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DEVOCIONAL: HEREDEROS CON CRISTO

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Los reinos ilimitados del universo de su Padre son de Cristo por derecho prescriptivo.
Como "heredero de todas las cosas", es el único propietario de la vasta creación de Dios y ha admitido que reclamemos todo como nuestro, en virtud de la escritura de herencia conjunta que el Señor ha ratificado con su pueblo escogido. Las calles doradas del paraíso, las puertas de perlas, el río de la vida, la dicha trascendente y la gloria indecible, nos han sido entregados como nuestra posesión eterna por nuestro bendito Señor. 

Todo lo que tiene lo comparte con su gente. La corona real que él ha colocado sobre la cabeza de su Iglesia, nombrándola como un reino y llamando a sus hijos un sacerdocio real, una generación de sacerdotes y reyes. Se despojó de sí mismo para que pudiéramos tener una coronación de gloria; no se sentaría en su propio trono hasta que hubiera obtenido un lugar en él para todos los que vencieron con su sangre. Coronan la cabeza y todo el cuerpo comparte el honor. ¡He aquí la recompensa de todo conquistador cristiano! El trono de Cristo, la corona, el cetro, el palacio, el tesoro, las vestiduras, el patrimonio, son suyos. Muy superior a los celos, el egoísmo y la codicia, que no admiten ninguna participación de sus ventajas, Cristo considera que su felicidad se completa con la gente que la comparte, "Les he dado la gloria que me diste", "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo permanezca en vosotros, y para que vuestro gozo sea pleno". Las sonrisas de su Padre son mucho más dulces para él, porque su gente las comparte. Los honores de su reino son más agradables, porque su pueblo aparece con él en gloria. Más valiosas para él son sus conquistas, ya que han enseñado a su gente a vencer. Se deleita en su trono, porque en él hay un lugar para ellos. Se regocija con sus ropas reales, ya que sobre ellas se extienden sus faldas. Él se deleita más en su alegría, porque nos llama a entrar en ella.


Libro: Devotional Classics of C. H. Spurgeon.

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