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BOSQUEJO
Tema: Cómo comportarme en estas fiestas. Título: ¿Fiestas, alcohol y derroche? Lo que la Biblia REALMENTE dice sobre las celebraciones (y te sorprenderá) Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz
Introducción:
A. Aunque cambiaremos de tema seguiremos tratando
de consolidar uno de los propósitos por los cuales tratamos esa serie:
mantenernos firmes en nuestra fe aun en estas épocas. Para ello voy a contestar
bíblicamente tres preguntas que seguramente nos hemos hecho y que nos ayudaran
a cumplir con el deseo ya expuesto. Estas serán ¿es pecado participar de una
fiesta? ¿Qué tiene de malo “tomarse una”? ¿está mal que despilfarre mi dinero?
B. Para responder esta primera pregunta es
necesario conocer la palabra griega Komos
esta palabra se traduce en nuestras biblias como orgia y glotonería; según El Léxico Griego de Liddell & Scott describe
KOMOS como, «una festividad jovial, con
música y bailes; esos entretenimientos usualmente terminaron en una fiesta
desfilándose en las calles concurridas, con antorchas, cánticos, bailes, y el
juego de todo tipo de travesuras.», Estas fiestas se celebraban en honor a
los dioses, especialmente de Baco el dios del vino, también era usual que se
prolongaran hasta altas horas de la noche. Es importante conocer esta palabra
por que describe lo que hoy es una fiesta moderna que incluye entre otras cosas
el baile, el paso a seguir es descubrir donde se usa esta palabra en el NT y
ver que nos dice sobre ella así conoceremos lo que el Señor opina de este tipo
de celebraciones.
C.Esta palabra entonces aparece en el nuevo
testamento en:
I. GALATAS 5:21.
A. Aquí la palabra KOMOS es traducida como ORGIA.
B. ¿Qué se nos dice sobre estas orgias que incluían
el baile?
1. Esta junto a otra acción que cohabita y/o con
lleva: borrachera (Gr methe).
2. Que es una obra de la carne (Vr 19). Este texto
contrapone las obras de la carne o lo que hace una persona que no tiene el E.S.
y que por tanto sigue sus pecaminosos deseos con el Fruto del Espíritu o lo que
manifiesta una persona controlada por el Espíritu. Participar de estas actividades
manifiesta que una persona no está siendo controlada por el E.S.
a. Al creyente se le manda crucificar (a través de
la negación y el arrepentimiento) sus deseos pecaminosos (Ver 24)
3. Que quienes habitualmente participan de estas
actividades irán al infierno (Vr 21).
II. ROMANOS 13:13.
A. Si leyera el texto en griego se daría cuanta que
aquí KOMOS se traduce como GLOTONERIA.
B. ¿Qué
se nos dice entonces sobre las glotonerías o fiestas que incluyen baile?
1. Que es una obra de las tinieblas (Ver 12).
2. La palabra es acompañada por una serie de
acciones que se relacionan con la misma pues usualmente la fiesta conlleva a la
borrachera (Gr methe), la lujuria (Gr Koite de coito, relaciones sexuales), la
lascivia (Gr aselgeia, describe al “sin vergüenza”, a quien sea disipado, quien
no tiene freno, libertino) y contiendas (Gr. Eris o pleito, peleas).
3. Que no andemos: Literalmente que no asistamos,
que no vayamos a actividades como estas. Esto porque el creyente debe vivir
para alejarse de lo pecaminoso mientras que busca la santidad de vida.
III. 1 PEDRO 4:3.
A. Aquí la palabra KOMOS es traducida como, otros la traducen como glotonerías.
B. ¿Qué se nos dice sobre KOMOS aqui?
1. También aquí se acompaña a KOMOS de otras
acciones que habitualmente le acompañan o conllevan a ellas. Estas son:
lascivias (Gr. ASELGEIA), concupiscencia
(Gr. epithumia o conducta sin vergüenza y libertina), embriagueces (Gr. Oinoflugia
o lo que hoy llamaríamos alcoholismo), disipación (Gr. Potos o juerga, bacanal
orgiástico, la actividad donde se sirve vino en exceso, "fiesta para beber").
2. Que ya no hay que vivir más conforme a los malos
deseos y KOMOS incluye estos malos deseos (Ver 2).
