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BOSQUEJO
Tema: Esdras. Título: La Restauración del Templo en el Libro de Esdras: Cómo Vencer el Miedo y Volver a Empezar Texto: Esdras 3:8. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruíz.
Introducción:
A. Seguimos pensando en reconstruir la casa de Dios después de lo que ha ocurrido. En el texto de hoy se muestra la manera como ellos comenzaron a restaurar su vida espiritual, reconstruyendo el altar del templo.
B. Veamos hoy que sucesos rodearon este acontecimiento:
I. LA INICIATIVA (ver. 2)
A. La frase: "se levantaron" es bastante significativa, ya que, indica interés e iniciativa. Quienes se levantaron fueron Jesúa y los demás sacerdotes, Zorobabel y su familia. Su iniciativa fue dirigida a edificar el altar de Dios, se refiere a lo que en el tabernáculo y el templo de Salomón se conocía como el altar de bronce, el sitio donde se ofrecían los distintos sacrificios a Dios, entre ellos los holocaustos (en el cual se consumia el animal completo en señal de total rendición a Dios).
Edificar el altar era prioritario para de esta manera pedir perdón por sus pecados y obtener la bendición de Dios.
b. Si deseamos reconstruir la casa de Dios debemos hacer un fuerte énfasis en reconstruir nuestras vidas espirituales si acaso estas se encuentran en ruinas, debemos ser holocausto a Dios, no podemos pensar en reconstruir la casa de Dios si primero no reconstruimos nuestra vida espiritual y la de nuestra familia.
II. LA VALENTIA (ver. 3)
A. El texto no es de fácil traducción, lo mas probable es que quiera decir que se apresuraron a edificar el altar por temor a que, tardando más, les pusieran algún estorbo los pueblos vecinos. Calculaban ellos que, una vez levantado, más difícil era demolerlo.
Existían pueblos alrededor de Jerusalén que no estaban nada contentos con el regreso de los Judíos, ellos lo sabían y por ello tenían miedo. Sin embargo, venciendo el miedo empezaron a construir.
B. La tarea de reconstruir la casa de Dios y nuestra propia espiritualidad seguramente nos traerá desafíos, desafíos que nos causen temor y que pensemos que no podemos vencer. Sin embargo, no se trata de no tener miedo sino de seguir trabajando en medio de el, esto es valentía.
III. LA ESPERANZA (ver. 6).
A. Este detalle del haber construido el altar sin siquiera haber echado los cimientos del templo me llamo la atención, me hace pensar en que se debe comenzar aunque el comienzo sea modesto, me hizo pensar en que por algo se debe comenzar, en que las grandes cosas se logran con pequeños detalles y cuando así hacemos indicamos que tenemos esperanza de algo mas grande.
Fíjese que en los versículos 8 - 13 se relata el momento en que se empezaron a echar tales cimiento, este momento fue de emociones encontradas, unos que conocieron el templo de Salomón lloraban al ver la modestia de este nuevo templo, mientras que otros gritaban, cantaban y se alegraban por el logro obtenido.
B. Si queremos reconstruir la casa de Dios y nuestra vida espiritual debemos también entender que esto se logra:
1. Paso a paso, detalle a detalle.
2. Con comienzos modestos.
3. Empezando por algo.
IV. LA UNIDAD (ver. 1, 9).
A. En este capitulo aparece dos veces una expresión ya conocida por nosotros en la enseñanza anterior, esta es: "como un solo hombre". Una expresión que indica la unidad de propósito que tenia el pueblo, el propósito de reconstruir sus vidas, su nación y su espiritualidad.
B. Si el texto lo repite nosotros también lo haremos para recordarnos que este propósito de reconstruir la casa de Dios debe ser un propósito de todos. No lo olvide: "uno solo no puede pero todos si podemos", no lo olvide siempre: "juntos es mejor".
Conclusión:
La restauración de la casa de Dios requiere compromiso individual y colectivo. Cada uno debe aportar con fe, valentía y unidad, entendiendo que los pequeños comienzos llevan a grandes logros. Juntos fortalecemos nuestra fe y reconstruimos nuestro espíritu, logrando un impacto duradero.
