VIDEO DE LA PREDICA
Tema: El llamado. Título: Como correr la carrera. Texto: 1 Cor. 9: 24 – 27. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez.
Introducción:
A. Somos llamados por Dios a una vida en Él, esto es cierto,
como también es cierto que esta será premiada aquí y en la eternidad. El apóstol
en este texto nos habla del premio eterno, él lo llama: “corona incorruptible”.
Dice que los atletas ganan coronas que se corroen, se marchitan, pero que los
creyentes fieles ganan coronas que son eternas, premios eternos que les serán dados
en el tribunal de Cristo.
B. Una de las razones por las que dice esto, por las que habla del
premio es por la rudeza de la vida cristiana, es duro y su dureza puede hacernos
desistir, desanimarnos de persistir y así perder el premio.
C. hablaremos de como correr (vivir la vida cristiana) de tal manera que ganemos el
premio y no lo perdamos.
I. HAY QUE CORRER CON PROPÓSITO (Ver 26).
A. El versículo nos dice: “no
como a la ventura”, “no como quien golpea el aire”. Esto debe leerse como: no
corro sin propósito.
B. El apóstol nos invita a hallar fuerza en la corona incorruptible,
en las recompensas eternas. Cuando vivir la vida cristiana duela pensemos en el premio, en la
corona, en “aquel día” en el tribunal de Cristo. Ilustración: parada militar
C. Creo que también la figura nos invita a correr bajo propósitos mientras
estamos en vida. El gran propósito es la corona, ese gran propósito se
vive a través de otros propósitos pequeños, a través de etapas.
D. Pero sobre todo correr con propósito es hacerlo con la mirada
puesta en Jesús. Haciendo las cosas para él y por el
D. Por ejemplo. Este mes leeré un libro de la Biblia, esta semana
orare tres veces al día 15 minutos, hoy me alejare del pecado, mi próximo servicio
será mejor etc.
II HAY QUE CORRER CON DISCIPLINA (Ver 25).
A. El Apóstol
nos dice: “el que lucha, de todo se abstiene”. Eso nos habla de la disciplina rígida
de un deportista.
B. ¿De que se abstiene un deportista?
1. Comer mal: (nada de comida chatarra), solo alimentos buenos y una
dieta balanceada.
2. Sedentarismo, debe entrenar entre 5 a 8 horas diarias, madrugar
casi todos los días.
3. Vida libertina: No puede trasnochar, no puede beber alcohol, no
puede fumar.
Y así durante años…
C. Si así lo hace un deportista por una medalla temporal que nada nos
haga pensar que debemos hacer menos, la diferencia es que aunque debemos tener
en cuenta lo mismo que hace un deportista, debemos añadir a esto el abstenernos
de todo lo que nos impida correr adecuadamente, Hebreos 12: 1 - 2 nos dice que
debemos despojarnos del pecado y del peso (todo lo que no es pecado pero que
nos estorba).
D. La clave de la disciplina la encontramos en el versículo 27. Lo podríamos
resumir como OBLIGARNOS.
III. HAY QUE CORRER CON DISTINCIÓN (Ver 24).
A. La distinción es la acción de distinguirse.
Muchos corren igual tu corre diferente, distinguete, se el servidor diferente, pon
más empeño, más diligencia, más amor, más voluntad, más fuerza que el resto, esa
es la idea en lo que dice el versículo 24.
B. ¿Quiénes ganan en las
competiciones deportivas? Ganan los que más interés pusieron, los más
disciplinados, los que trazaron un plan y lo siguieron, los que no se dejaron
vencer.
C. Hoy día muchos son cristianos usted debe hacerlo diferente, usted debe ser el cristiano distinto, el
servidor distinto, usted debe apuntar a no ser como la mayoría, a no ser como
la gente común que tiene finales comunes. Mire a los demás, su vida común, su
superficialidad, su poco empeño, su facilismo, su conformidad y diga: YO NO SERÉ IGUAL, YO CORRERÉ DE TAL MANERA QUE GANARE EL PREMIO.
Conclusión:
Correr la carrera de la vida cristiana es un llamado a actuar con intención y dedicación. A través del propósito, nuestras acciones se alinean con la meta de alcanzar la recompensa eterna. La disciplina nos permite resistir las tentaciones y mantener el enfoque, mientras que la distinción nos motiva a destacar en nuestra fe y servicio. Sigamos el ejemplo de aquellos que han luchado y perseverado, recordando que el premio nos espera. Que esta reflexión nos impulse hacia una vida que glorifique a Dios y se compita por la "corona incorruptible" en el tribunal de Cristo. ¡Correr con todo nuestro ser es lo que nos lleva a la victoria!
