TEMA: EVANGELISMO; TITULO: La Luz en la Penumbra: 3 Claves para Acercar a los Alejados a la Esperanza de Cristo; TEXTO: VARIOS; AUTOR: PASTOR EDWIN GUILLERMO NÚÑEZ RUÍZ
Introducción:
A. Solo el 22% de la poblacion mundial es cristiana, eso quiere decir que de cada 10 personas que existe solo dos conoce al salvador, el resto viven sin Dios, sin ley y sin esperanza.
B. Esta es la razon por la que hoy seguiremos hablando acerca de como acercar a los alejados.
C. ¿Alguna vez has sentido el deseo de compartir tu fe con alguien, pero no sabes cómo hacerlo? No te preocupes, ¡no estás solo!
D. En este sermón, te daré tres consejos prácticos para que puedas compartir la luz de Cristo con confianza y alegría. ✨
I. CUENTA UNA HISTORIA (Marcos 5:19)
A. Explicación: En este pasaje, Jesús le dice al hombre liberado de los demonios: "Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo tuvo misericordia de ti." Esta es una poderosa lección sobre el poder de compartir testimonios personales para llevar a otros a Cristo.
B. Preguntas Confrontativas: ¿Qué historia de transformación puedes compartir con alguien que no conoce a Dios? ¿Cómo puedes relacionar tu historia con las necesidades y luchas de aquellos que están buscando respuestas?
C. El metodo de enseñanza de Jesús era contar historias, es mas, la Biblia misma en su mayoria no son datos sino historia, nuestro creador nos diseño de tal modo que aprensemos mas con historias que con teoria.
II. USA LA BIBLIA (Hechos 17:2-3)
A. Explicación: Pablo "razonaba con ellos, con la Biblia en la mano, durante tres días, explicando y demostrando que el Mesías tenía que padecer y resucitar de entre los muertos." La Palabra de Dios es nuestra herramienta más poderosa para compartir la fe de manera efectiva.
B. Preguntas Confrontativas: ¿Cómo puedes utilizar la Biblia de manera relevante para las situaciones y preguntas de aquellos que no conocen a Dios? ¿Estás preparado para explicar y demostrar la verdad del evangelio a través de las Escrituras?
C. Ilustración:Para compartir la Palabra de Dios puedes usar las cajitas de promesas o tambien las redes sociales.
III. MUESTRA RESPETO (1 Pedro 3:15)
A. Explicación: Pedro nos insta a estar siempre "preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros." Es crucial recordar que nuestro objetivo es compartir la fe con amor y respeto, independientemente de las creencias de los demás.
B. Preguntas Confrontativas: ¿Cómo puedes demostrar respeto hacia aquellos que no comparten tus creencias? ¿Estás dispuesto a escuchar y comprender las preocupaciones y preguntas de quienes están buscando la verdad?
C. Ilustración: En las redes soaciales se ve mucho irrespeto al momento de querer compartir la fe!
A. Hermanos y hermanas, compartir la fe es un llamado sagrado que todos nosotros tenemos como seguidores de Cristo. Al contar nuestras historias, utilizar la Palabra de Dios y demostrar respeto, podemos ser instrumentos de la gracia de Dios para llevar a otros a conocer Su amor. Que el Espíritu Santo nos guíe y fortalezca mientras nos comprometemos con este importante trabajo. 🙏🌟
VERSIÓN LARGA
Un vasto mar se extiende más allá de la orilla conocida. La marea sube y baja, indiferente. Y en ese mar, incontables almas navegan, muchas sin brújula, sin el faro que guía a puerto seguro. Piénsalo, nos dicelas estadisticas. De cada diez personas que respiran en este mundo, solo dos, apenas dos, conocen la luz del Salvador. Las ocho restantes… viven, sí. Respiran, comen, ríen y lloran. Pero viven sin Dios. Sin la ley que da forma, sin la esperanza que sostiene. Un vacío. Una quietud sin paz.
Y es por eso. Por esa vasta extensión de almas navegando en la penumbra. Por eso volvemos a hablar. De cómo, precisamente, acercar a esas almas a la orilla. A la luz. A la esperanza. Quizás lo has sentido. Esa punzada, esa inquietud silenciosa. ¿Cómo comparto lo que vive en mí? ¿Cómo extiendo la mano hacia ese otro que parece tan lejos, tan ajeno? Un anhelo que a veces se ahoga en la incertidumbre. No te preocupes. No estás solo en esa pregunta. No estás solo en ese deseo que se asoma. Es una corriente subterránea que muchos sentimos. Y en esta reflexión, se nos ofrecen tres senderos. Tres formas prácticas de tender ese puente. De compartir la luz de Cristo. Con una confianza que no es arrogancia, sino amor. Con una alegría que no es bullicio, sino paz.
Y el primer sendero. Es el de la historia. Siempre la historia. El alma humana está hecha de historias. Nace de una historia, vive en una historia, anhela una historia con sentido. Marcos 5:19. Jesús había liberado a un hombre. Atado, sin voz propia, habitado por sombras. Y ahora, libre. Lleno de luz. ¿Qué le dice Jesús? No le ordena predicar doctrinas complejas. No le pide que funde una escuela. Solo le dice: "Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo tuvo misericordia de ti." Esa es la lección. Simple. Profunda. El poder que reside en el testimonio personal. La vida que se transforma. La misericordia que se experimenta. Eso. Contarlo.