VERSIÓN LARGA
La historia de Esdras es una de esas narrativas que resuenan profundamente en el corazón humano, especialmente en tiempos de crisis y desolación. En el libro de Esdras, encontramos un relato conmovedor sobre la restauración del templo de Dios y, con él, la restauración de la vida espiritual del pueblo. La reconstrucción del templo no fue solo un acto arquitectónico, sino una declaración de fe, un acto de valentía y un renacimiento espiritual que aún hoy puede inspirarnos.
El capítulo 3 de Esdras nos da un vistazo a este proceso de restauración que comenzó con una decisión crucial: "se levantaron". Esta frase, aunque simple, encierra una profundidad emocional que invita a la reflexión. La iniciativa de restaurar el altar del templo fue tomada por Jesúa, los sacerdotes y Zorobabel, junto con su familia. Este acto no era solo un gesto simbólico; era una manifestación tangible de su deseo de reconciliarse con Dios y de restaurar la relación que se había perdido debido a su pecado y desobediencia.
Imagina el escenario: un grupo de personas que han regresado de un exilio doloroso, cargando la herencia de un pasado lleno de sufrimiento y desolación. En medio de las ruinas de lo que alguna vez fue un lugar sagrado, estos hombres y mujeres miran a su alrededor y sienten la urgencia de actuar. La reconstrucción del altar era prioridad, un acto de rendición total y sincera ante Dios. El altar de bronce, donde se ofrecían sacrificios y se buscaba el perdón de los pecados, representaba el deseo profundo de restaurar su vida espiritual. No podían pensar en reconstruir el templo sin antes edificar el altar, el lugar donde empezaba toda relación con Dios.
La importancia de esta acción no puede ser subestimada. En un mundo donde nuestras vidas a menudo parecen estar en ruinas, el primer paso hacia la restauración personal y comunitaria es la decisión de levantarse. Esta decisión, aunque puede parecer sencilla, requiere un acto de voluntad que a menudo es difícil de llevar a cabo. ¿Cuántas veces hemos sentido que nuestras vidas están desmoronándose y hemos dudado en dar el primer paso? La historia de Esdras nos recuerda que la restauración comienza con la iniciativa, con un acto de fe que nos impulsa hacia adelante.
La valentía también juega un papel fundamental en este proceso. En el versículo 3, se menciona que se apresuraron a edificar el altar por temor a que los pueblos vecinos intentaran obstaculizar su esfuerzo. Este temor no era infundado; sabían que aquellos que habitaban en las cercanías no estaban contentos con su regreso. Sin embargo, a pesar del miedo, decidieron avanzar. La valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él. La tarea de reconstruir la casa de Dios y nuestras propias vidas espirituales seguramente presentará desafíos que pueden asustarnos, pero la verdadera valentía se manifiesta cuando seguimos trabajando a pesar de nuestras dudas.
La historia de Esdras nos enseña que la valentía es necesaria para enfrentar los obstáculos que se nos presentan. A menudo, los mayores avances en nuestra vida espiritual requieren que enfrentemos nuestros miedos y que nos atrevamos a dar pasos de fe. La vida está llena de incertidumbres, pero si queremos ver la obra de Dios en nuestra vida, debemos estar dispuestos a enfrentar esos temores con coraje y determinación.
La esperanza también es un tema central en la restauración del templo. En el versículo 6, se observa que comenzaron a construir el altar antes de echar los cimientos del templo. Este acto, aunque modesto, es un poderoso recordatorio de que todo gran proyecto comienza con un pequeño paso. La esperanza es lo que impulsa a las personas a comenzar, incluso cuando el futuro parece incierto. La decisión de edificar el altar fue un acto de fe que simbolizaba la esperanza de lo que estaba por venir.
Al mirar hacia adelante, los israelitas sabían que su esfuerzo no sería en vano. En los versículos 8 a 13, se describe el momento en que finalmente comenzaron a echar los cimientos del templo. Este evento fue un torrente de emociones; algunos lloraban al recordar la grandeza del antiguo templo de Salomón, mientras que otros gritaban y cantaban de alegría por el nuevo comienzo. Esta mezcla de emociones es un reflejo realista de la vida misma. A menudo, nuestros comienzos son modestos y pueden estar acompañados de nostalgia y dolor, pero también están llenos de promesas y oportunidades.
