Daniel 5:27: "TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto".
Encontrará que es un ejercicio sagrado leer algunos salmos de David y al meditar en cada versículo, preguntarse: "¿Puedo decir esto? ¿He sentido lo que sintió David? ¿Se ha roto mi corazón alguna vez a causa del pecado cómo estaba el corazón de David cuando escribió sus salmos penitenciales? ¿Ha estado mi alma llena de verdadera confianza en la hora de dificultad como cuando David cantaba las misericordias de Dios en la cueva de Adullam?" Luego recurran a la vida de Cristo y mientras leen, pregúntense hasta qué punto está conformes a su semejanza. Trate de descubrir si tiene la mansedumbre, la humildad, el espíritu encantador que inculcó y exhibió constantemente. Tome, entonces, las epístolas, y vea si puede ir con el apóstol en lo que dijo de su experiencia. ¿Alguna vez has gritado como él lo hizo: "¡Oh, miserable hombre que soy! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?" ¿Alguna vez ha sentido su auto-abatimiento? ¿Se ha parecido a usted mismo el principal de los pecadores y menos que el menor de todos los santos? ¿Ha sabido algo de su devoción? ¿Podría unirse a él y decir: "Para mí vivir es Cristo, y morir es ganancia"? Si leemos así la Palabra de Dios como una prueba de nuestra condición espiritual, tendremos una buena razón para detenernos muchas veces y decir: "Señor, siento que nunca he estado aquí, tráeme aquí, dame verdadera penitencia, tal así como leí. Dame verdadera fe; dame un celo más cálido; enciéndeme con un amor más ferviente; concédeme la gracia de la mansedumbre; hazme más como Jesús. No me dejes “encontrar falto”.
Libro: Devocionales clasicos - C.H. Spurgeon.
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