Porque nuestra alma está diseñada así. No somos solo lógica fría, datos y algoritmos. Somos corazón, somos memoria, somos experiencia. Jesús mismo lo sabía. Su método. Parábolas. Metáforas. Historias. La Biblia misma, si la miras bien, no es solo un compendio de leyes o genealogías. Es una gran historia. De amor. De redención. De un Dios que entra en la narrativa humana. Y se entrelaza con ella. Nuestro Creador. Él nos tejió de tal modo que aprendemos más, mucho más, con el relato vivido que con la teoría abstracta. Una historia de vida. Un hilo. Se puede extender. Con delicadeza. Hacia ese otro que no conoce a Dios. ¿Cuál es tu historia de transformación? ¿Cómo se encontró tu alma con la luz? Y esa historia tuya, ¿cómo la conectas con el dolor ajeno? Con la búsqueda. Con el anhelo silencioso de ese otro que quizás ni sabe lo que busca. Pero lo busca.
Y el segundo sendero. Es el de la Palabra. La Biblia. Esa voz que resuena a través de los siglos. Hechos 17:2-3. Pablo. Él no solo contaba su historia. Él iba más allá. En la sinagoga. En Atenas. Dondequiera que fuera. "Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos de las Escrituras, explicando y demostrando que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien él anunciaba, decía, era el Cristo." Con la Biblia en la mano. Razonando. Explicando. Demostrando. La Palabra de Dios. No solo un libro. Una herramienta. La más poderosa. Para compartir la fe. De manera efectiva. Con verdad.
Porque la Biblia no es un texto muerto. Es la voz del Espíritu. Es la verdad encarnada. ¿Cómo la usas? ¿La tienes cerca? ¿La conoces lo suficiente como para abrirla, no con temor, sino con la certeza de que en ella hay respuestas? ¿Cómo la relacionas con el presente de ese otro? Con sus preguntas. Con sus crisis. Con sus anhelos. ¿Estás preparado? Para explicar. Para demostrar. Con la dulzura de la verdad. La verdad del evangelio. Esa que dice que el Mesías debía sufrir. Y debía resucitar. Y que Jesús, ese hombre de Nazaret, es el Cristo. Lo que parece tan distante, tan antiguo, puede volverse tan vital. Tan actual. Una cajita de promesas en el bolsillo. Un versículo compartido en un mensaje. Pequeños hilos. Pero tejidos con la Palabra. Pueden ser el inicio de una inmensidad.
Y el tercer sendero. Es el del respeto. Siempre el respeto. 1 Pedro 3:15. Pedro, con la sabiduría que solo da el Espíritu, nos urge. Nos recuerda. "Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros." Mansedumbre. Reverencia. No es un debate para ganar. No es una cruzada para imponer. Es un compartir. Con amor. Con el alma abierta. Sin importar cuán diferentes sean las creencias del otro.
Porque el objetivo. No es derribar al otro. No es humillar. No es avergonzar. Es compartir la fe. Con amor. Y con respeto. Fundamental. Crucial. ¿Cómo demuestras ese respeto? En la forma en que escuchas. Con atención plena. A la historia del otro. A sus dudas. A sus miedos. A sus preguntas no formuladas. Esa es la puerta. La empatía. La disposición a comprender. A no juzgar. A no desestimar. A entender que cada alma tiene un camino. Y que la verdad se revela en la humildad.
Y es tan fácil perderse en el ruido. En el mundo de las redes. Donde las voces se alzan. Donde el irrespeto a veces domina. Querer compartir la fe. Pero se vuelve un grito. Una imposición. Y el corazón del otro se cierra. Se endurece. El respeto. Es la clave. La llave que abre puertas. Porque la luz no se impone. Se irradia. Se ofrece. Con una mano extendida. Con una mirada serena. Reconociendo la dignidad de ese otro. Incluso si su camino es, por ahora, distinto.
Hermanos y hermanas. Hijos e hijas del Reino. Compartir la fe. No es una tarea para unos pocos elegidos. Es un llamado sagrado que vive en cada uno de nosotros. En cada seguidor de Cristo. Es un susurro constante. Una invitación a ser instrumentos. De la gracia de Dios. Para que otros. Sí, esas ocho almas de cada diez. Conozcan Su amor. Su vasto e incomprensible amor.
Al contar nuestras historias, la historia de cómo la luz llegó a nuestra propia oscuridad. Al usar la Palabra de Dios, esa espada de doble filo que es también bálsamo y guía. Y al mostrar respeto, ese puente que conecta almas, incluso en la diversidad. De esa manera. Nos convertimos en canales. En vasos. Para que el agua viva fluya.
Que el Espíritu Santo. Ese viento suave. Esa llama que no consume. Nos guíe en cada paso. Nos fortalezca en la debilidad. Mientras nos comprometemos. Con este trabajo. Este sagrado y hermoso trabajo. De tender la mano. De iluminar el camino. De susurrar la esperanza a aquellos que aún navegan en el vasto mar, buscando una orilla. Un hogar. Un Salvador. La tarea nos espera. La gracia nos acompaña. Y el amor nos impulsa.
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