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DEVOCIONAL: MI REDENTOR - ISAIAS 54:5

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Jesús, el Redentor, es totalmente nuestro para siempre. Todos los oficios de Cristo se llevan a cabo en nuestro nombre.
Él es rey para nosotros, sacerdote para nosotros y profeta para nosotros. Cada vez que leemos un nuevo título del Redentor, permítamonos apropiarnos de él como nuestro, con ese nombre tanto como con cualquier otro. El bastón del pastor, la vara del padre, la espada del capitán, la mitra del sacerdote, el cetro del príncipe, el manto del profeta, todos son nuestros. Jesús no tiene dignidad que no empleará para nuestra exaltación y ninguna prerrogativa que no ejercerá para nuestra defensa. Su plenitud de Dios es nuestro tesoro infalible e inagotable.

También su encarnación, que él asumió por nosotros, es nuestra en toda su perfección. Para nosotros, nuestro gracioso Señor nos comunica la virtud inmaculada de su carácter; a nosotros nos da la meritoria eficacia de una vida devota; sobre nosotros él otorga la recompensa obtenida por sumisión obediente y servicio incesante. Él hace que la prenda inmaculada de su vida sea nuestra belleza de cobertura; las virtudes resplandecientes de su carácter, nuestros ornamentos y joyas; y la mansedumbre sobrehumana de su muerte, nuestro alarde y gloria. Él nos lega su pesebre, para aprender cómo Dios descendió al hombre; y su cruz para enseñarnos cómo el hombre puede subir a Dios. Todos sus pensamientos, emociones, acciones, declaraciones, milagros e intercesiones fueron para nosotros. Recorrió el camino de la tristeza en nuestro nombre y nos ha otorgado como su legado celestial los resultados completos de todas las labores de su vida. Él es ahora tan nuestro como hasta ahora y no se ruboriza al reconocerse a sí mismo "nuestro Señor Jesucristo", a pesar de que es el bendito y único Potentado, el Rey de reyes y el Señor de señores..Cristo en todas partes y en todos los sentidos es nuestro Cristo por siempre ¡Oh alma mía, por el poder del Espíritu Santo! Llámalo esta mañana, "tu Redentor".

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