Tema: Josué. Título: ¡EBAL Y GERIZIM: OBEDIENCIA, ADORACIÓN Y BENDICIÓN! Texto: Josué 8: 30 – 35. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. Después de la victoria de Hai Josué y el pueblo nos muestran lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer para mantenernos en la bendición.
I. LA OBEDIENCIA INMEDIATA (Ver 30 - 31).
A. Después de los últimos acontecimientos en Hai el pueblo se dirigió unos 30 km al norte hacia los montes de Ebal y Gerizim ¿Para qué? Fueron allí a cumplir con un mandato que Moisés les había dado en Deuteronomio 11: 29 – 32 y otra vez en 27: 11 – 26. ¿Por qué no lo habían hecho antes? Porque sin conquistar las tierras ya tomadas no podían acceder hasta este punto geográfico.
Llama la atención que sin dilación después de la victoria de Hai ellos van en busca de cumplir con la tarea encomendada, pareciere que no desean dar de nuevo paso a la desobediencia en su vida.
B. En ocasiones después de la victoria viene el relajamiento espiritual y con ellos la desobediencia, nos sentimos seguros, confiados, pensamos que de allí en adelante todo saldrá bien, sin problema, que no se nos olvide que las victorias depende de nuestra constante obediencia al Señor.
II. LA ADORACIÓN CONSECUENTE (Ver 31).
A. Iniciando la ceremonia el primer paso es ofrecer adoración a Dios. Esta consistió en dos ofrendas dadas sobre un “un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro”. Es decir, un altar hecho de piedras que nadie hubiere cortado o trabajado, la razón de esto es que así debían ser los altares hechos para Dios (Éxodo 20: 24 – 25). En esas piedras Josué escribió la ley. Las dos ofrendas fueron:
1. Holocausto: Este simbolizaba la consagración total de Israel a Dios.
2. Sacrificio de paz: Celebraban su relación con Dios, por ello se comía en un banquete especial para tal fin.
B. El punto es que después de la victoria ellos no se olvidaron de adorar a Dios, de recordar que todo su ser le pertenecía al creador y que su relación con él era una bendición.
C. Así después de una victoria no solo obedezca a Dios con prontitud sino que no se olvide de él, a pesar que le vaya bien, que las cosas le salgan, no se olvide de seguir dándole su vida continuamente.
III. LA DIRECCIÓN OPORTUNA (Ver 32 – 35)
A. Después de adorar a Dios vino un tiempo de enseñanza Bíblica que según Deuteronomio 27 se realizó así:
1. El primer grupo lo formarán las tribus de Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín, se situaran en el monte Guerizim.
2. El segundo grupo lo formarán las tribus de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí, y se situaran en el monte Ebal.
3. En el centro, entre los dos montes se situaría el arca del Pacto y los levitas junto a ella
3. El Monte Gerizim será el monte desde donde se pronuncien las bendiciones para quienes obedecen a Dios, desde el monte Ebal se pronunciarían las maldiciones.
4. Josué y los Levitas comenzaron a instruir a TODO el pueblo en la ley, en TODA la ley, les enseño sobre la bendición y la maldición.
5. Tal parece que mientras Josué leía o enseñaba sobre las bendiciones y las maldiciones, las tribus en cada monte debía responder: ¡AMEN! De acuerdo se leyera bendiciones o maldiciones (Deut 27: 15- 26)
B. Varias aplicaciones:
1. Como Josué un predicador debe hablar tanto de la bendición como de la maldición.
2. Después de la victoria no deje de buscar instrucción, pues ella lo mantendrá en la bendición.
Conclusiones:
La obediencia inmediata, la adoración constante y la enseñanza bíblica son claves para mantenerse en la bendición. Tras la victoria, no se debe relajar en la relación con Dios ni olvidar la importancia de seguir sus mandamientos. La instrucción continua y la respuesta de fe aseguran una vida en bendición, recordando siempre que la victoria proviene de Dios y que nuestra actitud hacia Él determina nuestro bienestar espiritual y material. La lectura y enseñanza de la ley fortalecen la fe y la obediencia, garantizando que el pueblo permanezca firme en sus caminos.
