Similitudes entre el culto a Baal, y los cultos neópentecostales.
Por: Juan de Dios Chalas
Dada la confusión aparente que hay entre los neópentecostales sobre qué es verdaderamente la Gloria de Dios manifestada, y qué es emociones; presentaré algunas similitudes que hay entre el culto a Baal, y el culto neópentecostal, basándome en algunas características, de dicho culto, que ofrece la Biblia. Pretendo demostrar que el comportamiento desordenado de los participantes de los actuales cultos, más que ser una manifestación del Espíritu Santo, es, en el mejor de los casos, manifestaciones de la carnalidad emocional de las personas, y, en el peor de los casos, una manifestación demoníaca.
Exhorto a los lectores a que, una vez se den cuenta por la Palabra de Dios de que lo que están haciendo, lejos de ser un genuino acto de correcta adoración a Dios, es más una réplica de un culto pagano y demoníaco, acudan a Dios en oración en un acto de sincero arrepentimiento. Pidan a Dios que les haga libres de las ataduras que los encarcelan a dichas prácticas. Pidan que sean capaces de alabar y adorar conforme a Él (Dios) le agrada que es conforme a las Escrituras.
Al adentrarnos en la Escritura se pueden ver algunas características del culto al pagano dios Baal. Una de las porciones que muestran el contraste que hay entre un servicio a Jehová el Señor y el servicio a Baal, es 1 Reyes 18:23-38.
¤ Características del culto a Baal.
Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho. (vv. 26 RVR60)
Entonces ellos tomaron el toro que les dieron, lo prepararon y oraron a su dios desde la mañana hasta el mediodía. Le decían: «¡Baal, contéstanos!» Los profetas de Baal saltaban alrededor del altar que habían construido. Pero no se escuchó ninguna voz ni nadie respondió nada. (vv. 26 TLA)
No hace falta conocer mucho de gramática para saber el uso de los signos de admiración y/o exclamación (¡!). Estos signos nos muestran la manera en que se dirigían a Baal: con gritos. Usted dirá, ¿por qué dices -con gritos-? Pues porque Elías se los reitera en el verso 27: “...Gritad en alta voz, porque dios es...” (RVR60); “...¡Griten más fuerte! ¿No ven que él es dios?...” (TLA).
Primera característica que te presenta la Escritura: gritos. Continuemos...
El mismo verso 27 también nos dice que "andaban", y que lo hacían "saltando". Interesante ¿no? Quizás usted me cite una frase muy común en Sur América que dice: "cualquier parecido con la realidad -la realidad pentecostal- es pura coincidencia".
Vemos que la segunda característica es doble: andar saltando. Continuemos...
Antes de ver otra u otras características, me gustaría hacer algunas preguntas retóricas basándome en el verso 27.
• ¿Es nuestro Dios alguien que medita de manera tal que se "desconecta" de la realidad como solemos hacer los que caemos en el campo de la meditación?
• ¿Es nuestro Dios alguien que al trabajar ya no puede hacer otra cosa más que atender el trabajo que está haciendo?
• ¿Es nuestro Dios alguien que al trasladarse de un lugar a otro pierde contacto con el lugar donde ya no está?
• ¿Es nuestro Dios alguien que duerme y al que hay que despertar?
Yo he de suponer que usted responderá a cada pregunta con un NO muy claro. Si usted responde que sí a cualquiera de las preguntas anteriores, estaría restándole a Dios sus atributos, atributos que solo Él posee. Entonces, ¿para qué gritarle? ¿Para qué vociferar? ¿Es nuestro Dios semejante a Baal para que tengamos que invocarle de igual forma? ¡Pues No! ¡Una y mil veces No!
Ahora sí, continuemos...
Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.
Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase. (vv. 28-29 RVR60).
Los profetas de Baal gritaban fuerte. Se cortaban a sí mismos con cuchillos hasta que les salía sangre, pues así acostumbraban hacerlo en sus cultos.
Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando y saltando como locos. Por fin llegó la hora acordada para quemar el toro, pero no se oyó ninguna voz. Nadie escuchó ni contestó nada. (vv. 28-29 TLA).
Afortunadamente no se ha caído en la práctica de cortarse hasta chorrear sangre, pero si que se hacen otras cosas igual o peor de peligrosas como la de sacudirse de manera estrepitosa, lanzarse al suelo y, sobre y por, los asientos... Pregunte a un médico sobre las consecuencias fatales de dichas prácticas para el cuerpo, el cual es templo del Espíritu Santo, y que nos corresponde cuidar. Imagine que en una de esas alguien se golpee en la nuca con uno de los asientos... Un golpe así puede ser mortal.
