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📖BOSQUEJO - 📖SERMÓN - 📖PREDICA: 🌥️🌥️SOBRE EL CIELO🌥️🌥️

🌥️Tema: Evangelismo. 🌥️Titulo: Bosquejo sobre el cielo. 🌥️Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz


Introducción:

A. Lemas.  En halloween me di cuenta de la enorme tarea que aun tenemos por delante y de la dependencia absoluta que debemos tener en el E.S. para llevarla acabo, hemos nacido con una misión, esta es llevar el evangelio de Jesucristo a todas las personas. El semestre pasado cuando abordamos el tema del evangelismo lo hicimos desde el punto de vista del infierno mostrándonos así por que es tan importante nuestra tarea, esta vez miraremos la cuestión desde otra óptica ¿Qué es el evangelismo sino tratar de llevar la mayor cantidad de personas posibles al cielo? (obviamente, en total y absoluta dependencia de la obra del E.S. en ellos y en nosotros).

B. Estaremos aprendiendo durante algún tiempo sobre el cielo, ojala esto nos motive a santificarnos y a tomar la labor evangelística mas en serio. Vamos a responder varias preguntas


I. ¿DÓNDE ESTA LOCALIZADO?


A.  La biblia nos habla de hasta tres cielos:

1. Primer cielo: El cielo atmosférico. por encima de nuestras cabezas, dentro del que se mueven las nubes y las aves del cielo (Gen_1:20; Gen_7:11; Gen_8:2; Gen_27:28).

2. Segundo cielo: El cielo sideral por encima de la atmósfera, donde se hallan los planetas y las estrellas (Gen_1:14-17; Gen_15:5).

3. Tercer cielo: El cielo espiritual. Ya en otra dimensión, en un mundo bien distinto del de las nubes y las estrellas, se halla la morada del bienaventurado Dios y de Sus ángeles. Pablo parece darle el nombre de tercer cielo, o paraíso (2Co_12:2, 2Co_12:4). Este tercer cielo esta “arriba” (Hechos 7:55; Col 3:1).


II. ¿QUE OCURRE EN EL CIELO?


A. En este cielo espiritual ocurren varias cosas:

1. Allí se manifiesta de una manera directa la presencia del Señor (Isa_66:1; Mat_5:16, Mat_5:45, Mat_5:48). En este punto hay que hacer una aclaración: no es que Dios sea contenido por este cielo pues sabemos que el es omnipresente (1 Rey 8:27); sino que por decirlo de alguna manera este es su centro de operaciones. En este sentido es desde el cielo que Dios:

a. Envía contestaciones a nuestras oraciones - 2° Crónicas 7:14.

b. Ve toda la actividad del hombre - Salmos 14:2.

c. Revela su ira contra toda la injusticia e iniquidad de los hombres  -Romanos 1:18.

d. Abre las ventanas del cielo y manda bendiciones, Malaquías 3:10

2. Allí es la habitación de los ángeles (Mat_24:36; Mat_28:2; Mar_13:32; Luc_22:43).

3. Allí Es el  lugar donde los que han muerto en Cristo viven y esperan la resurrección. Cuando un cristiano muere los ángeles lo conducen a este lugar (Lucas 16: 22) y allí se encuentra (su parte espiritual) en la presencia del Señor (2 Cor 5:1, 6,8; Fil 1:23). En este lugar esta esperando el arrebatamiento de la iglesia (1 Tes 4: 13 – 17). No todo el que muere va al cielo otros van al Hades para luego ir al infierno.

4.  Allí hay preparativos  (Juan 14: 1 – 3).


III   ¿COMO ES EL CIELO?


A. Antes de Abordar Este punto es importante anotar que no es posible describir este lugar como el es realmente. Por ejemplo:

1. Cuando Ezequiel quiso describir su visión del cielo uso palabras como: “su apariencia”, “semejanza” (Eze 1:5, 13, 14,16, 26 - 28); “como” (22,24).

2. El apóstol Pablo no solo vio sino que también oyó cosas que no sabia como expresar (2 Cor 12:4).

3. El mismo Pablo describe el cielo como: (leer 1 Cor 2:9).

B. Después de comprender esto pasaremos a describir el cielo como nos lo muestra la Biblia:

1. El cielo es un lugar donde se nos consolara de nuestros males en la tierra (Lucas 16: 25, Apoc 21: 4a).

2. En el cielo ya no hay muerte, ni sufrimiento, ni llanto, ni dolor (Apoc 21: 4).

3. Allí estará la nueva Jerusalén (Apoc 21: 9 – 21).

4. Allí hay un rió cristalino, esta el árbol de la vida, no hay noche, no hay sol, Dios mismo le alumbra (Apoc 22: 1 – 2, 5).

