Tema: Discipulado. Título: La fe de Abraham: caracteristicas y apredizajes para el discipulado.
Texto: Romanos 4: 18 – 21. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
I. TIENE UNA PROMESA (Ver 18b).
II. CREE ESPERANZA CONTRA ESPERANZA (Ver 18ª)
III. LUCHA CONTRA LA DUDA (Ver 20)
IV. ESTA PLENAMENTE CONVENCIDA (Ver 21)
ESCUCHE AQUÍ EL AUDIO DEL SERMÓN
La fe de Abraham: características y aprendizajes para el discipulado
Introducción
El concepto de fe es fundamental en la vida cristiana, y a menudo surge la pregunta: ¿qué significa realmente tener fe? ¿Cómo podemos discernir si nuestra fe es auténtica y sólida? ¿Cuáles son las características distintivas de una persona que vive por fe? En la Biblia, encontramos en Abraham, el Padre de la fe, un modelo incomparable para entender estas cuestiones. Su vida y experiencias nos ofrecen lecciones valiosas sobre cómo cultivar una fe sólida y activa que nos permita enfrentar los desafíos de la vida de manera efectiva y con esperanza. En este estudio, exploraremos Romanos 4:18-21, donde se revela la esencia de la fe de Abraham y, a través de su ejemplo, descubriremos características clave que deben estar presentes en nuestro propio caminar de discipulado.
I. Tiene una promesa (Ver 18b)
Abraham fundamentó su fe en una promesa divina que Dios le otorgó. Esta es una enseñanza crucial para nosotros: la fe auténtica siempre se basa en la Palabra de Dios. No se trata de creer en cualquier cosa o de seguir ilusiones; se trata de anclarnos en lo que Dios ha revelado en Su Escritura. La fe de Abraham no era ciega ni infundada; era una fe basada en una promesa concreta y específica que Dios le había dado.
Cuando hablamos de promesas, es importante entender que nos referimos a las promesas bíblicas, que son nuestro sustento en tiempos de incertidumbre. Las promesas de Dios son verdades seguras y confiables. Al hablar de las promesas, debemos tener cuidado de no confundirlas con promesas que pueden venir a través de sueños o profecías, ya que estas últimas requieren un discernimiento cuidadoso. La Palabra de Dios es la profecía más segura porque, a diferencia de las revelaciones humanas, es el testimonio infalible del Creador.
Para aquellos que buscan una fe robusta, es fundamental desarrollar una relación íntima y continua con la Palabra de Dios. Esto implica no solo leerla, sino permitir que habite abundantemente en nosotros, transformando nuestra mente y corazón. Por ejemplo, Marcos 11:22-24 nos recuerda que si tenemos fe y no dudamos, podemos pedir y recibir lo que necesitamos. Este anclaje en las promesas de Dios nos da la confianza necesaria para abordar las circunstancias difíciles con seguridad.
La fe de Abraham se basó en una promesa que, a primera vista, parecía imposible de cumplir. Dios le prometió que sería padre de naciones, a pesar de su avanzada edad y la esterilidad de su esposa. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestras propias vidas: ¿en qué promesas de Dios estamos basando nuestra fe? ¿Estamos anclados en Su Palabra o en nuestras propias expectativas y deseos? La relación que cultivemos con las Escrituras determinará la fortaleza de nuestra fe y nuestra capacidad para enfrentar los desafíos.
II. Cree esperanza contra esperanza (Ver 18a)
El concepto de "esperanza contra esperanza" es fascinante y poderoso. Significa tener fe incluso cuando las circunstancias parecen no ofrecer ninguna razón para esperar. En el caso de Abraham, había factores que hacían parecer imposible que la promesa de Dios se cumpliera: su avanzada edad, casi 100 años, y la esterilidad de Sara. Sin embargo, a pesar de estas dificultades, la fe de Abraham se mantuvo firme y no se debilitó.
La fe se manifiesta precisamente en esos momentos en que todo parece en contra nuestra. No necesitamos fe si las cosas son fáciles y accesibles; la verdadera fe se revela cuando enfrentamos desafíos que parecen insuperables. Abraham nos enseña que, a pesar de las contradicciones y de lo que dictan nuestras circunstancias, podemos mantener nuestra confianza en Dios. La fe nos permite mirar más allá de lo visible y creer en lo que no se ve.
En nuestra vida diaria, a menudo nos enfrentamos a
situaciones que parecen imposibles. Puede ser la enfermedad, la pérdida de un
ser querido, problemas financieros o conflictos en nuestras relaciones. En esos
momentos, es crucial recordar el ejemplo de Abraham. Su fe no fue una fe
ingenua; fue una fe informada y profunda, que se sustentaba en la convicción de
que Dios es fiel a Sus promesas. La fe de Abraham no se basaba en lo que podía
ver, sino en lo que sabía que Dios podía hacer. Esto es un recordatorio
poderoso de que, incluso en nuestras circunstancias más difíciles, podemos
confiar en que Dios tiene un plan.
El "esperar contra esperanza" también implica paciencia. La fe no siempre produce resultados inmediatos. A menudo, Dios nos llama a esperar y confiar en Su tiempo perfecto. Este proceso de espera puede ser difícil, pero es una parte esencial del discipulado. Aprender a esperar con paciencia es un signo de madurez espiritual.
