BOSQUEJO
Tema: Levítico. Título: Características de los sacerdotes. Texto: Levítico 10: 4 -20. Autor: Pastor Edwin Guillermo Nuñez Ruiz.
Introducción:
A. ¿Le ha pasado que tiene días en los que deseara no haberse levantado? Pues precisamente este texto nos relata un día así para la familia de Aarón, en este día: sufren la muerte de seres queridos, aun así se les prohíbe guardar luto, se les prohíben cosas, los regañan, están ellos también en peligro de muerte etc., en medio de un día así llegamos a conocer las características de un sacerdote
I. LA CONSAGRACIÓN DE UN SACERDOTE (Ver 3c, 6 – 7).
A. Después de muertos los hijos se dan unos acontecimientos que nos hacen ver el grado de consagración que debía tener un sacerdote:
1. Aarón cayó (Ver 3): El silencio de Aarón es muy diciente y este se debe muy seguramente a:
a. Dios tiene razón: ¿qué podía decir? Sus hijos habían cometido un error, Dios les había quitado la vida, todo era justo y el solo guardo silencio ante la decisión de Dios, mostrando así un corazón dócil y humilde ante Dios, no había rebeldía alguna en él.
2. Las ordenes de Moisés a Aarón, Eleazar e Itamar (Ver 6 – 7):
a. Las ordenes fueron varias:
• No descubrirse la cabeza: No despeinarse
• No rasgar o romper sus vestiduras, ambas cosas eran señales de duelo, luto y dolor
• No podían salir del tabernáculo, esto para asistir a los funerales.
b. La razón de esto:
• Tocar un cadáver les haría impuros, debían permanecer fieles a su labor, sus intereses debían ser depuestos ante los intereses de Dios, CONSAGRACIÓN TOTAL aun en momentos así. Ser un sacerdote es una dignidad pero también una “carga” pues exige una moral mayor que la del común.
B. Nosotros, sacerdotes del nuevo pacto no somos ajenos a esta realidad los radicales pasajes discipulado (Lucas 9: 57 – 62; 14: 25 -33) etc nos muestran que no se nos pide nada menor.
II. LA SANTIDAD DE UN SACERDOTE (Ver 9 – 11).
A. Ahora Yahvé mismo le habla a Aarón no para consolarlo sino para darle una nueva directriz ministerial. Ni el, ni ningún sacerdote no deberían beber nada alcohólico mientras ministraran en el tabernáculo, este mandato tenía varios propósitos:
1. No morir, ministrar borrachos sería una sentencia de muerte de allí en adelante.
2. Deberían estar sobrios para: distinguir entre lo puro y lo impuro (en otras palabras, hacer bien su servicio en el templo y no cometer errores como los de Nadab y Abiu. También, deberían estar sobrios para poder enseñar a los Israelitas la ley.
B. Dentro de los requisitos del pastorado estaba el de ser un hombre “no dado al vino” o un borracho (1 Tim 3:3), entre los requisitos de los diáconos estaba un mandato similar “no dados a mucho vino” (1 Tim 3:8). Aun mas allá se le advierte a todo sacerdote sobre la inconveniencia de la embriaguez (1 Corintios 6:10).
El alcohol aun nos hace perder el juicio, el discernimiento y nos descalifica para enseñar la Biblia.
III. LA HUMANIDAD DE UN SACERDOTE (Ver 16 – 20).
A. Por último, se sucede un hecho que nos señala a la humanidad de los sacerdotes y es que Aarón y sus hijos omitieron dos pasos de la ofrenda por el pecado que habían presentado, particularmente, la parte del festín sagrado, debían comer parte del sacrificio en lugar santo más Moisés hallo que lo habían incinerado por completo; por otro lado, no habían llevado la sangre del animal dentro del santuario en sí.
Moisés enojado increpa a los hijos de Aarón (no al sumo sacerdote mismo) mostrándoles el error.
La explicación que dio Aarón tiene que ver por lo menos con dos cosas:
1. Ellos estaban asustados por lo que acababa de ocurrir, no sabían si se podía ofrecer o no, no querían morir, querían ser gratos a los ojos de Dios.
2. Ellos estaban adoloridos por la muerte de sus familiares y no creyeron que estuviera bien hacer un festín, tal vez haciéndolo desagradaban a Dios.
Lo que ellos han hecho es heroico, han demostrado su total consagración a Dios obedeciéndolo en cuanto al luto por la muerte de sus familiares, aun así en este último texto se nos muestra su humanidad.
B. Muchas veces se olvida la humanidad de los sacerdotes, sobre todo de aquellos sacerdotes que ministran para Dios, se asume que son de hierro, se asume que no sienten, se asume que podemos echarles carga sobre carga que igual ellos resistirán y no es así, los sacerdotes aún más los que ministran para Dios son seres humanos también que lloran, ríen, se cansan, pierden el ánimo etc.