3. Que quienes no conocen a Dios nos van a ultrajar
por no participar de estas cosas con ellos pero que debemos estar dispuestos a
padecer (Ver 1, 4).
Conclusiones:
En estas fiestas, debemos mantenernos firmes en la fe, evitando actividades que impliquen pecado, excesos y desenfreno. La Biblia nos llama a vivir en santidad, alejándonos de las celebraciones que fomentan la lujuria, la borrachera y la disipación. Aunque enfrentemos críticas o ultrajes, debemos perseverar en nuestra fe y ejemplo, priorizando una vida que honre a Dios y refleje su justicia. La verdadera celebración cristiana se basa en la comunión con Dios, el amor y la pureza, no en excesos que deshonran nuestro compromiso con Él. Mantenerse firme en estos principios nos acerca a la verdadera alegría y paz que solo Cristo ofrece.
VERSIÓN LARGA
Aunque cambiamos de tema, seguimos tratando de consolidar uno de los propósitos por los cuales abordamos esta serie: mantenernos firmes en nuestra fe, incluso en estas épocas festivas. Durante este tiempo, es común que surjan dudas sobre cómo comportarnos y qué decisiones tomar. Por eso, hoy voy a responder bíblicamente a tres preguntas que seguramente nos hemos hecho y que nos ayudarán a cumplir con el deseo ya expuesto. Estas preguntas son: ¿es pecado participar de una fiesta? ¿Qué tiene de malo “tomarse una”? ¿Está mal que despilfarre mi dinero?
Para responder la primera pregunta, es fundamental conocer la palabra griega "Komos". Esta palabra se traduce en nuestras Biblias como orgía y glotonería. Según El Léxico Griego de Liddell & Scott, "KOMOS" se describe como «una festividad jovial, con música y bailes; esos entretenimientos usualmente terminaban en una fiesta que se desfilaba por las calles concurridas, con antorchas, cánticos, bailes y el juego de todo tipo de travesuras». Estas fiestas se celebraban en honor a los dioses, especialmente a Baco, el dios del vino, y era común que se prolongaran hasta altas horas de la noche. Es importante conocer esta palabra porque describe lo que hoy conocemos como una fiesta moderna que incluye, entre otras cosas, el baile. El siguiente paso es descubrir dónde se usa esta palabra en el Nuevo Testamento y ver qué nos dice sobre ella, para que podamos comprender lo que el Señor opina de este tipo de celebraciones.
La primera aparición de la palabra "KOMOS" en el Nuevo Testamento se encuentra en Gálatas 5:21. Aquí, la palabra es traducida como "orgía". En este pasaje, se nos dice que estas orgías están junto a otra acción que conlleva: la borrachera (gr. methe). Esto es significativo, ya que la borrachera es una de las obras de la carne, como se menciona en el versículo 19. Este texto contrapone las obras de la carne, que son acciones de una persona que no tiene el Espíritu Santo y, por lo tanto, sigue sus pecaminosos deseos, con el fruto del Espíritu, que es lo que manifiesta una persona controlada por el Espíritu. Cuando alguien participa en actividades como las que describe "KOMOS", se manifiesta que no está siendo controlado por el Espíritu Santo.
Además, el creyente tiene la responsabilidad de crucificar sus deseos pecaminosos a través de la negación y el arrepentimiento, tal como se menciona en Gálatas 5:24. También se nos advierte que quienes habitualmente participan de estas actividades irán al infierno, según el versículo 21. Este es un recordatorio serio de que nuestras decisiones y acciones tienen consecuencias eternas.
La segunda mención de "KOMOS" aparece en Romanos 13:13. Si leyeras el texto en griego, notarías que aquí "KOMOS" se traduce como "glotonería". En este contexto, se nos dice que estas acciones son obras de las tinieblas, como se menciona en el versículo 12. La palabra "glotonería" se acompaña de una serie de acciones relacionadas, como la borrachera (gr. methe), la lujuria (gr. koite, que se refiere a relaciones sexuales), la lascivia (gr. aselgeia, que describe a una persona sin vergüenza, libertina) y contiendas (gr. eris, que significa pleito o pelea).
El apóstol Pablo nos exhorta en este pasaje a no andar en esas prácticas. Literalmente, nos está diciendo que no debemos asistir ni participar en actividades como estas. La razón es clara: el creyente debe vivir para alejarse de lo pecaminoso mientras busca la santidad de vida. Participar en tales fiestas no solo contradice nuestra identidad como hijos de Dios, sino que también puede llevarnos por un camino de destrucción espiritual.
