VÍDEO
BOSQUEJO
Tema: Adoración – profeta Isaías. Título: Ciegos y sordos. Texto: Isaías 42:14 ss. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
El libro de Isaías, a través del capítulo 42, aborda la temática de la adoración y la relación del pueblo de Israel con Dios. En este pasaje, se destacan dos enfermedades espirituales: la ceguera y la sordera, que afectan la capacidad del pueblo para escuchar y ver las maravillas de Dios. La sordera espiritual se refiere a aquellos que, aunque poseen los recursos y la revelación divina, se niegan a comprender y obedecer la Palabra de Dios. Por otro lado, la ceguera espiritual, similarmente, implica que, a pesar de tener la visión, no pueden captar la verdad de lo que observan. Estas condiciones no solo traen consecuencias personales, sino que también impactan negativamente al pueblo en su totalidad, llevándolos a la derrota y al sufrimiento. En este contexto, el profeta invita a la reflexión sobre la falta de comprensión y obediencia ante la voz de Dios.
I. SORDERA (Ver 20c).
A. La sordera espiritual no consiste en no tener oídos o en que la capacidad de oír este limitada en alguna medida. Por el contrario; la sordera espiritual consiste en tener oídos, tenerlos sanos pero aun así no entender lo que se dice, según el texto esta es una enfermedad que padece Israel.
B. ¿Qué oía pero no entendía Israel? Oía la ley, oía también de las maravillas de Dios.
C. Entonces, se dice que una persona tiene sordera espiritual cuando teniendo los recursos (La Biblia) y las capacidades (Espíritu Santo, oídos espirituales activos) se rehúsa a comprender y a obedecer lo que Dios le dice.
D. En el verso 19 hay una pregunta: ¿Quién es sordo como mi mensajero que envié? Esta es una pregunta retórica que no busca una respuesta sino una reflexión. Contextualizando ¿Quién es más sordo que aquel que teniendo la revelación de la Escritura y el Espíritu Santo un así se niega a obedecer?
E. Dos tipos de sordera:
1. El Oído lento: Aquel que después de muchos años de estar expuesto a la Biblia aun no sale de la inmadurez espiritual y por ello hay muchos temas que no entiende pero que tampoco se le pueden explicar (Hebreos 5: 11 - 14)
2. El oído parcial: Aquellos que no les agrada la sana doctrina sino que solo quiere oír lo que le agrada a sus oídos, los demás les rasca, no lo escuchan (2 Timoteo 4: 3 – 4)
II. CEGUERA (Ver 20a).
A. De manera análoga, la ceguera espiritual no consiste en carecer de ojos o tener limitación visual alguna sino más bien consiste en tener ojos, tenerlos sanos y aun así no poder comprender o procesar las cosas que se ven. Está en enfermedad es padecida por el pueblo de Dios.
B. ¿Qué puede ver Israel pero capta? Puede ver la ley de Dios, puede ver los portentos de Dios.
C. La persona con ceguera espiritual tiene los recursos (La biblia) y las capacidades (Espíritu Santo, ojos espirituales activos) pero se niega a prestar atención y a obedecer lo que Dios le manda, algo muy similar nos dice Pedro en su carta (2 Pedro 1: 3 – 9).
D. De nuevo, en el versículo 19 tenemos preguntas sobre este estado, ya no una pregunta sino dos preguntas, las preguntas también son retoricas, buscan no una respuesta sino la reflexión, el entrar en razón. Para nosotros seria algo como ¿Quién es más ciego que aquel que puede ver, ver la Escritura, ver las maravillas de Dios y no quiere entender?
III. CONSECUENCIAS (Ver 22 – 25).
A. El profeta les explica en estos versos que su derrota nacional se debe a esta actitud de parte de ellos, ellos han sido: Saqueados, pisoteados, atrapados, puestos para despojo, entregados a saqueadores, desprotegidos etc.
B. Preguntas:
1. ¿Quién permitió estas desgracias? Yahvé mismo en su ira contra ellos (Ver 24 – 25a).
2. ¿Cuál fue el propósito de permitir estas desgracias? Sanarlos, hacerles entender pero ni aun así (Ver 23, 25c).
C. Si persistimos en la ceguera y sordera espiritual Dios nos disciplinara fuertemente, su disciplina busca enseñarnos, espera que aprendamos, antes que juicios mayores deban venir.
Conclusiones:
Isaías 42:18 exhorta a los sordos y ciegos a escuchar y mirar para entender. La ceguera y sordera espiritual son enfermedades que llevan al pueblo a la ruina, y su persistencia en estas actitudes resulta en disciplina divina. Dios, en su ira, permite sufrimientos para despertar la comprensión y la obediencia. La invitación es clara: debemos abrir nuestros corazones y oídos a la revelación divina, buscando siempre una relación auténtica con Él. La adoración verdadera implica estar atentos y receptivos a Su palabra, evitando las consecuencias de la desobediencia.
