Está bien que hay Uno que es siempre el mismo y que siempre está con nosotros. Está bien que hay una roca estable en medio de las olas del mar de la vida.
Oh alma mía, no pongas tus afectos en los tesoros oxidados, apolillados y en descomposición, sino que pon tu corazón en el que permanece para siempre fiel a ti. No construyas tu casa sobre las arenas movedizas de un mundo engañoso, sino encuentra tus esperanzas en esta roca que en medio de la lluvia descendente y las crecientes inundaciones, permanecerá inmensamente segura. Alma mía, guarda tu tesoro en el único gabinete seguro; guarda tus joyas donde nunca puedas perderlas. Pon todo en Cristo; pon todos sus afectos en su persona, toda su esperanza en su mérito, toda su confianza en su sangre eficaz, toda tu alegría en su presencia, y así podrás reírte de la pérdida y desafiar la destrucción. Recuerda que todas las flores en el jardín del mundo se desvanecen por turnos, y el día llega cuando no quedará nada más que la tierra fría y negra. El extintor negro de la muerte pronto debe apagar tu vela ¡Oh! ¡Qué dulce tener la luz del sol cuando la vela se ha ido! El oscuro diluvio debe rodar pronto entre ti y todo lo que tienes; entonces casate con el que nunca te dejará; confía en quien te acompañará a través de la corriente negra y creciente de la muerte, y que te aterrizará en la orilla celestial, y te sentará con él en lugares celestiales para siempre. Ve, hijo de la aflicción, cuéntale tus secretos al Amigo, que está más cerca que un hermano. Confía todas tus preocupaciones a quien nunca podrá ser quitado de ti, quien nunca te dejará "Jesucristo, el mismo ayer, hoy y por los siglos de los siglos".
Libro: Devotional Classics of C. H. Spurgeon.
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