TEMA: EL EGOÍSMO. 😒TÍTULO: EL PODER TRANSFORMADOR DEL SERVICIO: EXPLORANDO SUS BENEFICIOS 😇TEXTO: ÉXODO 23: 25 - 36 📖
INTRODUCCIÓN:
A. Alfred Adler, el famoso psicólogo vienés, escribió un libro titulado: “¿Qué debe significar la vida para usted?”. En este libro dice así: “El individuo que no se interesa por sus semejantes es quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas a los demás. De esos individuos surgen todos los fracasos humanos”. 😔
B. Continuaremos hablando hoy del egoísmo, específicamente de la solución a una vida egoísta o a los comportamientos egoístas. Lo haremos basados en Éxodo 23: 25 - 33, este texto bíblico nos habla del servicio (trabajo) a Dios, que conlleva necesariamente el servicio (trabajar) por al prójimo (ver 25). 😊
C. En este texto encontramos tres beneficios de trabajarle a Dios, de servir como instrumento en la extensión de su reino. 🙌
I. DIOS BENEFICIA CON PROVISIÓN (v. 25) 🍞
A. El primer regalo divino a quienes le sirven es la bendición en su sustento diario, recordándonos que Dios es nuestro proveedor. 🙏
B. Al buscar primero el reino de Dios, confiamos en que Él suplirá nuestras necesidades (Mateo 6:31-33). Buscar primero el reino de Dios incluye varias cosas prácticas:
- Buscar primero una vida santa. 🕊️
- Primero las cosas de Dios. 🙌
- Primero servir a Dios. 🙇
Cuando cumplimos con estas cosas, la promesa es clara: seremos provistos de las cosas básicas, no se prometen riquezas, solo lo básico y necesario. 💯
Confirme este texto con Salmo 34:10. 📖
C. El problema es cuando buscamos que se nos suplan las cosas pero no estamos cumpliendo con las condiciones, algo que suele suceder mucho. 😬
II. DIOS BENEFICIA CON SALUD (v. 25-26) 🩺
A. El segundo beneficio es la promesa de salud, mostrando el cuidado de Dios por nosotros. 😍
B. Jesús llevó nuestras enfermedades en la cruz, ofreciéndonos curación (Isaías 53:4-5; 1 Pedro 2:24). ✝️
C. Al servir a Dios, podemos reclamar sus promesas de salud y vida abundante. Ahora bien, esta promesa tiene dos condiciones: servir a Dios y la otra es que sea el plan de Dios, como dice 1 Juan 5:14-15. Sin embargo, la sanidad es una promesa de Dios para todos sus hijos, aun así, cuando una persona le sirve a Dios puede pedir sanidad mucho más confiada que una que no le sirve, según sugiere el texto de Éxodo, por la promesa dada aquí. 🙏
III. DIOS BENEFICIA CON PROTECCIÓN (v. 27-31) 🛡️
A. El tercer beneficio es la protección divina en todas las batallas y victorias sobre adversarios. 💪
B. Esta promesa es confirmada por Romanos 8:31: Con Dios a nuestro lado, ¿quién puede contra nosotros? (Romanos 8:31). 🙌
C. Dios protege a todos sus hijos, pero aún más a quienes le sirven a él. Considere lo que dice Apocalipsis 1:16. Las siete estrellas en la mano derecha de Cristo representan a los ángeles de las siete iglesias a las que se dirigen las cartas en los primeros capítulos de Apocalipsis (Apocalipsis 1:20). Estos ángeles son mensajeros o líderes espirituales de esas congregaciones. La imagen simboliza el control y cuidado de Cristo sobre las iglesias, indicando que Él sostiene a aquellos que tienen una responsabilidad especial en la obra y testimonio de cada congregación. 🌟
CONCLUSIÓN:
A. Esto se parece mucho a lo que dicen los estudios científicos acerca de aquellos que sirven a otros, según estos, servir a los demás con desinterés tiene por lo menos los siguientes beneficios:
Para la salud física: Reduce el estrés y la ansiedad, mejora la salud cardiovascular, fortalece el sistema inmunológico. 💪 Para la salud mental: Aumenta la felicidad y el bienestar, reduce la depresión y la soledad, mejora la confianza. 😊 Para las relaciones sociales: Facilita la conexión social, mejora la comunicación y la cooperación. 👥😊
VERSIÓN LARGA
Alfred Adler, el célebre psicólogo vienés, nos legó una advertencia que resuena con la verdad de un eco ancestral. En su obra seminal, ¿Qué debe significar la vida para usted?, escribió estas palabras que golpean con la fuerza de una revelación: “El individuo que no se interesa por sus semejantes es quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas a los demás. De esos individuos surgen todos los fracasos humanos”. Es una declaración que pinta la soledad del alma, la aridez de una existencia centrada en el yo. Es en ese vasto y árido desierto del egoísmo donde, paradójicamente, encontramos una fuente de vida: el servicio.
Hoy, nos adentraremos en el corazón de esta paradoja, explorando el egoísmo no solo como un problema, sino como una condición que tiene una solución. Una solución que se encuentra en las páginas de un texto sagrado, en Éxodo 23:25-33. Este pasaje, aunque antiguo, habla un idioma universal y atemporal: el servicio a Dios es, por necesidad, el servicio al prójimo. Es una lección que nos enseña que el camino de la generosidad no solo beneficia a quienes reciben, sino que transforma por completo a quienes dan. Al servir como instrumentos en la extensión del reino, se nos prometen tres beneficios inmensos, tres regalos divinos que fluyen como un río de bendiciones.
¿Qué significa, en términos prácticos, buscar primero el reino? Significa priorizar una vida santa, dedicada a los principios y mandamientos divinos. Esto implica una lucha diaria contra las tentaciones, un esfuerzo consciente por vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, no solo en la iglesia, sino en cada rincón de nuestra vida: en el trabajo, en la casa, en nuestras relaciones. Significa poner las cosas de Dios primero, antes que nuestras propias ambiciones egoístas. Esto podría ser tan simple como elegir dedicar un tiempo a la oración en lugar de pasar horas en redes sociales, o tan difícil como rechazar una oportunidad de negocio que compromete nuestros valores éticos. Y significa, por supuesto, servir a Dios con todo nuestro ser. Esto no se limita a un trabajo de tiempo completo en el ministerio, sino que abarca cada acto de bondad, cada palabra de aliento, cada gesto de ayuda que ofrecemos en el nombre de Cristo. La enfermera que cuida a un paciente con compasión, el maestro que inspira a sus alumnos con su fe, el padre que enseña a sus hijos con amor sacrificial, todos ellos están sirviendo a Dios.
Cuando vivimos con estas prioridades, la promesa es clara: seremos provistos con lo necesario. Como lo confirma el Salmo 34:10, “Los leoncillos necesitan y tienen hambre, pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”. La provisión divina no siempre se manifiesta como una abundancia material deslumbrante, sino como la certeza de que nunca nos faltará el pan en la mesa ni el agua para saciar la sed. Es la providencia de un Dios que conoce nuestras necesidades antes de que se las pidamos.
La paradoja, sin embargo, es que a menudo caemos en el error de buscar la provisión sin cumplir las condiciones. Deseamos la cosecha sin haber sembrado la semilla. Queremos la bendición sin el servicio. Es un camino que solo lleva a la frustración y al vacío. Vemos a personas que trabajan incansablemente para acumular riquezas, pero que viven en una constante ansiedad por perderlo todo. Su corazón está puesto en lo que tienen, no en el Dios que provee. El pacto es claro, y sus términos son de una sencillez luminosa: sirve, y serás provisto. El servicio se convierte en un acto de fe, una demostración de que confiamos en que Dios cumplirá su promesa.
Al servir a Dios, podemos reclamar esta promesa de sanidad y vida abundante con una fe más profunda. Si bien la sanidad siempre está sujeta al plan de Dios, como nos recuerda 1 Juan 5:14-15, el acto de servir nos alinea con Su voluntad y nos da una confianza adicional al presentar nuestras peticiones. El servicio no es una fórmula mágica para evitar enfermedades, pero es un acto de fe que fortalece nuestra relación con el Proveedor de toda sanidad. Es la certeza de que, al vivir una vida dedicada a Su propósito, Él se preocupa por nuestro bienestar de una manera especial. Pensemos en aquellos siervos de Dios que, en medio de las pruebas de salud, han encontrado una paz sobrenatural, una fuerza que no proviene de ellos mismos. Es porque el servicio a Dios nos conecta con una fuente de poder que trasciende las limitaciones físicas.
La salud, en un sentido más amplio, también incluye nuestro bienestar mental y emocional. El servicio nos obliga a salir de nuestro propio mundo y a enfocarnos en las necesidades de los demás. Esta acción, en sí misma, es una terapia poderosa contra la ansiedad, la depresión y la soledad que a menudo nacen del egoísmo. Cuando nuestras vidas giran en torno a nosotros mismos, los problemas parecen insuperables. Pero cuando nos dedicamos a ayudar a otros, nuestros propios problemas se vuelven más pequeños en comparación, y la perspectiva cambia. El servicio es el antídoto contra la autocompasión, un bálsamo para el alma herida.
Si bien Dios protege a todos sus hijos, hay una capa adicional de cuidado para aquellos que le sirven de manera activa y especial. Consideremos la imagen de Apocalipsis 1:16, donde Cristo sostiene a las siete estrellas (los ángeles de las siete iglesias) en su mano derecha. Esto simboliza el control y el cuidado de Cristo sobre las iglesias y, por extensión, sobre aquellos que tienen una responsabilidad especial en su obra. Los líderes, los mensajeros, los siervos, son sostenidos por la mano todopoderosa del Señor. Es la certeza de que, en medio de la labor, no seremos abandonados, sino que seremos resguardados. Esta protección no significa que nunca enfrentaremos dificultades, pero sí que Dios estará con nosotros en medio de ellas, dándonos la fuerza para resistir y la victoria final. La vida de los apóstoles, llenos de persecución y sufrimiento, pero también de milagros y triunfos, es un testimonio de esta verdad.
El servicio a Dios nos coloca en el centro de Su voluntad, y en ese lugar, estamos a salvo. Estamos bajo el amparo de Sus alas. Pensemos en un soldado que está en la línea de batalla. No está a salvo de los disparos, pero su general, que lo ha enviado a una misión crucial, se encargará de que reciba todo el apoyo necesario, desde municiones hasta refuerzos. De la misma manera, el que sirve a Dios está en una misión divina, y el General de generales se encargará de proveerle toda la protección que necesite para cumplir su propósito.
En última instancia, el servicio es la antítesis del egoísmo. Es la luz que disipa la oscuridad, el río que riega el desierto. Es el camino que nos lleva de una vida centrada en el yo a una vida de propósito y significado. El servicio no es solo una obligación, sino una oportunidad. Una oportunidad para ser provistos, para ser sanados, para ser protegidos. Es, en esencia, la clave para una vida verdaderamente plena y bendecida. El camino hacia la verdadera realización personal no se encuentra en la acumulación, sino en la entrega. El egoísmo promete una felicidad efímera, pero el servicio ofrece una dicha que perdura para siempre.
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