III. Lucha contra la duda (Ver 20)
Es importante reconocer que la fe de Abraham no fue siempre fuerte y constante. A lo largo de su vida, enfrentó momentos de duda. Sin embargo, el texto nos dice que él "no dudó por incredulidad". Esto nos muestra que la fe y la duda son parte de nuestra experiencia humana. Ambos son fuerzas que luchan en nuestro interior, y debemos esforzarnos por permitir que la fe prevalezca.
La lucha entre la fe y la duda es un enfrentamiento constante en nuestra mente. Es como la historia de dos perros que pelean entre sí; uno es blanco y representa la fe, el otro es negro y simboliza la duda. El que gana es el que alimentamos más. Si cultivamos la fe, esta crecerá y nos ayudará a superar los momentos de incertidumbre. Es en esta batalla donde debemos entrenar nuestra mente y espíritu, buscando siempre que la fe tenga la victoria.
La duda puede surgir de muchas fuentes: nuestras experiencias pasadas, los comentarios de otros, o incluso nuestras propias inseguridades. Es natural dudar, pero lo que hacemos con esa duda es lo que marca la diferencia. Abraham no permitió que la duda gobernara su corazón. En lugar de eso, eligió alimentar su fe y recordar las promesas de Dios.
Además, es crucial rodearnos de una comunidad de fe que nos apoye y nos anime en momentos de duda. La iglesia y los grupos de estudio bíblico son lugares donde podemos compartir nuestras luchas y encontrar aliento. La comunidad de fe puede ayudarnos a mantenernos firmes, a recordar las promesas de Dios y a orar por aquellos momentos en que nuestras dudas parecen abrumadoras.
IV. Está plenamente convencido (Ver 21)
La fe también se define como estar "plenamente convencido" de que Dios es poderoso para cumplir lo que promete. En Hebreos 11:1, se nos dice que la fe es "la certeza de lo que no se ve, la convicción de lo que se espera". Esta convicción es esencial para el discipulado. No se trata de confiar en nuestras capacidades o en lo que otros puedan hacer por nosotros, sino en el poder y la fidelidad de Dios.
Estar plenamente convencido implica una relación profunda con Dios, donde nuestras dudas se disipan al recordar Su fidelidad en el pasado. Aunque puede que Dios no siempre cumpla nuestras expectativas de la manera que queremos, podemos estar seguros de que Él tiene un plan perfecto para nuestras vidas. Su deseo es bendecirnos y guiarnos, incluso cuando los caminos parecen inciertos. Esto requiere una fe que trasciende las circunstancias visibles y se aferra a la verdad de quien es Dios.
La fe de Abraham es un ejemplo de esta convicción. Él no se centró en su situación, sino en el poder de Dios. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿en qué estamos poniendo nuestra confianza? ¿Estamos confiando en nuestras propias habilidades o en las promesas infalibles de Dios? La respuesta a esta pregunta puede transformar radicalmente nuestra vida espiritual.
Como creyentes, debemos esforzarnos por estar plenamente convencidos de que Dios cumplirá Sus promesas. Esto no significa que no enfrentemos dificultades, sino que, en medio de ellas, podemos tener la seguridad de que Dios está obrando en nuestras vidas. La fe nos permite ver más allá de lo temporal y aferrarnos a la esperanza eterna que tenemos en Cristo.
Conclusiones
Para cultivar una fe similar a la de Abraham, debemos enfocarnos en varios aspectos clave. Primero, es esencial establecer una relación sólida con la Palabra de Dios, que actúa como la base de nuestras creencias y esperanzas. La Escritura debe ser nuestra guía y fuente de fortaleza en momentos de duda. La meditación en la Palabra de Dios nos ayuda a recordar Sus promesas y a renovarnos en nuestra confianza en Él.
Segundo, debemos aprender a confiar en las promesas bíblicas, incluso cuando las circunstancias que nos rodean parecen adversas o imposibles. La fe no es la ausencia de dudas, sino la decisión de seguir creyendo a pesar de ellas. Reconocer la lucha entre la fe y la duda nos ayuda a ser más conscientes de nuestros pensamientos y a elegir la fe de manera intencional. La oración y la meditación son herramientas poderosas que nos permiten fortalecer nuestra fe.
Finalmente, estar plenamente convencidos de que Dios tiene el poder para cumplir Sus promesas es fundamental. Esto se fortalece a través de la oración, la meditación en la Escritura y la comunión con otros creyentes. Al hacerlo, nuestra confianza en Dios se profundiza, permitiendo que nuestra fe crezca y se mantenga firme ante cualquier desafío.
Al seguir estos pasos y aprender del ejemplo de Abraham, seremos capaces de creer en lo que no vemos y esperar con esperanza lo que Dios ha prometido. Así, nuestro discipulado se transformará en un viaje de fe, guiado por el amor y la fidelidad de nuestro Creador. La fe de Abraham no solo es un modelo a seguir, sino un recordatorio constante de que, cuando confiamos en Dios, somos capaces de superar cualquier obstáculo. En este camino de discipulado, sigamos el ejemplo de Abraham y vivamos con la certeza de que Dios es fiel y cumplirá lo que ha prometido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario