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BOSQUEJO-SERMÓN: ROBOAM, HIJO DE SALOMÓN, PIDE CONSEJO - EXPLICACION 1 REYES 12: 1 - 15.

Tema: 1 Reyes. Titulo: Roboam, hijo de Salomón, pide consejo. Texto: 1 Reyes 12: 1 - 15. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz.

Introducción:

A. Salomón murió y su hijo Roboam asciende al trono, su primera acción es muy torpe, aunque el relato comienza mostrándonos algunas acciones sabias, termina con una gran torpeza:


I. LA SABIDURÍA DE ESPERAR (ver. 5).

A. Roboam va a Siquem para ser reconocido como rey de Israel, en el lugar se encuentra también Jeroboam quien en nombre del pueblo le hace una petición: "Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos". Prudentemente Roboam pide tres días para dar pensar el asunto y dar una respuesta.

B. Esta fue una buena actitud, siempre será sabio tomarnos un tiempo para pensar aquellas decisiones que vendrán a ser determinantes en nuestra vida (Pro 10:19; 13:3; 17:27; 18:13; 21:23)



II. LA SABIDURÍA DE PEDIR CONSEJO (ver. 6, 8).

A. Roboam, entonces, busca consejo y lo busca en dos fuentes, en los antiguos asistentes de su padre y en sus amigos de infancia que para la época ya deberían tener unos cuarenta años. Los ancianos le aconsejan tratar al pueblo con amabilidad para que ellos le sirvan; por el contrario, sus amigos le aconsejan Tratarlos con dureza y seguir la misma política de su padre.

B. Siempre será sabio rodearnos de consejeros en las decisiones que tomemos, unos nos dirán cosas acertadas otros no. Sin embargo, siempre será sabio ir aquí y alla buscando la mejor decisión (Prov. 11:14; 15:22; 20:18).


III. LA SABIDURÍA DEL BUEN TRATO (ver. 14).

A. Los ancianos consejeros de Salomón habían hablado de buena manera (como ya vimos), aconsejando al rey que cambiara la política de su padre y tratara bien al pueblo. Se daban cuantas que las condiciones no daban para que las cosas siguieran como venían si acaso quería conservar la unidad del reino

B. Un dicho dice "se hacen mas amigos con miel que con hiel", Si deseamos hacer amigos y no enemigos debemos tratar a las personas con bondad y empatía. Lo que Jesús dice en Mateo 7:12 es la norma mas importante de las relaciones humanas.



IV. LA SABIDURÍA DE ESCOGER BIEN (ver. 13).

A. De la misma manera que en el punto anterior aquí Roboam muestra una gran torpeza al elegir hacer lo que los jóvenes le decían y no lo que le dijeron los ancianos.

B. Lo que hace Roboam es muy parecido a lo que hacen muchas personas hoy en dia y es que piden consejería aqui y alla para resultar tomando el consejo menos acertado. También algunos otros aunque piden consejería a una sola persona resultan haciendo todo lo contrario a lo que se les orienta por la Palabra de Dios (Prov. 12: 15; 19:20).

Conclusiones:

Roboam ilustra la importancia de buscar y escuchar consejos sabios antes de tomar decisiones cruciales. Ignorar la sabiduría de los mayores y optar por el consejo de amigos impulsivos puede resultar desastroso. Al igual que Roboam, muchos enfrentan la tentación de desestimar la dirección basada en principios, lo que puede conducir a consecuencias negativas. La reflexión sobre nuestras motivaciones para no buscar consejo es crucial para tomar decisiones más acertadas y mantener la unidad y el bienestar en nuestras relaciones y comunidades.


VERSIÓN LARGA

Roboam Pide Consejo: Lecciones de Sabiduría en 1 Reyes 12:1-15

Cuando la pesada corona del reino de Israel cayó sobre la cabeza de Roboam, no fue simplemente un acto de sucesión, sino el inicio de una sinfonía de decisiones que resonarían a través de la historia, un eco de sabiduría perdida y arrogancia que se desplomó. Sobre los hombros del joven rey descansaba el peso de la gloria de su padre, el rey Salomón, cuya magnificencia había traído una era de oro a la nación. Pero la majestuosidad de un imperio, a menudo, esconde en sus cimientos el descontento de un pueblo, y ese clamor silencioso aguardaba el momento de la verdad en la ciudad de Siquem. Allí, en la encrucijada del destino, fue recibido por Jeroboam, el líder del descontento popular, y por todos los ancianos de Israel. Su llegada no era una celebración, sino una negociación. El pueblo, cansado de un yugo que se había vuelto insoportable bajo la opulencia de Salomón, le rogaba: "Tu padre endureció nuestro yugo; ahora, pues, alivia tú la dura servidumbre de tu padre, y el pesado yugo que puso sobre nosotros, y te serviremos".