VERSIÓN LARGA
Ciegos y sordos
Isaías 42:14 ss.
Introducción:
El libro de Isaías, a través del capítulo 42, aborda la temática de la adoración y la relación del pueblo de Israel con Dios. En este pasaje, se destacan dos enfermedades espirituales muy significativas: la ceguera y la sordera. Estas condiciones afectan gravemente la capacidad del pueblo para escuchar y ver las maravillas de Dios. La sordera espiritual se refiere a aquellos que, aunque poseen los recursos y la revelación divina, se niegan a comprender y obedecer la Palabra de Dios. Por otro lado, la ceguera espiritual implica que, a pesar de tener la visión, no pueden captar la verdad de lo que observan.
Estas condiciones no solo traen consecuencias personales, sino que también impactan negativamente al pueblo en su totalidad, llevándolos a la derrota y al sufrimiento. En este contexto, el profeta Isaías invita a la reflexión sobre la falta de comprensión y obediencia ante la voz de Dios. Este mensaje es relevante no solo para el pueblo de Israel en su tiempo, sino también para nosotros hoy, que enfrentamos desafíos similares en nuestra vida espiritual.
I. SORDERA (Ver 20c)
A. La sordera espiritual no consiste en no tener oídos o en que la capacidad de oír esté limitada. Por el contrario, la sordera espiritual se refiere a tener oídos sanos, pero aun así no entender lo que se dice. Según el texto, esta es una enfermedad que padece Israel. La incapacidad de escuchar y discernir la voz de Dios es una de las mayores tragedias que puede experimentar un creyente.
B. ¿Qué oía pero no entendía Israel? Oía la ley, oía también de las maravillas de Dios. Sin embargo, a pesar de esta exposición constante, no lograban captar el mensaje. La repetición de la ley y los milagros de Dios no era suficiente para abrir sus corazones y mentes. Este fenómeno también puede verse en la vida de muchos creyentes hoy en día, quienes asisten a servicios y leen la Biblia, pero no logran aplicar lo que aprenden a su vida diaria.
C. Entonces, se dice que una persona tiene sordera espiritual cuando, teniendo los recursos (La Biblia) y las capacidades (Espíritu Santo, oídos espirituales activos), se rehúsa a comprender y a obedecer lo que Dios le dice. Esta actitud puede surgir de la complacencia, el orgullo o simplemente de la falta de interés. La falta de respuesta a la voz de Dios es una tragedia que tiene consecuencias serias.
D. En el verso 19, hay una pregunta retórica: ¿Quién es sordo como mi mensajero que envié? Esta pregunta no busca una respuesta directa, sino que invita a la reflexión. Contextualizando, podríamos preguntarnos: ¿Quién es más sordo que aquel que, teniendo la revelación de la Escritura y el Espíritu Santo, aun así se niega a obedecer? Esta es una advertencia seria para todos nosotros, recordándonos que no debemos caer en la trampa de la inacción espiritual.
E. Existen dos tipos de sordera:
1. El oído lento: Este tipo de sordera es aquel que, después de muchos años de estar expuesto a la Biblia, aún no ha salido de la inmadurez espiritual. Esto lleva a que muchos temas queden sin entender, y se encuentran en un estado de estancamiento. Hebreos 5:11-14 nos habla de este problema, donde los creyentes deberían estar enseñando a otros, pero todavía necesitan que se les enseñen las bases de la fe.
2. El oído parcial: Este tipo se refiere a aquellos que no les agrada la sana doctrina y solo quieren oír lo que les agrada a sus oídos. Como se menciona en 2 Timoteo 4:3-4, buscan maestros que les digan lo que desean escuchar, rechazando la verdad que confronta su estilo de vida. Esta actitud los lleva a una mayor ceguera y sordera espiritual.
II. CEGUERA (Ver 20a)
A. De manera análoga, la ceguera espiritual no consiste en carecer de ojos o tener alguna limitación visual; más bien, consiste en tener ojos sanos y aun así no poder comprender o procesar las cosas que se ven. Esta enfermedad también es padecida por el pueblo de Dios. La ceguera espiritual es un estado de negación en el cual las personas pueden ver las cosas, pero no logran captar su verdadero significado.
B. ¿Qué puede ver Israel pero no capta? Puede ver la ley de Dios, puede ver los portentos de Dios. Sin embargo, aunque estos elementos están presentes, el pueblo no logra entender su significado ni su propósito. Este fenómeno es común en muchas comunidades de fe donde, a pesar de la enseñanza y la revelación, hay una falta de comprensión que lleva a la inacción.
