"Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros".
Difícilmente puede haber bondad en un hombre si no está enojado con el pecado; El que ama la verdad debe odiar todo camino falso
¡Cómo nuestro Señor Jesús lo odió cuando vino la tentación! Tres veces lo asaltó en diferentes formas, pero las mismas tres veces dijo: "apártate de mi Satanás". Lo odiaba en los demás. Sin embargo, mostró su odio más frecuentemente en lágrimas de lástima que en palabras de reproche ¿qué lenguaje podría ser más severo, más parecido a Elías, que las palabras "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas y por pretexto hacéis largas oraciones"? Odiaba la maldad, tanto que sangro para herirla en el corazón, murió para que muriera, fue enterrado para enterrarla en su tumba y se levantó para pisotearla para siempre bajo sus pies. Cristo está en el Evangelio y ese Evangelio se opone a la maldad en todas sus formas. La maldad se arregla a sí misma en vestimentas bonitas e imita el lenguaje de la santidad; pero los preceptos de Jesús, como su famoso azote de cuerdas pequeñas, la expulsa del templo y no la tolerara en la Iglesia. Así también, en el corazón donde reina Jesús, ¡qué guerra hay entre Cristo y Belial! Y cuando nuestro Redentor se convierta en nuestro Juez, esas palabras atronadoras, "apartaos, malditos", que son, de hecho, una prolongación de su enseñanza de vida con respecto al pecado, manifestarán su aborrecimiento de la iniquidad. Como es tan cálido su amor por los pecadores, asimismo es ardiente su odio por el pecado; tan perfecta como es su justicia, tan completa será la destrucción de toda forma de maldad ¡Oh, tú, glorioso campeón de la justicia y destructor de la injusticia, por esta causa Dios has sido ungido con el oleo de alegría sobre tus hermanos!
Libro: Devotional Classics of C. H. Spurgeon.
Libro: Devotional Classics of C. H. Spurgeon.
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