En 1 Pedro 4:3, encontramos otra referencia a "KOMOS", que aquí también se traduce como "glotonería". En este pasaje, el apóstol Pedro señala que ya no deberíamos vivir conforme a nuestros deseos pecaminosos. La palabra "KOMOS" está acompañada en este contexto por otras acciones que suelen conllevar a ella, como lascivias (gr. aselgeia), concupiscencia (gr. epithumia, que se refiere a una conducta sin vergüenza y libertina), embriagueces (gr. oinoflugia, que se refiere al alcoholismo) y disipación (gr. potos, que se refiere a una juerga o bacanal).
Además, Pedro nos recuerda que quienes no conocen a Dios nos ultrajarán por no participar de estas cosas con ellos, pero debemos estar dispuestos a padecer por nuestra fe. Esto es importante, ya que muchas veces el temor a la burla o el rechazo de otros nos puede llevar a comprometernos con nuestras convicciones. Sin embargo, es esencial que nos mantengamos firmes y decididos en nuestra fe, aunque esto implique enfrentarnos a la crítica y el desprecio.
Al analizar estos pasajes, queda claro que la participación en fiestas que fomentan el desenfreno, la lujuria y la borrachera no solo es desaconsejada, sino que también es considerada como una obra de la carne y de las tinieblas. La Biblia nos llama a vivir en santidad, apartándonos de las celebraciones que no honran a Dios y que pueden llevarnos a la destrucción espiritual.
Ahora que hemos explorado el significado de "KOMOS" y su uso en el Nuevo Testamento, es fundamental reflexionar sobre la pregunta: ¿Qué tiene de malo “tomarse una”? La respuesta no es tan sencilla como parece, ya que depende del contexto y de la motivación detrás de la acción.
La Biblia no condena el consumo de alcohol en sí mismo, pero sí advierte sobre los peligros de la embriaguez. En Efesios 5:18 se nos dice: "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien, sed llenos del Espíritu". Esta advertencia nos muestra que el problema no es el vino, sino el exceso y el desenfreno que puede surgir del consumo irresponsable. La embriaguez puede llevarnos a perder el control de nuestras acciones y pensamientos, lo que puede resultar en consecuencias devastadoras tanto a nivel personal como espiritual.
Además, es importante considerar el entorno en el que se consume alcohol. Participar en fiestas donde el énfasis está en la bebida y el desenfreno puede ser peligroso. En lugar de buscar momentos de diversión a través de excesos, debemos buscar alternativas que honren a Dios y fortalezcan nuestra fe. La verdadera alegría y felicidad no provienen de una botella, sino de una relación genuina con Cristo y de vivir en obediencia a Su Palabra.
Cuando se trata de fiestas, es esencial que evaluemos nuestras motivaciones. Preguntémonos: ¿por qué estamos asistiendo a esta fiesta? ¿Es para disfrutar de la compañía de amigos y seres queridos, o es para participar en actividades que pueden llevarnos a la tentación? La clave está en ser intencionales y conscientes sobre nuestras elecciones. La libertad en Cristo no significa que podamos hacer lo que queramos sin consecuencias; más bien, significa que somos responsables de nuestras acciones y que debemos vivir de acuerdo con los principios de la Escritura.
Finalmente, abordemos la pregunta de si está mal despilfarrar el dinero. La administración de nuestros recursos es una parte importante de nuestra vida cristiana. La Biblia nos llama a ser buenos administradores de lo que Dios nos ha dado. En Lucas 16:11, Jesús nos dice: "Si, pues, no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién os confiará lo verdadero?". Esto nos recuerda que nuestras decisiones financieras deben reflejar nuestra fe y compromiso con Dios.
Participar en fiestas que requieren despilfarrar dinero en excesos y lujos puede llevarnos a una mentalidad de derroche y a descuidar nuestras responsabilidades financieras. En lugar de gastar dinero en actividades que no glorifican a Dios, debemos considerar cómo podemos usar nuestros recursos de manera que beneficien a otros y contribuyan al avance del Reino. Esto puede incluir dar a la iglesia, ayudar a los necesitados o invertir en actividades que edifiquen nuestra fe y la de otros.
