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BOSQUEJO
Tema: El temor a la muerte. Titulo: Los ángeles, el consuelo y la oración en el cielo Texto: Apocalipsis 6:9 - 11. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz.
Introducción:
A. Tenemos ya un esbozo bíblico sobre como es el cielo y sobre que ocurre en el cielo con respecto a la divinidad. Habíamos quedado que hoy resolveríamos la pregunta sobre que ocurre en el cielo respecto a las criaturas que están alla.
B. Tenemos dos textos que pueden darnos luz sobre esto uno es Lucas 16: 19 - 31 y Apocalipsis 6: 9 - 11, examinaremos estos textos para tratar de dilucidar lo que ocurre en el cielo presente, para ello hay que entender:
I. LA LABOR DE LOS ÁNGELES (Lucas 16:22).
A. Al morir Lazaro, los ángeles fueron quienes transportaron su parte espiritual al Seno de Abraham que para estos efectos seria el cielo presente. No fue a dormir, fue a un lugar. Lo mismo ocurrió con los mártires asesinados de Apocalipsis 6:9, al morir fueron llevados al cielo y allí estaban debajo del altar, esto a parte de lo que nos testifica Pablo sobre lo que ocurre después de la muerte del creyente.
B. Podemos pensar que esto sucede aun actualmente con los creyentes que mueren. No pensemos que esto puede suceder solo con cierto tipo de creyentes especiales, Lazaro era un creyente común y fueron ángeles quienes vinieron a recoger su alma.
II. EL CONSUELO DEL CIELO (Lucas 16:25).
A. Abraham quien también esta en el cielo le dice al rico que Lazaro esta recibiendo consuelo en el cielo. Lazaro había sufrido en la tierra: pobre, enfermo, hambriento, viviendo entre perros, humillado, triste etc. Sin embargo, al morir recibió consuelo.
B. Apocalipsis 7: 9- 17 de nuevo nos ilumina un poco mas sobre esto, de nuevo tenemos aquí una visión del cielo presente, se dice que aquello que en este caso estarán allí:
1. No sienten, ni hambre, ni sed, ni calor. Están saciados (ver 16).
2. Dios seca (enjugara) las lagrimas de sus ojos (ver. 17).
C. ¿Cuánto anhela nuestra alma en esta tierra este descanso?
III. QUE ERAN ELLOS NO OTROS (Apoc. 6:9).
A. Si lo nota quienes están ahora en el cielo siguen siendo las mismas personas que estaban en la tierra, no en cuanto a su pecado e imperfecciones sino en cuanto a su identidad, su historia no termino al morir sino que continua en el cielo. Por ejemplo, ellos recuerdan que fueron asesinados (ver. 10).
B. En el cielo la capacidad de pensar (formulan preguntas, no lo saben todo), comunicarse (hablan con Dios) y sentir emociones (desean justicia) continua (ver. 10).
C. En el cielo hay conciencia de todo, los mártires estaban conscientes de los demás (clamaban juntos), de Dios (hablan con Él y saben de sus atributos) y de lo que ocurría en la tierra (se dan cuanta que aun no se hace justicia) todo ello lo vemos en el versículo 10. para confirmar esto también podemos ir a Apoc. 18:20, 19: 1 -5.
Nota: Aunque se dan cuenta de lo que pasa aquí eso no arruina el cielo para ellos, no los perturba para mal, ya que, pueden ver todo en una perspectiva, en un contexto muy diferente al nuestro.
IV. LA ORACIÓN EN EL CIELO.
A. Los mártires oran en el cielo, ellos le preguntan a Dios, Él les responde y les hace promesas (ver. 11). Técnicamente esta es una oración, en el cielo habrá diálogos con Dios.
B. Nota: El texto solo nos indica esto: hay oración. No dice absolutamente nada de personas en la tierra pidiéndole a los que están orando en el cielo que intercedan por ellos.
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Conclusiones:
La visión bíblica del cielo revela que los creyentes mantienen su identidad, conciencia y emociones tras la muerte, recibiendo consuelo y participando en diálogos con Dios a través de la oración. Este entendimiento nos ayuda a vencer el temor a la muerte, confiando en la esperanza y la presencia divina en el más allá.
