LA FURIA DE
DIOS
Quisiera comenzar hablando de un
tema que no es muy popular en nuestros tiempos y que además causa escozor en
algunos, el atributo divino de la ira. El cristianismo y la sociedad actual
están embelesados con un Dios exportado de las religiones orientales. Un Dios
que es solo amor y paz, que de ninguna manera juzga o condena, un Dios más
parecido a Santa Claus que al Dios revelado en la Escritura, para los tales,
conceptos como la venganza de Dios, el infierno eterno, el castigo y juicio divino
son casi que detestables. Sin embargo, es pertinente decir que tal Dios es
ajeno a lo que la Biblia enseña de Dios.
Parece ser que la predicación
amañada que coquetea con el mundo, que acaricia el pecado y una especie de
vergüenza hacia un Dios así, ha hecho que el tema sea casi totalmente excluido
de los pulpitos, de los libros y de las conversaciones, rápidamente quienes
tiene la valentía de hablar de estos menesteres son acusados de ser personajes
medievales o legalistas sin amor que son condenados al ostracismo por sus
posturas demasiado radicales dirían quienes los atacan.
Hemos de saber que la Biblia desde
el Génesis hasta el Apocalipsis revela a Dios como un Dios santo que responde
con santa ira hacia el pecado y esto lejos de ser un defecto en Él del cual
debamos avergonzarnos es un atributo, una perfección divina. Ya que, un Dios
santo que se complace en el pecado y no se aíra ante el es una contradicción en
si mismo, la santidad y justicia de Dios hace necesaria su ira santa.
El tema que nos ocupara en
nuestra reflexión es el de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, este
se relaciona con el atributo de la ira, en que en ultimas esta es la que va a causar
la muerte de Cristo, en realidad de lo que es salvo el ser humano al hacerse
cristiano es de nada más y nada menos de la terrible y aterradora ira de Dios. Solo
el sacrificio de Cristo como el cordero pascual será el que aplacara y
satisfacera la ira de Dios sobre el pecador y hará posible a través de la
justificación y redención recibida como un regalo de la gracia y a través de le
fe, la salvación del hombre.
Y es que la ira de Dios es
terrible y temible, así lo muestra la Escritura, consideremos un texto como Mateo
10:28 “Y no temáis a los que matan el
cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir
el alma y el cuerpo en el infierno” (RV60). En este pasaje Bíblico, se nos
dice, entre otras cosas que se debe temer Dios quien es el ser que puede
DESTRUIR el alma y el cuerpo en el infierno. Esto, si lo pensamos con
detenimiento es en verdad aterrador, es la manifestación de la aterradora ira
del Señor que hace a Dios aterrador, gloriosamente y majestuosamente aterrador.
Alguien podrá argumentar, tratando de salvar la reputación de Yahve que en
realidad no es Él quien envía la gente al infierno sino su renuencia a creer y
esto es verdad en parte. Sin embargo, al fin de cuentas quien dispuso que
aquello fuera así fue Dios mismo, Él manifestando el atributo de su ira.
Pensémoslo, el Señor podía haber dispuesto otro castigo más amable para el
pecador, por ejemplo, la aniquilación a la manera de los testigos de Jehova,
sencillamente el no-ser. Sin embargo, decreto soberanamente que el pecador en
pago a su maldad debería sufrir indecibles tormentos eternos en el infierno. He
aquí la venganza de Yahve contra sus enemigos.
Sin embargo, esta ira no es
arbitraria, es decir, no se da porque si o al azar, esta ira lejos de ser un
capricho de Dios nos muestra su
justicia. Miqueas 7:9 dice: “Tengo que
soportar la ira del Señor porque peque contra el” (PDT), en este texto el
profeta percibe lo que es real y es que el pecado produce la ira de Dios, todo
pecador debe saberlo, la ira de Dios es injusta, si el santo enojo del Señor se
enciende sobre él es porque provoco al Señor con sus pecados y lo merece, para
confirmar esto consideremos lo que nos dice Romanos 1: 18: “ La ira de Dios se revela desde el cielo contra
toda impiedad y maldad de quienes injustamente retienen la verdad” (RVC).
La ira de Dios a veces es
derramada en esta vida sobre los pecadores, aunque cabe aclarar que en la gran
mayoría de los casos es imposible saber cuándo algún infortunio se deba ello,
aun podemos aventurarnos a decir con gran grado de certeza que siempre que la
desgracia nos visite por causa directa de nuestros pecados seguramente esta es
una manifestación del enojo del Señor, un juicio de Dios. Como ejemplo de esto
recordemos que Nabuconodosor por su orgullo fue enjuiciado con demencia hasta
comportarse como un animal (Daniel 5: 18 – 22), podemos también recordar al
pueblo de Israel en el lugar llamado Tabera (heb: incendio) por el incidente
mismo acontecido allí, donde a causa de las quejas y la murmuración contra
Yahvé su ira se manifestó en un fuego que consumió parte del campamento
Israelita
Lo que si es seguro es que en
todos los casos, en absolutamente todos, la ira de Dios será derramada sobre el
pecador en la vida futura, la vida eterna cuando reciba el pago de sus pecados,
en el lugar donde la misericordia de Dios no existe, el infierno, ya
ahondaremos en esto más adelante.
Otro aspecto de la ira de Dios es
que es acumulativa en el capítulo dos de la carta a los a los Romanos en el
versículos 5 podemos encontrar desarrollado este tema, allí se nos dice que por
causa de la dureza de corazón y la impenitencia se atesora la ira de Dios, para
el día del Juicio de Dios, al que aquí se le llama DIA DE LA IRA. En otras palabras,
cada día, cada momento, cada instante que el pecador pasa en su estado de
rebeldía y desobediencia contra Dios, es ira que se acumula sobre él. Es por lo
menos perturbador pensar que hoy hay más ira de Dios sobre el impenitente que
la que había ayer, y que mañana abra muchas más mañana que la que había hace un
año, y que dentro de diez años esta se abra multiplicado, hasta que llegue el
momento donde esta sea tanta sobre el que literalmente le aplastara.
La ira de Dios es en realidad
aterradora solo es escudriñar un poco las sagradas Escrituras sobretodo en la
predicación de los profetas para darse cuenta que este aspecto de Dios es muy
real, en los profetas encontramos versículos descriptivos en suma sobre este
atributo del Creador. Solo para citar algunos ejemplos:
“Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de
indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos… ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y
quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y
por él se hienden las peñas”. Nahum 1:2, 7 (RV60)
Solo fijémonos como describen a
Dios estos versículos: vengador…lleno de indignación…guarda enojo para sus
enemigos…su ira de derrama como fuego…se hienden las peñas ¿acaso podemos imaginar
un cuadro mas atemorizante?
“Se desahogará Mi ira, saciaré en ellos Mi furor y Me vengaré; entonces
sabrán que Yo, el Señor, he hablado en Mi celo cuando desahogue Mi furor
contra ellos. Ezequiel 5:13 (NBLH)
De nuevo, tenemos aquí una
descripción de Dios que llama a la reflexión ira contenida que se deshago, un
furor que es saciado en medio de la venganza divina.
“Yo, el Señor, digo al país de Israel: Ya llega el fin, ya llega el fin
de la tierra entera. 3 Ya llega tu fin, Israel. Voy
a descargar mi ira contra ti; voy a pedirte cuentas de tu conducta y a
castigarte por todas tus acciones detestables. 4 No
te voy a tratar con misericordia; voy a castigarte por tu conducta y a hacerte
pagar las consecuencias de tus acciones detestables. Y reconocerán ustedes que
yo soy el Señor”. Ezequiel 7: 2 – 4 (DHH).
Aquí el Dios que conocemos como
un ser compasivo dice: no te voy a tratar con misericordia, voy a castigarte,
descargare mi ira contra ti. Solo preguntémonos esto: ¿Qué cosa horrenda podrá
hacernos un ser todopoderoso que monta en ira? Podría, por ejemplo, desollarnos
vivos en medio de un indescriptible dolor, hacerlo así hasta que muramos y
luego resucitarnos para continuar haciendo esto mismo hasta que su ira fuera
satisfecha.
“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga
la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día
de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y
de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento…Y atribularé a los hombres,
y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; y la sangre de ellos será
derramada como polvo, y su carne como estiércol”. Sofonías 1: 14 – 15, 17
(RV 60).
En este versículo se nos habla
del día del Señor en este día, un día futuro la ira de Dios será consumado
sobre el mundo, este será el día de la ira de Dios. Se le describe como un día
en que los más valientes gritaran de espanto, un día de angustia, de
destrucción, de oscuridad, pero tal vez lo más llamativo de este texto es lo
que dice el versículo 17 donde dice que el juicio de Dios en aquel día será tan
severo que los cuerpos de los hombres quedaran como estiércol.
Estos para nombrar solo algunos.
Sin embargo, descripciones igual
de graficas las puede encontrar en textos como: Malaquías 2: 2 – 3; 4:1;
Jeremías 8:2, 12; 6:15, 19; 13:16; 25: 30 – 31.
Leer sobre esto es una cosa,
seguramente tener que experimentarlo es otra tan indecible, tan inimaginable,
tan aterradora que no existe manera de describir lo que es la manifestación de
esta ira. En la Escritura se nos habla sobre el infierno como una de las
máximas manifestaciones del enojo del Señor, y digo una, porque estoy
convencido que el peor juicio de la Biblia no fueron las plagas, no fue la
tierra abriéndose y tragándose vivos a los hombres, no fue el fuego de Dios
quemando vivos a los trasgresores sino el juicio divino al que fue sometido el
divino cordero de Dios en la cruz del calvario. Creo que al meditar tanto en la
pasión de Cristo, como en el infierno talvez podamos llegar a comprender lo
temible que puede llegar a ser Dios, la magnitud de su venganza contra sus
enemigos, su celo, su santa indignación y que así como es amor, amor infinito,
también es un fuego que consume. Oro a Yahve porque al meditar en estas cosas
nos sobrecoja el deseo de santificarnos y de buscar el verdadero
arrepentimiento.
