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BOSQUEJO: LA IDENTIDAD, LA RECOMPENSA Y SATANAS NO ME PERMITEN CAMBIAR (PARTE DOS)

Tema: Discipulado. Título: ¿Por qué no puedo cambiar? Texto: Romanos 12:2. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz

Introducción:

A. Quedamos la semana pasada en que nos es muy difícil cambiar por la herencia, por el contexto y por mi propia elección.

B. Con respecto a lo difícil que es cambiar la sabiduría popular tiene algunos famosos refranes, por ejemplo: "El que es no deja de ser", "árbol que nace torcido jamás su tronco endereza". Con respecto al primer refrán en mi investigación encontré una canción de una artista llamada Lady Juliana que dice: " El que es no deja de ser Ay, por culpa de un mal hombre me humillé como mujer, El que es no deja de ser, El que es perro, siempre es perro y llega perro a la vejez"

C. Lo cierto es que nos conviene cambiar porque nuestros pecados y defectos pueden llevarnos a lugares donde no queremos ir, hacernos sentir cosas que no queremos sentir, vivir momentos que seguramente no queremos vivir y hacernos terminar de manera que no queremos.

D. Hoy seguiremos examinando porque es tan difícil cambiar:

I. POR LA IDENTIDAD (Efesios 4:23)

A. Por favor, complete en su corazón la siguiente frase con toda sinceridad: YO SOY UNA PERSONA _________________________. La manera como usted responde esa frase le dice cuáles son las cosas con las que usted se identifica, la manera como usted se define, como se ve, lo que usted piensa de sí mismo. A eso es lo que se le llama identidad.

B. Entienda lo siguiente si su respuesta a esa frase es negativa esto es uno de los factores que dificulta el cambio, uno debe cambiar la manera como piensa de sí mismo antes de poder cambiar sus actos, por eso el versículo que leímos al comienzo y este hablan de renovar la mente, solo así se hace posible un cambio.

C. Lo que la persona debe empezar a creer es lo que Dios en su Palabra dicen de ella y no lo que ha venido pensando hasta el momento.

D. El curso está diseñado para enseñarle a modificar tal identidad.



II. POR LA RECOMPENSA (Santiago 1: 13 - 15).

A. Que el pecado ofrece una recompensa satisfactoria es verdad, pero tal recompensa es engañosa y pasajera. Los versículos que acabamos de leer explican el proceso de la tentación y pecado con palabras que lo indican así. Fíjese en las palabras "atraído y seducido". La palabra griega traducida aquí "seducido" se emplea en la casa y la pesca, se refiere al hecho de atrapar al animal con una carnada, también es usada en cuanto a prostitutas que para hacer caer al transeúnte usan los halagos. Así el pecado hace caer a las personas dándoles una recompensa falsa y pasajera.

El proceso comienza así, pero degenera, esta prostituta queda embarazada y luego da a luz no un niño sino el pecado, el niño se desarrolla (el pecado) a su vez, hasta la muerte en todos sus términos. Es un proceso de cosas tal como se muestra aquí: SEDUCCION (recompensa) - PECADO - MUERTE

B. Las personas no pueden cambiar porque son adictas a la gratificación o recompensa que les producen sus pecados. Para cambiar hay que entender esto y trabajar, entre otras cosas, por modificar este sistema de recompensas. Esto no sucede de la noche a la mañana es un proceso y en el curso le mostramos como llevar a cabo este proceso.



III. POR SATANAS (Apoc. 12:10)

A. Debe ser claro para nosotros que Satanás no desea que venzamos en la lucha contra el pecado, él se deleita en tu dolor y destrucción temporal y eterna, es un ser lleno de maldad que te odia. Una de las cosas que él hace, entre muchas otras, para impedir el cambio es acusarnos para desanimarnos, el susurra a nuestras mentes cosas como: "nunca vas a cambiar", "no puedes cambiar", "otros pueden cambiar, pero tú no", "estas arruinado" etc.

Otra de las cosas que hará es traer personas a tu vida que serán motivo de desanimo y de caer así tal cual sucedió con Adán y Eva. Satanás tentó a Eva y Eva a Adán, el enemigo usa personas para que nos desanimemos.