VERSIÓN LARGA
El temor a la muerte es una de las inquietudes más profundas y universales que experimentan los seres humanos. A lo largo de la historia, la muerte ha sido vista como un misterio, un final inevitable que genera angustia y ansiedad. Sin embargo, la Biblia nos ofrece un esbozo sobre lo que ocurre después de la muerte, especialmente en lo que respecta al cielo y a las criaturas que allí residen. En este contexto, la obra de los ángeles, el consuelo del cielo y la oración son elementos que iluminan nuestra comprensión del más allá, ayudándonos a abordar el temor a la muerte con una perspectiva renovada. Para explorar este tema, examinaremos dos textos fundamentales: Lucas 16:19-31 y Apocalipsis 6:9-11.
La primera cuestión que debemos considerar es la labor de los ángeles. En Lucas 16:22, se nos narra que, al morir Lázaro, los ángeles fueron quienes transportaron su parte espiritual al Seno de Abraham, que podemos interpretar como una representación del cielo presente. Este hecho es significativo, ya que muestra que, al morir, Lázaro no fue a un estado de inactividad o de "sueño", sino que fue llevado a un lugar específico de consuelo y paz. De manera similar, los mártires mencionados en Apocalipsis 6:9 fueron llevados al cielo tras su muerte y se encuentran debajo del altar, en una posición de honor y reconocimiento. Esto refuerza la idea de que, al morir, los creyentes son recibidos por seres celestiales que cumplen el propósito de llevar sus almas al hogar eterno.
Podemos pensar que esta labor de los ángeles no es un fenómeno exclusivo de las figuras bíblicas. Es razonable creer que este mismo tipo de asistencia divina se manifiesta en el presente, acompañando a los creyentes al momento de su muerte. Lázaro, como figura representativa, no era un creyente excepcional; era un hombre común que, al final de su vida, fue recogido por ángeles. Este entendimiento nos otorga consuelo, ya que sugiere que todos los creyentes, sin distinción, son objeto de la misma gracia divina en el momento de su partida.
El consuelo del cielo es otra dimensión que debemos explorar. En Lucas 16:25, Abraham señala al rico que Lázaro está recibiendo consuelo en el cielo. Este consuelo es especialmente significativo considerando las penurias que Lázaro enfrentó en la tierra: pobreza, enfermedad, hambre y humillación. La muerte, lejos de ser un final aterrador, se presenta como una transición hacia un estado de bienestar y paz. En Apocalipsis 7:9-17, se describe nuevamente la condición de aquellos que están en el cielo. Se dice que no sienten hambre, sed ni calor; están saciados y protegidos. Dios enjuga las lágrimas de sus ojos, lo que representa una promesa de alivio total de las aflicciones que experimentaron en la vida terrenal.
Esta visión del consuelo celestial es un anhelo profundo para nuestra alma. Cuántas veces hemos deseado experimentar ese descanso y paz que parece tan esquivo en nuestra existencia diaria. La promesa de un lugar donde no hay sufrimiento ni dolor es un bálsamo para el corazón atribulado, recordándonos que en el cielo hay un refugio seguro.
El siguiente aspecto que debemos considerar es la identidad de aquellos que están en el cielo. En Apocalipsis 6:9, se menciona que los mártires que se encuentran allí son las mismas personas que estaban en la tierra, no en cuanto a sus pecados y defectos, sino en cuanto a su identidad y experiencias. Ellos recuerdan que fueron asesinados, lo que indica que su historia no terminó con la muerte, sino que continuó en el cielo. Esto es fundamental para entender que la muerte no anula nuestra identidad. En el cielo, la capacidad de pensar, comunicarse y sentir emociones sigue existiendo. Los mártires no son seres despojados de su humanidad; al contrario, tienen conciencia de sí mismos y de su entorno. Claman a Dios, formulando preguntas y deseando justicia, lo que demuestra que su existencia en el cielo es activa y significativa.