AUDIO
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VERSION LARGA
Como correr la carrera
1 Corintios 9:24-27
Introducción
A. Somos llamados por Dios a una vida en Él, y esto es una verdad fundamental en la vida del creyente. Desde el momento en que aceptamos a Cristo, nuestro llamado es a vivir en comunión con Él, y esta vida será recompensada tanto aquí en la tierra como en la eternidad. El apóstol Pablo, en el pasaje que estamos considerando, nos habla del premio eterno, al que se refiere como una "corona incorruptible". Él hace una comparación con los atletas, quienes compiten por coronas que son efímeras, que se marchitan y que finalmente se desvanecen. En contraste, los creyentes fieles tienen la promesa de recibir coronas eternas que les serán otorgadas en el tribunal de Cristo.
B. Una de las razones por las que Pablo menciona esta recompensa es la dureza de la vida cristiana. La vida de fe no siempre es un camino fácil; enfrenta desafíos, tentaciones y, en ocasiones, sufrimientos. Esta dureza puede desalentarnos y hacernos sentir que es más fácil rendirse. Sin embargo, la Escritura nos anima a perseverar, a continuar corriendo la carrera que nos ha sido marcada, sabiendo que hay un premio esperándonos.
C. En este mensaje, exploraremos cómo correr (vivir la vida cristiana) de tal manera que podamos ganar el premio y no perderlo. Reflexionaremos sobre los elementos esenciales que debemos incorporar en nuestra vida diaria para asegurarnos de que estamos corriendo de manera efectiva en nuestra fe.
I. Hay que correr con propósito (1 Corintios 9:26)
A. En el versículo 26, Pablo dice: "no como a la ventura", "no como quien golpea el aire". Esta afirmación nos llama a una reflexión profunda: no debemos correr sin un propósito definido. La vida cristiana debe ser vivida con intencionalidad; debemos tener claro hacia dónde nos dirigimos y cuál es nuestra meta.
B. El apóstol nos invita a encontrar fuerza en la idea de la corona incorruptible, en las recompensas eternas que nos esperan. Cuando la vida cristiana se vuelve difícil y el camino se torna espinoso, es crucial fijar nuestra atención en el premio, en la corona prometida, en "aquel día" en el tribunal de Cristo. Esta visión nos proporciona la motivación necesaria para perseverar y seguir adelante, a pesar de las dificultades.
C. Además, la figura del corredor nos invita a vivir con propósitos mientras estamos en esta vida. El gran propósito es alcanzar la corona eterna, y este se vive a través de propósitos más pequeños y específicos que nos guían en nuestro andar diario. Por ejemplo, podemos establecer metas como leer un libro de la Biblia cada mes, orar tres veces al día durante quince minutos, alejarnos del pecado o mejorar nuestro servicio en la iglesia. Estos pequeños pasos son esenciales para mantenernos enfocados en la carrera.
D. Correr con propósito también implica tener nuestra mirada puesta en Jesús. Hacer las cosas para Él y por Él debe ser nuestro enfoque principal. Cada acción que realizamos debe reflejar nuestra dedicación a Dios y nuestro deseo de glorificar Su nombre. Esto nos lleva a preguntar: ¿Qué es lo que estamos haciendo para honrar a Dios en nuestra vida diaria?
E. Por ejemplo, este mes podría ser un buen momento para comprometernos a leer un libro de la Biblia, orar más de lo habitual, o servir a otros de manera intencionada. Estas pequeñas metas son pasos hacia el propósito mayor de nuestra vida cristiana, que es alcanzar la corona incorruptible. No subestimemos la importancia de estos compromisos, ya que cada uno de ellos nos acerca a la meta final.
II. Hay que correr con disciplina (1 Corintios 9:25)
A. El apóstol Pablo nos dice: "el que lucha, de todo se abstiene". Esto nos habla de la estricta disciplina que un deportista debe mantener para alcanzar su meta. La disciplina es fundamental en la vida cristiana si deseamos correr con éxito en la carrera de la fe.
B. ¿De qué se abstiene un deportista? Primero, se abstiene de comer mal. Un atleta no puede permitirse el lujo de consumir comida chatarra; debe seguir una dieta balanceada y nutritiva que le ayude a rendir al máximo. La alimentación es crucial para su desempeño, y lo mismo se aplica a nuestra vida espiritual. Necesitamos alimentarnos de la Palabra de Dios y de todo lo que nos fortalece en nuestra fe.
C. Segundo, debe evitar el sedentarismo. Esto implica entrenar entre cinco a ocho horas diarias y levantarse temprano casi todos los días para cumplir con su régimen de entrenamiento. La constancia y el esfuerzo son esenciales para alcanzar el éxito, y en nuestra vida cristiana, debemos ser igualmente diligentes en nuestro caminar con Dios.
D. Asimismo, un deportista lleva una vida libre de libertinaje. Esto significa que no puede trasnochar, no debe consumir alcohol ni fumar. Esta disciplina se mantiene durante años, todo con el objetivo de alcanzar una medalla temporal. Es importante que reflexionemos sobre qué cosas nos están impidiendo correr adecuadamente en nuestra vida cristiana. Debemos estar dispuestos a despojarnos de todo lo que nos estorba.
