VIDEO DE LA PREDICA
Tema: Sanidad interior. Título: Como superar la soledad y el abandono: 3 lecciones en la vida de Jesús. Texto: Marcos 14:50. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez.
Introducción:
A. Muchas personas viven con otra enfermedad del alma que se llama soledad o sentimiento de abandono, producido por el abandono en el que viven o al que fueron sometidos.
B. ¿Qué hacer contra el? ¿Qué hizo Jesús nuestro sumo sacerdote cuando se vio en esa situación? Marcos 14: 32ss nos lo dice:
I. BUSQUE COMPAÑÍA (Ver 37).
A. El Señor habla con Simón, minutos antes había apartado a este junto a Jacobo y Juan buscando apoyo, el Señor les habla acerca de cómo se siente y se va a orar.
B. Me pregunto: ¿porque regreso? Creo que Jesús en su desespero no solo precisaba la compañía de su Padre sino también la de sus amigos, de hecho, no solo regreso una vez sino dos más buscando apoyo.
C. La gente le fallara, le abandonara pero rara vez todos lo harán, ni a Jesús le paso eso, el evangelio nos dice que a pesar del abandono de la mayoría de sus discípulos Juan estaba junto a la cruz (el mismo Juan que el invito a orar en este texto y que se durmió), su Madre, su Tía, otras mujeres…
D. No se aísle, Dios siempre pondrá personas fieles a su lado, aunque otras le fallen, acéptelas y no las rechace.
II. NO SE RESIENTA (Ver 41).
A. Tres veces Jesús fue y volvió del lugar donde oraba hasta el sitio donde estaban los discípulos y note que en ninguna de las tres hay palabras de odio y amargura (a pesar de su estado emocional) contra lo que hacen a su persona en ese momento. Lo que les dice tiene que ver con su crecimiento espiritual pero no con él.
B. No se resienta con quienes le abandonan o le abandonaron, antes espere que esas cosas sucedan y cuando sucedan batalle contra el odio en su corazón pensando que esas es la manera como Dios quiere mostrarle que su confianza debe estar primordialmente en Él quien nunca le abandonara.
III. CULTIVE UNA RELACIÓN (Ver 36).
A. Al sentirse triste y solo Jesús ora, una y otra vez ora, no solo una vez. Jesús sabía que el remedio para sus tormentas emocionales se encontraba en su oración.
B. Piense: si Jesús al sentirse abandonado tuvo que orar ¿Cuánto más usted y yo?
C. No solo eso fíjese en la expresión: “Abba, padre”, literalmente: papá o papito. Estas palabras nos hablan del nivel de dependencia y relación entre Jesús y el Padre.
D. Conocer a Dios como Padre y vivir esto día a día tendrá un efecto sumamente sanador en el sentimiento de abandono.
Conclusión:
En momentos de soledad y abandono, es crucial recordar que no estamos solos. Al igual que Jesús, busquemos compañía y cultivemos relaciones significativas. No permitamos que el resentimiento se apodere de nuestro corazón; en cambio, elijamos perdonar y confiar en Dios. La oración es una herramienta poderosa para sanar. Aprendamos a ver a Dios como nuestro Padre amoroso, quien nos brinda el apoyo y la fortaleza que necesitamos. Con su ayuda, podemos superar la soledad y encontrar paz interior. Al abrirnos a las personas que nos rodean y a la presencia de Dios, encontraremos el camino hacia la sanidad del alma.
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VERSIÓN LARGA
COMO SUPERAR LA SOLEDAD Y EL ABANDONO: 3 LECCIONES EN LA VIDA DE JESÚS
Muchas personas viven con una enfermedad del alma llamada soledad o sentimiento de abandono. Este dolor puede ser consecuencia de la indiferencia de los demás, el rechazo de personas cercanas o incluso la pérdida de seres queridos. En esos momentos de angustia, la pregunta clave es: ¿qué hacer para sobrellevar esta situación? La respuesta la encontramos en la vida de Jesús, quien también experimentó la soledad y el abandono, pero supo enfrentarlos de manera que nos deja un poderoso ejemplo.
Uno de los momentos más difíciles de la vida de Jesús fue en el huerto de Getsemaní. Estaba por enfrentar la cruz y sabía que su sufrimiento sería extremo. En Marcos 14:32 en adelante, se nos relata cómo, en ese momento de angustia, Jesús buscó apoyo en sus amigos, lidió con la decepción sin resentimiento y fortaleció su relación con el Padre. Siguiendo su ejemplo, podemos encontrar formas de enfrentar la soledad y el abandono sin permitir que nos destruyan.
Buscar compañía es un paso crucial para enfrentar la soledad. En Marcos 14:37, vemos que Jesús se acercó a Pedro, Jacobo y Juan en busca de apoyo. Minutos antes, los había apartado del resto de los discípulos y les había confiado sus sentimientos. Jesús no solo buscó la presencia de su Padre celestial en oración, sino también la compañía de sus amigos. Sorprendentemente, aunque ellos se durmieron en un momento crítico, él volvió una y otra vez a buscarlos.
