BOSQUEJO
Tema: 1 Samuel. Título: ASESINO DE GIGANTES: El SECRETO de David para VENCER a Goliat (y Cómo Aplicarlo HOY) Texto: 1 Samuel 17:34 ss. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz
Introducción:
A. La historia de David y Goliat nos enseña que, con preparación, fe y valentía en Dios, podemos vencer cualquier gigante que enfrentemos en la vida, confiando en que la victoria proviene del Señor. Su ejemplo nos inspira a luchar con certeza y determinación hoy.
B. Hoy veremos como fue derrotado el gigante.
I. CON PREPARACIÓN (Ver 34 – 36).
A. Dios prepara a David para este momento a través de su vida de pastor y por sus luchas con el oso y el león.
B. Dios a través de las experiencias nos prepara para los gigantes que enfrentaremos en la vida porque fiel es Dios.
II. CON ENTENDIMIENTO (Ver 37, 46 – 47).
A. Dadas sus experiencias David sabía que:
1. Dios libra (Ver 37).
2. De Dios es la batalla (Ver 47).
3. Hay Dios en Israel (Ver 46).
B. Los gigantes se vencen con esas mismas tres convicciones en el corazón.
III. CON VALOR (Ver 40, 48).
A. Hacemos notar que David sale al encuentro de Goliat, no espera que el venga a él; cuando Goliat se abalanzo contra David no retrocedió sino que también avanzo hacia su encuentro.
B. Basados en lo anterior entonces debemos enfrentar, ir y avanzar contra nuestros problemas.
IV. CON CERTEZA (ver 37, 45 – 47).
A. Todo en las palabras de David demuestra convicción, eso es mas que claro al leer los versículos.
B. Si vamos a enfrentar es porque vamos a ganar, no vamos pensando en perder o en la derrota.
Conclusión
La historia de David nos enseña que, con preparación, entendimiento, valor y certeza en Dios, podemos vencer gigantes en nuestra vida. La fe y confianza en Dios nos capacitan para enfrentar obstáculos con valentía y certeza de victoria. Con Dios, ningún gigante es invencible.
VERSIÓN LARGA.
En la vida, cada uno de nosotros enfrentará gigantes. Estos no son necesariamente seres colosales que se alzan sobre nosotros, sino más bien esos retos que nos hacen sentir pequeños, impotentes y temerosos. Son las situaciones que nos paralizan, que nos hacen dudar de nuestras capacidades y que, en ocasiones, nos llevan a considerar la huida como una opción. Sin embargo, la historia de David y Goliat nos enseña que, con la preparación adecuada, un entendimiento profundo, valor y certeza en Dios, podemos derrotar a esos gigantes que se presentan en nuestro camino.
Desde joven, David se dedicó a cuidar las ovejas de su padre. Era un pastor, pero no un pastor común. Su vida no se limitaba a llevar a las ovejas a pastar; estaba en constante confrontación con peligros que amenazaban la vida de su rebaño. En 1 Samuel 17:34-36, encontramos a David defendiendo su derecho como protector. Nos cuenta que, cuando un oso o un león atacaban, no dudaba en enfrentarlos. Esta preparación no fue en vano. A través de cada encuentro con esos animales salvajes, Dios estaba formando a David, dándole la fortaleza y la valentía que necesitaría para enfrentar a Goliat. Cada desafío que superaba, cada golpe que recibía, lo estaba preparando para el gran enfrentamiento que vendría.
Dios, en su infinita sabiduría, permite que pasemos por experiencias difíciles. A menudo, en medio de la lucha, podemos sentir que estamos siendo tratados injustamente o que nuestras batallas son una carga demasiado pesada. Pero es en esos momentos que Dios se mueve. Él está moldeando nuestro carácter. Así como David fue preparado en el campo de batalla contra el oso y el león, nosotros también estamos siendo equipados mediante nuestras propias luchas. Cada desafío que enfrentamos es un paso hacia la victoria que Dios tiene para nosotros.
