VÍDEO
BOSQUEJO
Tema: Compañerismo. Título: Los grupos de crecimiento cristiano. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.
Introducción:
A. Nuestra iglesia existe para incorporar a las personas en la familia de Dios, una vez dentro de la familia debemos pastorear y discipular a esas personas, es evidente que esa labor no puedo hacerla solo y por ello guiados por Dios desde hace ya 8 años hemos venido trabajando en la estrategia de los grupos caseros. Hoy con motivo de su inauguración el día de ayer quiero hablarle de ellos, de lo que les caracteriza para motivar a quienes aún no están involucrados para que lo hagan:
I. TIENE UN LÍDER (Efesios 4: 11).
A. En la Escritura existe el ministerio del Pastor esta es la persona que cuida el rebaño del Señor.
B. Para que exista un grupo en necesario un líder-pastor que lo coordine y dirija. Su labor consiste en realizar la reunión sabatina, evaluar y proyectar al grupo, visitar, discipular, llamar y enseñar la Palabra de Dios. De tal modo que si usted no pertenece a un grupo no es muy difícil cuidarle espiritualmente pues como vemos es en ellos donde se ejerce este ministerio.
II. FUNCIONAN EN CASAS (Romanos 16: 4 – 5; Col 4: 15; Fil 2)
A. Es interesante notar como la iglesia del N.T. funcionaba no en edificios sino en casas, fue después en la historia donde comenzó a reunirse en edificios.
B. Tratamos de emular nuestros comienzos como iglesia al regresar a las casas, sin abandonar la reunión en edificios. Esto obedece a varias razones:
1. Razón evangelista: es más fácil que un invitado vaya a una casa que al edificio del templo. Las casas se convierten entonces en puentes hacia la comunidad.
2. Razón ministerial: con esto se abre la posibilidad para que alguien encuentre un lugar de ministerio prestando su casa y ejerciendo otros ministerios.
III. SON PEQUEÑOS (Mateo 10: 1 – 4).
A. Jesús ministro multitudes pero se centró en un grupo pequeño ya que al hacerlo entre otras cosas podía atender mejor a las necesidades formativas de cada miembro del mismo.
B. Este concepto es retomado en la estrategia de los grupos de crecimiento, se deben mantener pequeños para poder atender mejor a cada miembro del mismo, por ello, no es lo ideal que un grupo tenga más de 10 o 12 personas adultas, al hacerlo casi que pierde gran parte de su razón de ser.
Tenemos varios grupos con más personas que eso pero se debe principalmente a la falta de líderes para cuidar el rebaño.
IV. SON PARTICIPATIVAS (Rom 14: 13; 15: 7).
A. Versículos Como estas abundan en la Escritura, algunos dicen que son alrededor de 50 los que contienen la formula “unos a otros”, la mutua edificación es una responsabilidad de cada creyente.
B. Los grupos son el lugar propicio para llevar a la práctica todos los “unos a los otros” de la Escritura, al ser un grupo pequeño las posibilidades de amistad son mayores comparadas con la reunión dominical.
La enseñanza Bíblica del grupo es un estudio inductivo y no una predicación, esto es así para que podamos edificarnos unos a otros.
V. TIENEN UN OBJETIVO (Romanos 15: 18 – 20).
A. Según el punto anterior puede parecer que los grupos son “clubes sociales” donde vamos a hacer amigos y divertirnos un rato el sábado en al tarde, no es un club social el grupo, aunque fomentamos el “unos a los otros”.
Fundamentalmente el grupo es un centro misionero, un lugar de evangelización que debe “dar a luz” otro grupo o multiplicarse.
B. Una de nuestras principales tareas como cristianos es evangelizar a los no-creyentes y el grupo es un lugar propicio e ideal para ello.
Conclusiones:
Los grupos caseros son esenciales para el crecimiento espiritual y la evangelización efectiva. Fomentan la participación activa, la cercanía y el cuidado mutuo, permitiendo una atención más personalizada y el cumplimiento del mandato de hacer discípulos. Su estructura pequeña y participativa facilita la edificación mutua y la multiplicación de nuevos grupos, clave para ampliar el alcance del ministerio. Participar en estos grupos fortalece la comunidad, fomenta la amistad, y potencia el impacto misionero, siendo una estrategia vital para la vida cristiana y el crecimiento de la iglesia.
VERSIÓN LARGA
La iglesia que pastoreamos existe con un propósito claro: incorporar a las personas en la familia de Dios. Este es un llamado fundamental que no solo se refiere a la aceptación de nuevos miembros, sino también a la responsabilidad de pastorear y discipular a aquellos que se unen a nuestra comunidad. A lo largo de los últimos ocho años, hemos estado trabajando en la estrategia de los grupos caseros, guiados por Dios. Hoy, con motivo de su reciente inauguración, quiero hablarles sobre estos grupos, destacando sus características y motivando a aquellos que aún no están involucrados a que se sumen a esta importante labor.
Uno de los aspectos más destacados de los grupos de crecimiento cristiano es que tienen un líder. Según Efesios 4:11, el ministerio del pastor es fundamental en la vida de la iglesia, ya que esta persona está encargada de cuidar el rebaño del Señor. Para que un grupo funcione adecuadamente, es necesario contar con un líder o pastor que lo coordine y dirija. Este líder tiene múltiples responsabilidades: coordinar las reuniones, evaluar y proyectar al grupo hacia el futuro, visitar a los miembros, discipular, llamar y enseñar la Palabra de Dios. La figura del líder es esencial, ya que su labor permite brindar el cuidado espiritual necesario a los miembros. Si usted no pertenece a un grupo, es difícil que reciba esta atención, lo que resalta la importancia de estar involucrado en uno.
El líder actúa como un guía y facilitador, asegurándose de que cada miembro del grupo se sienta valorado y escuchado. Además, el líder es responsable de fomentar un ambiente de confianza donde los participantes puedan compartir sus luchas, dudas y alegrías. Este apoyo mutuo es clave para el crecimiento espiritual y emocional de cada uno. En una iglesia en la que la comunidad es vital, el papel del líder en los grupos caseros no puede subestimarse.
Otra característica importante de los grupos de crecimiento es que funcionan en casas. La iglesia del Nuevo Testamento se reunía en hogares, y aunque más tarde se comenzaron a utilizar edificios, intentamos emular esos inicios volviendo a las casas. Este enfoque obedece a varias razones. Primero, desde una perspectiva evangelística, es más sencillo que un amigo o conocido asista a una reunión en casa que a un edificio de iglesia. Las casas se convierten en puentes hacia la comunidad. En segundo lugar, desde una perspectiva ministerial, esto brinda la oportunidad para que alguien que presta su hogar también encuentre un lugar de servicio y ministerio. La intimidad y el ambiente acogedor de un hogar permiten que las personas se sientan más cómodas y abiertas a compartir.
El ambiente de hogar también facilita las relaciones interpersonales. En un espacio más reducido y familiar, los participantes pueden conocerse mejor, construir amistades profundas y sentirse parte de una comunidad más unida. Esta cercanía es difícil de lograr en un gran auditorio de iglesia, donde las interacciones son más limitadas y superficiales. En los grupos caseros, las personas pueden compartir sus historias, orar unas por otras, y apoyarse mutuamente de manera más efectiva.
Además, los grupos de crecimiento son pequeños. En Mateo 10:1-4, vemos que Jesús, aunque ministraba a multitudes, se centró en un grupo pequeño de discípulos. Este enfoque le permitió atender mejor las necesidades formativas de cada uno de ellos. En nuestra estrategia de grupos de crecimiento, mantenemos el tamaño limitado para garantizar que cada miembro reciba la atención adecuada. Se considera que un grupo ideal debería tener entre 10 y 12 personas adultas. Si un grupo crece demasiado, se corre el riesgo de perder su esencia y efectividad. Es cierto que en algunos de nuestros grupos hay más personas, pero esto se debe a la falta de líderes disponibles para cuidar de todos.
La razón detrás de mantener grupos pequeños es que esto permite un mejor seguimiento y una mayor conexión entre los miembros. En un grupo pequeño, cada persona tiene la oportunidad de participar activamente en las discusiones, hacer preguntas y compartir sus pensamientos. Esto no solo enriquece la experiencia de aprendizaje, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y compromiso con el grupo.