Ante este ruego que era a la vez una súplica y una amenaza, la primera respuesta de Roboam fue un acto de una sabiduría que, por desgracia, no perduraría. En lugar de ceder a la urgencia o de reaccionar con la ira que a menudo acompaña al poder recién adquirido, el rey respondió con una calma sorprendente, solicitando tres días para deliberar. "Volved a mí de aquí a tres días," les dijo. Este primer paso, este breve interludio en el drama inminente, es una lección atemporal sobre el liderazgo y la templanza. En un mundo donde la inmediatez es la moneda de cambio, donde la presión por tener una respuesta instantánea es abrumadora, la pausa de Roboam brilla como un faro. Es el reconocimiento de que las decisiones más trascendentales no pueden ser dictadas por la prisa o por las emociones del momento. La impaciencia es la senda que conduce a la necedad, un camino bien conocido por el proverbista, que era el propio padre de Roboam. Salomón había escrito que "en las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente". El rey joven, en su primera acción, pareció recordar las lecciones de la reflexión, el principio de que una lengua controlada es un signo de un corazón sabio. Ese lapso de tres días no era un simple retraso; era una oportunidad para la introspección, un espacio sagrado para que el juicio se despojara de las pasiones y la razón pudiera hablar con voz clara. Puso en práctica lo que había aprendido de la sabiduría de su padre, quien había advertido que “el necio da rienda suelta a su ira, mas el sabio al fin la reprime”. Era la sabiduría de un hombre que, aunque aún joven, comprendía el peso de la corona. Lamentablemente, esa comprensión era tan frágil como el cristal.

Y en ese lapso de tres días, Roboam se enfrentó a la segunda decisión crucial: la elección de sus consejeros. En su búsqueda de la verdad, se acercó a dos fuentes de conocimiento, a dos ríos de consejo que corrían en direcciones opuestas. Primero, convocó a los ancianos, aquellos hombres canosos que habían servido a su padre y que habían visto la sabiduría y la necedad de los reyes. Eran los guardianes de la experiencia, la memoria viva de la nación. Ellos le aconsejaron con la amabilidad y el tacto que solo pueden nacer de un profundo entendimiento de la naturaleza humana. Le rogaron que sirviera al pueblo con bondad, que les hablara con palabras suaves y un corazón dispuesto. "Si hoy te pones al servicio de este pueblo," le dijeron, "y les das buena respuesta, y les hablas buenas palabras, ellos te servirán para siempre". Su consejo era la miel de la conciliación, la suavidad que desarma la ira y construye puentes. Pero Roboam no quedó satisfecho. El ego de un rey, la inexperiencia de un joven, le urgían a buscar una voz que resonara más con su propia arrogancia. Y así, se dirigió a sus amigos, los jóvenes con los que se había criado, aquellos cuyo único consejo era un eco de su propia inmadurez. Ellos le aconsejaron un camino de fuerza bruta, de orgullo ciego. "Así dirás al pueblo que te ha hablado, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones". Su consejo era la hiel de la tiranía, un veneno que prometía poder pero que solo traería destrucción.

El contraste entre los dos consejos era tan vasto como el abismo entre el cielo y la tierra. La voz de los ancianos era la voz de la sabiduría que había sido destilada por los años, un consejo que miraba más allá del momento presente hacia las generaciones futuras. La voz de los jóvenes era un grito de poder efímero, un consejo que buscaba la gratificación instantánea a costa de la ruina. Este dilema, esta elección entre la prudencia y la arrogancia, es un eco que se repite en cada rincón de la historia humana. En la vida de cada individuo, hay un momento en que se debe elegir entre la sabiduría de los años y la impulsividad de la juventud. La Biblia nos exhorta a buscar consejo en la multitud de consejeros, pero también nos advierte que no todos los consejos son iguales. Es la sabiduría para discernir la fuente del consejo, para reconocer que la experiencia es a menudo un maestro más valioso que la vehemencia. En este punto, Roboam no solo eligió un camino equivocado, sino que también desestimó la fuente de su propia herencia, el mismo principio de Proverbios 11:14 que su padre había inmortalizado. Él tenía la oportunidad de unir la sabiduría con la audacia, de fusionar la experiencia de los ancianos con el vigor de su juventud. En cambio, optó por la discordia.

