la misma manera, es importante que no pongamos nuestra confianza en personas, estrategias (trampas) o cosas por encima de Dios.
IV. SIGA PERSEVERANDO (Ver 18).
A. Para los israelitas hubieron batallas de pocos días (Ver 10: 31 – 32; 34 – 35) pero las batallas con las ciudades mencionadas en los versículos 16 – 17 perduro por al menos 7 años.
Este dato puede deducirse de lo siguiente: Caleb tenía 85 al final de la conquista (ver 14:10) y 78 cuando empezó (cf. 14:7 y Deut. 2:14).
B. Sino tener miedo es importante, no hay manera de expresar la importancia de no desfallecer en las batallas largas.
Conclusión:
La historia de Josué nos enseña que en las adversidades debemos confiar en Dios, actuar con fe y perseverar. No debemos temer los obstáculos ni confiar en cosas pasajeras, sino en el poder divino. La confianza, la acción y la perseverancia son clave para vencer las batallas de la vida y alcanzar las promesas de Dios.
VERSION LARGA
La historia de Josué es un poderoso testimonio de fe, valentía y perseverancia en medio de adversidades abrumadoras. En el capítulo 11 del libro que lleva su nombre, encontramos un relato que resuena en nuestras propias vidas, especialmente en esos momentos donde parece que todo se vuelve en nuestra contra. La coalición de reyes que se une contra Israel es un reflejo de las luchas que enfrentamos, cuando las circunstancias parecen formar un ejército implacable, listo para derrotarnos.
Imagínate en la piel de Josué. Después de la victoria monumental en Jericó y el triunfo en Hai, su confianza podría haber sido alta. Pero de repente, se enfrenta a un desafío aún más grande: un ejército "como la arena del mar" se ha unido, liderado por el rey Jabin de Hazor y otros reyes de la región. La magnitud de este enemigo es abrumadora. En ese momento, parece que el cielo se oscurece y las posibilidades se desvanecen. Pero, ¿qué hacer cuando nos encontramos rodeados de enemigos y enfrentamos una batalla que parece imposible de ganar?
La primera lección que se nos presenta es olvidar el miedo. En el versículo 6, Dios le dice a Josué: "No temas". Este consejo no es casual. Es evidente que el pueblo de Israel estaba sintiendo miedo; es una reacción humana natural ante lo desconocido y lo amenazante. La realidad es que el miedo puede paralizarnos, hacernos sentir impotentes y desalentados. Sin embargo, es crucial recordar que este sentimiento no tiene que definirnos. La confianza en las promesas de Dios puede infundirnos la valentía necesaria para enfrentar cualquier desafío.
La palabra de Dios es nuestra armadura contra el miedo. Cuando enfrentamos gigantes, como los anaceos mencionados más adelante en el capítulo, debemos recordar que la fe puede mover montañas. Josué, a pesar de su temor, eligió confiar en el Señor. Esta es una ilustración poderosa de cómo debemos actuar ante los obstáculos; no permitamos que el miedo nos paralice, sino que lo usemos como un trampolín para saltar hacia adelante, impulsados por la fe.
La segunda lección que emerge de este relato es ser proactivos. En el versículo 7, vemos que Josué y los israelitas no esperaron a que el enemigo viniera a ellos. En cambio, tomaron la iniciativa y fueron hacia el enemigo. Este acto de valentía refleja una fe activa; no es suficiente con creer que Dios está con nosotros; debemos actuar en consecuencia. Cuando todo parece estar en nuestra contra, es fácil caer en la inactividad, en el desánimo, en el "dejarse estar". Pero la fe genuina nos mueve a la acción.
La historia nos enseña que cuando "todo se nos junta", debemos levantarnos y avanzar. A veces, la mayor batalla que enfrentamos es simplemente levantarnos y seguir adelante. La fe debe ser el motor que nos impulsa a actuar, a seguir luchando, a no rendirnos ante las circunstancias adversas. La inacción solo alimenta el miedo; por lo tanto, es fundamental que, en esos momentos de crisis, tomemos la decisión de avanzar, de enfrentar nuestros gigantes, y de recordar que somos más que vencedores.