B. En el curso te enseñaremos a resistir a Satanás.



Conclusión:

A. El cristianismo ofrece como beneficio el cambio de vida. En las conclusiones del estudio que comente la semana pasada dice:

"El primer hallazgo de este estudio fue la existencia de diferenciales estadísticamente significativos en el abuso del alcohol por adscripción religiosa, lo cual indica la importancia de las normas contra el uso del alcohol. Los evangélicos presentaron momios más bajos de abuso del alcohol que los católicos... Las religiones evangélicas en México reprueban el uso del alcohol (Garma y Leatham, 2004; Rostas, 1999; Robledo, 2002) y requieren de los feligreses un estricto seguimiento de las normas religiosas (Vázquez, 2003). Así que para los adolescentes evangélicos la iglesia puede ser un grupo de referencia normativo que influye en el uso del alcohol" 

"Por su parte, la asistencia a la iglesia de los adolescentes acompañados con los padres u otros familiares y amigos también disminuyó la posibilidad de que los adolescentes abusaran del alcohol, respecto a no ir a la iglesia. No obstante, ir a la iglesia sin compañía no protegió al adolescente de abusar del alcohol...Los resultados solo confirman la importancia de las redes religiosas de personas cercanas y significativas al joven, es decir, de la “comunidad moral” (Smith, 2003a), en la prevención del abuso del alcohol"

"pero se sabe que en otros contextos los jóvenes religiosos tienen una mayor posibilidad de tener un fuerte vínculo o apego con sus padres (Johnson, 2001; Neckelman, 2009). También se ha probado que los padres (varones) más activos religiosamente se involucran más en las actividades de sus hijos, son más afectuosos y ejercen una paternidad de mayor calidad (Wilcox, 2002; Wilcox, 2008)". 

"Además, los evangélicos con valor alto por la religión fueron quienes tuvieron menor propensión a abusar del alcohol, lo que indica que la combinación de normas estrictas contra el alcohol y la confianza en la red social que las genera previene fuertemente a los adolescentes de este comportamiento".

Recuperado de la revista: población y salud en Mesoamérica. Volumen 12, enero - julio de 2015 Articulo: La relación entre el abuso del alcohol y la religión en los adolescentes mexicanos. 

B. Entonces: ¿para cambiar debo modificar mi identidad? ¿para cambiar debo modificar mi sistema de recompensas? para cambiar debo resistir a Satanás? quiere cambiar defectos y pecados en su vida? entonces iniciemos el proceso a través del curso.

VERSIÓN LARGA

Sentimos el peso. Esa pregunta que se agazapa en la sombra de nuestra alma. Una pregunta que a veces no nos atrevemos a formular en voz alta, ni siquiera en el silencio de nuestra mente. ¿Por qué no puedo cambiar? Lo hemos intentado. Una y otra vez. Promesas susurradas en la madrugada. Decisiones firmes tomadas frente al espejo. Y luego, el resbalón. La caída. El retorno al viejo surco. La semana pasada, lo mirábamos. Ese vacío. Esa dificultad tan real para la transformación. La herencia. El contexto que nos moldea sin que apenas lo notemos. Y nuestra propia elección, ese libre albedrío que a veces se siente más como una cadena.

La sabiduría popular, esa voz que se transmite de generación en generación, lo encapsula con una crudeza que duele. Refranes que se clavan como espinas. "El que es no deja de ser." O, "Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza." Como si la sentencia estuviera escrita antes de nacer. Como si el destino fuera un guion inmutable. Pienso en esa canción, la de Lady Juliana, con su letra cruda: "El que es no deja de ser, Ay, por culpa de un mal hombre me humillé como mujer, El que es no deja de ser, El que es perro, siempre es perro y llega perro a la vejez." Una voz que canta la desesperanza. La inmutabilidad de la esencia.

Pero la verdad, la verdad más profunda que podemos abrazar, es que nos conviene. Sí, nos conviene cambiar. Nos conviene luchar. Porque esos patrones. Esos pecados recurrentes. Esos defectos que se adhieren como una segunda piel. Pueden llevarnos. A lugares. Donde no queremos ir. A espacios de oscuridad y de soledad que nunca elegimos. Pueden hacernos sentir. Cosas. Que no queremos sentir. Un dolor que no cesa. Una vergüenza que consume. Podemos vivir. Momentos. Que seguramente no queremos vivir. Repeticiones amargas. Ciclos de desesperación. Y pueden hacernos terminar. De una manera. Que no queremos. Un destino que no es el que soñó para nosotros el Creador. Un final lejos de la paz.

Hoy, seguiremos. Desentrañando este misterio. Este profundo nudo. En el alma. Seguiremos examinando. Con una luz serena. Por qué es tan difícil. Ese anhelado cambio.


Y la primera capa que desvelamos. La primera raíz que se aferra. Es la de la identidad.

Por favor. Detente. Respira hondo. Y completa. En el silencio de tu corazón. Con toda la sinceridad que puedas reunir. La siguiente frase. YO SOY UNA PERSONA _________________________ . Deja que la palabra, la frase, la imagen, que surge espontáneamente, se manifieste. No la juzgues. Solo obsérvala. La manera como respondes a esa frase. Esa respuesta que emerge de lo profundo. Te dice. Con una verdad cruda y desnuda. Cuáles son las cosas con las que te identificas. La manera como te defines a ti mismo. Cómo te ves. Lo que piensas de ti. Lo que crees ser en lo más íntimo. A eso. A esa constelación de creencias y percepciones. Es a lo que llamamos identidad. Ese mapa interno que guía nuestros pasos.

Ahora, entiende esto. Con una claridad que penetre. Si tu respuesta a esa frase. Esa palabra que se posó en tu corazón. Es negativa. Si te defines por la carencia. Por el fracaso. Por la debilidad. Por el "no puedo". Entonces. Esto. Es uno de los factores más grandes. Más pesados. Que dificulta el cambio. Una losa. Porque no podemos vivir de una manera contraria a lo que creemos que somos. No podemos actuar persistentemente en contradicción con nuestra autoimagen más arraigada. Uno debe. Tiene que. Cambiar la manera como piensa de sí mismo. Antes de poder cambiar sus actos. La acción sigue a la creencia. El comportamiento fluye de la identidad.

Por eso. El versículo que leímos al comienzo, ese eco de Romanos 12:2: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento..." Y el de Efesios 4:23: "...y renovaos en el espíritu de vuestra mente..." Ambos nos hablan. Nos gritan. De renovar la mente. No solo un ajuste superficial. Sino una transformación profunda en la forma en que pensamos. En la forma en que nos vemos. En la forma en que interpretamos la realidad. Solo así. Se hace posible. Un cambio verdadero. Un cambio que no es forzado, sino que brota naturalmente de una nueva identidad.

Lo que la persona debe empezar a creer. Con una fe que mueve montañas interiores. Es lo que Dios. En Su Palabra. En Su voz eterna. Dice de ella. No lo que ha venido pensando. Hasta el momento. No lo que le ha susurrado el mundo. O las heridas del pasado. Sino la verdad. La verdad que Él ha declarado sobre tu ser. Tú eres amado. Tú eres redimido. Tú eres templo del Espíritu. Tú eres hijo. Heredero. Coheredero. Una nueva criatura. La vieja identidad. La que te define por tus faltas. Debe ser despojada. Y la nueva. La que Dios ha creado en Cristo. Debe ser vestida. Y esto. Esto no es fácil. No sucede con un solo acto de voluntad. Es un proceso. Es un camino. Y un camino. Se recorre paso a paso. Se aprende. Se enseña. Cómo modificar. Cómo sanar. Esa identidad. Esa autoimagen. Que nos ha mantenido cautivos. En el curso. En este caminar juntos. Se te enseñará. Se te guiará. Para que esa identidad. La verdadera identidad en Cristo. Emerja. Y te libere.


Y la segunda capa. La segunda fuerza oculta que nos ancla. Es la de la recompensa.

Ah, el pecado. Se presenta. Siempre. Con un velo. Una promesa. Una gratificación. Que esconde la amargura. Que el pecado ofrece una recompensa. Una satisfacción. Aunque sea momentánea. Es verdad. Es un hecho. Pero. Esa recompensa. Esa promesa de placer o alivio. Es engañosa. Como un espejismo en el desierto. Y pasajera. Como la niebla de la mañana. Los versículos que leímos. Santiago 1:13-15. Explican. Con una claridad perturbadora. El proceso. La mecánica. De la tentación. Y del pecado. Usando palabras que lo revelan con precisión quirúrgica. Fíjate. En las palabras. "Atraído" y "seducido".

La palabra griega traducida aquí como "seducido". Es una palabra rica en imágenes. Se emplea en el contexto de la caza. Y la pesca. Se refiere al acto de atrapar al animal. Con una carnada. Un señuelo. Brillante. Atractivo. Que esconde el anzuelo mortal. También es usada. En cuanto a las prostitutas. Que para hacer caer al transeúnte. Al incauto. Usan los halagos. Las promesas vacías. La sensualidad. Así. Nos dice la Escritura. El pecado. Con una maestría engañosa. Hace caer a las personas. Dándoles. O prometiéndoles. Una recompensa. Falsa. Vacía. Y efímera. Como una pompa de jabón que brilla. Y estalla. En un instante.

