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BOSQUEJO - SERMÓN: SI CONFESARES CON TU BOCA - EXPLICACION ROMANOS 10: 8 - 15 EVANGELISMO - MISIONES

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BOSQUEJO

Tema: Evangelismo. Título: Si confesares con tu boca. Texto: Romanos 10: 8 - 15. Autor: Pastor Edwin Guillermo Núñez Ruiz.

Introducción:

A. Este es un texto que nos habla de evangelismo, en el capítulo anterior se nos ha estado hablando acerca del pasado de Israel con respecto a su elección y salvación, en el capítulo que le sigue a este nos estará hablando acerca del futuro de Israel en relación al mismo tema y en este capítulo nos habla del presente de Israel tocando la misma temática, específicamente el hecho de como Israel se ha extraviado de la voluntad de Dios tratando de ser aceptados por el Señor  a través del cumplimiento de la ley, cuando ya Dios desde antaño había estipulado que la confianza en el (la fe) sería el camino para obtener salvación.

La pregunta ¿por que los Judíos no han aceptado el mensaje de la salvación por la fe? Esta latente en el capitulo, el Apóstol la va a responder y para ello comienza explicando:

I.  EL MENSAJE (Ver 8 – 10).


A. El mensaje salvífico que los apóstoles predicaron consistía fundamentalmente en dos aspectos:

1. Creer con el corazón que Dios resucito a Jesús de los muertos: creer con el corazón implica creer con todo el ser, el intelecto, las emociones y la voluntad, ya que corazón en la cultura hebrea se refiere a la totalidad del ser humano. Cristo entonces debería ser una experiencia del intelecto, de las emociones y de la voluntad, en realidad una profunda experiencia.

Como fruto de tal creencia…

2. Confesar con la boca a Jesús como Señor (el dueño, el amo, el supremo). La palabra Señor (Gr Kyrios) se aplicaba a cuatro tipos de personajes:

a. Era un título normal de respeto.
b. Era el título que ostentaba el emperador romano.
c. Era el titulo dado a los dioses griegos y romanos.
d. Era el titulo con el cual se traducía al griego la palabra hebrea Yahveh. Yahweh era el nombre de Dios en el A.T. que también significa Señor, en este sentido se usa aquí.

Entonces confesar a Jesús como Señor:

a. Implicaba el reconocimiento intelectual y practico de Jesús como el dueño y amo de la vida.

b. Implicaba la creencia en que Jesús es Dios co-igual al Padre. Muchos cristianos murieron por negarse a llamar Kyrios al emperador romano, pues creían que solo Jesús era digno de tal título.


II. LA COBERTURA (Ver 11 – 13).


A. El versículo 11 cita un pasaje del A.T. específicamente Isaías 28:16, lo aplica a lo que viene dando a entender que toda persona que cumpla con la condición de creer será salvo como una promesa de Dios, el cual no miente, ni se arrepiente.

B. Luego en el versículo 12 y 13 va a enfocarse en explicar una frase de el  versículo citado, esta es: “TODO AQUEL”. Lo que explica es que esta frase incluye a todo el genero humano, tanto a Judíos como a Gentiles. Esto para nuestra mentalidad es fácil de entender pero para los Judíos de la época quienes tenían un concepto exclusivista de la salvación no era nada sencillo.

C. Aun así la promesa es firme toda persona que crea en el sin importar su raza, posición social, nacionalidad etc, será salvo.


III.  EL INCONVENIENTE (Ver 14 – 15).


A. Por ultimo, dado que el mensaje de salvación cobija a todo el genero humano entonces es necesario predicar este mensaje a todo el genero humano, con el fin de que el mayor numero de Judíos y Gentiles sean salvos y aquí es donde vamos a encontrar el inconveniente. El apóstol lo explica usando varias preguntas:

1. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?: en otras palabras, no podrán ser salvos sino lo invocan y no lo pueden invocar ya que no han creído en el.

2. ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído?: en otras palabras, no pueden creer por que no han oído de el.

3. ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?: en otras palabras, no pueden oír por que no hay quien les predique.

4. ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?: en otras palabras para que alguien predique debe ser enviado por alguien.

En resumen, para que alguien pueda creer debe invocar, para que pueda invocar debe haber oído, para haber oído debe haber un predicador y para que halla un predicar debió haber una iglesia que lo enviara. Todo es una ajustada cadena, si algún eslabón falla todo el sistema falla

B. Entonces, ¿En donde esta el problema?: en que algunas partes de la cadena no están ajustadas.

1. Puede estar en la iglesia que no envía.
2. Puede estar en los hermanos que no quieren.
3. Puede estar en la gente que no esta interesada. 