E. Si un deportista se esfuerza de esta manera por un premio que es efímero, ¿por qué deberíamos hacer menos nosotros? La diferencia es que, aunque debemos tener en cuenta lo que hace un deportista, también debemos abstenernos de todo lo que nos impida correr adecuadamente. Hebreos 12:1-2 nos dice que debemos despojarnos del pecado y del peso, es decir, de aquellas cosas que no son pecado, pero que nos estorban en nuestra carrera espiritual.
F. La clave de la disciplina la encontramos en el versículo 27, donde Pablo dice que es necesario "obligarnos". Esto puede sonar duro, pero es esencial entender que en la vida cristiana también hay momentos en los que debemos imponernos ciertas reglas y sacrificios para mantenernos en el camino correcto. Esto implica establecer límites en nuestras vidas y ser intencionales en nuestra búsqueda de Dios.
III. Hay que correr con distinción (1 Corintios 9:24)
A. La distinción es la acción de distinguirse. El apóstol Pablo nos anima a correr de manera que nos diferenciemos de los demás. Muchos corren, pero tú debes correr de manera diferente. Esto implica ser un servidor diferente, demostrar mayor empeño, amor, diligencia y voluntad en todo lo que hacemos. Esa es la idea detrás de lo que dice el versículo 24.
B. ¿Quiénes son los que ganan en las competiciones deportivas? Generalmente, son aquellos que han puesto más interés, son los más disciplinados, los que han trazado un plan y lo han seguido al pie de la letra. Son aquellos que no se dejan vencer por las dificultades. En nuestra vida cristiana, debemos esforzarnos por ser esos competidores que no se rinden ante los obstáculos.
C. Una ilustración que destaca esta idea es la historia del ciclista Esteban Chaves. En 2013, sufrió un grave accidente durante el Trofeo de Laigueglia en Italia, que resultó en múltiples fracturas y un trauma craneoencefálico. A pesar de las lesiones y de que los médicos le advertían sobre la posibilidad de perder la movilidad de su brazo, Chaves no se rindió. Con perseverancia y determinación, trabajó arduamente para recuperarse y, recientemente, se destacó al quedar en segundo lugar en el Giro de Italia. Su historia es un testimonio de cómo la disciplina y la dedicación pueden llevarnos a alcanzar metas que parecen imposibles.
D. En la vida cristiana, hoy en día, muchos se identifican como creyentes, pero debemos esforzarnos por ser diferentes. Debemos ser los cristianos que se destacan, los que sirven con un corazón sincero y que no se conforman con la mediocridad. Observemos a nuestro alrededor: la vida superficial de muchos, su poco empeño y su conformismo. Debemos decirnos a nosotros mismos: "Yo no seré igual. Correré de tal manera que ganaré el premio".
E. La distinción no se trata solo de hacer más, sino de hacer lo que realmente cuenta. Significa que nuestras motivaciones y nuestras acciones deben ser diferentes, basadas en el amor y la fe en Cristo. Cuando servimos a otros, cuando compartimos el evangelio o cuando vivimos nuestra vida diaria, debemos hacerlo con un enfoque que refleje nuestra relación con Dios.
Conclusión
Correr la carrera de la vida cristiana es un llamado a actuar con intención, dedicación y distinción. A través del propósito, nuestras acciones se alinean con la meta de alcanzar la recompensa eterna. La disciplina nos permite resistir las tentaciones y mantener el enfoque, mientras que la distinción nos motiva a destacar en nuestra fe y servicio.
Sigamos el ejemplo de aquellos que han luchado y perseverado, recordando que el premio nos espera. Que esta reflexión nos impulse hacia una vida que glorifique a Dios y nos anime a competir por la "corona incorruptible" en el tribunal de Cristo. Correr con todo nuestro ser es lo que nos lleva a la victoria. En cada paso que damos, recordemos que estamos en una carrera que tiene un propósito eterno y que cada esfuerzo cuenta en la búsqueda de nuestra recompensa final.
Es fundamental que, en nuestra vida cristiana, mantengamos nuestros ojos fijos en Jesús, quien es el autor y consumador de nuestra fe. Correr con perseverancia implica mirar hacia adelante, con la esperanza de recibir el premio que Él ha prometido a aquellos que le aman y le sirven con fidelidad. No permitamos que las distracciones de este mundo nos desvíen del camino. En cambio, comprometámonos a vivir cada día con un propósito claro, una disciplina constante y un deseo ferviente de distinguirnos en nuestra fe.
Así que, hermanos y hermanas, les animo a que corran la carrera de la vida cristiana con todo su ser, con la certeza de que el premio nos espera. Que cada uno de nosotros se esfuerce por alcanzar la "corona incorruptible", y que, al final, podamos escuchar las palabras de nuestro Maestro: "Bien hecho, buen siervo y fiel". Que Dios les bendiga en su caminar y les fortalezca para que sigan corriendo con propósito, disciplina y distinción.
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