El proceso. Comienza. Así. Con esa seducción. Esa promesa de placer. Esa gratificación instantánea. Pero. Rápidamente. Degenera. Se corrompe. Esta "prostituta". Esta tentación. Queda embarazada. Y luego. Da a luz. No un niño de gozo. Sino el pecado. El acto consumado. Y el niño. Ese pecado recién nacido. No se detiene allí. Se desarrolla. Crece. Se fortalece. A su vez. Hasta que. Llega. A la muerte. La muerte en todos sus términos. Espiritual. Relacional. Emocional. Y finalmente, eterna. Es un proceso implacable. Un ciclo. Que se muestra aquí. Con una lógica devastadora: SEDUCCIÓN (la promesa de recompensa) – PECADO (el acto) – MUERTE (la consecuencia final).

Las personas. Tú. Yo. No podemos cambiar. O se nos hace inmensamente difícil. Porque. Porque somos adictos. Adictos a esa gratificación. A esa recompensa. Fugaz y engañosa. Que nos producen nuestros pecados. La comodidad. El placer. La falsa seguridad. La aprobación ajena. El control. El ego. Para cambiar. Para romper ese ciclo. Hay que entender esto. Profundamente. Y hay que trabajar. Con diligencia. Entre otras cosas. Por modificar este sistema de recompensas. Por desvincular el placer del pecado. Por encontrar una satisfacción mayor. Una gratificación más duradera. En la obediencia. En la santidad. En la Presencia de Dios.

Esto. Este proceso de reeducación del alma. No sucede de la noche a la mañana. No es un acto mágico. Es un camino. Es un proceso. Es una lucha. Es una renovación diaria. Y en el curso. En este viaje de discipulado. Se te mostrará. Se te guiará. Cómo llevar a cabo. Este proceso. Cómo desmantelar. Poco a poco. Ese sistema de recompensas falsas. Y cómo construir. En su lugar. Una fuente de gozo. De satisfacción. Que viene de Dios. Una gratificación que es verdadera. Y eterna.


Y la tercera capa. La tercera fuerza oscura que se interpone. Es la de Satanás.

Debe ser claro. Cristalino. Para nosotros. Que Satanás. El enemigo de nuestras almas. No desea. No anhela. Que venzamos. En la lucha. Contra el pecado. Su deleite. Su gozo macabro. Está en tu dolor. En tu destrucción. Temporal. Y eterna. Es un ser. Lleno de maldad. Pura malevolencia. Que te odia. Con un odio que traspasa los siglos. Es el adversario.

Y una de las cosas. Entre muchas otras. Que él hace. Con una astucia milenaria. Para impedir. Para sabotear. El cambio. Es acusarnos. Sin cesar. Día y noche. Como un fiscal despiadado. Acusarnos para desanimarnos. Para paralizarnos. Para sembrar la semilla de la desesperanza. Susurra. En las esquinas oscuras de nuestras mentes. Cosas como: "nunca vas a cambiar". "No puedes cambiar. Eres demasiado débil. Demasiado pecador". "Otros pueden cambiar, sí, pero tú no. Eres una excepción". "Estás arruinado. Irremediablemente roto." Mentiras. Verdades a medias que mienten por completo. Calumnias diseñadas para minar tu voluntad. Para que bajes los brazos.

Y otra de las cosas. Que él hará. Con una sutileza aterradora. Es traer personas. A tu vida. Gente que, sin saberlo quizás, o incluso con intenciones perversas, se convertirán en motivo de desánimo. De caída. Así tal cual. Sucedió. En el Edén. Con Adán y Eva. Satanás. Tentó a Eva. Con la serpiente. Y Eva. A su vez. Se convirtió en instrumento. Para tentar a Adán. El enemigo. Es astuto. Usa personas. Usa relaciones. Para que nos desanimemos. Para que tropecemos. Para que volvamos a caer. Para que el ciclo de pecado se repita. Y la voz acusadora. Se haga más fuerte. Confirmando nuestras peores pesadillas sobre nosotros mismos.