VERSIÓN LARGA
La narrativa de Josué 8:30-35, donde se describe la ceremonia que tuvo lugar entre los montes Ebal y Gerizim, es un momento culminante en la historia del pueblo de Israel. Después de la victoria en la ciudad de Hai, el pueblo de Israel se dirige a estos dos montes para cumplir con un mandato que Moisés les había dejado. Este pasaje no solo es un relato histórico; es una lección sobre la importancia de la obediencia, la adoración y la enseñanza bíblica en la vida de los creyentes.
La familia de Dios es una familia que se basa en la obediencia y el reconocimiento de Su autoridad. Al observar cómo el pueblo se dirigió a los montes de Ebal y Gerizim después de la victoria, podemos extraer valiosas enseñanzas sobre cómo debemos vivir nuestra vida espiritual. En primer lugar, la obediencia inmediata es fundamental. Después de haber conquistado Hai, el pueblo no se detiene a celebrar su victoria ni se relaja en su compromiso; en cambio, se dirige de inmediato a cumplir con la orden de Dios. Este acto de obediencia es esencial. No podemos permitir que las victorias nos lleven a la complacencia. Así como hicieron los israelitas, debemos ser diligentes en nuestra relación con Dios, recordando que nuestras bendiciones dependen de nuestra obediencia continua.
La obediencia de Israel al ir a los montes de Ebal y Gerizim es una muestra de su deseo de cumplir con lo que Dios había mandado a través de Moisés (Deuteronomio 11:29-32; 27:11-26). La falta de acción en el pasado puede deberse a la necesidad de conquistar primero la tierra que les fue prometida. Sin embargo, al haber obtenido la victoria, ahora eran libres para llevar a cabo esta ceremonia que había sido ordenada por Dios. Este acto de obediencia inmediata es un llamado poderoso para todos nosotros. A menudo, podemos encontrar la tendencia a bajar la guardia después de una victoria, pero debemos recordar que la vida cristiana es un camino continuo que requiere nuestra atención y dedicación.
Después de la obediencia, la siguiente etapa es la adoración. La ceremonia que tuvo lugar en los montes de Ebal y Gerizim no solo era un acto de cumplimiento de una orden; era también un momento de adoración a Dios. Josué construyó un altar de piedras enteras, según las instrucciones de Dios, sin que nadie hubiera cortado las piedras. Este altar simbolizaba la pureza y la dedicación total de Israel a su Dios. En este altar se ofrecieron sacrificios, incluyendo holocaustos y sacrificios de paz. El holocausto representaba la entrega total del pueblo a Dios, mientras que el sacrificio de paz simbolizaba la relación de comunión y celebración con el Creador.
El hecho de que, después de una victoria, el pueblo de Israel no olvidara adorar a Dios es un recordatorio crucial de que nuestras victorias deben llevarnos a una mayor dependencia y agradecimiento a Dios. En nuestra vida cotidiana, a menudo logramos metas y alcanzamos victorias, ya sea en el ámbito profesional, personal o espiritual. Sin embargo, no debemos olvidar que cada éxito es, en última instancia, un regalo de Dios. La adoración constante debe ser un componente vital de nuestra vida, independientemente de las circunstancias. Cuando nos detenemos a adorarlo, recordamos que somos sus hijos y que todo lo que tenemos proviene de Su gracia.
La adoración no solo es un acto de agradecimiento, sino también un acto de reconocimiento de quién es Dios en nuestras vidas. Al ofrecer sacrificios y al construir un altar, el pueblo de Israel está afirmando su relación con Dios y su compromiso de vivir de acuerdo a Su voluntad. Este acto de adoración es un recordatorio de que nuestra vida debe ser un constante sacrificio a Dios, donde nuestras acciones, pensamientos y actitudes glorifican Su nombre.
A través de la adoración, también se da un espacio para la enseñanza. Josué, después de ofrecer sacrificios y adorar a Dios, se dedica a instruir al pueblo en la ley. Este acto de enseñanza es fundamental, ya que la instrucción continua en la Palabra de Dios es necesaria para mantenernos firmes en la fe. Josué reunió a las tribus de Israel y dividió a los grupos entre los dos montes. Las tribus en el monte Gerizim pronunciarían las bendiciones, mientras que las de Ebal pronunciarían las maldiciones. Este acto no solo era un recordatorio de lo que significaba seguir a Dios, sino también de las consecuencias de desobedecer Su palabra.