La participación activa es otra característica fundamental de los grupos de crecimiento. En Romanos 14:13 y 15:7 encontramos numerosos versículos que enfatizan la importancia de la edificación mutua y el cuidado entre los creyentes. La Escritura contiene alrededor de 50 referencias a la idea de "unos a otros", lo que subraya la responsabilidad de cada creyente en este aspecto. Los grupos ofrecen el espacio propicio para llevar a la práctica todos estos principios. Al ser pequeños, las posibilidades de formar amistades y conexiones más profundas son significativamente mayores que en una reunión dominical.
La enseñanza en estos grupos es un estudio inductivo, no una mera predicación. Esto permite que los miembros se edifiquen mutuamente, generando un ambiente de aprendizaje y crecimiento espiritual. En lugar de que una sola persona hable y los demás escuchen pasivamente, en los grupos se fomenta un diálogo donde todos pueden contribuir. Cada miembro tiene la oportunidad de compartir sus perspectivas y experiencias, lo que enriquece la comprensión de la Palabra de Dios y su aplicación en la vida diaria.
Sin embargo, es esencial recordar que los grupos de crecimiento no son meramente clubes sociales. A pesar de que fomentamos el "unos a los otros", su objetivo es mucho más profundo. Según Romanos 15:18-20, estos grupos tienen un propósito claro: son centros misioneros. Su función no se limita a la convivencia y la diversión; cada grupo debe estar orientado hacia la evangelización y la multiplicación. La idea es que un grupo, al crecer y fortalecerse, eventualmente "dé a luz" a otro grupo, cumpliendo así con el mandato de hacer discípulos.
Una de nuestras principales tareas como cristianos es evangelizar a aquellos que aún no conocen a Cristo, y los grupos de crecimiento proporcionan un ambiente ideal para hacerlo. La cercanía y la confianza que se desarrollan en estos grupos permiten que los miembros compartan su fe de manera más efectiva y abran la puerta a conversaciones significativas sobre el evangelio. La relación que se forma entre los miembros crea un espacio seguro donde se pueden abordar temas espirituales sin temor al juicio.
Los grupos de crecimiento también son un lugar donde se pueden desarrollar habilidades de liderazgo. Al involucrarse en estos grupos, los miembros tienen la oportunidad de asumir roles de liderazgo y aprender a guiar a otros. Esto es vital para la salud y el crecimiento de la iglesia, ya que forma a futuros líderes que pueden ayudar a expandir el ministerio. El liderazgo dentro de los grupos no solo implica dirigir las reuniones, sino también cuidar y guiar a los demás, lo que permite un crecimiento personal y espiritual significativo.
Además, la multiplicación de grupos es una de las metas más importantes. Cuando un grupo se fortalece y crece, se debe considerar la posibilidad de dividirse para formar nuevos grupos. Esto no solo ayuda a mantener el tamaño ideal de cada grupo, sino que también permite que más personas se beneficien de la comunidad y el discipulado. La multiplicación es un signo de salud en la iglesia, y refleja el mandato de Jesús de hacer discípulos en todas las naciones.
En conclusión, los grupos caseros son esenciales para el crecimiento espiritual y la evangelización efectiva. Fomentan la participación activa, la cercanía y el cuidado mutuo, permitiendo una atención más personalizada a cada miembro. Su estructura pequeña y participativa facilita la edificación mutua y la multiplicación de nuevos grupos, lo cual es clave para ampliar el alcance del ministerio de la iglesia. Participar en estos grupos no solo fortalece nuestra comunidad, sino que también fomenta amistades profundas y potencia nuestro impacto misionero.
Por lo tanto, es fundamental que cada miembro de la congregación considere involucrarse en un grupo de crecimiento. No se trata solo de asistir a una reunión más; se trata de ser parte de algo más grande, de vivir la fe en comunidad y de contribuir al crecimiento del Reino de Dios. Si aún no estás en un grupo, te animo a que te unas a uno. Es una oportunidad para crecer, aprender y servir, mientras experimentas el compañerismo y la unidad que solo se pueden encontrar en la familia de Dios. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la edificación de la iglesia, y los grupos de crecimiento son el lugar ideal para hacerlo. Así que, ¡anímate a dar ese paso y a ser parte de esta maravillosa aventura espiritual! Al final del día, el compañerismo y el crecimiento en Cristo son fundamentales para nuestra vida como creyentes, y los grupos de crecimiento son una herramienta poderosa para alcanzar esos objetivos.
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