Texto: Salmo_119: 49
"Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, sobre la cual me hiciste esperar". -
Cualquiera que sea su necesidad especial, puede encontrar fácilmente alguna promesa en la Biblia adecuada para ella. ¿Eres débil y débil porque tu camino es áspero y estás cansado? Aquí está la promesa: "Él da poder a los débiles".
Cuando leas tal promesa, llévala a Dios y pídele que cumpla su propia palabra. ¿Estás buscando a Cristo y estás sediento de una comunión más cercana con él? Esta promesa brilla como una estrella sobre ti: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". Lleva esa promesa al trono continuamente; no pidas nada más, sino ve a Dios una y otra vez con esto: "Señor, tú lo has dicho, haz lo que has dicho". ¿Estás angustiado por el pecado y cargado con la pesada carga de tus iniquidades? Escuche estas palabras: "Yo, incluso yo, soy el que borra tus transgresiones, y ya no recordaré tus pecados". No tienes ningún mérito propio para alegar por qué debería perdonarte, sino por sus promesas, pide y el las ejecutará. ¿Tienes miedo de no poder aferrarte hasta el fin, no sea que, después de haberte considerado un hijo de Dios, naufragaras? Si ese es tu estado, toma esta palabra llevala al trono de la gracia y suplica: "Las montañas pueden partirse, y las colinas pueden ser removidas, pero el pacto de mi amor no se apartará de ti". Si ha perdido el dulce sentido de la presencia del Salvador y lo buscas con un corazón triste, recuerde las promesas: "Vuélvete a mí y yo volveré a ti", "Por un pequeño momento te he abandonado, pero con gran misericordia te recogeré". Base su fe sobre la palabra de Dios, y cualquiera que sea su temor o deseo, vaya al Banco de Fe con la nota de mano de su Padre y diga: "Recuerda la palabra a tu siervo, en la cual me has hecho esperar".
Libro: Devotional Classics of C. H. Spurgeon
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