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BOSQUEJO: ¿QUIÉNES ENTRARÁN AL CIELO? La Biblia lo deja CLARO en Apocalipsis 21 (¡El #8 te SORPRENDERÁ!)

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BOSQUEJO

Tema: El temor a la muerte. Titulo: ¿QUIÉNES ENTRARÁN AL CIELO? La Biblia lo deja CLARO en Apocalipsis 21 (¡El #8 te SORPRENDERÁ!) Texto: Apocalipsis 21:6 - 8. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.



Introducción:

A. Después de describir el cielo en los versículos anteriores tenemos delante de nosotros una declaración, una invitación y una advertencia.

B. Miremos:

I. UNA DECLARACIÓN (ver. 6).


A. El alfa y la omega son la primera y ultima letra del alfabeto griego, lo que esta expresión quiere decir sobre Dios viene explicado a renglón seguido, el es el principio y el fin, en otras palabras aun mas sencilla el es el todo, en quien todo empieza y todo termina.

B. Es de anotar como Aquel le que esta sentado en el trono (Dios padre), toma el mismo apelativo con el que es descrito el hijo, por ejemplo en Apocalipsis 22:13. Dándonos así una evidencia mas del misterio de la divina trinidad.


II. UNA INVITACIÓN (ver. 6).


A. La invitación es a todo aquel que tiene sed, es decir, para todo aquel que anhela y desea las cosas de Dios constantemente, se le dice al tal que se le dará a beber de la fuente de agua de vida, es decir, se le saciara.

B. Además se invita al creyente a vencer (ver. 7): Los vencedores son nombrados aquí y en el comienzo del libro y se les prometen varias bendiciones espirituales (2:7; 2:11; 2:17; 2:26; 3:5; 3:21), toda una motivación a seguir adelante en medio de la cuenta persecución que padecían.


III. UNA ADVERTENCIA (ver. 8).


A. En contra posición a esto se menciona a quienes no participaran de las bendiciones del cielo, en lugar de ellos pasaran su eternidad en el lago de fuego y azufre:

1. Los cobardes.
2. Los incrédulos.
3. Los abominables.
4. Los homicidas.
5. Los fornicarios.
6. Los hechiceros.
7. Los idolatras

CONCLUSIONES:

La Biblia revela que el destino final depende de nuestra elección y carácter. Quienes buscan a Dios y vencen las pruebas recibirán la vida eterna en el cielo, mientras que quienes se apartan, mienten o temen, enfrentan la condena en el lago de fuego. La decisión es personal y vital. 

VERSION LARGA
El temor a la muerte es una de las emociones más universales y profundas que experimenta la humanidad. Esta inquietud, que a menudo nos atenaza el corazón, se entrelaza con preguntas sobre lo que nos espera más allá de la vida. En medio de esta incertidumbre, muchos se preguntan: ¿quiénes entrarán al cielo? La respuesta, revelada en la Biblia, no solo ofrece consuelo, sino que también invita a la reflexión y a la acción.

En el libro de Apocalipsis, capítulo 21, versículos 6 al 8, se presenta una poderosa declaración, una invitación y una advertencia. Tras la descripción del cielo, la imagen de un lugar lleno de luz, paz y amor, nos encontramos con la voz de Dios que nos habla directamente, como un padre amoroso que desea que sus hijos comprendan el significado de la vida y de la eternidad.

La primera parte de este pasaje es una declaración. Dios se presenta como el Alfa y la Omega, la primera y última letra del alfabeto griego. Este término, tan simple pero tan profundo, nos dice que Dios es el principio y el fin, el todo en nuestra existencia. En un mundo lleno de caos y confusión, esta afirmación es un ancla para nuestras almas. Dios no es solo un creador distante; es el hilo que conecta cada uno de nuestros momentos, cada una de nuestras decisiones y experiencias. Al entender que Él es el principio y el fin, encontramos consuelo en la idea de que no estamos solos en nuestro camino. Todo lo que somos y todo lo que anhelamos se encuentra en Él.

En medio de nuestras luchas diarias, esta declaración nos recuerda que aunque enfrentemos adversidades, Dios tiene un plan. Su voz, que resuena en el tiempo y en la eternidad, nos llama a confiar en su soberanía. Pero esta no es solo una afirmación teórica; es una invitación a vivir con propósito y esperanza. 