Pero hay una verdad. Que es más poderosa que todas sus mentiras. Que todas sus maquinaciones. La verdad de la victoria de Cristo. Y en el curso. En este discipulado profundo. Se te enseñará. Se te equipará. Se te dará la estrategia. Para resistir a Satanás. Para desenmascarar sus acusaciones. Para rechazar sus mentiras. Para discernir sus ataques a través de personas. Para levantarte cuando caigas. Y para mantenerte firme en la verdad de quién eres en Cristo. No solo te defenderás. Lucharás. Y vencerás. Porque el que está en ti es más grande que el que está en el mundo.


Entonces. La promesa. Brilla. En la oscuridad de la lucha. El cristianismo. No es una religión de resignación. No es una filosofía de inmutabilidad. No. Ofrece. Como su beneficio central. Como su esperanza más grande. El cambio de vida. La transformación. De adentro hacia afuera. El Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz nos recordó las conclusiones de un estudio. Un estudio que se adentra en la realidad.

"El primer hallazgo de este estudio fue la existencia de diferenciales estadísticamente significativos en el abuso del alcohol por adscripción religiosa, lo cual indica la importancia de las normas contra el uso del alcohol. Los evangélicos presentaron momios más bajos de abuso del alcohol que los católicos... Las religiones evangélicas en México reprueban el uso del alcohol (Garma y Leatham, 2004; Rostas, 1999; Robledo, 2002) y requieren de los feligreses un estricto seguimiento de las normas religiosas (Vázquez, 2003). Así que para los adolescentes evangélicos la iglesia puede ser un grupo de referencia normativo que influye en el uso del alcohol."

Un hallazgo. Claro. Las normas. El marco. Influye. Y no solo eso. El acompañamiento. La comunidad.

"Por su parte, la asistencia a la iglesia de los adolescentes acompañados con los padres u otros familiares y amigos también disminuyó la posibilidad de que los adolescentes abusaran del alcohol, respecto a no ir a la iglesia. No obstante, ir a la iglesia sin compañía no protegió al adolescente de abusar del alcohol... Los resultados solo confirman la importancia de las redes religiosas de personas cercanas y significativas al joven, es decir, de la 'comunidad moral' (Smith, 2003a), en la prevención del abuso del alcohol."

La compañía. El lazo humano. La red. La comunidad moral. Es vital. No estamos solos en esto. El cambio no ocurre en un vacío.

"Pero se sabe que en otros contextos los jóvenes religiosos tienen una mayor posibilidad de tener un fuerte vínculo o apego con sus padres (Johnson, 2001; Neckelman, 2009). También se ha probado que los padres (varones) más activos religiosamente se involucran más en las actividades de sus hijos, son más afectuosos y ejercen una paternidad de mayor calidad (Wilcox, 2002; Wilcox, 2008)."

Los lazos familiares. La calidad de la paternidad. Cuando la fe es activa. Se irradia. Se multiplica. Transforma hogares.

"Además, los evangélicos con valor alto por la religión fueron quienes tuvieron menor propensión a abusar del alcohol, lo que indica que la combinación de normas estrictas contra el alcohol y la confianza en la red social que las genera previene fuertemente a los adolescentes de este comportamiento."

Una combinación poderosa. Normas claras. Y una red social. Una comunidad. Que apoya. Que genera confianza. Que sostiene.

Recuperado de la revista: Población y Salud en Mesoamérica. Volumen 12, enero - julio de 2015. Artículo: La relación entre el abuso del alcohol y la religión en los adolescentes mexicanos.

Entonces. La pregunta. Se alza. Con una fuerza renovada. Para ti. Para mí. Si quieres. Si anhelas. Si el alma te grita por ese cambio. ¿Debo modificar mi identidad? ¿Esa imagen vieja de mí mismo, arraigada en el dolor y el fracaso? Sí. ¿Para cambiar debo modificar mi sistema de recompensas? ¿Esa adicción al placer efímero que me arrastra de nuevo al pecado? Sí. ¿Y para cambiar debo resistir a Satanás? ¿A esa voz acusadora, a esas trampas que me tienden para que me desanime y caiga? Sí.

Quieres cambiar defectos y pecados en tu vida. Es un anhelo noble. Es el Espíritu obrando en ti. Entonces. No te quedes en la pregunta. No te quedes en el anhelo. Inicia el proceso. Da el primer paso. El camino se revela al andar. A través del curso. De este discipulado que te ofrece herramientas, verdad y comunidad. Porque el cambio es posible. La transformación es real. Y la libertad te espera. ¿Estás listo para abrazarla?

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