Conclusiones:
Los sacerdotes, como Aarón y sus hijos, enfrentan la dura realidad de su llamado, que exige consagración total y una moral elevada, incluso en el dolor. Sin embargo, también son humanos, con emociones y limitaciones. Este equilibrio es crucial; un sacerdote debe ser un líder fuerte, pero también sensible. La pregunta es: ¿qué tipo de sacerdote eres tú? ¿Una figura distante o alguien que entiende el sufrimiento y la carga de los demás? La verdadera grandeza está en unir la vocación con la empatía.
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Características de los sacerdotes
Levítico 10: 4 -20
Introducción:
A veces, hay días en los que desearíamos no habernos levantado de la cama. El texto de Levítico 10 nos presenta un día así para la familia de Aarón. En este relato, sufren la muerte de seres queridos, y se les prohíbe guardar luto; enfrentan reprimendas y se encuentran en riesgo de muerte. En medio de esta angustia, se revelan las características esenciales de un sacerdote. Este pasaje no solo es un relato de la tragedia personal, sino que también proporciona una profunda enseñanza sobre el llamado y la responsabilidad de aquellos que sirven en el ministerio sacerdotal.
I. La consagración de un sacerdote (Ver 3c, 6 – 7).
El primer aspecto que debemos considerar es la consagración de un sacerdote. Después de la muerte de los hijos de Aarón, se producen acontecimientos que destacan el grado de dedicación que debe tener un sacerdote. Aarón, al recibir la noticia de la muerte de sus hijos, cae en un profundo silencio. Este silencio es significativo y, sin duda, se debe a varias razones. Primero, Aarón reconoce la justicia de Dios en la situación; sus hijos habían cometido un grave error y, como consecuencia, Dios los había castigado. Ante esta realidad, Aarón opta por el silencio, mostrando un corazón dócil y humilde, sin rebeldía alguna. Este silencio también puede verse como un acto de aceptación de la soberanía de Dios. A veces, ante el dolor y la pérdida, lo más sabio y respetuoso es callar y permitir que Dios hable.
Las instrucciones que Moisés da a Aarón, Eleazar e Itamar son claras y estrictas. Se les ordena no descubrirse la cabeza ni rasgar sus vestiduras, dos acciones que son señales de duelo y dolor. Además, se les prohíbe salir del tabernáculo, lo que significa que no pueden asistir a los funerales. La razón detrás de estas órdenes es que tocar un cadáver los haría impuros, lo que limitaría su capacidad de cumplir con sus responsabilidades sacerdotales. En momentos de crisis, su prioridad debe ser la consagración total a Dios, incluso a costa de su propio dolor personal.
Ser sacerdote es una dignidad, pero también una carga que conlleva una moral más elevada que la de las personas comunes. Este llamado no es solo un privilegio, sino también una responsabilidad que exige un compromiso inquebrantable. Los sacerdotes del nuevo pacto, nosotros, no estamos exentos de esta realidad. Los pasajes radicales sobre el discipulado en Lucas 9: 57 – 62 y 14: 25 -33 nos muestran que el compromiso que se nos pide no es menor. La consagración que Dios exige de sus ministros es total, y a veces puede ser dolorosa.
La consagración implica renunciar a ciertos derechos y deseos personales para cumplir con el llamado de Dios. Esto puede significar sacrificar tiempo, placer o incluso relaciones personales. Sin embargo, es en esta entrega donde encontramos una profunda satisfacción y propósito. Cuando un sacerdote se consagra completamente a Dios, se convierte en un canal a través del cual fluyen bendiciones y guía hacia el pueblo. La fidelidad a esta consagración es fundamental para el éxito y la efectividad de su ministerio.
II. La santidad de un sacerdote (Ver 9 – 11).
El segundo aspecto importante es la santidad de un sacerdote. En este pasaje, Yahvé se dirige a Aarón no para consolarlo, sino para establecer nuevas directrices ministeriales. Se le instruye a no consumir bebidas alcohólicas mientras ejerce su ministerio en el tabernáculo. Este mandato tiene varios propósitos. Primero, el consumo de alcohol podría resultar en la muerte del sacerdote. En segundo lugar, deben estar sobrios para distinguir entre lo puro y lo impuro. Esto es fundamental para realizar correctamente su servicio en el templo y evitar errores como los cometidos por Nadab y Abiú. La claridad mental es esencial para enseñar a los israelitas la ley de Dios.
Además, en los requisitos para el pastorado se establece que un líder no debe ser "dado al vino" (1 Timoteo 3:3). Igualmente, los diáconos tienen un mandato similar, donde se les pide que no sean "dados a mucho vino" (1 Timoteo 3:8). Más allá de esto, se advierte a todos los sacerdotes sobre los peligros de la embriaguez (1 Corintios 6:10). El alcohol puede nublar el juicio y el discernimiento, lo que descalifica a una persona para enseñar la Palabra de Dios.
La santidad y la sobriedad son requisitos fundamentales para aquellos que ejercen el ministerio, ya que su responsabilidad es guiar al pueblo de Dios en su camino espiritual. La vida de un sacerdote debe ser un reflejo de su compromiso con la santidad y el servicio a Dios. La santidad no es solo un requisito, sino una forma de vida que debe ser cultivada diariamente. Un sacerdote debe dedicarse a la oración, la meditación en la Palabra y la comunión con Dios, para poder ser un instrumento útil en sus manos.