Por ello la labor es difícil, necesitamos mas iglesias interesadas, mas hermanos interesados y mucha oración para que Dios mueva los corazones de quienes no le conocen.


Conclusiones:

La salvación es una promesa inclusiva para todos, pero la falta de fe y la ausencia de predicadores obstaculizan su alcance. Es imperativo que las iglesias se comprometan a enviar mensajeros y que los creyentes se involucren activamente en la evangelización. Solo así se podrá romper la cadena que impide que muchos escuchen el mensaje de Cristo. La oración y el esfuerzo colectivo son vitales para mover corazones hacia la fe.

VERSIÓN LARGA

El evangelismo es un tema que toca las fibras más profundas de nuestro ser, pues se trata de compartir la esperanza, la luz y la salvación que hemos encontrado en Jesucristo. En Romanos 10:8-15, el apóstol Pablo nos ofrece un mensaje que no solo es teológico, sino que resuena en el corazón de cada creyente que anhela ver vidas transformadas por el poder del Evangelio. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre el papel que cada uno de nosotros desempeña en la misión de llevar el mensaje de salvación a un mundo que necesita desesperadamente escuchar.

Imagina por un momento el contexto en el que Pablo escribe. Él está abordando la complicada relación entre el pueblo judío y la salvación ofrecida a través de Jesús. La pregunta que flota en el aire es: ¿por qué muchos judíos, a quienes se les confió la promesa de Dios, no han aceptado esta maravillosa noticia de salvación? Esta interrogante no es solo teológica; es profundamente personal y emocional. Cada respuesta que Pablo ofrece es un recordatorio de que el mensaje de Cristo es inclusivo y está destinado a todos.

Al comenzar a explorar el mensaje de salvación, Pablo nos lleva a dos elementos esenciales: creer con el corazón y confesar con la boca. Creer con el corazón significa entregarse por completo, no solo en un sentido intelectual, sino en un compromiso total con nuestra vida. Imagina lo que significa esto: abrir tu corazón a la verdad de que Jesús resucitó de entre los muertos, que su amor es más grande que cualquier error que hayas cometido, que su gracia es suficiente para cubrir cada una de tus fallas. Creer con el corazón implica que cada parte de nuestro ser —nuestro intelecto, nuestras emociones y nuestra voluntad— se une en una experiencia transformadora.

Y luego está la confesión. Cuando confesamos a Jesús como Señor, estamos reconociendo que Él es el dueño de nuestras vidas. Este acto va más allá de una simple declaración; es un reconocimiento de su autoridad, de su amor y de su deseo de guiarnos. Al hacerlo, estamos desafiando no solo las normas sociales, sino también las luchas internas que todos enfrentamos. ¿Cuántas veces hemos dudado de nuestro valor o de nuestra identidad en Cristo? Confesar a Jesús como Señor es un acto de valentía que nos libera de las cadenas del miedo y la inseguridad.

En este momento, es importante que comprendamos el alcance de este mensaje. Pablo cita a Isaías, recordándonos que "todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo". Esta promesa es asombrosa, ya que incluye a todos, sin distinción. A pesar de las diferencias culturales, raciales o sociales, el mensaje de salvación está disponible para cada persona. Imagina el impacto de esta verdad en la vida de alguien que se siente marginado, perdido o sin esperanza. Para ellos, saber que Dios los ama y que su salvación es para todos puede ser un rayo de luz en medio de la oscuridad.

Sin embargo, a pesar de esta promesa, existe un desafío que muchos enfrentan. Pablo plantea una serie de preguntas que nos llevan a reflexionar sobre el proceso de la salvación y la necesidad de predicadores. ¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo podrán creer en aquel de quien no han oído? Estas preguntas son más que retóricas; son un llamado urgente a la acción. Cada día, hay personas a nuestro alrededor que anhelan escuchar un mensaje de esperanza, pero no saben cómo invocar a Cristo porque nunca han oído hablar de Él.

Este es el punto donde muchos de nosotros podemos sentir el peso de la responsabilidad. La cadena de la salvación requiere que cada uno de nosotros desempeñe un papel. Para que alguien pueda creer, debe haber un predicador dispuesto a llevar el mensaje. Pero, ¿qué sucede cuando la iglesia no está enviando mensajeros? O cuando hay creyentes que tienen miedo de compartir su fe? O incluso cuando hay corazones que están deseosos de oír, pero no encuentran a alguien que les hable de Jesús. En cada uno de estos escenarios, la urgencia se vuelve palpable. La realidad es que el evangelismo no es solo una tarea; es una llamada a ser partícipes de la obra redentora de Dios.