Pero además, algo que sí se hace de manera inequívocamente idéntica es lo de: "siguieron gritando frenéticamente" (RVR60); "siguieron gritando y saltando como locos" (TLA).
Hoy, al igual que en aquel día, no se ve manifestación de la Gloria de Dios, solo mero bullicio. Tal como también lo señala el libro del profeta Jeremías en el 3:21,23 (buena cita para enseñar a aquellos que les encanta ir a vociferar a los montes teniendo un aposento en el cual orar), el bullicio es algo vano, y lo vano es vacío e inútil.
Hasta aquí las características del culto a Baal. A continuación...
¤ Características del culto a Jehová según el profeta Elías.
Luego del espectáculo hecho por los sacerdotes de Baal, los cuales parecen haber traspasado su costumbre a los neópentecostales bajo lo ahora llamado "cultura pentecostal", procedo, basándome en la misma porción de 1 Reyes, a mostrar cómo un verdadero creyente, un verdadero profeta de Dios, le rinde culto público a Dios.
Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. (vv. 30-33 RVR60)
Entonces Elías le dijo a todo el pueblo:
—Acérquense a mí.
Todos se acercaron, y Elías construyó el altar de Dios, que estaba derrumbado. Tomó doce piedras, una por cada tribu de Israel: nombre que Dios le puso a Jacob, antepasado de los israelitas. Con esas doce piedras construyó el altar. Luego hizo una zanja alrededor del altar, en la que cabían unos doce litros de agua.
Acomodó la leña, cortó el toro en pedazos y lo puso sobre la leña. (vv. 30-33 TLA)
Lo primero que Elías hace es convocar, de manera clara y pacifica, al pueblo. Lo segundo, arregla el altar de Jehová que estaba arruinado. Tercero, toma “doce piedras, conforme al número de las tribus de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová” ¿por qué? Las doce piedras representaban las doce tribus, por cuanto esta contienda era de gran trascendencia tanto para Judá como para Israel. Aunque las tribus habían quedado divididas entre dos naciones, seguían siendo todavía un pueblo en los planes del Señor, con los mismos pactos y un solo destino. Recordemos que la idolatría introducida por Salomón fue la causante de la división del pueblo en dos reinos.
Como cuarto, después que Elías termina de preparar debidamente tanto el altar como la ofrenda a Jehová, espera hasta la hora establecida por Dios para ofrecer el holocausto que era alrededor de las 3:00 pm (véase Éx. 29:38-41; Nm. 28:3-8); el hacer el sacrificio como Dios había demandado antes, era algo primordial para Elías ya que la razón de todo esto es volcar el corazón del pueblo hacia el Dios verdadero (vv 37), y para hacer esto último no se podía pasar por alto ningún detalle de lo que Dios demandaba en su Santa Ley. La prioridad de cada creyente debería ser la de hacer cada cosa que Dios dice como, cuando y donde Él dice, sin quitar ni añadir a ello, ni mezclarlo.
Quinto, ahora veamos cómo se dirige Elías al Señor:
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. (vv. 36-37 RVR60).
Lo primero que se ve es la carencia de los signos de admiración y exclamación (¡!), demostrando la manera pacífica, calmada, educada y reverente en la que Elías se dirige al Señor. Lo segundo es, las razones por las cuales el Señor debería de responder a la oración de Elías: “sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.” (vv. 36-37); cabe decir que si la verdadera e íntima intención del que ora por manifestaciones de la Gloria de Dios, no es que sea manifestado, conocido que hay un Dios que es Cristo, que él (quien sea que ore) es Su siervo (Doulos: esclavo de baja categoría sin derecho que sirve de manera voluntaria e involuntaria), que rinde culto (servicio) a Él, conforme a lo escrito, por mandato Suyo (de Dios), y que lo ha hecho para volver el corazón de las personas al Creador, si ésta no es la intención más íntima del que ora, el tal es un falso, un buscador de vanagloria; tal persona está muy mal espiritualmente.
La respuesta del Señor se hace evidente ante la petición del profeta, ya que había una conexión tal entre Dios y Elías, que éste sabía qué hacer, y por qué lo haría. Elías no buscaba montar un espectáculo pirotécnico; buscaba lo mismo que Dios buscaba: el arrepentimiento del pueblo.
Ahora yo les digo, al igual que Elías dijo al pueblo: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.” (vv. 21 RVR60); “¿Por cuánto tiempo van a estar cambiando de dios? Tienen que decidirse por el Dios de Israel o por Baal. Y si Baal es el verdadero dios, síganlo a él.” (vv. 21 TLA).
Yo les digo, en nombre de Dios, ¿Servirán a Dios conforme se sirve a Baal, o como Él (el Dios verdadero y único) dice que hay que servirle?
El Ser que es alabado, determina la alabanza; no el que alaba.
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