C. La persona con ceguera espiritual tiene los recursos (La Biblia) y las capacidades (Espíritu Santo, ojos espirituales activos), pero se niega a prestar atención y a obedecer lo que Dios le manda. Esto es similar a lo que nos dice Pedro en su carta (2 Pedro 1:3-9), donde se nos exhorta a añadir a nuestra fe virtud y conocimiento. La falta de crecimiento espiritual es una señal de que estamos sufriendo de ceguera.
D. En el versículo 19, encontramos preguntas que invitan a la reflexión. Aquí no hay solo una pregunta, sino dos que nos llevan a pensar: ¿Quién es más ciego que aquel que puede ver, ver la Escritura, ver las maravillas de Dios y no quiere entender? Esta es una invitación a examinar nuestras propias vidas y a preguntarnos si estamos realmente viendo lo que Dios nos muestra.
III. CONSECUENCIAS (Ver 22 – 25)
A. El profeta les explica en estos versos que su derrota nacional se debe a esta actitud de parte de ellos. Ellos han sido saqueados, pisoteados, atrapados y entregados a saqueadores. La desobediencia y la falta de atención a la voz de Dios han resultado en consecuencias devastadoras. La historia de Israel es un testimonio de lo que sucede cuando un pueblo ignora la voz de su Dios y rechaza su dirección.
B. Preguntas relevantes en este contexto son:
1. ¿Quién permitió estas desgracias? Yahvé mismo en su ira contra ellos (Ver 24-25a). Dios, al ver la obstinación de su pueblo, decidió permitir que enfrentaran las consecuencias de su desobediencia. Este principio se aplica a nuestra vida espiritual; cuando ignoramos la voz de Dios, podemos enfrentar dificultades y sufrimientos que son el resultado de nuestras propias decisiones.
2. ¿Cuál fue el propósito de permitir estas desgracias? Sanarlos, hacerles entender, pero ni aun así lograron captar el mensaje (Ver 23, 25c). Dios a menudo permite que enfrentemos dificultades con la esperanza de que aprendamos y crezcamos a través de ellas. Su disciplina no es un castigo, sino una oportunidad para volver a Él y buscar Su entendimiento.
C. Si persistimos en la ceguera y sordera espiritual, Dios nos disciplinará fuertemente. Su disciplina busca enseñarnos y espera que aprendamos antes de que juicios mayores deban venir. La advertencia es clara: si no escuchamos y no vemos, las consecuencias pueden ser graves. La historia de Israel está llena de ejemplos de las consecuencias de ignorar la voz de Dios, y debemos tomar estas lecciones en serio.
Conclusiones:
Isaías 42:18 exhorta a los sordos y ciegos a escuchar y mirar para entender. La ceguera y sordera espiritual son enfermedades que llevan al pueblo a la ruina, y su persistencia en estas actitudes resulta en disciplina divina. Dios, en su ira, permite sufrimientos para despertar la comprensión y la obediencia. La invitación es clara: debemos abrir nuestros corazones y oídos a la revelación divina, buscando siempre una relación auténtica con Él.
La adoración verdadera implica estar atentos y receptivos a Su palabra, evitando las consecuencias de la desobediencia. La adoración no es solo un acto de alabanza; es una actitud de vida que requiere que estemos dispuestos a escuchar y actuar según la voluntad de Dios. Cuando adoramos, debemos hacerlo con corazones abiertos y oídos dispuestos a escuchar lo que el Señor nos está diciendo.
Además, debemos recordar que la adoración también se manifiesta en nuestra obediencia. No podemos decir que adoramos a Dios si estamos ignorando su palabra y su dirección. La verdadera adoración lleva a la acción, y esa acción debe ser guiada por el entendimiento y la obediencia a la revelación divina.
Por lo tanto, la exhortación de Isaías es pertinente en nuestra vida diaria. No permitamos que la ceguera y la sordera espiritual nos lleven a un estado de estancamiento. Busquemos la claridad en la Palabra de Dios, abramos nuestros corazones a Su voz y estemos dispuestos a responder en adoración y obediencia. Al hacerlo, no solo evitaremos las consecuencias de la desobediencia, sino que también experimentaremos la plenitud de vida que Dios tiene para nosotros.
Dios nos llama a ser un pueblo que escucha, que ve y que responde. En un mundo lleno de distracciones y confusión, es más crucial que nunca que nos alineemos con Su propósito y dirección. Que nuestra adoración sea un reflejo de nuestra disposición a ver y oír, y que nuestras vidas sean un testimonio de la gracia y la verdad de Dios. La invitación es a no permanecer ciegos ni sordos, sino a abrir nuestros ojos y oídos para experimentar las maravillas de Dios en nuestra vida diaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario