Tema: 1 Reyes. Titulo: DAVID MUERE, PERO ANTES REVELA SUS 4 SECRETOS PARA SER UN VERDADERO REY (¡EL #3 CAMBIARÁ TU VIDA!) Texto: 1 Reyes 2: 1 - 12. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción.
A. Creo que las cosas que uno diría justo antes de morir serían las cosas más importantes que pudiera decir, palabras fruto de toda una vida de experiencia.
B. Varias cosas le dice David en Salomón antes de morir en este texto bíblico.
I. ESFUÉRZATE Y SE HOMBRE (ver. 2).
A. Este primer gran consejo va respaldado por el ejemplo. Un hombre sumamente esforzado y valiente deja este último consejo a su hijo.
B. La vida es de quienes se esfuerzan y son valientes. De quienes sacan fuerzas cuando ya no hay y se enfrentan a sus miedos.
II. GUARDA LOS PRECEPTOS DE DIOS (ver. 3, 4).
A. David aconseja a Salomón sobre guarda los preceptos (orden o mandato impuesto o establecido por una autoridad).
B. Las razones son sencillas pero poderosas, si así haces: PROSPERARAS en lo que HAGAS y EMPRENDAS, además para que Dios haga efectivas sus promesas.
C. Debemos guardar tales preceptos por pura devoción pero además de eso tenga en la mira también estas cosas.
III. CUÍDATE DE LA GENTE (ver. 5, 8).
A. David le dice a Salomón que se cuide de dos tipos de personas:
1. Joab: quién representa al vengativo, iracundo, sin escrúpulos y violento. Mató a Abner, Absalón y a Amasa, además de haberse unido a Adonias.
2. Simei: igualmente, rencoroso, aunque se arrepintió, David cumplió su promesa de no matarlo pero pidió a Salomón hacerlo.
IV. SE LEAL Y AGRADECIDO (ver. 7).
A. Por último, le pide a Salomón mantener dos de sus cualidades, el agradecimiento y la lealtad. Mencionando aquí a Barzilai el hombre anciano que lo ayudó cuando huía de Absalón, insta a Salomón a sentarlo en su mesa.
B. Así la historia de David termina hablándonos del agradecimiento y la lealtad como cualidades imprescindibles de un hombre de Dios.
Conclusión.
VERSIÓN LARGA
El final de una vida, especialmente la de un rey como David, es un momento que invita a la reflexión profunda. Las últimas palabras que pronunciamos suelen ser las más significativas, aquellas que encapsulan años de vivencias, aprendizajes y, en el caso de David, una historia marcada por la gloria, la traición, el amor y el arrepentimiento. En 1 Reyes 2:1-12, encontramos un relato conmovedor que revela no solo el carácter de David, sino también los principios que deseaba transmitir a su hijo Salomón antes de partir de este mundo.
El rey David, un hombre conocido por su valentía en la batalla y su corazón conforme al de Dios, se encuentra en sus últimos momentos. En este contexto, su primer consejo a Salomón es claro y contundente: “Esfuérzate y sé hombre”. Este llamado a la valentía y al esfuerzo no es un simple consejo; es un legado que David ha construido a lo largo de su vida. La historia de David está llena de enfrentamientos y desafíos, desde su lucha con Goliat hasta las complejidades de su reinado y la traición de su propio hijo Absalón. Cada uno de estos momentos forjó un carácter resiliente, un espíritu indomable que ahora desea transmitir a su hijo.
David sabe que la vida no es un camino fácil. Requiere valor, esfuerzo y la capacidad de levantarse una y otra vez, incluso cuando las circunstancias parecen insuperables. En su consejo, podemos sentir el peso de su experiencia; sabe que la vida está llena de desafíos, y que solo aquellos que se esfuerzan y se enfrentan a sus miedos pueden realmente triunfar. Este consejo resuena en la vida de todos nosotros, recordándonos que el verdadero crecimiento personal y espiritual a menudo surge de los momentos más difíciles.