Al llegar al campamento de los israelitas, David no solo traía consigo una honda y algunas piedras; traía consigo un entendimiento profundo de quién era Dios. En el versículo 37, David declara con confianza: "El Señor me ha librado de las garras del león y del oso; también me librará de la mano de este filisteo". Su fe no era ciega ni ingenua; estaba basada en experiencias pasadas. Cada victoria que había tenido sobre el oso y el león cimentaba su confianza en que Dios lo protegería nuevamente.
David sabía, con certeza, que la batalla no era solo suya, sino del Señor. En los versículos 46 y 47, proclama que "la batalla es del Señor". Esta convicción es crucial. Cuando enfrentamos nuestros propios gigantes, es fácil caer en la trampa de pensar que estamos solos, que debemos luchar con nuestras propias fuerzas. Pero la verdad es que, al igual que David, debemos recordar que Dios está a nuestro lado. Hay un poder en reconocer que no estamos luchando en nuestras propias fuerzas, sino en las del Dios que nos creó y que está detrás de nosotros.
El valor de David es otra lección invaluable. En 1 Samuel 17:40, vemos que David no espera a que Goliat venga hacia él; él avanza. No retrocede ante el desafío, sino que se lanza hacia él. Este es un principio que debemos adoptar en nuestras vidas. Cuando los gigantes se presentan, no debemos esperar pasivamente. Necesitamos levantarnos, avanzar y enfrentar nuestros miedos. David nos enseña que es en el acto de avanzar hacia el gigante donde encontramos nuestra verdadera fortaleza.
El momento en que Goliat se abalanza sobre David es un punto culminante. La escena es tensa; un guerrero gigante, armado y feroz, avanza hacia un joven con solo una honda y unas piedras. Pero David no se detiene. En lugar de caer en el pánico, avanza con valentía, confiando en que Dios lo respaldará. A menudo, la diferencia entre el éxito y el fracaso radica en la decisión de avanzar en medio del miedo. ¿Cuántas veces hemos permitido que nuestros gigantes nos paralicen, que el temor nos haga retroceder? David nos muestra que, al enfrentar nuestros miedos con determinación, podemos superar cualquier obstáculo.
La certeza de David es otra clave en esta historia. En los versículos 45 y 47, su convicción es evidente. Él no va a la batalla con la mentalidad de que puede perder; va con la seguridad de que la victoria es suya. Esta certeza es fundamental cuando enfrentamos nuestros propios gigantes. Debemos acercarnos a nuestras batallas con la confianza de que, con Dios a nuestro lado, no hay gigante que no podamos vencer. La derrota no es una opción cuando sabemos que el poder de Dios está en acción.
La historia de David no es solo un relato antiguo; es una lección viva para nosotros hoy. Nos enseña que, a través de la preparación, la fe, el valor y la certeza, podemos enfrentar y vencer a nuestros gigantes. Cada uno de nosotros tiene sus propios desafíos: problemas de salud, dificultades financieras, relaciones rotas, temores internos o luchas emocionales. Sin embargo, al igual que David, podemos recordar que hemos sido preparados para estos momentos. Cada experiencia, cada batalla ganada, nos ha equipado para lo que está por venir.
La vida puede ser dura y los gigantes que enfrentamos pueden parecer desmesurados. Pero al mirar la historia de David, encontramos un refugio. Nos recuerda que no estamos solos en nuestras luchas. Dios está a nuestro lado, y Él es más grande que cualquier gigante que podamos encontrar. No importa cuán formidable parezca el enemigo, nuestra confianza en Dios nos dará la fuerza para avanzar.
David no solo venció a Goliat; su victoria fue un testimonio del poder de Dios. Al enfrentarse al gigante, David no solo liberó a su pueblo; también demostró que la fe puede mover montañas. Cada vez que enfrentamos un desafío con fe, también estamos mostrando al mundo que nuestro Dios es grande y poderoso.
Así que, cuando te encuentres con tus propios gigantes, recuerda la vida de David. Prepárate a través de tus experiencias, entiende que Dios está contigo y avanza con valor. La certeza de la victoria es tuya cuando confías en el Señor. Con Él, no hay gigante que no puedas vencer. La historia de David nos invita a levantarnos, a ser valientes y a enfrentar los gigantes con la certeza de que, al final, la victoria es nuestra. En cada desafío, en cada lucha, que siempre recordemos: con Dios, ¡ningún gigante es invencible!
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