La santidad también implica un compromiso con la ética y la moralidad. Los sacerdotes deben ser ejemplos de integridad, honestidad y justicia. Su vida debe ser un testimonio vivo de la gracia y el poder de Dios, afectando no solo a su congregación, sino a toda la comunidad. Cuando un sacerdote vive en santidad, se convierte en una luz que guía a otros hacia la verdad.
III. La humanidad de un sacerdote (Ver 16 – 20).
El tercer aspecto que debemos considerar es la humanidad de un sacerdote. Un hecho que resalta la humanidad de los sacerdotes es cuando Aarón y sus hijos omiten dos pasos de la ofrenda por el pecado que habían presentado. Esto incluye la parte del festín sagrado, que debían comer en el lugar santo. En su lugar, Moisés descubre que habían incinerado por completo el sacrificio y que no habían llevado la sangre del animal al santuario. Moisés, al darse cuenta del error, se enoja y reprende a los hijos de Aarón, pero no a Aarón mismo.
La explicación que ofrece Aarón revela su humanidad. En primer lugar, sus hijos estaban asustados por la reciente tragedia; no sabían si podían realizar el sacrificio adecuadamente y temían por sus vidas, queriendo ser agradables a Dios. En segundo lugar, estaban dolidos por la muerte de sus familiares. La idea de llevar a cabo un festín en tales circunstancias les parecía inapropiada, ya que creían que esto podría desagradar a Dios.
Lo que Aarón y sus hijos hicieron en este contexto es digno de reconocimiento; mostraron una total consagración a Dios al obedecer lo que creían era correcto, incluso en medio de su luto. Sin embargo, este relato también nos recuerda que, a pesar de su alto estatus, los sacerdotes son humanos y pueden cometer errores. La humanidad de los sacerdotes es un recordatorio de que, aunque están llamados a un alto estándar, también enfrentan desafíos emocionales y espirituales.
Es importante no olvidar la humanidad de los sacerdotes, especialmente aquellos que sirven en el ministerio. A menudo, se les percibe como figuras de hierro, como si no sintieran dolor ni estrés. Sin embargo, los sacerdotes son seres humanos que experimentan emociones, fatiga y desánimo. Como cualquier otra persona, pueden enfrentarse a desafíos y tribulaciones. La expectativa de que un sacerdote sea invulnerable a las cargas y sufrimientos es irrealista y puede llevar a una falta de empatía hacia ellos.
La humanidad de un sacerdote también implica que deben ser accesibles y comprensivos hacia quienes ministerialmente sirven. Los miembros de la congregación deben poder ver a su sacerdote no solo como un líder, sino también como alguien que entiende sus luchas y puede ofrecer consuelo y apoyo. Esto no solo fortalece la relación entre el sacerdote y la congregación, sino que también proporciona un espacio seguro para que los feligreses expresen sus preocupaciones y problemas.
La empatía es una herramienta poderosa en el ministerio. Cuando un sacerdote puede identificarse con el sufrimiento de los demás, se convierte en un canal de la gracia y el amor de Dios. Esto no solo beneficia al que recibe ayuda, sino también al que ministra, ya que se convierte en un testimonio del poder transformador de Dios en la vida de las personas.
Conclusiones:
Los sacerdotes, como Aarón y sus hijos, enfrentan la dura realidad de su llamado, que exige consagración total y una moral elevada, incluso en el dolor. Sin embargo, también son humanos, con emociones y limitaciones que deben ser reconocidas. Este equilibrio es crucial; un sacerdote debe ser un líder fuerte, capaz de guiar a otros, pero también sensible a las luchas y sufrimientos de aquellos a quienes sirve. La verdadera grandeza de un líder espiritual radica en su capacidad para unir la vocación con la empatía. La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué tipo de sacerdote eres tú? ¿Eres una figura distante o alguien que comprende y comparte el sufrimiento de los demás? La respuesta a esta pregunta puede definir no solo tu ministerio, sino también tu impacto en la vida de aquellos que te rodean.
La consagración, la santidad y la humanidad son características fundamentales que todo sacerdote debe cultivar. Ser sacerdote no es solo un título; es un llamado a vivir de manera diferente, a reflejar el carácter de Dios en cada acción y decisión. Al hacerlo, no solo se edifica a sí mismo, sino que también se edifica a la comunidad de fe. La vida de un sacerdote es un testimonio de la gracia de Dios, y su ministerio debe ser una extensión del amor y la compasión que Dios tiene por su pueblo.
Finalmente, se nos recuerda que, aunque el llamado al sacerdocio es elevado y lleno de responsabilidad, el apoyo y la comprensión mutua son esenciales. La comunidad de fe debe estar dispuesta a sostener a sus líderes en oración y amor, creando un ambiente donde todos puedan crecer juntos en Cristo. Al combinar la consagración con la empatía y la sabiduría, los sacerdotes pueden guiar a sus congregaciones hacia un futuro lleno de esperanza y propósito en el Señor.
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