Tema: Evangelismo. Titulo: 🔥 ¿Cristo REALMENTE Resucitó? 3 PRUEBAS Bíblicas IRREFUTABLES que DEBES. Conocer Texto: 1 Pedro 3:15. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. Como dejar pasar esta serie sin hablar del evento central del cristianismo, el hecho por el cual este mismo cae o se levanta, la resurrección de Cristo (1 Cor 15: 1 4 -17). Esta como los demás temas que tiene que ver con la Biblia es atacada por muchas personas, ellos dicen: “no es verdad, Cristo no resucito”. Hoy aprenderemos a defenderla para ser usada en un contexto de evangelismo.
B. Comenzaremos hoy viendo lo que afirma enfáticamente la Biblia desde tres aspectos:
I LA INFORMACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO
A. Salmo 16:10: “Ver la Corrupción” aquí es un modismo hebreo que debe ser tomado como: “experimentar la muerte y la putrefacción en el sepulcro”. Si lo leemos así entonces lo que David esta diciendo es que: “el cree que Dios no lo dejara podrirse en la tumba”.
Para comprender este texto necesitamos ir al N.T. y ver como Pedro el día de pentecostés le da una hermosa interpretación a este texto, Hechos 2: 24 – 32 aquí Pedro dice:
1. Este texto no se puede referir a David ya que este murió, se pudrió y su sepultura permanece entre nosotros hasta hoy.
2. Más bien, ya que el único que no vio la corrupción fue Jesús entonces David profetizaba en este texto acerca de Jesucristo quien resucitaría de entre los muertos.
3. Exactamente la misma interpretación hace Pablo en Hechos 13: 34 – 37
B. Isaías 53:10: el capitulo 53 es un texto mesiánico pues nos habla proféticamente de Jesús, en este Salmo están detallados muchos sucesos de la muerte de Jesús y en el versículo 10 dice: “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada”. En una clara alusión a su resurrección.
C. Es claro entonces que el A.T. ya hablaba de la resurrección del Mesías. Tales profecías se cumplieron en al persona de Jesús de Nazaret.
II LA INFORMACIÓN DE JESÚS
A. Jesús mismo profetizo su resurrección:
1. Juan 2: 19 – 21: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn. 2:19), “Mas El hablaba del templo de Su cuerpo” (Jn. 2:21). “Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, Sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho” (Jn. 2:22).
2. Mateo 16: 21; Marcos 8:31.
3. Marcos 9: 9 – 10: A pesar de haberlo dicho muchas veces note que su “circulo íntimo” no lograba comprender lo que ocurriría.
4. Mateo 12: 38 - 40: La señal de Jonás seria la única señal dada a los incrédulos que el pedían hacer algo para demostrar que el era el Mesías. Hoy día muchos tropiezan con las palabras tres días tres noches, ellos argumentan que no pasaron 3 días y 3 noches para la resurrección de Jesús, ellos dicen que únicamente paso un día (el sábado) y dos noches (la noche viernes - sábado y la noche del sábado – domingo). Desconocen estas personas que en al valoración judía tres días incompletos equivalen a tres días completos. En otras palabras una porción del día equivalía a 24 horas.
Tenemos todas estas afirmaciones entre otras, de tal modo que si cristo no resucito el no es mas que un falso profeta.
III LA INFORMACIÓN DE LA PREDICACIÓN PRIMITIVA
A. La resurrección de Cristo es el alma misma de la predicación primitiva de la iglesia. Por doquier los apóstoles y demás predicadores cristianos proclamaban como evidencia contundente que Jesús había resucitado. Ejemplos de esto serian:
1. Hechos 1: 3: El mismo libro de hechos es una proclamación, dentro de esta proclamación se asegura que Cristo dio pruebas INDUBITABLES de haber resucitado. Predicado por Lucas.
2. Hechos 3:13; 4: 10; 5:30; 10: 40 - 41: Predicado por Pedro.
3. Hechos 4:33: Predicador: Todos los apóstoles.
4. Hechos 17: 31: Predicado por Pablo.
Por cuestiones de brevedad no se pueden dar todos los pasajes donde esto mismo ocurre. Sin embargo, es claro y fácil de corroborar que todo el N.T. esta permeado por esta enseñanza.