Es fundamental que evaluemos nuestras prioridades y cómo gastamos nuestro dinero. En un contexto festivo, a menudo se nos presenta la tentación de gastar en celebraciones que no tienen un propósito espiritual. En lugar de permitir que el consumismo y la cultura de la fiesta nos arrastren, debemos recordar que estamos llamados a ser administradores fieles de lo que Dios nos ha provisto. Esto no significa que no podamos disfrutar de la vida, sino que nuestras celebraciones deben reflejar nuestra fe y nuestros valores.
La verdadera celebración cristiana se basa en la comunión con Dios, el amor y la pureza, no en excesos que deshonran nuestro compromiso con Él. Mantenernos firmes en estos principios nos acerca a la verdadera alegría y paz que solo Cristo ofrece. En lugar de enfocarnos en los excesos, debemos buscar momentos de celebración que fortalezcan nuestras relaciones y nos acerquen a Dios. Las fiestas pueden ser una oportunidad para compartir el amor de Cristo con otros, y esto se puede lograr sin caer en la trampa del desenfreno.
En este sentido, es posible crear nuevas tradiciones que reflejen nuestra fe. Por ejemplo, en lugar de centrarse únicamente en el consumo de alcohol o en fiestas descontroladas, podemos organizar reuniones familiares donde se comparta la Palabra de Dios, se ore juntos y se celebren los logros y bendiciones del año. Esto no solo honra a Dios, sino que también fortalece nuestras relaciones y nos permite disfrutar de la compañía de nuestros seres queridos en un ambiente saludable.
Es importante recordar que, como cristianos, somos llamados a ser luz en medio de la oscuridad. Esto significa que debemos ser un ejemplo de lo que significa vivir una vida que honra a Dios. Cuando participamos en actividades que reflejan esos valores, no solo beneficiamos nuestras vidas, sino que también influimos en los demás. Nuestra forma de vivir puede ser un testimonio poderoso del amor y la gracia de Dios en un mundo que a menudo está perdido.
En el contexto de las fiestas, esto podría significar invitar a amigos y familiares a eventos que no solo sean divertidos, sino que también incluyan un elemento espiritual. Tal vez podríamos organizar una cena donde se comparta el evangelio o testimonios de la bondad de Dios en nuestras vidas. No se trata de condenar a otros, sino de ofrecer una alternativa que refleje nuestro compromiso con Cristo.
Finalmente, al considerar cómo comportarnos en estas fiestas, es vital recordar que nuestra identidad en Cristo debe ser el fundamento de todas nuestras acciones. No somos solo parte de la cultura, sino que hemos sido llamados a ser diferentes. En Romanos 12:2, se nos instruye a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente. Esto implica que nuestras decisiones, incluso en el contexto de celebraciones, deben alinearse con la voluntad de Dios.
En resumen, al acercarnos a esta temporada festiva, debemos mantenernos firmes en nuestra fe, evitando actividades que impliquen pecado, excesos y desenfreno. La participación en fiestas que fomentan la lujuria, la borrachera y la disipación no solo es desaconsejada, sino que también es considerada como una obra de la carne y de las tinieblas. La Biblia nos llama a vivir en santidad, apartándonos de las celebraciones que no honran a Dios y que pueden llevarnos a la destrucción espiritual.
La clave está en ser intencionales y conscientes sobre nuestras elecciones. La libertad en Cristo no significa que podamos hacer lo que queramos sin consecuencias; más bien, significa que somos responsables de nuestras acciones y que debemos vivir de acuerdo con los principios de la Escritura. Mantenernos firmes en estos principios nos acerca a la verdadera alegría y paz que solo Cristo ofrece. Que nuestras celebraciones reflejen nuestra fe y nuestro amor por Él, y que seamos un testimonio vivo de Su gracia y verdad en este mundo que tanto lo necesita.
En última instancia, debemos recordar que nuestra vida es una celebración continua del amor de Dios y de su gracia en nuestras vidas. Cada día es una oportunidad para honrarlo, para compartir Su amor con otros y para vivir de manera que refleje Su carácter. Así que, al participar en cualquier celebración, que nuestro enfoque siempre esté en glorificar a Dios y en vivir de acuerdo con Su voluntad. Al hacer esto, no solo encontraremos la verdadera alegría, sino que también seremos una luz para aquellos que nos rodean, mostrando que vivir para Cristo es la mejor celebración de todas.
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