Te invito a reflexionar sobre lo que significa ser un mensajero del Evangelio. Imagínate siendo la voz que rompe el silencio en la vida de alguien que ha estado buscando respuestas. Ser la luz que guía a alguien en la oscuridad. Esto no es solo una responsabilidad, es un privilegio. Es la oportunidad de compartir el amor de Dios de una manera que transforma vidas. ¿No es eso lo que todos deseamos en el fondo de nuestro ser? Ser parte de algo más grande que nosotros mismos, algo que tiene el poder de cambiar corazones y destinos eternos.

Es fundamental recordar que el evangelismo debe ir acompañado de amor y compasión. Cuando compartimos el mensaje de Cristo, debemos hacerlo desde un lugar de autenticidad y empatía. Las palabras son poderosas, pero las acciones son aún más. Cuando vivimos nuestra fe de manera genuina, demostramos el carácter de Cristo a través de nuestras interacciones diarias. La bondad, la paciencia y el amor hacia los demás son testimonios que hablan más fuerte que cualquier sermón. Cada acto de amor puede ser una puerta abierta para que alguien escuche el mensaje de salvación.

En este mundo lleno de incertidumbres y dudas, la falta de fe se ha convertido en un desafío para muchos. Sin embargo, en lugar de desanimarnos, debemos ver esto como una oportunidad para presentar el evangelio de una manera relevante y atractiva. Como creyentes, estamos llamados a ser defensores de nuestra fe, listos para responder las preguntas y las inquietudes que otros puedan tener. La apologética, la defensa razonada de nuestra creencia en Cristo, puede ser una herramienta valiosa para abordar los desafíos de la incredulidad.

La urgencia del evangelismo también es un tema que no podemos pasar por alto. La salvación es un regalo que no debe ser dado por sentado. Cada día que pasa, hay oportunidades que se pierden si no compartimos nuestra fe. La vida es frágil y efímera, y cada momento es una oportunidad para hablar de Cristo. Este sentido de urgencia debe impulsarnos a ser proactivos, a no esperar a que las oportunidades lleguen, sino a salir y buscarlas. Las almas están en juego, y cada vida que se transforma es un testimonio del amor y la gracia de Dios.

Es esencial que cada creyente se sienta empoderado y capacitado para compartir su fe. Esto implica un compromiso personal de profundizar en nuestra relación con Dios, de estudiar su Palabra y de dejarnos guiar por el Espíritu Santo. El evangelismo no es solo una tarea para algunos; es una responsabilidad de cada miembro del cuerpo de Cristo. Al equiparnos y prepararnos, podemos ser instrumentos efectivos en las manos de Dios, llevando su mensaje de salvación a un mundo que lo necesita.

La historia de la iglesia está llena de ejemplos inspiradores de personas que, impulsadas por su fe, han llevado el mensaje del evangelio a lugares lejanos y a comunidades necesitadas. Cada vida tocada, cada corazón transformado, es un recordatorio de que el poder de Dios se manifiesta a través de nosotros. Al considerar el mensaje de Romanos 10, recordemos que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Por lo tanto, comprometámonos a ser portadores de ese mensaje, llevando luz a los que están en la oscuridad y proclamando la buena nueva de Jesucristo con valentía y amor.

La vida de un creyente está diseñada para ser una aventura emocionante, llena de oportunidades para compartir el amor de Dios. Cada interacción, cada conversación, puede ser una puerta abierta para hablar de la fe. Al final del día, lo que realmente importa es cómo hemos impactado la vida de aquellos que nos rodean. La cosecha es abundante, y la pregunta es: ¿estamos dispuestos a salir y trabajar en ella? La respuesta a esta pregunta puede determinar el destino de muchas almas.

En conclusión, el pasaje de Romanos 10:8-15 nos presenta un claro llamado al evangelismo. La salvación es una promesa inclusiva para todos, pero la falta de fe y la ausencia de predicadores obstaculizan su alcance. Es imperativo que las iglesias se comprometan a enviar mensajeros y que los creyentes se involucren activamente en la evangelización. Solo así podremos romper la cadena que impide que muchos escuchen el mensaje de Cristo. La oración y el esfuerzo colectivo son vitales para mover corazones hacia la fe.

El evangelismo no es solo un deber; es un privilegio y una oportunidad de ser parte de la obra redentora de Dios. Cada vida que se transforma es un testimonio del poder del evangelio. Al compartir la esperanza que hemos encontrado en Cristo, no solo estamos cumpliendo con un mandato divino, sino que también estamos participando en la historia de salvación que continúa desarrollándose a nuestro alrededor. Que el compromiso de evangelizar no sea solo una tarea, sino una pasión que arda en nuestros corazones, guiándonos a llevar el mensaje de salvación a cada rincón del mundo. Al final, cada uno de nosotros tiene una historia que contar, un testimonio que compartir, y una vida que puede ser transformada por el poder de Cristo.

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