La enseñanza de la ley por parte de Josué es esencial para mantener al pueblo en la bendición. La obediencia a los mandamientos de Dios es lo que los mantiene en la tierra prometida. A través de esta ceremonia, el pueblo no solo escuchaba la ley, sino que también respondía con un "¡Amén!" a cada bendición y maldición que se pronunciaba. Este acto de respuesta colectiva refuerza la idea de que el pueblo está comprometido con seguir la voluntad de Dios. Es un recordatorio de que la fe no es solo un asunto individual, sino que también involucra a la comunidad.
La importancia de la enseñanza bíblica en nuestras vidas no puede subestimarse. Después de las victorias, debemos seguir buscando la instrucción de Dios, ya que es Él quien nos guía y nos sostiene en nuestro caminar. La Palabra de Dios es una lámpara a nuestros pies y una luz en nuestro camino (Salmo 119:105). Sin la instrucción continua en la Escritura, corremos el riesgo de desviarnos y perder de vista lo que es importante. La enseñanza de la ley por parte de Josué aseguraba que el pueblo recordara las promesas de Dios y las advertencias contra la desobediencia.
Las aplicaciones de esta narrativa son profundas y relevantes para nuestra vida diaria. La historia de Ebal y Gerizim nos enseña que la obediencia inmediata, la adoración constante y la enseñanza bíblica son claves para permanecer en la bendición. Después de la victoria, no debemos relajarnos en nuestra relación con Dios ni olvidar la importancia de seguir sus mandamientos. La instrucción continua y la respuesta de fe aseguran una vida en bendición, recordando siempre que la victoria proviene de Dios y que nuestra actitud hacia Él determina nuestro bienestar espiritual y material.
Es fácil caer en la trampa de pensar que, una vez que hemos obtenido una victoria, podemos descansar y relajarnos. Sin embargo, el pueblo de Israel nos muestra que la victoria debe ser seguida por la obediencia y la adoración. Cada triunfo que experimentamos debe motivarnos a acercarnos más a Dios, a depender más de Su guía y a rendirnos a Su voluntad. La adoración no es solo un acto que se realiza en momentos de necesidad o dificultad; es una forma de vida que debe ser constante en nuestros corazones.
Además, la enseñanza bíblica es un pilar fundamental para mantener nuestra fe. Al igual que Josué instruyó al pueblo, nosotros también debemos buscar la enseñanza en nuestras comunidades de fe. Las iglesias, los grupos de estudio bíblico y las relaciones con otros creyentes son esenciales para crecer en nuestra comprensión de la Palabra de Dios. Cuando nos unimos como comunidad para estudiar y compartir la fe, fortalecemos no solo nuestra propia fe, sino también la de aquellos que nos rodean.
En un mundo donde las distracciones son constantes y las voces que nos rodean a menudo son contradictorias, es vital que busquemos la verdad en la Palabra de Dios. Las enseñanzas de hoy pueden parecer diferentes a las de tiempos pasados, pero la verdad de Dios sigue siendo la misma. La obediencia a Su palabra y el reconocimiento de Su soberanía son principios eternos que debemos abrazar.
Finalmente, el relato de Josué, Ebal y Gerizim nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida. ¿Estamos obedeciendo a Dios en todas las áreas de nuestra vida? ¿Estamos adorando a Dios de manera constante, no solo en los momentos de dificultad, sino también en los de victoria? ¿Estamos buscando la enseñanza en Su Palabra para guiarnos en nuestro caminar? Estas son preguntas importantes que debemos hacernos a medida que buscamos vivir una vida que honra a Dios.
La historia de los montes Ebal y Gerizim es un recordatorio de que la vida espiritual no es un evento aislado, sino un viaje continuo. Cada victoria es una oportunidad para acercarnos más a Dios, para adorarle y para aprender de Su Palabra. La vida cristiana es un camino que requiere disciplina, compromiso y una relación constante con nuestro Creador.
En conclusión, la narrativa de Josué 8:30-35 nos ofrece una rica enseñanza sobre la obediencia, la adoración y la enseñanza bíblica. Después de la victoria, no solo debemos obedecer a Dios con prontitud, sino que también debemos recordar que nuestra relación con Él es fundamental. La adoración constante y la instrucción en Su Palabra son claves para permanecer en la bendición. Al seguir el ejemplo de Israel en los montes Ebal y Gerizim, podemos asegurarnos de que nuestras vidas estén alineadas con la voluntad de Dios, disfrutando de las bendiciones que provienen de una relación íntima con Él. La victoria en nuestras vidas siempre será el resultado de nuestra fidelidad y obediencia a Su palabra.
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