Conclusiones:
A. Ya que Cristo a resucitado:
1. Usemos la resurrección de Jesús y por tanto la esperanza de nuestra propia resurrección como una fuente de fuerza en las tribulaciones de esta vida.
2. Usemos la resurrección de Cristo y la idea de nuestra propia resurrección como una motivación a la vida santa.
3. Prediquemos con autoridad y confianza pues su victoria pone un gran sello de autenticidad a nuestro mensaje. ¡Nuestro mensaje no es vano¡
VERSIÓN LARGA
Como dejar pasar esta serie sin hablar del evento central del cristianismo, el hecho por el cual este mismo cae o se levanta: la resurrección de Cristo. Este evento es fundamental no solo para la fe cristiana, sino que es el eje alrededor del cual gira toda la narrativa bíblica. El apóstol Pablo lo expresa con claridad en 1 Corintios 15:14-17, donde afirma que si Cristo no resucitó, vacía es nuestra fe y somos dignos de lástima. Sin embargo, la resurrección ha sido objeto de ataque por muchas personas que afirman que "no es verdad, Cristo no resucitó". Hoy aprenderemos a defender esta creencia fundamental para ser usados en un contexto de evangelismo, analizando tres pruebas bíblicas irrefutables que confirman la resurrección de Jesús.
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Comenzaremos explorando la información del Antiguo Testamento que anticipa y profetiza la resurrección de Cristo. En Salmo 16:10, se dice: "Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu Santo vea corrupción". Aquí, la frase "ver la corrupción" es un modismo hebreo que se puede interpretar como "experimentar la muerte y la putrefacción en el sepulcro". Si lo leemos así, lo que David está diciendo es que tiene la certeza de que Dios no lo dejará podrirse en la tumba. Este texto se convierte en una poderosa profecía sobre la resurrección de Cristo.
Para comprender completamente este pasaje, es importante mirar cómo el Nuevo Testamento lo interpreta. En Hechos 2:24-32, el apóstol Pedro, en su discurso el día de Pentecostés, presenta una hermosa interpretación de este texto. Pedro señala que este pasaje no se puede referir a David, ya que él murió, se pudrió y su sepultura permanece entre nosotros hasta hoy. Más bien, señala que el único que no vio corrupción fue Jesús, por lo que David profetizaba en este texto acerca de Jesucristo, quien resucitaría de entre los muertos. La misma interpretación se encuentra en Hechos 13:34-37, donde Pablo reafirma que la resurrección de Cristo fue el cumplimiento de estas profecías.
Otro pasaje relevante del Antiguo Testamento es Isaías 53:10, que pertenece a un texto mesiánico que describe proféticamente a Jesús. En este capítulo, se detallan muchos sucesos relacionados con la muerte de Jesús, y en el versículo 10 se dice: "Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada". Aquí, se hace una clara alusión a su resurrección. El hecho de que el siervo de Jehová vea linaje y viva por largos días es un indicativo de que, después de su sacrificio, Él resucitará y tendrá una vida prolongada.
Es evidente que el Antiguo Testamento ya hablaba de la resurrección del Mesías. Estas profecías se cumplieron en la persona de Jesús de Nazaret, quien no solo cumplió con los requisitos del Mesías, sino que también venció la muerte, asegurando la esperanza de vida eterna para todos los que creen en Él.
La segunda evidencia irrefutable de la resurrección de Cristo proviene de la información que Él mismo proporcionó. Jesús profetizó su resurrección en varias ocasiones. En Juan 2:19-21, dice: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré". Este pasaje se refiere al templo de Su cuerpo, y cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto y creyeron en la Escritura. Jesús no solo habló de su muerte, sino que también dejó claro que resucitaría al tercer día.
En Mateo 16:21 y Marcos 8:31, Jesús comienza a enseñar a sus discípulos que debe ir a Jerusalén, padecer muchas cosas de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. A pesar de haberlo dicho muchas veces, su círculo íntimo no lograba comprender lo que iba a ocurrir. Esto es un testimonio de que la resurrección de Jesús no fue un evento accidental o inesperado, sino que fue parte del plan divino desde el principio.