Este detalle en la vida de Jesús nos deja una enseñanza clara: aunque la gente nos falle o nos abandone, no debemos aislarnos. Dios siempre pone personas a nuestro lado que pueden brindarnos apoyo en momentos de dificultad. A veces, el dolor nos lleva a levantar muros, a desconfiar de todos y a preferir la soledad como mecanismo de defensa. Sin embargo, esta no es la solución. Incluso Jesús, el Hijo de Dios, sintió la necesidad de tener amigos cerca en su momento más difícil.
Es cierto que algunas personas nos fallarán, pero no todos lo harán. El evangelio nos dice que, aunque la mayoría de los discípulos huyeron, Juan estuvo junto a la cruz, al igual que María, su madre, y otras mujeres. Esto nos recuerda que, aunque algunos nos abandonen, Dios proveerá personas fieles que estarán con nosotros en las pruebas. En lugar de rechazar el apoyo de quienes nos aman, debemos aceptarlo con gratitud.
Otro aspecto fundamental para superar el abandono es evitar el resentimiento. En Marcos 14:41, Jesús regresa por tercera vez a donde estaban los discípulos y los encuentra durmiendo. Sin embargo, en ninguna de estas ocasiones se expresa con enojo o amargura hacia ellos. A pesar de su sufrimiento, no pronuncia palabras hirientes ni de reclamo personal. Lo que dice está enfocado en su crecimiento espiritual, no en su propia decepción.
Este comportamiento de Jesús nos enseña a no llenarnos de rencor cuando otros nos fallan. Es inevitable que, en algún momento de la vida, experimentemos abandono o traición. Pero cuando esto suceda, en lugar de alimentar sentimientos de amargura, debemos recordar que Dios nunca nos abandona. Su fidelidad es constante, y él es el único en quien podemos depositar nuestra confianza absoluta.
El resentimiento solo nos envenena por dentro. Muchas veces, el dolor de la soledad se intensifica porque revivimos constantemente el daño que nos hicieron, permitiendo que el rencor eche raíces en nuestro corazón. Pero la enseñanza de Jesús nos muestra que podemos elegir otra respuesta: confiar en que Dios usa incluso el abandono para acercarnos más a él y fortalecer nuestra dependencia en su amor.
Además de buscar compañía y evitar el resentimiento, la tercera clave para superar la soledad es cultivar una relación íntima con Dios. En Marcos 14:36, Jesús, en su angustia, ora y llama a Dios "Abba, Padre", una expresión de intimidad y confianza que significa "papá" o "papito".
En su momento de mayor dolor, Jesús no solo oró una vez, sino repetidamente. Nos muestra que la oración no es solo un ritual, sino un refugio donde encontramos consuelo. A través de la oración, Jesús halló la fortaleza para enfrentar la cruz y cumplir su propósito. Si él, siendo el Hijo de Dios, necesitó este tiempo con su Padre, cuánto más lo necesitamos nosotros en nuestros momentos de angustia.
Conocer a Dios como nuestro Padre y vivir esta realidad en el día a día tiene un efecto sanador en el alma. Muchas veces, el sentimiento de abandono proviene de heridas profundas que solo Dios puede sanar. La clave está en desarrollar una relación continua con él, no solo buscarlo en momentos de crisis, sino aprender a depender de su amor cada día.
Cuando oramos con confianza, como Jesús lo hizo, experimentamos la cercanía de Dios de una manera transformadora. En lugar de sentirnos solos y desamparados, descubrimos que tenemos un Padre amoroso que nunca nos deja. La oración nos ayuda a cambiar nuestra perspectiva, a soltar el pasado y a confiar en que Dios tiene un propósito en cada situación que enfrentamos.
En conclusión, la soledad y el abandono pueden ser experiencias devastadoras, pero no estamos condenados a vivir bajo su peso. Siguiendo el ejemplo de Jesús en Getsemaní, podemos enfrentar estos sentimientos de manera saludable. Primero, busquemos la compañía de personas fieles que Dios ha puesto en nuestra vida. No todos nos abandonarán, y siempre habrá quienes estén dispuestos a acompañarnos en nuestros momentos difíciles. Segundo, evitemos el resentimiento y no permitamos que el dolor nos llene de amargura. En lugar de enfocarnos en quienes nos fallaron, pongamos nuestra confianza en Dios, quien nunca nos dejará.
Por último, cultivemos una relación profunda con nuestro Padre celestial. La oración es el mejor remedio para el alma herida. Cuando aprendemos a ver a Dios como nuestro Padre amoroso y confiamos en su fidelidad, encontramos paz en medio de la tormenta.
Jesús nos muestra que, aunque la soledad y el abandono son parte de la vida, no tienen que definirnos ni destruirnos. Con su ayuda, podemos superar estos sentimientos y encontrar en él la fuerza para seguir adelante. Al abrir nuestro corazón a las personas que nos rodean y fortalecer nuestra relación con Dios, hallaremos el camino hacia la sanidad y la restauración
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