VÍDEO
BOSQUEJO
Tema: 1 Samuel. Título: Tres bendiciones en la coronación de Saúl. Texto: 1 Samuel 10. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. En el texto encontramos la unción y coronación de Saul como primer rey de Israel. Además de ello algunas cosas de este llamado se parecen a algunas cosas que ocurren con el creyente en su vida cristiana.
B. Comparemos:
I. LLAMADO (ver 1).
A. El versículo describe el momento en el que Saul es ungido como rey de Israel por parte del profeta y juez Samuel, dice el texto que fue derramado aceite sobre su cabeza y fue besado por Saul. Todo ello indicaba su elección por parte de Dios, su llamado a cumplir con una misión específica.
B. Cada creyente de la misma manera también ha sido elegido por Dios para cumplir una misión, un llamado dentro de su reino (1 Cor 12: 12 – 20).
II. LLENURA (ver 6, 10).
A. Después de la unción como rey, Samuel da a Saul tres señales que le confirmaran que Dios le ha llamado para este fin, ellas son:
1. Se encontraría con 2 hombres en el territorio de Benjamín junto al sepulcro de Raquel que le informarían sobre las asnas y sobre la preocupación de su padre (ver 2).
2. Después se encontraría con tres hombres en la encina de Tabor, ellos llevarían tres cabritos, tres tortas y una vasija de vino, estos hombres se dirigían a Bethel a adorar a Dios, lo que llevaban era para ese fin, pero aun así le darán dos panes de los que llevan, panes que solo podían dar a los sacerdotes (ver 3).
3. Después en la guarnición filistea se encontraría con un grupo de profetas extáticos quienes irían profetizando al son de la música, Saul se uniría a ellos y en ese momento recibiría el Espíritu de Jehová como resultado de ellos profetizaría y seria transformado (ver 4).
Seguramente las tres señales se cumplieron, sin embargo, la Biblia solo nos informa del cumplimiento de la tercera señal en el versículo 10.
B. El creyente es hecho la morada del Espíritu Santo al convertirse a Cristo y como una segunda experiencia espiritual se le da también la llenura del Espíritu Santo. Veamos: Juan 20: 19 – 22 comp. Hechos 2:1 – 4, si leemos estos textos con cuidado nos daremos cuenta que aquí hay dos experiencias diferentes, una es la morada y otra la llenura. Principalmente la llenura del Espíritu Santo capacita al creyente para la misión y ministerio, dicha llenura puede ser recibida varias veces en la vida y debe ser buscada (Hec. 4:31).
III. TRANSFORMACIÓN.
A. El relato nos informa que una vez Saul se despidió de Samuel “le mudo Dios su corazón”, es decir, cambio su personalidad, no fue hecho perfecto, pero seguramente hubo muchos cambios en él (ver 9).
B. Una de las grandes bendiciones que se nos da al ser creyentes es la transformación que se opera en la persona desde el momento de su conversión y después de ello con la obra santificadora del Espíritu santo, cuando la obra es de Dios en la persona y no de las emociones este es un cambio profundo, la persona jamás vuelve a ser la misma.
(1 Juan 3: 6, 9).
Conclusiones.
Saúl fue ungido y llamado por Dios, pero su desobediencia y rechazo llevaron a su desecho como rey, reflejando cómo el creyente debe responder al llamado, buscar la llenura del Espíritu y experimentar una transformación profunda en su vida. La fidelidad en el proceso determina su destino espiritual.
VERSIÓN LARGA
La historia de Saúl, el primer rey de Israel, se encuentra en el libro de 1 Samuel, un relato que no solo narra la unción y coronación de un líder, sino que también ofrece importantes lecciones espirituales para los creyentes de hoy. En el capítulo 10 de 1 Samuel, se describe el momento crucial en el que Saúl es ungido por el profeta Samuel, un evento que simboliza su elección divina y su llamado a cumplir una misión específica. A lo largo de este relato, podemos identificar tres aspectos clave que se reflejan en la vida de cada creyente: el llamado, la llenura del Espíritu Santo y la transformación.
El primer aspecto que debemos considerar es el llamado. En 1 Samuel 10:1, se nos narra el momento en que Samuel unge a Saúl con aceite, un acto que representa no solo su elección como rey, sino la responsabilidad y el propósito que Dios le ha asignado. La unción con aceite es un símbolo de la presencia y el poder de Dios en la vida de Saúl. Este acto no solo lo designa como rey, sino que también marca el inicio de su misión para liderar y guiar al pueblo de Israel.
Del mismo modo, cada creyente es llamado por Dios para cumplir un propósito en Su reino. En 1 Corintios 12:12-20, el apóstol Pablo explica que cada miembro del cuerpo de Cristo tiene un papel único y esencial. Así como Saúl fue elegido y llamado para liderar, los creyentes también son seleccionados por Dios para desempeñar funciones significativas dentro de la iglesia. Este llamado no es solo una invitación a servir, sino una responsabilidad que implica vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y contribuir al avance del evangelio.
El llamado de Dios a nuestras vidas no siempre es fácil de discernir. A menudo, puede venir en formas inesperadas o a través de circunstancias que nos desafían. Sin embargo, lo importante es que reconozcamos que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros. Como Saúl, debemos estar dispuestos a escuchar y responder a Su voz. La obediencia a ese llamado es crucial para que podamos cumplir con la misión que Él ha puesto en nuestras manos.