El segundo consejo que David comparte con Salomón es la importancia de guardar los preceptos de Dios. En los versículos 3 y 4, David enfatiza que seguir los mandamientos divinos no solo es un acto de devoción, sino que es la clave para prosperar en todo lo que se emprenda. Este principio es tan relevante hoy como lo fue en el tiempo de David. La vida de obediencia a los preceptos de Dios no solo trae bendición, sino que también establece una base sólida sobre la cual construir el futuro.
David, quien conoció tanto la misericordia de Dios como las consecuencias de sus propias transgresiones, está en posición de hablar sobre la fidelidad de Dios y la importancia de la obediencia. Él entiende que el camino de la prosperidad no se encuentra en la sabiduría humana o en las riquezas materiales, sino en una relación genuina con el Creador. Las promesas de Dios son efectivas, y seguir Sus mandamientos abre la puerta a una vida de propósito y significado. Este legado de fe es un regalo invaluable que David desea dejar a su hijo, recordándole que la verdadera grandeza se encuentra en la sumisión a la voluntad divina.
A medida que el diálogo entre David y Salomón avanza, David también le advierte sobre el peligro de las malas influencias. En los versículos 5 y 8, menciona a dos hombres, Joab y Simei, quienes, en diferentes momentos, mostraron una falta de escrúpulos y rencor. Joab, con su historia de violencia y venganza, representa el tipo de persona que puede desviar a un líder de su propósito divino. Por otro lado, Simei, aunque se arrepintió, es un recordatorio de que incluso aquellos que parecen haber cambiado pueden ser un riesgo si no se manejan con prudencia.
La advertencia de David sobre estos individuos refleja una sabiduría profunda: la gente que nos rodea puede influir en nuestras decisiones y en nuestro carácter. En un mundo lleno de distracciones y voces contradictorias, es vital que elijamos sabiamente a quienes permitimos entrar en nuestras vidas. La lección aquí es clara: rodearse de personas que reflejan los valores de Dios es crucial para mantener la integridad y la dirección en nuestro caminar. La conexión entre nuestras relaciones y nuestro crecimiento espiritual no puede subestimarse, y David lo sabía muy bien.
Finalmente, en un acto de ternura y sabiduría paternal, David le recuerda a Salomón la importancia de ser leal y agradecido. En el versículo 7, menciona a Barzilai, un hombre que lo ayudó durante su huida de Absalón. Al instar a Salomón a honrar a Barzilai, David está enfatizando dos cualidades que son fundamentales en la vida de un hombre de Dios: la gratitud y la lealtad.
La lealtad hacia aquellos que nos han apoyado en tiempos difíciles es una virtud que debe cultivarse. En la vida, nunca estamos solos; siempre hay personas que nos levantan y nos animan, y David quería que su hijo recordara siempre el valor de estas relaciones. La gratitud, por otro lado, es una actitud del corazón que nos mantiene humildes y conscientes de las bendiciones que hemos recibido. Reconocer y valorar a aquellos que nos han ayudado a lo largo del camino es una forma de honrar no solo a ellos, sino también a Dios, quien utiliza a otros para guiarnos y sostenernos.
La muerte de David marca el final de una era, pero sus palabras resuenan a lo largo de los siglos como principios eternos que trascienden el tiempo. Las últimas enseñanzas que comparte con Salomón son un compendio de sabiduría que sigue siendo relevante para nosotros hoy. La vida cristiana no es un destino, sino un viaje que requiere esfuerzo, fidelidad, prudencia y gratitud.
Al reflexionar sobre el legado de David, somos desafiados a vivir de manera que honremos este legado. ¿Estamos esforzándonos en nuestras vidas? ¿Estamos guardando los preceptos de Dios con seriedad y devoción? ¿Estamos eligiendo sabiamente nuestras relaciones y mostrando lealtad y gratitud a quienes nos rodean? La respuesta a estas preguntas definirá no solo nuestra salud espiritual, sino también el impacto que tenemos en el mundo que nos rodea.
Así, con las últimas palabras de un rey que vivió, amó y luchó intensamente, somos llamados a una vida de propósito. Que la vida de David y sus consejos a Salomón nos inspiren a construir un legado de fe, amor y dedicación que perdure más allá de nuestras propias vidas, convirtiéndonos en luz en un mundo que ansía esperanza y dirección.
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