La restauración espiritual y la reconstrucción de nuestras vidas son procesos que requieren paciencia y perseverancia. No podemos esperar que todo se resuelva de la noche a la mañana. Los pequeños comienzos son fundamentales para el crecimiento saludable. Al igual que el pueblo de Israel, debemos aprender a celebrar cada paso que damos, cada pequeño avance, y recordar que cada esfuerzo cuenta. La esperanza nos impulsa a seguir adelante, a creer en lo que aún no hemos visto y a confiar en que Dios está trabajando en medio de nuestras circunstancias.
La unidad es otro aspecto vital en la reconstrucción del templo. En el capítulo 3, se repite la expresión "como un solo hombre". Esta frase encapsula la esencia de lo que significa trabajar juntos hacia un objetivo común. La unidad de propósito que tenía el pueblo era esencial para su éxito. La reconstrucción de sus vidas, su nación y su espiritualidad no podía ser un esfuerzo individual; necesitaban unirse, apoyarse mutuamente y desarrollar una visión compartida.
La unidad es un concepto poderoso. En un mundo que a menudo se siente dividido y fracturado, la historia de Esdras nos recuerda que cuando trabajamos juntos, somos capaces de lograr grandes cosas. A menudo, los desafíos pueden parecer abrumadores, pero cuando nos unimos en un propósito común, encontramos la fuerza y la determinación para superar cualquier obstáculo. "Uno solo no puede, pero todos sí podemos". Esta es una verdad que no debemos olvidar. La comunidad y el apoyo mutuo son fundamentales en el camino hacia la restauración.
La restauración de la casa de Dios y nuestras vidas espirituales requiere un compromiso individual y colectivo. Cada uno de nosotros debe aportar su granito de arena con fe, valentía y unidad. No debemos subestimar el poder de lo que podemos lograr juntos. Cada pequeño paso que damos hacia adelante es un testimonio de nuestro deseo de buscar a Dios y de vivir de acuerdo a Su voluntad.
En nuestra vida diaria, es fácil perder de vista el propósito y la dirección. Las distracciones y las tentaciones pueden desviar nuestra atención de lo que realmente importa. Sin embargo, la historia de Esdras nos enseña que siempre hay una oportunidad para volver a enfocarnos en lo que Dios nos ha llamado a hacer. La restauración puede comenzar en cualquier momento y en cualquier lugar, siempre que estemos dispuestos a levantarnos y dar el primer paso.
La vida espiritual es un viaje continuo de crecimiento y restauración. No estamos solos en este proceso. Dios está con nosotros, guiándonos y fortaleciendo nuestra fe en cada paso del camino. La restauración del templo en el libro de Esdras es un recordatorio de que, aunque enfrentemos desafíos, siempre hay esperanza. La esperanza de que Dios puede transformar nuestras vidas, restaurar nuestras relaciones y renovar nuestro espíritu.
Así que, en momentos de duda o desánimo, recordemos la historia de Esdras y el pueblo de Israel. Aprendamos de su valentía, su esperanza y su unidad. No importa cuán desoladas puedan parecer nuestras vidas, siempre hay un camino hacia la restauración. Todo comienza con un simple acto de fe, un levantamiento, un compromiso de buscar a Dios y de trabajar juntos hacia un futuro mejor.
La restauración es posible, no solo para el pueblo de Israel en tiempos de Esdras, sino también para nosotros hoy. Al igual que ellos, podemos levantarnos, edificar nuestros altares y buscar la presencia de Dios en nuestras vidas. Así, poco a poco, paso a paso, podremos ver la obra de Dios en nuestras vidas y en nuestras comunidades, logrando un impacto duradero que trascienda generaciones. La historia de Esdras nos invita a ser parte de esta restauración, a ser instrumentos de cambio y a vivir con la certeza de que, con Dios a nuestro lado, todo es posible.
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