En Mateo 12:38-40, los fariseos y escribas piden a Jesús una señal para demostrar que es el Mesías. Él responde diciendo que la única señal que recibirían sería la señal de Jonás, quien estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez. Jesús se refiere a su propia muerte y resurrección, enfatizando que estaría en la tierra de los muertos por un período de tiempo específico antes de levantarse. Algunos escépticos cuestionan esta afirmación, argumentando que no pasó tres días y tres noches, ya que solo estuvo en la tumba desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana. Sin embargo, es importante entender que en la valoración judía, tres días incompletos se consideraban equivalentes a tres días completos. Así, cualquier parte de un día se contaba como un día entero.
Con todas estas afirmaciones, queda claro que si Cristo no resucitó, Él no es más que un falso profeta. Su palabra es la base de nuestra fe, y su promesa de resurrección es un pilar fundamental en la que podemos confiar.
La tercera prueba irrefutable de la resurrección de Cristo se encuentra en la información de la predicación primitiva. La resurrección de Cristo es el alma misma de la predicación primitiva de la iglesia. Por doquier, los apóstoles y demás predicadores cristianos proclamaban como evidencia contundente que Jesús había resucitado. Esto se puede ver claramente en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
En Hechos 1:3, se menciona que Jesús, después de haber padecido, se presentó vivo a sus apóstoles con muchas pruebas indubitables de su resurrección. El mismo libro de Hechos es una proclamación de la resurrección, predicada por Lucas. Esta no era una simple afirmación; era un testimonio respaldado por múltiples apariciones y evidencias.
Pedro, en Hechos 3:13 y 4:10, también proclama la resurrección de Jesús, afirmando que fue levantado de los muertos. En Hechos 5:30, dice que el Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo en un madero. Es evidente que la resurrección era el tema central de la predicación de los apóstoles. Además, en Hechos 4:33, se afirma que con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.
Pablo, por su parte, también predicó la resurrección en Hechos 17:31, donde dice que Dios ha señalado un día en el cual juzgará al mundo con justicia por aquel varón a quien designó, dando fe a todos, al levantarlo de los muertos. La resurrección de Cristo no fue un tema aislado, sino que permeó todas las enseñanzas de la iglesia primitiva.
Si bien no se pueden enumerar todos los pasajes donde la resurrección de Cristo es proclamada, es claro que el Nuevo Testamento está impregnado de esta enseñanza. La resurrección no solo fue un evento aislado, sino el fundamento de la fe cristiana. Sin la resurrección, el mensaje del evangelio carecería de poder y autenticidad.
Al concluir este análisis, es importante reflexionar sobre la relevancia de la resurrección de Cristo en nuestras vidas. Ya que Cristo ha resucitado, tenemos la esperanza de que también nosotros resucitaremos. Esta verdad debe ser una fuente de fuerza en las tribulaciones de esta vida. Cuando enfrentamos dificultades, podemos recordar que la resurrección de Cristo nos da la seguridad de que la muerte no tiene la última palabra. La vida eterna es nuestra herencia, y podemos enfrentar cualquier adversidad con la confianza de que un día estaremos con Él en gloria.
Además, la resurrección de Cristo debe motivarnos a vivir una vida santa. La realidad de su triunfo sobre la muerte nos llama a vivir de manera que honremos su sacrificio. No podemos vivir de cualquier manera, sabiendo que hemos sido comprados a un precio. La resurrección nos impulsa a ser testigos fieles de su amor y gracia en un mundo que necesita desesperadamente escuchar el mensaje del evangelio.
Finalmente, al predicar la resurrección con autoridad y confianza, debemos recordar que su victoria sobre la muerte y el pecado pone un gran sello de autenticidad a nuestro mensaje. Nuestro mensaje no es vano; tiene el poder de transformar vidas, de sanar corazones y de traer esperanza a los desesperados. En un mundo lleno de dudas y escepticismo, la resurrección de Cristo es un faro de luz que ilumina el camino hacia la verdad y la vida.
En conclusión, la resurrección de Cristo no es solo un evento histórico, sino el fundamento de nuestra fe. Las profecías del Antiguo Testamento, las afirmaciones de Jesús y la predicación de la iglesia primitiva proporcionan pruebas irrefutables de que Cristo realmente resucitó. Al compartir este mensaje, que es el corazón del evangelio, recordemos siempre que tenemos un Salvador vivo que ha vencido la muerte y nos ofrece vida abundante. Con esta certeza, seamos embajadores de la esperanza, llevando el mensaje de la resurrección a un mundo que necesita conocer al Cristo resucitado.
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