La invitación que se presenta es aún más conmovedora: “A todo aquel que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” Esta imagen de la sed es poderosa. Todos hemos experimentado la sed, ese anhelo profundo de algo que nos complete. Dios nos ofrece saciarnos, no con cosas pasajeras, sino con el agua de vida eterna. Esta invitación es para todos, sin excepciones. Es un llamado a aquellos que buscan respuestas, a quienes anhelan algo más que las circunstancias temporales de esta vida. 

Imagina por un momento a una multitud de personas, cada una con su propia carga, sus propias preguntas, sus propias sedes. La promesa de Dios es clara: si tienes sed de justicia, de amor, de paz, Él está allí, listo para saciarte. Esta invitación nos habla de la gracia incondicional de Dios, que no espera que seamos perfectos antes de acercarnos a Él. 

Además, la invitación se extiende a los “vencedores”. En un mundo donde muchas veces nos sentimos derrotados por las dificultades, esta promesa de victoria es un bálsamo. Ser un vencedor no significa no caer, sino levantarse una y otra vez, impulsado por la fe. Dios promete bendiciones a aquellos que perseveran, incluso en medio de la persecución y el dolor. A través de las cartas a las iglesias en Apocalipsis, se nos recuerda que cada prueba que enfrentamos puede ser una oportunidad de crecer en nuestra fe y en nuestra relación con Dios.

Sin embargo, el pasaje también nos presenta una advertencia. En contraste con la promesa de vida eterna, se nos recuerda que hay quienes no participarán de estas bendiciones. La lista de aquellos que se apartan de Dios incluye a los cobardes, los incrédulos, los abominables, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos. Este es un recordatorio impactante de que nuestras elecciones y nuestro carácter tienen consecuencias eternas. 

Es natural sentir temor ante la idea de la muerte, pero esta advertencia no es para asustarnos, sino para motivarnos a reflexionar sobre cómo estamos viviendo. ¿Estamos eligiendo el camino de la fe y la verdad, o nos estamos dejando llevar por el miedo y la duda? La vida es una serie de decisiones, y cada una de ellas nos acerca o nos aleja de la fuente de agua de vida que es Dios. 

La realidad es que todos enfrentamos la muerte en algún momento. Es un destino inevitable, pero lo que realmente importa es cómo vivimos antes de llegar a ese punto. La Biblia nos revela que el cielo no es solo un lugar al que se va después de la muerte, sino un estado de ser en el que podemos vivir en comunión con Dios aquí y ahora. Cuando elegimos vivir en fe y amor, comenzamos a experimentar el cielo en la tierra. 

La decisión es personal y vital. Cada uno de nosotros tiene la oportunidad de elegir qué camino tomar. La invitación es clara: Dios ofrece su agua de vida a todos los que tienen sed, a todos los que anhelan un propósito. Pero también nos recuerda que el camino de la incredulidad y la desobediencia nos aleja de su presencia.

En un mundo que a menudo parece estar lleno de desesperanza, el mensaje de Apocalipsis 21:6-8 es un faro de luz. Nos recuerda que hay una vida después de esta, una vida en la que podemos disfrutar de la presencia de Dios para siempre. La promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde ya no habrá llanto ni dolor, es un tesoro que debemos atesorar en nuestros corazones.

Así que, si te enfrentas al temor de la muerte, recuerda que hay esperanza. La muerte no es el final, sino una puerta hacia una nueva vida. En medio de tus luchas, busca a Dios y acepta su invitación. Permite que su agua de vida te sacie y que su amor transforme tu vida. Al hacerlo, no solo encontrarás consuelo en la promesa de la eternidad, sino que también vivirás cada día con un propósito renovado, sabiendo que tu destino final está en las manos de un Dios que te ama profundamente. 

La vida es un viaje lleno de decisiones, y en cada momento, tenemos la oportunidad de acercarnos a la fuente de vida. El cielo no es solo un destino; es una realidad que podemos experimentar ahora. Así que, ¿quiénes entrarán al cielo? Aquellos que tienen sed, aquellos que vencen, aquellos que eligen confiar en el amor y la gracia de Dios. Y tú, ¿estás listo para aceptar la invitación?

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