EL SECRETO DE JOB: Cómo un Hombre Normal Venció la Lujuria, las Mentiras y la Codicia (y Tú También Puedes)
Introducción:
Pregunta: ¿si proyectáramos en una pantalla todo lo que hiciste hoy te sentirías cómodo?
La verdadera santidad se prueba en lo invisible, en lo íntimo del alma. Job no fue perfecto, pero su conciencia estaba limpia ante Dios porque había combatido, y vencido, los pecados que nacen en el corazón. En Job 31, él no se excusa: se examina a sí mismo con profundidad, apelando a su conducta en tres áreas críticas.
1. Venció la lujuria: hizo pacto con sus ojos
Texto base: Job 31:1 – “Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?”
a. Análisis del hebreo:
"Berit" (בְּרִית): pacto solemne, compromiso sagrado.
“Etbonén” (אֶתְבּוֹנֵן): mirar con intención, contemplar con deseo.
b. Texto de apoyo en Job:
Job 24:15 – “El ojo del adúltero está aguardando la noche…”
c. Ejemplos actuales de este pecado:
– Cuando se mira deliberadamente a alguien con deseo en la calle, gimnasio o iglesia.
– Ver contenido sugestivo en redes sociales y quedarse “un ratito más”.
– Coquetear o fantasear con alguien casado o inalcanzable.
– Usar la imaginación para crear escenas sensuales.
– Justificar el consumo de pornografía como “pecado privado”.
d. Aplicación:
Hoy la lujuria entra por la pantalla, no por la calle. ¿Qué tipo de “pacto” has hecho con tus ojos?
e. Preguntas confrontadoras:
– ¿Te das permiso para contemplar lo prohibido?
– ¿Eres consciente de lo que ves en redes, películas, tu imaginación?
2. Venció la mentira: rechazó el engaño como camino
Texto base: Job 31:5 – “Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño…”
a. Análisis del hebreo:
"Shav" (שָׁוְא): falsedad, apariencia, hipocresía.
“Mirmah” (מִרְמָה): engaño intencional, manipulación.
b. Texto de apoyo en Job:
Job 27:4 – “Mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.”
c. Ejemplos actuales de este pecado:
– Mentir en el currículo o inflar habilidades.
– Dar una “imagen cristiana” en público, pero vivir en pecado en privado.
– Hacer promesas que no se piensan cumplir.
– Usar excusas religiosas para manipular a otros.
– Ocultar información que cambiaría la opinión del otro.
d. Aplicación:
Hoy muchos no mienten, pero viven engañando con medias verdades, filtros emocionales y discursos de apariencia.
e. Preguntas confrontadoras:
– ¿Representas honestamente lo que eres?
– ¿Manipulas para salirte con la tuya?
3. Venció la codicia: no se dejó llevar por lo que deseaba
Texto base: Job 31:7 – “Si mis pasos se apartaron del camino, si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se pegó a mis manos…”
a. Análisis del hebreo:
"Sur" (סוּר): desviarse voluntariamente del camino.
"Dabak" (דָּבַק): aferrarse, pegarse con fuerza.
“Mi corazón se fue tras mis ojos”: imagen interna del proceso de codicia.
b. Texto de apoyo en Job:
Job 1:21 – “Desnudo salí del vientre de mi madre…”
c. Ejemplos actuales de este pecado:
– Desear el estilo de vida de otros con envidia (materialismo disfrazado).
– Trabajar compulsivamente por más dinero, sin límites espirituales.
– Comprar cosas innecesarias por vanidad o comparación.
– Dejar de dar a Dios o ayudar a otros por aferrarse al ahorro.
– Negociar principios con tal de ganar más o escalar posiciones.
d. Aplicación:
El mundo nos enseña a codiciar, a nunca estar satisfechos. ¿Qué cosas se te han “pegado a las manos”?
e. Preguntas confrontadoras:
– ¿Podrías devolver lo que tienes, si Dios te lo pidiera?
– ¿Tus metas están motivadas por la codicia o por la obediencia?
Conclusión:
Job no solo evitó pecados externos; también puso límites internos, selló compromisos con su alma, y vivió una vida íntegra delante de Dios. Su santidad no fue solo ritual, sino relacional, ética y profunda.
Frase final:
"La verdadera santidad no empieza en el templo, sino en el corazón, en los ojos y en los pensamientos."
VERSION LARGA
La verdadera santidad se prueba en lo invisible, en lo íntimo del alma. Job no fue perfecto, pero su conciencia estaba limpia ante Dios porque había combatido, y vencido, los pecados que nacen en el corazón. En Job 31, él no se excusa: se examina a sí mismo con profundidad, apelando a su conducta en tres áreas críticas. A través de su ejemplo, podemos aprender cómo enfrentar nuestras propias luchas internas en un mundo que constantemente nos tienta a caer en el pecado.
El primer desafío que enfrenta Job es la lujuria. En Job 31:1, leemos: “Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?”. Este versículo revela la decisión consciente de Job de proteger su corazón y su mente de la tentación. La palabra “berit” (בְּרִית) significa pacto solemne, un compromiso sagrado. Por otro lado, “etbonén” (אֶתְבּוֹנֵן) se refiere a mirar con intención, contemplar con deseo. Este análisis nos muestra que Job no solo está hablando de una simple promesa, sino de un compromiso profundo y deliberado con su pureza. En Job 24:15 se menciona que “el ojo del adúltero está aguardando la noche”, reflejando cómo la lujuria puede acechar en la oscuridad, esperando el momento propicio para atacar.