Este aspecto de la conciencia en el cielo también se refuerza por el hecho de que los mártires son conscientes de lo que ocurre en la tierra. Aunque no se encuentran perturbados por ello, tienen un entendimiento de la injusticia que persiste, como se evidencia en su clamor a Dios. Su perspectiva es diferente a la nuestra, ya que pueden ver todo en un contexto más amplio y comprensible, lo que les permite experimentar la paz incluso en medio de la comprensión del sufrimiento que aún existe en el mundo.
Finalmente, la oración en el cielo es un aspecto que merece especial atención. En Apocalipsis 6:11, se nos muestra que los mártires oran y hablan con Dios. Esta interacción sugiere que en el cielo hay un diálogo constante con el Creador, donde las almas pueden presentar sus peticiones y recibir respuestas. No obstante, es importante notar que el texto no menciona a personas en la tierra pidiendo a los que están en el cielo que intercedan por ellas. Esto nos lleva a entender que la oración en el cielo es un acto de comunión directa con Dios, y que los mártires tienen un papel activo en esa relación.
La visión bíblica del cielo nos revela que los creyentes mantienen su identidad, conciencia y emociones tras la muerte, recibiendo consuelo y participando en diálogos con Dios a través de la oración. Este entendimiento nos ayuda a vencer el temor a la muerte, confiando en la esperanza y la presencia divina en el más allá. La muerte, en lugar de ser un final aterrador, se convierte en una transición hacia una vida plena y gloriosa en la presencia de Dios. Mientras enfrentamos el temor a lo desconocido, podemos hallar consuelo en la certeza de que aquellos que han partido están en un lugar de descanso y alegría, rodeados por la presencia de los ángeles y el amor divino.
La comprensión de la labor de los ángeles, el consuelo del cielo, la continuidad de nuestra identidad y la oración activa en la eternidad son elementos que deben guiarnos en nuestra vida espiritual. Al enfrentar el miedo a la muerte, podemos recordar que Dios cuida de nosotros incluso en los momentos más oscuros. La vida eterna que nos promete no es una mera prolongación de la existencia, sino una realidad transformadora donde el sufrimiento y la tristeza no tienen cabida.
La oración, tanto en la tierra como en el cielo, se convierte en un puente que nos conecta con lo divino. Nos permite elevar nuestras voces al cielo, comunicarnos con Dios y recibir Su consuelo. La vida de los mártires en el cielo nos recuerda que, aunque enfrentemos tribulaciones y sufrimientos en esta vida, hay una esperanza que trasciende nuestra comprensión.
El temor a la muerte puede ser debilitante, pero podemos encontrar fortaleza en la fe. La certeza de que hay un lugar de descanso y consuelo nos invita a vivir con valentía y propósito en esta vida. En lugar de permitir que el miedo nos paralice, podemos elegir vivir con esperanza, buscando el consuelo y la dirección de Dios en nuestro caminar diario.
La vida puede ser difícil, llena de desafíos y sufrimientos, pero el mensaje de las Escrituras nos asegura que hay un futuro glorioso esperándonos. La muerte no es el final; es un pasaje hacia algo mucho mayor. Por lo tanto, enfrentemos el temor a la muerte con la convicción de que hay un cielo donde los ángeles nos reciben, donde encontramos consuelo y donde nuestras oraciones son escuchadas. En este lugar, la presencia de Dios es una realidad tangible y transformadora, y allí, en la eternidad, nuestras almas hallarán el descanso que tanto anhelamos.
Así, al reflexionar sobre lo que ocurre en el cielo, recordemos que tenemos la promesa de un futuro eterno en unión con nuestro Creador. No permitamos que el temor a la muerte nos robe la alegría de vivir. En su lugar, abracemos la vida con fe y esperanza, sabiendo que los ángeles, el consuelo y la oración son realidades que nos acompañan en nuestro viaje hacia la eternidad. La muerte, entonces, se convierte en un paso hacia la plenitud, una transición que nos lleva a un lugar de amor, paz y alegría en la presencia de Dios.
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