5. Allí veremos el rostro de Dios y reinaremos con ÉL.

6.  Allí esta el trono de Dios (Apoc. 22: 1,3). Este es así (Apoc. 4: 2 – 6).


    Conclusiones:

    Comprender el cielo impulsa a los creyentes a vivir en santidad y a tomar en serio la evangelización. La promesa de la eternidad con Dios nos motiva a compartir el evangelio, confiados en la obra del Espíritu Santo. La esperanza celestial debe transformar nuestra vida y misión en la tierra. 


VERSIÓN LARGA

    La tarea de llevar el evangelio de Jesucristo a todas las personas es una misión que se nos ha encomendado con un propósito claro: guiar a otros hacia el cielo. A menudo, en nuestra vida diaria, nos enfrentamos a la realidad del sufrimiento, la tristeza y el desánimo. Sin embargo, al mirar hacia el cielo, podemos encontrar esperanza y motivación para continuar nuestra labor evangelística. Durante un periodo de reflexión, especialmente en momentos como Halloween, en los que el temor y la oscuridad parecen prevalecer, es crucial recordar la luz que representa el cielo y lo que significa para nosotros como creyentes. Por eso, en este bosquejo nos enfocaremos en la importancia del cielo en nuestra misión de evangelización.

    La primera pregunta que surge es: ¿dónde está localizado el cielo? La Biblia nos revela que existen tres cielos. El primer cielo es el cielo atmosférico, donde se encuentran las nubes y las aves. Es el mundo que podemos ver y tocar, el espacio que nos rodea. El segundo cielo es el cielo sideral, donde se hallan los planetas y las estrellas, un vasto universo que nos recuerda la grandeza de Dios como Creador. Pero el tercer cielo, el cielo espiritual, es el más significativo para nosotros en este contexto. Es la morada de Dios, un lugar que trasciende nuestra comprensión y que es mencionado por el apóstol Pablo como el paraíso. Este tercer cielo es el lugar donde la presencia de Dios se manifiesta de manera directa, y es fundamental que entendamos que no se trata de un límite físico, sino de una dimensión espiritual.

    Es esencial comprender qué ocurre en el cielo. Este cielo espiritual es donde se manifiesta la presencia del Señor de manera directa. En Isaías 66:1, se nos recuerda que "el cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies". Dios, aunque es omnipresente, tiene en el cielo su centro de operaciones. Desde allí, envía respuestas a nuestras oraciones, observa la actividad del ser humano y revela su ira contra la injusticia. Además, también abre las ventanas del cielo para enviar bendiciones, como se menciona en Malaquías 3:10. Este es un recordatorio poderoso de que nuestras oraciones y acciones en la tierra tienen un impacto en el cielo.

    El cielo es también la habitación de los ángeles, seres que sirven al Señor y que están involucrados en la obra de Dios en la tierra. En el momento de la muerte de un cristiano, los ángeles lo conducen a este lugar, donde se encuentra en la presencia del Señor. Este es un consuelo inmenso para aquellos que han perdido seres queridos en la fe, ya que sabemos que están en un lugar de paz y alegría, esperando la resurrección.   

   Otro aspecto importante sobre el cielo es que hay preparativos en marcha. En Juan 14:1-3, Jesús nos dice que ha ido a preparar un lugar para nosotros. Este acto de preparación no solo habla de la belleza y la grandeza del cielo, sino también de la promesa de que un día estaremos con el Señor. La anticipación de este encuentro debe motivarnos a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios mientras estamos en la tierra.

    Al abordar la siguiente pregunta, "¿cómo es el cielo?", es fundamental reconocer que las palabras humanas son insuficientes para describir la grandeza de ese lugar. Ezequiel, al intentar describir su visión del cielo, usa términos como “apariencia” y “semejanza”. El apóstol Pablo, que también tuvo una experiencia similar, menciona que oyó cosas que no podía expresar. En 1 Corintios 2:9, se nos dice que "las cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman". Esto nos lleva a entender que el cielo es un lugar de maravillas que superan nuestra imaginación.