En nuestra sociedad, la lujuria puede manifestarse de diversas formas. Por ejemplo, mirar deliberadamente a alguien con deseo en la calle, en el gimnasio o incluso en la iglesia. Ver contenido sugestivo en redes sociales y quedarse “un ratito más” también es una tentación común. Asimismo, coquetear o fantasear con alguien casado o inalcanzable, utilizar la imaginación para crear escenas sensuales, o justificar el consumo de pornografía como “pecado privado” son prácticas que reflejan la lujuria que Job decidió rechazar. Hoy la lujuria entra por la pantalla, no por la calle. ¿Qué tipo de “pacto” has hecho con tus ojos? Esta es una pregunta que debemos hacernos en un mundo donde la tentación está a un clic de distancia. Reflexiona sobre esto: ¿Te das permiso para contemplar lo prohibido? ¿Eres consciente de lo que ves en redes, películas, y cómo eso puede afectar tu corazón?
El segundo desafío que Job enfrenta es la mentira. En Job 31:5, dice: “Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño…”. Aquí Job se compromete a vivir en la verdad, rechazando cualquier forma de engaño. La palabra “shav” (שָׁוְא) se traduce como falsedad, apariencia o hipocresía. “Mirmah” (מִרְמָה) se refiere a un engaño intencional, una manipulación. Estos términos subrayan la gravedad de mentir y cómo esto puede afectar nuestra relación con Dios y con los demás. En Job 27:4, Job afirma: “Mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño”. Esta declaración refuerza su compromiso con la verdad.
La mentira se presenta de muchas formas hoy en día. Desde inflar habilidades en un currículum, hasta dar una “imagen cristiana” en público mientras se vive en pecado en privado. Hacer promesas que no se piensan cumplir, usar excusas religiosas para manipular a otros, o incluso ocultar información que cambiaría la opinión del otro son prácticas que reflejan una falta de integridad. Hoy muchos no mienten abiertamente, pero viven engañando con medias verdades, filtros emocionales y discursos de apariencia. ¿Representas honestamente lo que eres? Esta es una pregunta fundamental en el contexto de nuestra vida diaria. ¿Manipulas a otros para salirte con la tuya? ¿Eres consciente de cómo tus palabras pueden impactar la vida de alguien más?
El tercer desafío que enfrenta Job es la codicia. En Job 31:7, declara: “Si mis pasos se apartaron del camino, si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se pegó a mis manos…”. Job reconoce el peligro de dejarse llevar por sus deseos. La palabra “sur” (סוּר) significa desviarse voluntariamente del camino, mientras que “dabak” (דָּבַק) se traduce como aferrarse o pegarse con fuerza. La imagen que Job presenta es poderosa: su corazón puede desviarse si no tiene cuidado. Job 1:21 nos recuerda que “desnudo salí del vientre de mi madre”, enfatizando que las posesiones materiales no son lo que realmente importa.
La codicia puede manifestarse a través del deseo por el estilo de vida de otros, trabajar compulsivamente por más dinero sin límites espirituales, o comprar cosas innecesarias por vanidad o comparación. También podemos dejar de dar a Dios o ayudar a otros por aferrarnos a nuestros ahorros, o negociar principios con tal de ganar más o escalar posiciones. El mundo nos enseña a codiciar y a nunca estar satisfechos. Pregúntate: ¿Qué cosas se te han “pegado a las manos”? Es crucial reconocer cómo nuestros deseos pueden influir en nuestras decisiones y acciones. ¿Podrías devolver lo que tienes si Dios te lo pidiera? ¿Tus metas están motivadas por la codicia o por la obediencia a Dios?
Job no solo evitó pecados externos; también puso límites internos, selló compromisos con su alma y vivió una vida íntegra delante de Dios. Su santidad no fue solo ritual, sino relacional, ética y profunda. La vida de Job nos invita a examinar nuestras propias acciones y pensamientos, a hacer un pacto con nuestros ojos, a rechazar la mentira y a ser conscientes de nuestra codicia. La verdadera santidad no se mide solo por lo que hacemos en público, sino por la integridad de nuestro corazón y el compromiso que tenemos con Dios en lo privado. Es un viaje que implica autoconocimiento, reflexión y, sobre todo, una relación íntima con nuestro Creador.
Al seguir el ejemplo de Job, podemos encontrar la fuerza para vencer las tentaciones que nos rodean y vivir vidas que reflejen la gloria de Dios. La verdadera santidad no empieza en el templo, sino en el corazón, en los ojos y en los pensamientos. Este es el desafío que cada uno de nosotros debe enfrentar: ser santos no solo en apariencia, sino en nuestra esencia más profunda. Al aplicar estos principios en nuestras vidas, no solo experimentaremos un cambio interno, sino que también impactaremos positivamente a quienes nos rodean. La lucha contra la lujuria, la mentira y la codicia es constante, pero con la ayuda de Dios y un corazón dispuesto, podemos vivir en victoria y reflejar la luz de Cristo en un mundo que necesita desesperadamente su amor y verdad.
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