La esencia de la recomendación de los ancianos era un principio fundamental del buen liderazgo y una enseñanza eterna del reino de Dios: el buen trato. Ellos le imploraron que actuara con bondad, que respondiera con compasión, que se humillara ante la gente para ganarse su lealtad. La amabilidad, le dijeron, no era un signo de debilidad, sino una manifestación de la fuerza más profunda, la que construye, no la que destruye. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de cómo la compasión y la misericordia han forjado imperios más duraderos que la fuerza de las espadas. El dicho popular de que "se hacen más amigos con miel que con hiel" es un recordatorio de que la forma en que tratamos a los demás es la base de todas las relaciones sanas. Jesús nos enseñó la regla de oro: "Así que, en todo lo que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Este simple principio es un faro que ilumina el camino hacia la construcción de comunidades unidas y líderes efectivos. La historia de Roboam nos enseña que la compasión y el cuidado hacia aquellos a quienes lideramos son esenciales. El buen trato puede transformar una situación tensa en una oportunidad para el entendimiento y la cooperación, mientras que la falta de empatía es un catalizador para el resentimiento y la rebelión. Los ancianos, en su sabiduría, entendían que el poder no se mantiene con la opresión, sino con el amor que se gana la lealtad.

Pero a pesar de tener acceso a esta verdad milenaria, Roboam, en un acto de trágica ceguera, eligió el camino de la necedad. Desechó el consejo de la experiencia y abrazó el eco de su propia arrogancia. En lugar de seguir la recomendación de los ancianos, optó por aceptar el consejo de sus amigos más jóvenes. Su corazón, endurecido por el orgullo, le impidió ver las implicaciones de su elección. La respuesta que dio al pueblo, la que prometía un yugo aún más pesado y un castigo más cruel, fue una sentencia de muerte para su reino. No era lo que los israelitas querían escuchar; era lo que Roboam quería decir, una manifestación de su poder sin control. El resultado de seguir el consejo equivocado fue la división del reino, una consecuencia que se sintió como un terremoto en toda la nación. Diez de las doce tribus se separaron de Judá y formaron su propio reino, y el reino unido que Salomón había construido con tanto esplendor se hizo pedazos. La historia de Roboam es un recordatorio de que a menudo buscamos consejos, pero en ocasiones elegimos lo que nos gusta escuchar en lugar de lo que es sabio. Muchas personas buscan una validación para las decisiones que ya han tomado, y como resultado, rechazan el buen consejo que les podría salvar de la calamidad. La advertencia de Proverbios 12:15, que “el camino del necio es derecho en su propia opinión, mas el que escucha consejo es sabio,” se manifestó de manera dolorosa en la vida de Roboam. El desafío no es solo buscar el consejo, sino tener la humildad para escucharlo y actuar en consecuencia, incluso si va en contra de nuestros deseos iniciales. Es el gran dilema del liderazgo: la elección entre el camino fácil del orgullo y el camino difícil de la humildad.

El relato de Roboam es un recordatorio poderoso y atemporal sobre la importancia de escuchar consejo y reflexionar antes de tomar decisiones significativas. Su historia es una advertencia de que ignorar la sabiduría de los ancianos y ceder al consejo impulsivo de los amigos puede llevar a resultados desastrosos. El equilibrio entre la experiencia de los que nos preceden y la energía de la juventud es fundamental; se debe buscar la intersección entre ambas perspectivas para propiciar decisiones más acertadas que beneficien a todos. A medida que atravesamos nuestra vida cotidiana, es esencial cultivar una mentalidad abierta a la retroalimentación y a la sabiduría de los demás. Las lecciones que extraemos de las experiencias de Roboam son atemporales, subrayando la importancia de la paciencia, la búsqueda de consejo y la necesidad de tratar a los demás con respeto y dignidad. En nuestra propia vida, cada decisión, cada palabra que pronunciamos, tiene el potencial de construir o de destruir, de unir o de dividir.

En conclusión, la historia de Roboam nos ofrece estrategias prácticas para mejorar nuestras habilidades de liderazgo y fortalecer nuestras relaciones. Al adoptar la sabiduría de esperar, la disposición a escuchar y la práctica del buen trato, podemos construir comunidades más unidas y tomar decisiones que promuevan el bienestar de todos. La búsqueda constante de la verdad y la humildad en nuestra toma de decisiones deben guiar nuestro camino, evitando así la repetición de errores del pasado. La historia de un rey que perdió la mitad de su reino nos recuerda que la verdadera grandeza no reside en el poder absoluto, sino en la capacidad de servir con humildad y de escuchar con el corazón. Y al final de todo, lo que importa no es la corona que se hereda, sino la sabiduría que se adquiere. Que el eco del error de Roboam nos sirva como un faro que nos guíe hacia una vida de mayor prudencia, amor y respeto.

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