Dios desolla, maltrata, lastima,
rasga, arranca, destroza, pisotea y quebranta almas y cuerpos en el infierno
(Mat. 10:28), el accionar de Dios en este lugar es violento, intenso y furioso
en extremo. La Biblia muestra el infierno como un lugar de fuego, lloro y
dientes que se aprietan de dolor y odio (Mat 13: 41 – 42), un lugar de oscuridad
(Mat. 8:12), un lugar de gusanos que nunca mueren (Mar. 9:48). El lugar de
tormentos que se nos describe en Lucas 16:19-31 parece no ser el infierno sino
un lugar de espera antes de caer en este al llegar el juicio final, aunque no
es el infierno mismo nos muestra cosas que pasaran allí. Por ejemplo, vemos que
este es un lugar donde los sentidos y por ende las sensaciones no se pierden,
en el infierno se puede ver (Ver 23), hablar (Ver 24), oír (Ver 25) y sentir
una profunda, angustiosa y desesperante sed que no se calma (Ver 24). Tampoco
se pierde la conciencia, este es un lugar donde se puede recordar la vida en la
tierra, hasta los momentos cuando se rechazó el evangelio, los días en la
iglesia (Ver 25), se entiende que es el genuino y verdadero arrepentimiento lo
que podía liberar de tal condición (Ver 30), por último, es un lugar donde se
tiene conciencia de la justicia de Dios y la retribución a una vida de
esclavitud al pecado (Ver 28).
Sin embargo, nada de esto será lo
peor del infierno, lo peor del infierno es que es eterno (Mat 9: 43 – 48; Mat.
25: 41, 46; 2 Tes 1: 7 – 9) y es lo peor porque se podría tener esperanza al
pensar que el fuego y los gusanos pasaran en un año, o en dos o en diez mil,
pero no, quien cae en el infierno sufrirá estos suplicios y aún peores por los
siglos de los siglos, no parara jamás.
Piense por un momento en el dolor
más fuerte que haya sentido, multiplique por mil y entonces tendrá una milésima
parte del dolor que se experimenta en el infierno, pero esto no es nada, ahora
piense que ese dolor jamás pasa, usted ruega, usted suplica, usted se lamenta,
usted llora, gime, se retuerce pero ese horrible, agonizante y fuerte dolor no
pasa, no hay misericordia, esta termino para usted, creo que así usted puede
hacer un pequeño acercamiento y experimentar en algo lo que son los tormentos
del infierno y lo aterradora que puede llegar a ser la venganza del Señor.
Surge la pregunta: ¿si Dios es
así como acabamos de describirlo porque entonces no hemos sido destruidos? Esto
es porque la ira de Dios es además de todo lenta, Éxodo 34:6 nos lo da en una
frase muy esperanzadora y nos dice que Dios es: “tardo para la ira y grande en
misericordia y verdad” (RV60). Dios es paciente, Dios se controla, Dios no
destruye inmediatamente a sus enemigos, de ser así ya no existiríamos como nos
dice 2 Pedro 3: 9: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por
tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (RV60). Estas palabras son
antecedidas por una enseñanza escatológica que nos muestra que habrá un día de
juicio, en aquel día la tierra será destruida en fuego y los hombres impíos
recibirán condenación. Entonces, no es que Dios no vaya a cumplir con esta
profecía sino que está reteniendo su ira, está siendo paciente, está mostrando
que es grande en misericordia y verdad, no queriendo que nadie beba de su ira
en el día final sino que sean salvos de ella misma.
Muchas veces tomamos en poco
estas cosas al ver que desobedecemos a Dios y nada pasa entonces creemos que
Dios no se está dando cuenta, a veces llegamos hasta pensar que Dios no existe,
pero no debemos equivocarnos el hecho que al mismo instante de desobedecer no
haya caído sobre nosotros el juicio de Dios no quiere decir que Dios no sepa,
no entienda solo quiere decir que Dios está siendo paciente, nos está dando
tiempo, espacio y gracia, más si abusamos de su benignidad no lo dudemos en
algún momento tendremos que experimentar el juicio y la disciplina de Dios
sobre nuestras espaldas y esto necesariamente se traducirá en dolor no solo
para nosotros sino también para aquellos que amamos. Recordemos: el que la hace
la paga, tarde o temprano, en esta vida o en la próxima pero que paga, paga…
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