La tercera lección es no confiar en nada más que en Dios. En el versículo 9, Dios ordena a Josué que desjarrete los caballos y queme los carros. Esto puede parecer un acto de destrucción sin sentido, pero en realidad tiene un propósito profundo. Desjarretar significa cortar las piernas de los caballos, privando así a los israelitas de una posible dependencia de estos recursos militares. Dios sabía que había una tentación inherente a confiar más en los caballos y carros de combate que en Él mismo.
Esta verdad se aplica a nuestras vidas de manera igualmente poderosa. A menudo, nos aferramos a lo que creemos que nos dará seguridad: nuestras habilidades, nuestras conexiones, nuestro conocimiento. Sin embargo, Dios a veces nos deja sin lo que más confiamos para enseñarnos a depender completamente de Él. La verdadera fuerza no reside en nuestros recursos humanos, sino en el poder divino que nos sustenta. Debemos recordar que, aunque los medios pueden ser útiles, nuestra confianza debe estar firmemente arraigada en el Señor.
Finalmente, la perseverancia es clave. El versículo 18 nos recuerda que las batallas no siempre son rápidas. Algunas pueden durar años. En el caso de los israelitas, algunos enfrentaron combates que se extendieron por al menos siete años. La paciencia y la perseverancia son virtudes esenciales en la vida cristiana. No podemos permitir que la desilusión o el cansancio nos desvíen del propósito que Dios tiene para nosotros. Las victorias no siempre llegan de inmediato, y a veces, el camino hacia la conquista es largo y tortuoso.
La historia de Josué nos enseña que, en las adversidades, debemos confiar en Dios, actuar con fe y perseverar. No debemos temer los obstáculos ni confiar en cosas pasajeras, sino en el poder divino. La confianza, la acción y la perseverancia son claves para vencer las batallas de la vida y alcanzar las promesas de Dios.
Imaginemos a Josué durante esos años de lucha. Cada batalla no solo era un enfrentamiento físico, sino una prueba de fe. Las noches oscuras, llenas de incertidumbre, y los días de lucha constante pueden haberlo llevado al borde del desánimo. Sin embargo, su fe en Dios lo mantenía en pie. Cada vez que se enfrentaba a un nuevo rey o a un nuevo ejército, recordaba las promesas de Dios y cómo había sido fiel en el pasado. Esa memoria colectiva de la fidelidad divina se convierte en un escudo contra el miedo y la desesperanza.
En nuestra propia vida, cuando enfrentamos coaliciones de problemas, es vital recordar lo que Dios ha hecho por nosotros. Las victorias pasadas deben ser nuestras anclas en tiempos de tempestad. Cuando las circunstancias parecen abrumadoras, podemos mirar hacia atrás y recordar cómo Dios nos ha sostenido en el pasado. Esa reflexión nos da la fuerza para seguir adelante, incluso cuando el camino se torna incierto.
La historia de Josué también nos muestra la importancia de la comunidad. No estaba solo en su lucha; tenía un pueblo que lo apoyaba, que luchaba a su lado. En nuestras batallas, nunca debemos subestimar el poder de estar rodeados de personas que también confían en Dios. La comunidad de fe puede ser un sostén invaluable, ofreciendo ánimo y fortaleza cuando sentimos que nuestras fuerzas flaquean. Juntos, somos más fuertes, y juntos podemos enfrentar cualquier coalición que se presente en nuestro camino.
Así que, cuando la vida parezca una batalla interminable, recordemos a Josué. Recorramos su camino de fe, donde el miedo se convierte en valentía, la inacción se transforma en acción, la confianza se deposita únicamente en Dios y la perseverancia se convierte en nuestra bandera. Al final, cada una de estas lecciones nos lleva a un lugar de victoria, donde podemos ver el cumplimiento de las promesas de Dios en nuestras vidas.
Las coaliciones que enfrentamos, ya sean externas o internas, no tienen la última palabra. Confiando en Dios, moviéndonos con fe y perseverando en la lucha, podemos estar seguros de que, al igual que Josué, también llegaremos a la tierra prometida, donde todas las batallas valdrán la pena. La historia de Josué es más que un relato antiguo; es un llamado a la acción y a la fe que resuena en nuestros corazones hoy. ¡Avancemos juntos, con valentía y determinación, hacia las promesas que Dios tiene para nosotros!
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