   La Biblia nos proporciona algunas descripciones del cielo. Es un lugar donde seremos consolados de nuestros males en la tierra. En Lucas 16:25, el rico que había muerto y se encontraba en tormento es confrontado con la realidad de que en la tierra había disfrutado de placeres, mientras que Lázaro, el mendigo, fue consolado en el cielo. Apocalipsis 21:4 también nos asegura que en el cielo no habrá más muerte, sufrimiento, llanto ni dolor. Esta es una promesa que nos llena de esperanza y nos motiva a perseverar en nuestra misión de evangelización.

    El cielo es también el hogar de la nueva Jerusalén, un lugar de belleza incomparable que es descrito en Apocalipsis 21:9-21. La imagen de la nueva Jerusalén, con sus calles de oro y puertas de perlas, nos recuerda que el cielo es un lugar de abundancia y gloria, donde la presencia de Dios es la luz que ilumina todo. Allí no habrá noche, porque Dios mismo será nuestra luz, y todo lo que conocemos de sufrimiento y tristeza quedará atrás.

     En el cielo, también se encuentra el río de la vida y el árbol de la vida, lo que simboliza la provisión eterna de Dios. En Apocalipsis 22:1-2, se describe un río cristalino que fluye del trono de Dios, y el árbol de la vida que da su fruto cada mes. Este simbolismo nos recuerda que en el cielo no solo seremos restaurados, sino que también tendremos acceso a la vida eterna y a la plenitud de gozo que solo Dios puede ofrecer.

    Al pensar en el cielo, no podemos olvidar que allí veremos el rostro de Dios y reinaremos con Él. Esta es una promesa que nos llena de asombro y reverencia. La idea de estar en la presencia de nuestro Creador, adorándolo y reinando con Él, es un pensamiento que debe inspirarnos a vivir con propósito y dedicación en nuestra vida diaria.

    El trono de Dios es central en el cielo, y en Apocalipsis 22:1 y 4:2-6 se nos muestra cómo es el trono de Dios. Allí es donde toda la autoridad y el poder residen. La visión del trono de Dios nos recuerda que, a pesar de las dificultades y desafíos en la tierra, Dios sigue siendo soberano y está en control de todas las cosas. Esta verdad debe alentarnos en nuestra misión de evangelización, sabiendo que no estamos solos en esta tarea. Dios está con nosotros, guiándonos y fortaleciéndonos.
   
     Comprender el cielo y todo lo que representa impulsa a los creyentes a vivir en santidad y a tomar en serio la labor evangelística. La esperanza de la eternidad con Dios es un motivador poderoso que nos lleva a compartir el evangelio con otros. Cuando recordamos que hay una realidad eterna que espera a aquellos que creen, nuestra perspectiva cambia. Nos damos cuenta de que cada conversación, cada acción y cada momento cuenta en la misión de llevar a otros al conocimiento de Cristo.

     La promesa de la eternidad en el cielo debe transformar nuestras vidas y nuestra misión en la tierra. Cuando contemplamos la grandeza del cielo, nuestras preocupaciones y miedos se desvanecen. El miedo a las dificultades, el rechazo o el fracaso se eclipsa ante la realidad de la gloria que nos espera. Vivir con esta perspectiva nos lleva a ser más valientes, más audaces y más comprometidos con la causa de Cristo.

     Además, la perspectiva del cielo nos ayuda a mantener el enfoque en lo que realmente importa. En un mundo lleno de distracciones y preocupaciones, el cielo nos recuerda que nuestra verdadera ciudadanía está en el reino de Dios. Filipenses 3:20 nos asegura que "nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo". Esta verdad nos da una motivación constante para vivir en integridad y en obediencia a Dios.

     En conclusión, el cielo es un lugar real y glorioso que debe inspirarnos a vivir con propósito y pasión por el evangelismo. La esperanza de la eternidad con Dios nos motiva a compartir el evangelio con otros, confiando en la obra del Espíritu Santo en sus corazones. La visión del cielo debe transformar nuestra vida y nuestra misión en la tierra, recordándonos que cada persona que conocemos tiene la oportunidad de experimentar la gloria de Dios en el cielo. 

     Dejemos que el cielo sea nuestro anhelo y nuestra motivación. Que cada uno de nosotros, al mirar hacia arriba, pueda recordar la realidad de esa morada celestial y se comprometa a llevar el mensaje del evangelio a aquellos que aún no lo conocen. Al hacerlo, seremos instrumentos de Dios para llevar esperanza, luz y vida a un mundo que desesperadamente necesita escuchar la buena noticia de Jesucristo. ¡Que el cielo sea nuestra meta y nuestra motivación en la misión que Dios nos ha encomendado!


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