El segundo aspecto a destacar en el relato de la unción de Saúl es la llenura del Espíritu Santo. Después de su unción, Samuel le da a Saúl tres señales que confirmarán su llamado. Estas señales son significativas porque no solo validan su elección, sino que también preparan a Saúl para el papel que le espera. En 1 Samuel 10:6-10, se menciona que, después de unirse a un grupo de profetas, Saúl recibiría el Espíritu de Dios y profetizaría. Este momento es crucial, ya que representa el empoderamiento divino que Saúl necesita para llevar a cabo su misión con éxito.
La experiencia de Saúl es paralela a la de los creyentes de hoy. Cuando una persona acepta a Cristo como su Salvador, el Espíritu Santo viene a habitar en ella, convirtiéndose en su guía y consejero. En Juan 20:19-22, vemos que Jesús sopla sobre Sus discípulos y les dice que reciban el Espíritu Santo, marcando el inicio de una nueva relación entre ellos y la presencia de Dios en sus vidas. No obstante, en el libro de Hechos, también encontramos el evento de Pentecostés, donde los creyentes son llenos del Espíritu Santo y reciben el poder para llevar adelante la obra de Dios (Hechos 2:1-4).
Este concepto de la llenura del Espíritu Santo es fundamental para el creyente. No solo se trata de la morada del Espíritu en nuestras vidas, sino también de una experiencia continua de empoderamiento. La llenura del Espíritu capacita al creyente para cumplir con el llamado que Dios le ha hecho. Es una fuente de fortaleza, sabiduría y dirección en momentos de desafío. Así como Saúl fue ungido y luego lleno del Espíritu para cumplir su misión, los creyentes de hoy deben buscar continuamente esa llenura para vivir victoriosamente y ser efectivos en el ministerio.
La llenura del Espíritu Santo no es un evento único; es algo que debe ser buscado de manera constante a lo largo de la vida cristiana. En Hechos 4:31, después de que los apóstoles oran, se nos dice que fueron llenos del Espíritu Santo nuevamente, lo que indica que esta experiencia es renovable. La búsqueda de la llenura del Espíritu es esencial para mantener una vida espiritual saludable y para ser instrumentos útiles en las manos de Dios.
El tercer aspecto en el relato de la unción de Saúl es la transformación que ocurre en su vida. En 1 Samuel 10:9, se menciona que, al despedirse de Samuel, "le mudó Dios su corazón". Este cambio en el corazón de Saúl indica que hubo una transformación significativa en su carácter y personalidad. Aunque no se trata de una perfección total, sí refleja un cambio profundo que le permite asumir el papel de rey de manera efectiva.
La transformación es una de las grandes bendiciones que experimentan los creyentes. Al aceptar a Cristo, se produce un cambio interno que afecta todos los aspectos de la vida de una persona. 2 Corintios 5:17 nos dice que "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas". Esta transformación es un proceso continuo que se lleva a cabo a medida que el Espíritu Santo trabaja en la vida del creyente, haciéndolo más parecido a Cristo.
La verdadera transformación no se limita a cambios superficiales, sino que llega al corazón y la mente. A medida que los creyentes se someten a la obra del Espíritu Santo, comienzan a experimentar un cambio en sus deseos, actitudes y comportamientos. En 1 Juan 3:6 y 9, se enfatiza que aquellos que han nacido de Dios no continúan en el pecado, ya que la semilla de Dios permanece en ellos. Esto significa que la transformación trae consigo un deseo genuino de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y alejarse de las viejas prácticas pecaminosas.
Es importante señalar que, aunque Saúl fue ungido y transformado, también enfrentó desafíos y decisiones difíciles a lo largo de su reinado. Su historia es un recordatorio de que la obediencia es fundamental en el proceso de transformación. A pesar de haber sido llamado y empoderado por Dios, Saúl finalmente se desvió de la voluntad divina, lo que llevó a su rechazo como rey. Esto nos enseña que, aunque somos elegidos y transformados, la fidelidad a Dios es lo que determina nuestro destino espiritual.
La historia de Saúl también pone de manifiesto la importancia de mantenerse en comunión con Dios. La oración, la lectura de la Palabra y la búsqueda de la guía del Espíritu son fundamentales para que un creyente permanezca en el camino de la obediencia y la transformación continua. La relación con Dios es lo que nutre y fortalece nuestra vida espiritual, permitiéndonos ser fieles al llamado que hemos recibido.
En resumen, la unción y coronación de Saúl en 1 Samuel 10 nos ofrece lecciones valiosas sobre el llamado, la llenura del Espíritu Santo y la transformación en la vida del creyente. Al igual que Saúl, cada uno de nosotros ha sido llamado por Dios para cumplir un propósito en Su reino. Este llamado viene acompañado de la promesa de la llenura del Espíritu, que nos capacita y fortalece para llevar a cabo la misión que Dios nos ha encomendado.
La transformación es una parte esencial de la experiencia cristiana, y es fundamental que busquemos vivir en obediencia y comunión con Dios, permitiendo que Su Espíritu obre en nosotros. La historia de Saúl nos recuerda que, aunque podemos ser ungidos y llamados, nuestra respuesta a la voz de Dios y nuestra fidelidad en el camino determinarán nuestro destino espiritual. Al vivir en la luz de estas verdades, podemos ser instrumentos útiles en las manos de Dios, llevando Su mensaje de esperanza y salvación a un mundo que necesita desesperadamente Su amor.
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